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LINEA JURISPRUDENCIAL SOBRE  

EL DERECHO A LA
LIBERTAD DE CIRCULACIÓN Y RESIDENCIA EN EL SISTEMA
INTERAMERICANO DE DERECHOS HUMANOS

David Racines franco

Carlos Eduardo calderón

Jose Jairo Jaramillo Giraldo

PROFESOR: Jorge Andrés Illera Cajiao

UNIVERSIDAD ICESI

SANTIAGO DE CALI

2012
 

 
LINEA JURISPRUDENCIAL SOBRE  EL DERECHO A LA LIBERTAD DE
CIRCULACIÓN Y RESIDENCIA EN EL SISTEMA INTERAMERICANO DE
DERECHOS HUMANOS

El presente ensayo pretende hacer un análisis sobre el tratamiento al derecho a la libre


circulación y residencia, por parte de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, tanto en lo que respecta a la conceptualización que se le ha dado a
tal, así como las medidas de reparación dispensadas a las víctimas del mismo, teniendo
como fundamento los distintos casos resueltos por la Corte dentro de la última década. Lo
anterior con el fin de determinar el alcance que esta jurisprudencia ha dado al derecho a
la libre circulación y residencia. De este modo, el desarrollo de este trabajo estará
compuesto por los siguientes ítems: (I) inicialmente se hará un breve estudio sobre la
noción de libertad de circulación y residencia que se ha venido empleando dentro del
Sistema Interamericano de Derechos Humanos; (II) para, a partir de lo anterior, dilucidar
sobre el tratamiento específico de este derecho proveído por la Corte Interamericana de
Derechos Humanos; (III), y, con ello, se tendrán en cuenta las medidas preparatorias
establecidas por la Corte, analizando su progresividad en los casos resueltos.

El derecho a la libre circulación de personas, también conocido como derecho de libertad


de movimiento, es el derecho de toda persona, que a modo general, otorga la facultad de
moverse libremente. Este derecho se ha desarrollado en varios tratados, entre ellos
algunos mecanismos establecidos en el sistema universal de protección de derechos
humanos, tal como:

Declaración universal de DDHH, art. 13:

1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de


cada Estado.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, art. 12:


1. Toda persona que se halle legalmente en el territorio de un Estado tendrá derecho a circular
libremente por él y a escoger libremente en él su residencia.
2. Toda persona tendrá derecho a salir libremente de cualquier país, incluso del propio.
3. Los derechos antes mencionados no podrán ser objeto de restricciones salvo cuando éstas se
hallen previstas en la ley, sean necesarias para proteger la seguridad nacional, el orden
público, la salud o la moral públicas o los derechos y libertades de terceros, y sean compatibles
con los demás derechos reconocidos en el presente Pacto.
4. Nadie podrá ser arbitrariamente privado del derecho a entrar en su propio país.
En concordancia con el sistema de protección universal de DDHH, el sistema
interamericano conforme al artículo 22 de la convención americana de derechos
humanos, tutela el derecho a la circulación y residencia.  

Artículo 22. Derecho de Circulación y de Residencia


1. Toda persona que se halle legalmente en el territorio de un Estado tiene derecho a circular por el
mismo y, a residir en él con sujeción a las disposiciones legales.
2. Toda persona tiene derecho a salir libremente de cualquier país, inclusive del propio.
3. El ejercicio de los derechos anteriores no puede ser restringido sino en virtud de una ley, en la medida
indispensable en una sociedad democrática, para prevenir infracciones penales o para proteger la
seguridad nacional, la seguridad o el orden públicos, la moral o la salud públicas o los derechos y
libertades de los demás.
4. El ejercicio de los derechos reconocidos en el inciso 1 puede asimismo ser restringido por la ley, en
zonas determinadas, por razones de interés público.

(…)

La regulación normativa de la libertad de circulación en el ámbito interamericano, se


desprende del anterior aparte, y de las interpretaciones que de él ha hecho la corte
interamericana1  

Al respecto, la Corte Interamericana, conforme a lo indicado por el comité de derechos


humanos en su Comentario General No. 27 2, ha establecido respecto al alcance de este
derecho: “el derecho de circulación y residencia se trata del derecho de toda persona a
trasladarse libremente de un lugar a otro y a establecerse libremente en el lugar de su
elección.  El disfrute de este derecho no debe depender de ningún objetivo o motivo en
particular de la persona que desea circular o permanecer en un lugar.  Se trata de una
condición indispensable para el libre desarrollo de la persona”.

En concordancia con lo anterior, el Comité de Derechos Humanos3 se ha referido al


derecho a salir libremente de cualquier país, respecto del cual señaló que:

La libertad de salir del territorio de un Estado no puede hacerse depender de ningún fin
concreto o del plazo que el individuo decida permanecer fuera del país.  En consecuencia, dicha
libertad incluye el viaje temporal al extranjero y la partida en caso de emigración permanente. 

1
 Artículo 64. Convención americana: 1. Los Estados miembros de la Organización podrán consultar a la
Corte acerca de la interpretación de esta Convención o de otros tratados concernientes a la protección de
los derechos humanos en los Estados americanos. Asimismo, podrán consultarla, en los que les compete,
los órganos enumerados en el capítulo X de la Carta de la Organización de los Estados Americanos,
reformada por el Protocolo de Buenos Aires.
2
Cfr.  O.N.U., Comité de Derechos Humanos, Comentario general no. 27 de 2 de noviembre de 1999.
3
Cfr. O.N.U., Comité de Derechos Humanos, Comentario general no. 27, supra nota 135, párr. 8.
Igualmente, el derecho de la persona a determinar el Estado de destino es parte de la garantía
jurídica.

Es así como este derecho se puede entender desde dos ámbitos, uno interno y
otro externo, el primero hace referencia a la facultad del individuo de movilizarse
dentro de las fronteras del estado donde esta radicado su domicilio, y la segunda a
la facultad de salir de las fronteras nacionales, sin mas limite que los impuestos por
la ley o la seguridad nacional.   

