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Del amor apasionado al amor evolutivo

Por definición, el amor construye, no destruye. Con esta frase Urimare Castillo,
psicólogo clínico, comenzó la charla dirigida al grupo de amigas que invité a mi casa
para reflexionar acerca del tema del amor en pareja: qué es, cuál es su sentido, qué
factores influyen para que elijamos una pareja determinada. Por qué tendemos a elegir
parejas equivocadas, cómo podemos salir de ese círculo vicioso, cómo lograr que el
idilio inicial evolucione hacia un amor estable, cuáles son los indicadores que señalan la
presencia de una relación de pareja tóxica o de una que sí funciona pese a las
diferencias.

Menudo tema.

Uri, como la llamamos quienes la queremos, nos dio una charla extraordinaria. Trataré
de condensar lo dicho: escogemos a nuestra pareja desde nuestra mismidad, es decir,
desde la capacidad que tenemos de discriminar y diferenciar quiénes somos, y desde la
conciencia de que hay algo en nosotras que no va a ser perfecto nunca. Desde allí
podemos aceptar que en el amor de pareja hay un otro, que es distinto y también
vulnerable a la imperfección.

Mientras más nos conozcamos y más integradas estemos, más posibilidades tenemos de
acertar en la búsqueda del compañero afín. Necesitamos saber cuáles son nuestros
valores personales ante la vida y el ser humano, en qué creemos y en qué no; porque los
valores se nos convierten en actitud, con la que sentamos nuestra posición ante el
mundo, y también se convierten en conducta, porque determinan nuestras acciones al
hacer que nos comportemos de una u otra manera. Y bien que sabemos que las acciones
hacen amores.

Toda relación amorosa somete a prueba lo que somos y nos permite conocernos a través
de la relación con el otro, porque nos enamoramos y atraemos lo que es afín, aunque la
elección sea hecha de modo inconsciente. De ahí la importancia de atender cuando
aparece algo en la relación que nos moviliza, nos crea ruido, malestar, porque eso
apunta a que ahí puede haber algo de nosotras que necesitamos revisar.

El amor apasionado es un rapto, priva la inmediatez, apunta a la posesión del otro. El


amor evolutivo es una elección, priva el proceso y apunta al encuentro con el otro.

Una pareja ideal tiene tres componentes que producen afinidad: la atracción física, que
es cuerpo, piel, química, instinto, sexo; la atracción filial, los intereses comunes, los
valores compartidos, metas, amistades; y la compasión, que es el amor que no abandona
cuando las cosas van mal y que hace que cuando uno de los dos sufre, el otro se
optimiza para apoyarlo.

En una buena relación cada quien se propone ser lo mejor de lo que es, trata de no
afectar al otro en forma negativa y cuando comete un error procura redimirlo. Crecen
juntos en la misma dirección y se conocen, se valoran por lo que viven y han
compartido. Sienten bienestar porque fluyen estando juntos: gozan de intimidad,
comodidad, gentileza en el trato, respuestas sinceras, respeto a los límites y acuerdos
convenidos; expresan su amor, se ayudan.
Como lo dijo Uri: "La suma de pequeñas acciones amorosas cotidianas hacen un gran
amor".

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