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De Sumer hasta Babilonia: familias para administrar, familias para reinar.

Glassner

A la hora de hablar de la historia de la Mesopotamia se presentan ciertos problemas,


esta historia que duro más de tres milenios no fue siempre uniforme, una de las causas
de ello es el territorio, el cual se puede dividir en cinco regiones, en este caso el autor se
enfoca en el centro, la llanura aluvial cuna de Sumer, Acad y Babilonia.
Por otro lado la Mesopotamia ha dado lugar a un contante contraste de población entre
nómadas y sedentarios algunos ubicados entre las estepas otros en territorio urbano,
cada región tuvo su propia historia, y muchos pueblos pasaron por ella; en primer lugar
los sumerios que vivieron en estrecha simbiosis con los acadios, luego encontraremos a
los amorreos, arameos y caldeos, seminomades o nómades, así también los hurritas y los
casitas en la meseta Iraní.
Se ha afirmado que la familia constituye la célula básica de la sociedad, sin embargo
seria falso podes esbozar un retrato único válido para los tres milenios de la historia de
la Mesopotamia. Tampoco es posible escribir su historia, pese a la ayuda de las tablillas
de arcilla, existen grandes baches que no lo permiten.
Hay una categoría de obras como los códigos de leyes que representan un gran valor.
Partiendo de este punto el autor se dedicara a tres momentos de la familia
mesopotámica: Los grupos de administración, la familia en el segundo milenio y las
familias reales.
Grupos de administración
En la mayoría de los textos cuneiformes los lazos conyugales son los que conforman la
identificación de los individuos, (este es hijo de este, esposa de este, etc.).
Pero en un puñado de partidas del segundo tercio del tercer milenio hay testimonio de
otro modo de organización de la sociedad, sobre un grupo mucho mas basto.
Son documentos escritos en piedra que tienen un carácter oficial y son para el público,
se basa en transferencias de bienes raíces, donde se inscriben todos los vendedores y las
relaciones que los unían. El obelisco de Manishtusu es el más famoso de estos
documentos, contiene gran información ya que presenta las relaciones de parentesco
entre los vendedores. Esto permite la conformación de una estructura genealógica.
Sin embargo el obelisco solo se preocupa por los vendedores, quedando otros miembros
de la comunidad en la sombra. Sobre todo las mujeres, madres, hijas y niños.
Lo que también permite ver esta fuente es el tipo de administración que hacían sobre la
tierra, esta no era un bien individual sino que era pertenecía de un grupo común, ósea
tierras comunitarias. La forma en la que se ubicaban los vendedores no era igualitaria, el
primer vendedor era el jefe del linaje y probablemente el miembros más influyente del
grupo. Se conoce que los ancianos eran los de mayor autoridad. Así también existía una
diferencia entre el hijo primogénito y el segundón.
A fines del tercer milenio esta organización colectiva va desapareciendo, se da una
trasformación radical en las estructuras políticas, económicas y sociales, aunque mucho
no se sabe. Las familias empiezan a acaparar bien y poder en sus manos, la
fragmentación de parentesco ya no existe, esto se dará sin conflicto en el año 2100 a.C