Estos pueden ser restringidos de conformidad con lo dispuesto en los artículos


22.34 y 305 de la Convención americana de DDHH,  Sin embargo, es necesario que
dichas restricciones se encuentren expresamente fijadas por ley, y que estén
destinadas a prevenir infracciones penales o a proteger la seguridad nacional, o el
orden público, la moral o la salud pública o los derechos y libertades de los demás,
en la medida indispensable en una sociedad democrática. Respecto el tratamiento
específico sobre las limitaciones a la libertad de circulación,  la Corte sostuvo en el
caso  Ricardo Canese6 que:

La corte analiza detalladamente si al establecer restricciones al derecho a salir del país del
señor Canese, el Estado cumplió con los requisitos de legalidad, necesidad y
proporcionalidad de las restricciones en la medida indispensable en una sociedad
democrática, los cuales se infieren del artículo 22 de la Convención Americana.

En este caso, la corte integra dentro del marco jurisprudencia, el desarrollo de


estas variables que permiten establecer la razonabilidad del límite sobre el
derecho a la libre circulación y residencia:
 
a)   Requisito de legalidad en una sociedad democrática:
 
Este criterio establece que cualquier limitación al derecho a la libre circulación debe estar
determinada por ley, por lo que las restricciones no previstas en la ley o que no se ajusten

4
3. El ejercicio de los derechos anteriores no puede ser restringido sino en virtud de una ley, en la medida
indispensable en una sociedad democrática, para prevenir infracciones penales o para proteger la seguridad
nacional, la seguridad o el orden públicos, la moral o la salud públicas o los derechos y libertades de los
demás.
5
Artículo 30. Alcance de las Restricciones: Las restricciones permitidas, de acuerdo con esta Convención, al
goce y ejercicio de los derechos y libertades reconocidas en la misma, no pueden ser aplicadas sino
conforme a leyes que se dictaren por razones de interés general y con el propósito para el cual han sido
establecidas.
6
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Ricardo Canese vs Paraguay, del 31 de agosto de 2004
a los requisitos establecidos en el artículo 12.3 7 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos,  serían violatorias de los referidos derechos.

b)      Requisito de necesidad en una sociedad democrática:


 
La jurisprudencia internacional y la normativa penal comparada coinciden en que para
aplicar medidas que restrinjan el derecho a la circulación,  tales como las medidas
cautelares en el proceso penal, deben existir indicios suficientes que permitan suponer
razonablemente la culpabilidad del imputado y que se presente alguna de las siguientes
circunstancias: peligro de fuga del imputado; peligro de que el imputado obstaculice la
investigación; y peligro de que el imputado reincida en la conducta delictiva.

c)         Requisito de proporcionalidad en una sociedad democrática:


 
En cuanto al requisito de proporcionalidad en una sociedad democrática, el Comité
de Derechos Humanos manifestó en su Observación general No. 27 que:
 
Las medidas restrictivas deben ajustarse al principio de proporcionalidad; deben
ser adecuadas para desempeñar su función protectora; deben ser el instrumento
menos perturbador de los que permitan conseguir el resultado deseado, y deben
guardar proporción con el interés que debe protegerse.
 
El principio de proporcionalidad debe respetarse no sólo en la ley que defina las
restricciones sino también por las autoridades administrativas y judiciales que la
apliquen. Los Estados deben garantizar que todo procedimiento relativo al
ejercicio o restricción de esos derechos se lleve a cabo con celeridad y que se
expliquen las razones de la aplicación de medidas restrictivas 8

En sentencia del 11 de marzo de 2005, en la cual se desarrolla el caso de Caesar vs


Trinidad y Tobago, la Corte Interamericana dictaminó, siguiendo la postura de la Corte
Europea de Derechos Humanos,

7
PIDCP: art.12.3. Los derechos antes mencionados no podrán ser objeto de restricciones salvo cuando éstas
se hallen previstas en la ley, sean necesarias para proteger la seguridad nacional, el orden público, la salud o
la moral públicas o los derechos y libertades de terceros, y sean compatibles con los demás derechos
reconocidos en el presente Pacto.
8
O.N.U., Comité de Derechos Humanos, Comentario general no. 27, supra  nota 135, párrs. 14 y 15.
 

 
NOMBRE DEL CASO
HECHOS
ARGUMENTOS SUSTANCIALES SOBRE EL DER. A LA CIRCULACION

Caso Ricardo Canese Vs. Paraguay

SENTENCIA DE 31 DE AGOSTO DE 2004


Según los hechos denunciados por la Comisión Interamericana, en agosto de 1992, durante
el debate de la contienda electoral para las elecciones presidenciales del Paraguay de 1993,
el señor Ricardo Canese cuestionó la idoneidad e integridad del señor Juan Carlos
Wasmosy, también candidato a la presidencia, al señalar que “fue el prestanombre de la
familia Stro[e]ssner en CONEMPA” (Consorcio de Empresas Constructoras Paraguayas)
(en adelante “CONEMPA”), empresa que participó en el desarrollo del complejo
hidroeléctrico binacional de Itaipú, cuyo presidente, al momento de las declaraciones, era el
señor Wasmosy. Dichas declaraciones fueron publicadas en varios periódicos paraguayos.
La Comisión señaló que a raíz de estas declaraciones y a partir de una querella presentada
por algunos socios de la empresa CONEMPA, quienes no habían sido nombrados en las
declaraciones, el señor Canese fue procesado, el 22 de marzo de 1994 fue condenado en
primera instancia y, el 4 de noviembre de 1997, fue condenado en segunda instancia por el
delito de difamación a una pena de dos meses de penitenciaría y a una multa de 2,909,000
guaraníes (“equivalentes a [...] US$1.400”). Además, la Comisión señaló que como
consecuencia del proceso penal en su contra, el señor Canese fue sometido a una restricción
permanente para salir del país, la cual fue levantada solamente en circunstancias
excepcionales y de manera inconsistente. Y 8 AÑOS Y DOS MESES DE PROHIBICION
DE SALIR DEL PAIS.

El artículo 22 de la Convención protege el derecho de circulación y de residencia, el cual


contempla el derecho a salir libremente de cualquier país, inclusive del propio, habiéndose
alegado que este último aspecto ha sido violado en el presente caso.
115. La Corte coincide con lo indicado por el Comité de Derechos Humanos en su
Comentario General No. 279, en el sentido de que el derecho de circulación se trata del
derecho de toda persona a trasladarse libremente de un lugar a otro y a establecerse
libremente en el lugar de su elección. El disfrute de este derecho no debe depender de
ningún objetivo o motivo en particular de la persona que desea circular o permanecer en un
lugar10. Se trata de una condición indispensable para el libre desarrollo de la persona.

116. Además, el Comité de Derechos Humanos se ha referido al derecho a salir


libremente de cualquier país, respecto del cual señaló que:

La libertad de salir del territorio de un Estado no puede hacerse depender de


ningún fin concreto o del plazo que el individuo decida permanecer fuera del
país. En consecuencia, dicha libertad incluye el viaje temporal al extranjero
y la partida en caso de emigración permanente. Igualmente, el derecho de la
persona a determinar el Estado de destino es parte de la garantía jurídica11.

117. El derecho de circulación y de residencia, incluido el derecho a salir del país,


pueden ser objeto de restricciones, de conformidad con lo dispuesto en los artículos 22.3 y
30 de la Convención. Sin embargo, es necesario que dichas restricciones se encuentren
expresamente fijadas por ley, y que estén destinadas a prevenir infracciones penales o a
proteger la seguridad nacional, la seguridad o el orden públicos, la moral o la salud
públicas o los derechos y libertades de los demás, en la medida indispensable en una
sociedad democrática.

123. Debido a las circunstancias en las que se dieron los hechos del presente caso, la
Corte estima necesario analizar detalladamente si al establecer restricciones al derecho a
salir del país del señor Canese, el Estado cumplió con los requisitos de legalidad, necesidad
y proporcionalidad de las restricciones en la medida indispensable en una sociedad
democrática, los cuales se infieren del artículo 22 de la Convención Americana.

a) Requisito de legalidad en una sociedad democrática

124. En relación con el requisito de legalidad de las restricciones a los derechos de


circulación, de residencia y de salir del país, el Comité de Derechos Humanos señaló que
las condiciones en que pueden limitarse esos derechos deben estar determinadas por ley,
por lo que las restricciones no previstas en la ley o que no se ajusten a los requisitos

9
Cfr. O.N.U., Comité de Derechos Humanos, Comentario general no. 27 de 2 de noviembre de 1999.

10
Cfr. O.N.U., Comité de Derechos Humanos, Comentario general no. 27, supra nota 135, párr. 5.

11
Cfr. O.N.U., Comité de Derechos Humanos, Comentario general no. 27, supra nota 135, párr. 8.
establecidos en el artículo 12.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
serían violatorias de los referidos derechos

b) Requisito de necesidad en una sociedad democrática

129. Después de haber analizado la legalidad de la restricción, la Corte considera


indispensable destacar que las medidas cautelares que afectan la libertad personal y
el derecho de circulación del procesado tienen un carácter excepcional, ya que se
encuentran limitadas por el derecho a la presunción de inocencia y los principios de
necesidad y proporcionalidad, indispensables en una sociedad democrática. La
jurisprudencia internacional y la normativa penal comparada coinciden en que para
aplicar tales medidas cautelares en el proceso penal deben existir indicios
suficientes que permitan suponer razonablemente la culpabilidad del imputado y
que se presente alguna de las siguientes circunstancias: peligro de fuga del
imputado; peligro de que el imputado obstaculice la investigación; y peligro de que
el imputado cometa un delito, siendo esta última cuestionada en la actualidad.

c) Requisito de proporcionalidad en una sociedad democrática

132. En cuanto al requisito de proporcionalidad en una sociedad democrática, el Comité


de Derechos Humanos manifestó en su Observación general No. 27 que:

14. […] Las medidas restrictivas deben ajustarse al principio de


proporcionalidad; deben ser adecuadas para desempeñar su función
protectora; deben ser el instrumento menos perturbador de los que permitan
conseguir el resultado deseado, y deben guardar proporción con el interés
que debe protegerse.

15. [...] El principio de proporcionalidad debe respetarse no sólo en la ley


que defina las restricciones sino también por las autoridades administrativas
y judiciales que la apliquen. Los Estados deben garantizar que todo
procedimiento relativo al ejercicio o restricción de esos derechos se lleve a
cabo con celeridad y que se expliquen las razones de la aplicación de
medidas restrictivas12.
Por todas las razones anteriormente expuestas, la Corte concluye que el Estado aplicó una

restricción al derecho de salir del país del señor Ricardo Canese sin observar los requisitos

de legalidad, necesidad y proporcionalidad, necesarios en una sociedad democrática, por lo

cual violó el artículo 22.2 y 22.3 de la Convención Americana.


12
O.N.U., Comité de Derechos Humanos, Comentario general no. 27, supra nota 135, párrs. 14 y 15.
CASO DE LA COMUNIDAD MOIWANA VS. SURINAME
SENTENCIA DE 15 DE JUNIO DE 2005

Fuerzas del estado, masacraron a integrantes de esa comunidad, La relación de la


comunidad N’djuka con su tierra tradicional es de vital importancia espiritual, cultural y
material. Para que la cultura mantenga su integridad e identidad, los miembros de la
comunidad deben tener acceso a su tierra de origen.