La Familia en el segundo milenio


Para analizar la familia de este periodo se tomaran tres momentos: La época babilónica
antigua, que es la de Hammurabi (siglo XVIII y XVII a.C); El siglo XIV a.C, en la
ciudad de Nuzi, y por último el periodo Asirio medio (último tercio del milenio).
El motivo de esta selección se debe a los archivos con los que se cuentan que permiten
la reconstrucción de la historia familiar.
Durante la época antigua de Hammurabi la familia era patriarcal, de hecho este era
considerado un amo, el padre genitor. Regia el poder paterno y el parentesco agnáticos
(línea masculina). La familia babilónica clásica parece haber sido de estructura nuclear,
generalmente monógama y alrededor del padre se reunían los hijos generalmente no
casados. Las familias extensas también existían, en ellas los hijos casados seguían
viviendo con sus padres después del casamiento, formando así una gran familia.
El matrimonio, el nacimiento de un hijo y la muerte eran las tres etapas de la vida que
no podían faltar, era el destino de todo ser, la no descendencia, la esterilidad, o el no
contraer matrimonio eran las peores desgracias.
El matrimonio era una cosa seria, acto fundador de la familia, el vínculo jurídico,
alianzas que reforzaban vínculos, el fin era asegurar la procreación, un heredero varón.
Se podía acordar muy tempranamente incluso desde la infancia por las familias de los
futuros esposos, empezaba por lo tanto mucho antes de la consumación o la vida en
común, la esposa abandonaba núbil (a la edad de 10 años) las casa de sus padres,
pasando a estar sometida a la autoridad de la familia política aunque aun bajo la tutela
de sus padres. La familia del novio debía pagar en especies o dinero el TERHATUM,
una especie de promesa de matrimonio. El contrato era oral, una declaración de palabras
que solía hacerse en la casa de la mujer. En lo que conlleva al matrimonio, la
introducción de la esposa en la casa del marido era la fase final de un proceso que podía
durar años. En primer lugar el joven cortejaba a la prometida, ella y su familia le
enviaban un regalo, la familia del pretendiente a su vez enviaba el BIBLUM, manjares y
bebidas, en una bandeja que debía ser devuelta provista también de regalos similares.
Luego se hacia el pago de la TERHATUM, esto dependía, algunas veces este se daba
una vez consumado el matrimonio o con el nacimiento del primer hijo, la fecundidad
era una condición indispensable.
La consumación del matrimonio y los primeros meses se daban en la casa de la novia,
luego llegaba el día que la mujer abandonaba la casa de su padre para ir a vivir a la de
su esposo, la norma era la residencia virilocal. En adelante debía llevar velo, al
abandonar la casa la mujer recibía su dote, esta dependía de las posibilidades de su
familia, podía ser desde tierras, esclavos, joyas hasta utencillos. Era un tema de angustia
para las familias ya que sin dote no podían casar a sus hijas.
Por lo tanto el matrimonio era ocasión de intercambios de regalos, de bienes y riquezas,
ritos y fiestas, que sellaban alianzas.
Los mesopotámicos establecieron la prohibición al incesto, existían castigos que iban
desde la pena de la hoguera, ahogamiento y destierro.
En cuanto al matrimonio se respetaba la monogamia moderada, aunque la poligamia
estaba permitida, en tiempos de Hammurabi se permitían dos esposas una principal y
otra segunda. Un hombre podía esposar a dos hermanas, la menor seria la sirvienta de la
mayor, así también si un hombre se casaba con una sacerdotisa, la cual no podía tener
hijos, podía procúraselos a su marido desposando a una de sus hermanas más jóvenes o
concediéndole una esclava.
Ni el levirato (desposar a la viuda de tu hermano) ni el sorarato (desposar a la hermana
de tu esposa muerta), fueron verdaderamente aplicados aquí.
La finalidad del matrimonio era el nacimiento de un hijo varón, tener un heredero era el
tema central de la vida. En cuanto a la muerte no era considerada como el final sino
como el paso a una forma nueva de existencia, los antepasados debían de ser cuidados,
estos podían interceder entre los dioses a favor de sus descendientes, se los sepultaba
bajo el suelo de la propia casa acompañados de objetos preciosos. No debían caer en el
olvido, se evocaba a su persona y se celebraba en un banquete, de esta forma se
compartiria y se unían los vivos y los muertos.
La mujer y el hombre tenían condición para nada igualitarias, el hombre era el amo y
tenía autoridad sobre su esposa, era el jefe de familia, el propietario de su dominio,
poseedor de la autoridad de todos los que vivían bajo su dependencia.
Según su voluntad castigaba o perdonaba trasgresiones hechas por su esposa y su hijos,
en ciertos casos podía venderlos si no tenía dinero y debía rembolsar una deuda, sin
embargo existían cierto limites sociales, no tenía derecho de matar a su mujer y
tampoco podía repudiarla ante una enfermedad, así tampoco podía desheredar a un hijo
sin una justificación valida.
En Asiria los hombres tenían menos restricciones podían castigar brutalmente a sus
mujeres.
La mujer a lo largo de su vida estaba sometida a las voluntades sucesivas de su padre, su
suegro y su marido, ella siempre pertenecía a otro. Su vida se limitaba a ser ama de
casa, las actividades domesticas, podía comprar y vender, alquilar, hacer regalos, etc.
Tenía propios bienes aunque no los administraba, el marido podía darle una especie de
beneficio para asegúrale su vejez si este muriera.
La mujer sumeria se destaco en el tercer milenio por tener mayores beneficios y
libertades (muy diferente a las asirias más sumisas). Tenía mayor autonomía e
intervenía en los negocios de su marido.
Cuando llegaba a ser madre el marido no podía repudiarla, si podía divorciarse si era
estéril, en la casa la mujer tomaba todas las decisiones relacionadas a la maternidad.
Si una mujer quedaba viuda y no tenía hijos podía volver a casarse, en el caso contrario
dependía de sus hijos o de su suegro, los cuales debían darle casa y comida. Así también
su suegro podía casarla con otro de sus hijos o desposarla el mismo
En cuanto al divorcio solo los hombres tenían el derecho al divorcio o al repudio. Los
motivos debían ser justificados, ya sea esterilidad, o mala conducta de la mujer. De lo
contrario el esposo debía indemnizarla y devolverle la dote. La mujer podía divorciarse
pero necesitaba dar prueba de su buena conducta, era un paso peligroso que podía llevar
a su muerte.
En cuanto a los hijos el niño era confiado a su madre hasta los tres años, que debía
destetarlo, a partir de ahí dejaba de ser un bebe y pasaba a estar bajo la autoridad de su
padre que se hacía cargo de su educación. Diferente era el destino de las niñas que se las
educaba para la maternidad, el matrimonio o la vida religiosa.
El hijo era la esperanza de la familia y si el padre moría caía sobre ellos la
responsabilidad.
Una de las funciones de la familia era ocuparse de los hijos y de los muertos, en el
traspaso de los patrimonios incluían la conservación de los dioses. Quien heredaba no
solo recibía los bienes materiales sino también los dioses y antepasados, que debía
conservar. La partición de la herencia ponía en peligro la conservación de los dioses y
su dispersión.
Quien heredaba eran los hijos, sin embargo no era tan así algunos textos muestran la
diferencia entre el hijo y el heredero. Solo los hijos nacidos de una unión reconocida
eran admitidos en la sucesión. La adopción era una práctica corriente, este era un acto
bilateral que unía a las dos partes, el padre que declinaba de su función podía perder sus
bienes o ser desterrado, mientras que el hijo adoptivo que renegaba ante su padre era
expulsado o esclavizado. En el caso de la adopción se imponía un documento escrito en
cambio en la legitimidad por sangre no era necesario.
Las hijas solo heredaban si no había hijos hombres y no estaban casadas, lo que recibían
era su dote, una herencia anticipada. Diferente era la situación de las sacerdotisas que
podían disponer de su herencia.
En cuanto a la jerarquía sucesorias estas variaban según las costumbres, en el Norte la
igualdad era la norma, mientras que en el sur, por ej. Mari, existía preferencia al
primogénito. La voluntad de los padres era la de mantener indiviso el patrimonio.