La aldea de Moiwana y sus tierras tradicionales circundantes han quedado abandonadas


desde el ataque de 1986. Algunos miembros de la comunidad han visitado el área
posteriormente, sin la intención de quedarse permanentemente

La gran mayoría de los integrantes de ese grupo eran miembros de la comunidad que
habían vivido en Moiwana, quienes rehusaban regresar a Suriname sin garantías para su
seguridad. El gobierno francés otorgó a dichas personas permisos renovables para
permanecer en la Guyana Francesa; en 1997 se les suministró permisos de residencia de
cinco y diez años

En 1993 algunos de los miembros de la comunidad regresaron a Suriname, y fueron


ubicados en lo que estaba diseñado para ser un centro de recepción temporal en Moengo.
Muchos permanecen en el referido centro hasta el día de hoy, ya que no se les ha provisto
ninguna alternativa más apropiada

Esta Corte ha sostenido que la libertad de circulación es una condición indispensable para

el libre desarrollo de la persona13. Asimismo, el Tribunal coincide con lo indicado por el

Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en su Comentario General No. 27, el

cual establece que el derecho de circulación y de residencia consiste, inter alia, en lo

siguiente: a) el derecho de quienes se encuentren legalmente dentro de un Estado a circular

libremente en ese Estado y escoger su lugar de residencia; y b) el derecho de una persona a

ingresar a su país y permanecer en él. El disfrute de este derecho no depende de ningún

objetivo o motivo en particular de la persona que desea circular o permanecer en un lugar14.

13

Cfr. Caso Ricardo Canese. Sentencia de 31 de agosto de 2004. Serie C No. 111, párr. 115; O.N.U., Comité de Derechos
Humanos, Comentario general no. 27 de 2 de noviembre de 1999.
14

Cfr. Caso Ricardo Canese, supra nota 65, párr. 115; O.N.U., Comité de Derechos Humanos, Comentario general no. 27 de 2
de noviembre de 1999, párrs. 1,4,5,19.
La Corte nota que Suriname ha objetado que los miembros de la comunidad hayan sufrido
restricciones a su circulación o residencia; al respecto, el Estado afirma que pueden circular
libremente a través del territorio del país. Sin perjuicio de que pueda existir en Suriname
una norma que establezca este derecho, sobre lo cual esta Corte no ve necesidad de
pronunciarse, en este caso la libertad de circulación y de residencia de los miembros de la
comunidad se encuentra limitada por una restricción de facto muy precisa, que se origina en
el miedo fundado descrito anteriormente, que los aleja de su territorio ancestral.

Por tanto,el Estado no ha establecido las condiciones ni provisto los medios que permitirían
a los miembros de la comunidad regresar voluntariamente, en forma segura y con dignidad,
a sus tierras tradicionales, con respecto a las cuales tienen una dependencia y apego
especiales – dado que objetivamente no hay ninguna garantía de que serán respetados sus
derechos humanos, particularmente los derechos a la vida e integridad personal. Al no
establecer tales elementos – incluyendo, sobre todo, una investigación penal efectiva para
poner fin a la impunidad reinante por el ataque de 1986 – Suriname no ha garantizado a los
miembros de la comunidad su derecho de circulación y residencia. Asimismo, el Estado ha
privado efectivamente a los miembros de la comunidad que todavía se encuentran exiliados
en la Guyana Francesa de sus derechos a ingresar a su país y permanecer en él.

121. Por las razones anteriores, la Corte declara que Suriname violó el artículo 22 de la
Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de dicho tratado, en perjuicio de los
miembros de la comunidad Moiwana.

CASO DE LAS MASACRES DE ITUANGO VS. COLOMBIA

SENTENCIA DE 1 DE JULIO DE 2006

En su demanda, la Comisión se refirió a los hechos ocurridos en junio de 1996 y a partir de


octubre de 1997 en los corregimientos de La Granja y El Aro, respectivamente, ambos
ubicados en el Municipio de Ituango, Departamento de Antioquia, Colombia. La Comisión
alegó que la “responsabilidad del […] Estado […] se deriva[ba] de los [presuntos] actos de
omisión, aquiescencia y colaboración por parte de miembros de la Fuerza Pública
apostados en el Municipio de Ituango con grupos paramilitares pertenecientes a las
Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) que [presuntamente] perpetraron sucesivas
incursiones armadas en ese Municipio asesinando a su paso a civiles en estado de
indefensión, despojando a otros de sus bienes y generando terror y desplazamiento”.
Asimismo, la Comisión señaló que “[t]ranscurridos más de ocho años desde la incursión en
el corregimiento de La Granja y más de seis años desde la incursión armada en el
corregimiento de El Aro, el Estado colombiano no ha[bía] cumplido a[ú]n en forma
sustancial con su obligación de esclarecer los hechos, juzgar a todos los responsables en
forma efectiva y reparar adecuadamente a las [presuntas] víctimas y sus familiares”. De
igual manera, se ha comprobado que los paramilitares destruyeron e incendiaron el 80% de
las viviendas y propiedades de El Aro, obligando a 671 pobladores a abandonar sus casas y
lugares de trabajo (supra párr. 125.79).esto genero unos 1200 desplazados

La Corte ha señalado que el derecho de circulación y residencia es una condición


indispensable para el libre desarrollo de la persona15 y consiste, inter alia, en el derecho de
quienes se encuentren legalmente dentro de un Estado a circular libremente en ese Estado y
escoger su lugar de residencia16.

207. En este sentido, mediante una interpretación evolutiva del artículo 22 de la


Convención, tomando en cuenta las normas de interpretación aplicables y de conformidad
con el artículo 29.b de la misma — que prohíbe una interpretación restrictiva de los
derechos — , esta Corte ha considerado que el artículo 22.1 de la Convención protege el
derecho a no ser desplazado forzadamente dentro de un Estado Parte en la misma17.

Al respecto, la Corte considera que los Principios Rectores de los Desplazamientos Internos
emitidos en 1998 por el Representante del Secretario General de las Naciones Unidas
resultan particularmente relevantes para definir el contenido y alcance del artículo 22 de la
Convención en un contexto de desplazamiento interno18. Además, dada la situación del
conflicto armado interno en Colombia, también resultan especialmente útiles las
regulaciones sobre desplazamiento contenidas en el Protocolo II a los Convenios de
Ginebra de 1949. Específicamente, el artículo 17 del Protocolo II prohíbe ordenar el
desplazamiento de la población civil por razones relacionadas con el conflicto, a no ser que
así lo exijan la seguridad de las personas civiles o razones militares imperiosas y, en este
último caso, se deberán adoptar “todas las medidas posibles para que la población civil sea
acogida en condiciones satisfactorias de alojamiento, salubridad, higiene, seguridad y
alimentación”. En este sentido, la Corte Constitucional de Colombia ha considerado que,
“en el caso colombiano, además, la aplicación de esas reglas por las partes en conflicto se
revela particularmente imperiosa e importante, puesto que el conflicto armado que vive el

15
Cfr. Caso de la “Masacre de Mapiripán”, supra nota 8, párr. 168; Caso de la Comunidad Moiwana, supra nota 12, párr. 110; y
Caso Ricardo Canese. Sentencia de 31 de agosto de 2004. Serie C No. 111, párr. 115.

16
Cfr. Caso de la “Masacre de Mapiripán”, supra nota 8, párr. 168; Caso de la Comunidad Moiwana, supra nota 12, párr. 110; y
Caso Ricardo Canese, , supra nota 194, párr. 115. En este mismo sentido, cfr. Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas,
Comentario general no. 27 de 2 de noviembre de 1999, párrs. 1, 4, 5 y 19.

17
Cfr. Caso de la “Masacre de Mapiripán”, supra nota 8, párr. 188.

18
Cfr. Principios Rectores de los Desplazamientos Internos de las Naciones Unidas,
E/CN.4/1998/53/Add.2 de 11 de febrero de 1998; ver también, Caso de la “Masacre de
Mapiripán”, supra nota 8, párr. 171; Caso de la Comunidad Moiwana, supra nota 12,
párrs. 113 a 120.
país ha afectado de manera grave a la población civil, como lo demuestran, por ejemplo, los
alarmantes datos sobre desplazamiento forzado de personas”19.

211. La Corte Constitucional de Colombia se ha referido a dicha situación de


vulnerabilidad de los desplazados en los siguientes términos:

[…] por las circunstancias que rodean el desplazamiento interno, las


personas […] que se ven obligadas “a abandonar intempestivamente su lugar
de residencia y sus actividades económicas habituales, debiendo migrar a
otro lugar dentro de las fronteras del territorio nacional” para huir de la
violencia generada por el conflicto armado interno y por el desconocimiento
sistemático de los derechos humanos o del derecho internacional
humanitario, quedan expuestas a un nivel mucho mayor de vulnerabilidad,
que implica una violación grave, masiva y sistemática de sus derechos
fundamentales y, por lo mismo, amerita el otorgamiento de una especial
atención por las autoridades. Las personas desplazadas por la violencia se
encuentran en un estado de debilidad que los hace merecedores de un
tratamiento especial por parte del Estado20

Además, la Comisión señaló en la demanda que los “familiares


sobrevivientes de las víctimas ejecutadas se convirtieron en víctimas del
desplazamiento”21. Adicionalmente, la Comisión solicitó que, como medida
de reparación, la Corte ordene al Estado colombiano que “adopte las
medidas necesarias para garantizar el retorno a su lugar de origen de las
víctimas de la incursión, desplazadas forzadamente por la violencia”22..

a) las violaciones del derecho de circulación y residencia del artículo 22 de la


Convención Americana deben ser interpretadas dentro del contexto de “tres
momentos fácticos respeto del desplazamiento”, los cuales son:

i. “la prevención de la violación imponiendo a los Estados el deber de


proteger a la población para evitar la expulsión de su lugar de

19
Cfr. Sentencia C-225/95 de 18 de mayo de 1995, emitida por Corte Constitucional,
párr. 33.
20
Cfr. Sentencia T025 de 22 de enero de 2004, emitida por la sala Tercera de Revisión
de la Corte Constitucional (expediente de anexos al escrito de contestación de la demanda,
tomo III, anexo 30, ff. 4363 a 4747hh).
21
Párrafo 133 de la demanda de la Comisión Interamericana. Ver también párrafo
134 de la demanda de la Comisión Interamericana.
22
Párrafo 154, inciso vii de la demanda de la Comisión Interamericana.
residencia habitual y para que pueda hacer ejercicio de sus derechos
fundamentales”;
ii. “la obligación de garantizar a los pobladores que han sido víctimas
de la violación las condiciones mínimas de subsistencia de las que
han sido despojadas al momento de la expulsión, esto es simplemente
la alimentación, la vivienda, y la salud”; y
iii. la creación de “las condiciones para el retorno de los desplazados[,]
no solamente por el aspecto material[,] si no fundamentalmente [...]
crear las condiciones para que los hechos no se sigan repitiendo en el
lugar del cual fueron expulsados, esto es para que se investiguen los
hechos, se juzgue y se sancione a los responsables”;

Por lo anterior, la Corte considera que el Estado es responsable por el desplazamiento


forzado de las personas mencionadas en el Anexo IV de esta Sentencia

En este sentido, la Corte observa que la situación de desplazamiento forzado interno que
han enfrentado las víctimas en el presente caso no puede ser desvinculada de las otras
violaciones declaradas en la presente Sentencia. Las circunstancias del presente caso y la
especial y compleja situación de vulnerabilidad que afecta a dichas personas, incluyen pero
trascienden el contenido de la protección debida por los Estados en el marco del artículo 22
de la Convención. En efecto, el desplazamiento tiene origen en la desprotección sufrida
durante las masacres, no sólo a raíz de las violaciones al derecho a la vida (artículo 4 de la
Convención) (supra párrs. 126 a 138), a la integridad personal (artículo 5 de la
Convención) (infra párrs. 252 a 279) y a la libertad personal (artículo 7 de la Convención)
(supra párrs. 149 a 153 y 168), sino también por la destrucción del ganado y las viviendas,
en violación de los derechos a la propiedad privada (artículo 21 de la Convención) (supra
párrs. 173 a 188) y respeto a la vida privada y al domicilio (artículo 11.2 de la Convención)
(supra párrs. 189 a 200). El conjunto de estos derechos vulnerados llevan al Tribunal a
considerar que, más allá del contenido normativo del artículo 22 de la Convención, la
situación de desplazamiento analizada también ha afectado el derecho de las víctimas y sus
familiares a una vida digna23, en los términos anteriormente señalados, en relación con el
incumplimiento de las obligaciones de respeto y garantía de los derechos consagrados en
esas normas.