Familia y realeza
Los reyes tenían varias esposas y había entre ellas cierta jerarquía, solo una era la
investida en calidad de reina. La poligamia era corriente en Mesopotamia, la cantidad de
esposa dependía de la riqueza del hombre, más rico y prestigioso, mas cantidad de
mujeres. Los archivos de Mari son de gran aporte, atestiguan la conformación de un
harén en un sector del palacio.
La reina ejercía diversas funciones, que iban desde la participación en ciertas
ceremonias religiosas hasta la administración de los bienes del palacio o de un templo,
incluso en la ausencia del monarca, el ejercicio del poder.
Los matrimonios en las casas reales no eran historias de amor sino repondrían a
preocupaciones de orden político. Los reyes mesopotámicos usaron muy a menudo y
con diferentes fines los matrimonios políticos. Alianzas políticas y ganancias
económicas fueron las costumbres más utilizadas durante toda la civilización
mesopotámica.
La familia mesopotámica sigue siendo un gran enigma, sin embargo el código de honor
y la solidaridad son dos puntos que se rescatan como cohesión familiar. La institución
del precio de la sangre, en la que los hombres ejercían la justicia por mano propia, fue
frenada con la legislación de Hammurabi, que llego para romper la jurisdicción privada
y la solidaridad familiar.

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