235. Por todo lo anterior, esta Corte considera que el Estado es responsable por la
violación de los derechos consagrados en el artículo 22 (Derecho de Circulación y de
Residencia)

23
Cfr. Caso de la “Masacre de Mapiripán”, supra nota 8, párr. 186; Caso de la
Comunidad Indígena Yakye Axa, supra nota 174, párrs. 162 y 163; Caso “Instituto de
Reeducación del Menor”, supra nota 12, párr. 164; y Caso de los “Niños de la Calle”
(Villagrán Morales y otros), supra nota 164, párr. 191.
Caso Valle Jaramillo y otros Vs. Colombia

Sentencia de 27 de noviembre de 2008

1. 27 de febrero de 1998 […] dos hombres armados ingresaron al despacho de Jesús


maría Valle Jaramillo en […] Medellín [donde también se encontraban Carlos
Fernando Jaramillo Correa y] Nelly Valle [Jaramillo], hermana de Jesús María
Valle […]. [Posteriormente entró una mujer, quien, junto con dos hombres,
procedió a] amarrar e inmobilizar a los rehenes […]. Jesús María Valle fue
asesinado mediante dos disparos a la cabeza [y] falleció instantáneamente. […]
Tras la ejecución extrajudicial, la señora Valle y el señor Jaramillo Correa fueron
arrastrados desde el despacho hasta la sala de la oficina. Allí fueron amenazados
con armas de fuego […]. [L]os perpetradores abandonaron el despacho. […] Carlos
Fernando Jaramillo […] debió exiliarse por temor a las amenazas recibidas. […]
Los elementos de juicio disponibles indican que el móvil del asesinato fue el de
acallar las denuncias del defensor de derechos humanos Jesús María Valle sobre los
crímenes perpetrados en el Municipio de Ituango por paramilitares en connivencia
con miembros de la Fuerza Pública […]. [T]ranscurridos casi nueve años […], se
ha condenado a tres civiles, en ausencia, y no existen investigaciones judiciales
orientadas a la determinación de responsabilidad alguna de agentes del Estado.
2. el derecho de circulación y de residencia, establecido en el artículo 22.1 de la
Convención, es una condición indispensable para el libre desarrollo de la persona24.
Dicho artículo contempla, inter alia, lo siguiente: a) el derecho de quienes se
encuentren legalmente dentro de un Estado a circular libremente en él y escoger su
lugar de residencia, y b) el derecho de éstos de ingresar, permanecer y salir del
territorio del Estado sin interferencia ilegal. Así, el disfrute de este derecho no
depende de ningún objetivo o motivo en particular de la persona que desea circular
o permanecer en un lugar25.
3.
4. la Corte ha señalado que el derecho de circulación y de residencia puede ser
vulnerado por restricciones de facto si el Estado no ha establecido las condiciones ni
provisto los medios que permiten ejercerlo26. En ese sentido, el derecho de
circulación y de residencia puede resultar afectado cuando una persona es víctima
de amenazas u hostigamientos y el Estado no provee las garantías necesarias para
que pueda transitar y residir libremente en el territorio de que se trate, incluso
cuando las amenazas y hostigamientos provienen de actores no estatales.

24
Cfr. Caso Ricardo Canese Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 31 de agosto de 2004. Serie C No. 111,
párr. 115; Caso de las Masacres de Ituango, supra nota 21, párr. 206, y Caso de la “Masacre de Mapiripán”, supra nota 21, párr. 168.

25
Cfr. O.N.U., Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Comentario General No. 27, de 2 de noviembre de 1999,
párrs. 1, 4, 8 y 19; Caso Ricardo Canese, supra nota 99, párr. 115; Caso de las Masacres de Ituango, supra nota 21, párr. 206, y Caso de
la “Masacre de Mapiripán”, supra nota 21, párr. 168.
26
Cfr. Caso de la Comunidad Moiwana Vs. Surinam. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 15
de junio de 2005. Serie C No. 124, párrs. 119 y 120; Caso de las Masacres de Ituango, supra nota 21, párr. 210, y Caso de la “Masacre
de Mapiripán”, supra nota 21, párr. 170.
5.
6. Encontraban en una condición de vulnerabilidad que les impedía ejercer libremente
su derecho de circulación y de residencia, en parte debido a que el Estado no les
brindó las garantías necesarias para que pudieran transitar y residir libremente en el
territorio colombiano. Además, su condición de refugiados ha fragmentado el tejido
social que unía a su familia, obligándoles a perder el contacto no sólo con su país,
sino también con sus relaciones afectivas dentro de éste.

Resuelve: condenar al estado

CASO CHITAY NECH Y OTROS VS. GUATEMALA

SENTENCIA DE 25 DE MAYO DE 2010

En Guatemala, entre los años 1962 y 1996 tuvo lugar un conflicto armado interno que
significó grandes costos humanos, materiales, institucionales y morales. Durante dicho
conflicto, el Estado aplicó la denominada “Doctrina de Seguridad Nacional”. Se ha
estimado que “más de doscientas mil personas” fueron víctimas de ejecuciones arbitrarias y
desaparición forzada como consecuencia de la violencia política. Según la Comisión de
Esclarecimiento Histórico (en adelante “CEH”), las fuerzas del Estado y grupos
paramilitares afines fueron responsables del 93% de violaciones a los derechos humanos,
incluyendo el 91% de las desapariciones forzadas. Del total “el 80% fueron perpetradas por
el ejército, 12% fueron cometidas por las Patrullas de Autodefensa Civil, el 8% fueron
cometidas por otras fuerzas de seguridad, principalmente la Policía Nacional.

El desplazamiento forzado de la familia Chitay Rodríguez

Los representantes alegaron que a raíz de los actos intimidatorios y persecución que
sufrieron los miembros de la familia Chitay Rodríguez, se vieron obligados a huir
intempestivamente de San Martín Jilotepeque para trasladarse a la Ciudad de Guatemala,
quedando abandonadas o destruidas todas sus pertenencias. Desde entonces se han visto
imposibilitados de volver a su lugar de origen, dado que ninguna autoridad ha intervenido
para protegerles, y aun existe una gran inseguridad en la zona, por lo que temen ser blanco
de represalias de las personas que desaparecieron a su padre.

En consecuencia, la Corte encuentra que el Estado no ha garantizado a los miembros de la


familia Chitay Rodríguez su derecho de circulación y de residencia, por lo que es
responsable por la violación del artículo 22 de la Convención Americana, en relación con el
artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de Encarnación, Pedro, Estermerio, Eliseo y María
Rosaura, todos de apellidos Chitay Rodríguez.

CASO MANUEL CEPEDA VARGAS VS. COLOMBIA


SENTENCIA DE 26 DE MAYO DE 2010
El Estado no reconoció la alegada violación de los artículos 5 y 22 de la Convención en
relación con el supuesto exilio sufrido por Iván Cepeda, María Cepeda y Claudia Girón.
Por ende, el Tribunal advierte que se mantiene la controversia entre las partes en cuanto a
los hechos y pretensiones de derecho sobre estas alegadas violaciones a la Convención,
por lo cual es necesario pronunciarse al respecto.

El Tribunal ha señalado que el derecho de circulación y de residencia, establecido en el


artículo 22.1 de la Convención, es una condición indispensable para el libre desarrollo de la
persona. Dicho artículo contempla, inter alia, el derecho de éstos de ingresar, permanecer y
salir del territorio del Estado sin interferencia ilegal. Así, el disfrute de este derecho no
depende de ningún objetivo o motivo en particular de la persona que desea circular o
permanecer en un lugar. Asimismo, la Corte ha considerado que el derecho de circulación y
de residencia puede ser vulnerado por restricciones de facto si el Estado no ha establecido
las condiciones, ni provisto los medios que permiten ejercerlo. En ese sentido, el derecho
de circulación y de residencia puede resultar afectado cuando una persona es víctima de
amenazas u hostigamientos y el Estado no provee las garantías necesarias para que pueda
transitar y residir libremente en el territorio de que se trate, incluso cuando las amenazas y
hostigamientos provienen de actores no estatales

Si bien la Corte valora las medidas adoptadas por el Estado, es importante resaltar que en el
contexto de riesgo para la seguridad de Iván Cepeda y Claudia Girón, la falta de una
investigación efectiva de la ejecución extrajudicial puede propiciar o perpetuar un exilio o
desplazamiento forzado. En el presente caso, la falta de una investigación efectiva e
identificación y enjuiciamiento de todos los autores de la ejecución del Senador Cepeda y,
en particular, la impunidad en que se encuentran los hechos, no sólo menoscabó la
confianza de los familiares en el sistema de justicia colombiano, sino contribuyó
igualmente a las condiciones de inseguridad.

Con base en todo lo anterior, la Corte considera que el temor fundado por su seguridad,
vinculado con la ejecución del Senador Cepeda Vargas y la falta de esclarecimiento de
todos los responsables de dicho hecho, sumado a las amenazas recibidas, provocó que el
señor Iván Cepeda Vargas y la señora Claudia Girón salieran al exilio por un período de
cuatro años, lo cual constituyó una restricción de facto y una falta de garantía del derecho
de circulación y residencia, en violación del artículo 22 de la Convención, en relación con
el artículo 1.1 de la misma, en perjuicio de ambos.

PUEBLO INDÍGENA KICHWA DE SARAYAKU VS. ECUADOR

SENTENCIA DE 27 DE JUNIO DE 2012

1. El Estado alegó que la Comisión y los representantes no remitieron pruebas


concluyentes que permitan establecer fehacientemente que ha existido vulneración alguna,
y que por el contrario, queda demostrado que el Estado ha garantizado éste y otros derechos
del Pueblo. Además manifestó que la adjudicación realizada en 1992 por el IERAC
claramente establece que aquella no afecta la libre circulación. Además, alegó que durante
los siete años de vigencia de las medidas provisionales, “no se han registrado hechos
lamentables”.
Como el estado protegió este derecho.
CASO VÉLEZ RESTREPO Y FAMILIARES

VS. COLOMBIA

SENTENCIA DE 3 DE SEPTIEMBRE DE 2012

El señor Vélez Restrepo se encontraba filmando los acontecimientos en una zona aledaña al
puente sobre el río Bodoquero, cuando “not[ó] que algunos de los soldados comenzaban a
golpear a los campesinos con las culatas de sus rifles, por lo que comenz[ó] a grabar el
incidente”. El señor Vélez Restrepo grabó cuando miembros del Ejército golpearon a un
manifestante indefenso, propinándole golpes con la culata del rifle y patadas. “Tres
soldados se dieron cuenta que [el señor Vélez Restrepo] filmaba el hecho y corrieron a
alcanzar[lo]”27. Además, un Comandante del Batallón No. 12 ordenó que se incautara la
cámara de video del señor Vélez Restrepo. Seguidamente, el señor Vélez Restrepo fue
agredido físicamente por varios miembros de la XII Brigada del Ejército Nacional, quienes
buscaron impedirle que siguiera grabando las actuaciones de los militares y quitarle la cinta
de video que contenía el material grabado.

A mediados de septiembre de 1996 el señor Vélez Restrepo comenzó a recibir llamadas


amenazantes en la oficina y en su casa, en las que se referían a él como “sapo” y le
amenazaban de muerte.

el 9 de octubre de 1997 el señor Vélez Restrepo, con la colaboración de la Oficina del Alto
Comisionado para la Paz y el Comité Internacional de la Cruz Roja, salió de Colombia con
destino a los Estados Unidos de América. Su salida del país fue cubierta por los medios de
comunicación

La Corte ha establecido que el derecho de circulación y de residencia, protegido en el


artículo 22.1 de la Convención Americana, es una condición indispensable para el libre
desarrollo de la persona, y contempla, inter alia, el derecho de quienes se encuentren
legalmente dentro de un Estado a circular libremente en él así como escoger su lugar de
residencia. Este derecho puede ser vulnerado de manera formal o por restricciones de facto
cuando el Estado no ha establecido las condiciones ni provisto los medios que permiten
ejercerlo. Dichas afectaciones de facto pueden ocurrir cuando una persona es víctima de
27
Cfr. declaración rendida por Luis Gonzalo Vélez Restrepo el 25 de junio de 2005
ante una Notaria Pública del Distrito de Columbia, Estados Unidos de América (expediente
de anexos al Informe de fondo 136/10, tomo I, anexo 15, folios 78 a 82 y expediente de
anexos al escrito de solicitudes, argumentos y pruebas, tomo II, anexo 16, folios 655 a 660).
amenazas u hostigamientos y el Estado no provee las garantías necesarias para que pueda
transitar y residir libremente en el territorio de que se trate. Asimismo, la Corte ha indicado
que la falta de una investigación efectiva de hechos violentos puede propiciar o perpetuar
un exilio o desplazamiento forzado

La Corte considera que en el presente caso se configuraron restricciones de facto al derecho


de circulación y de residencia del señor y su familia , a través de la investigación y de
medidas oportunas de protección o prevención (supra párrs. 186 a 205), generaron gran
inseguridad y un temor fundado en aquellos de que su vida e integridad personal estaban en
riesgo de ser vulnerados si permanecían en Colombia, lo cual provocó su exilio

En el capítulo anterior la Corte determinó la responsabilidad estatal, inter alia, por la


omisión de adoptar medidas de protección oportunas ante las amenazas y hostigamientos
que sufrieron a partir de septiembre de 1996 y que culminaron con una grave amenaza de
muerte seguida de un intento de privación de la libertad del señor Vélez Restrepo en agosto
de 1997 en Bogotá. Asimismo, el Estado reconoció su responsabilidad por la falta de
investigaciones serias sobre esos hechos.

CASO MASACRES DE RÍO NEGRO VS. GUATEMALASENTENCIA DE 4 DE


SEPTIEMBRE DE 2012

lgunas comunidades, como Río Negro, fueron víctimas de una persecución sistemática,
dirigida a su eliminación total”

Aquellas personas que lograron escapar de las distintas masacres perpetradas en


contra de la comunidad de Río Negro se refugiaron en las montañas, algunos por años,
despojados de todas sus pertenencias, durmiendo a la intemperie y moviéndose
continuamente a fin de huir de los soldados y patrulleros que los perseguían aún
después de las masacres.

La Comisión alegó que el Estado violó el artículo 22.1 de la Convención, en relación con el artículo
1.1 de la misma, en perjuicio de los miembros de la comunidad de Río Negro sobrevivientes de las
masacres cometidas en contra de ésta. “se vieron forzados a abandonar su aldea, dejando
destruidas o abandonadas sus […] tierras, y a desplazarse, en principio, a comunidades vecinas o a
las montañas [...]”,“vivieron por varios meses e incluso años luchando para sobrevivir las
amenazas y persecuciones, [e]l hambre [y la] falta de acceso a servicios de salud y educación”.

El artículo 22.1 de la Convención reconoce el derecho de circulación y de residencia. En este


sentido, la Corte ha establecido en otros casos que este artículo también protege el derecho a no
ser desplazado forzadamente dentro de un Estado Parte

Este Tribunal ha establecido que en razón de la complejidad del fenómeno del desplazamiento
interno y de la amplia gama de derechos humanos que afecta o se ponen en riesgo, y en atención
a las circunstancias de especial vulnerabilidad e indefensión en que generalmente se encuentran
los desplazados, su situación puede ser entendida como una condición de facto de desprotección.
Esta situación, conforme a la Convención Americana, obliga a los Estados a adoptar medidas de
carácter positivo para revertir los efectos de su referida condición de debilidad, vulnerabilidad e
indefensión, incluso vis-à-vis las actuaciones y prácticas de terceros particulares.

Esta Corte ha señalado que el derecho de circulación y de residencia puede ser vulnerado por
restricciones de facto si el Estado no ha establecido las condiciones ni provisto los medios que
permiten ejercerlo

PRINCIPIOS RECTORES DE LOS DESPLAZAMIENTOS INTERNOS DE LAS NACIONES UNIDAS:

Principio 28.1. Las autoridades competentes tienen la obligación y responsabilidad primarias de establecer las
condiciones y proporcionar los medios que permitan el regreso voluntario, seguro y digno de los desplazados
internos a su hogar o su lugar de residencia habitual, o su reasentamiento voluntario en otra parte del país. […].

Principio 28.2. Se harán esfuerzos especiales por asegurar la plena participación de los desplazados internos en la
planificación y gestión de su regreso o de su reasentamiento y reintegración. […]

Principio 29.2. Las autoridades competentes tienen la obligación y la responsabilidad de prestar asistencia a los desplazados
internos que hayan regresado o se hayan reasentado en otra parte, para la recuperación, en la medida de lo posible, de las propiedades
o posesiones que abandonaron o de las que fueron desposeídos cuando se desplazaron. Si esa recuperación es imposible, las
autoridades competentes concederán a esas personas una indemnización adecuada u otra forma de reparación justa o les prestarán
asistencia para que la obtengan.

el Tribunal considera que el desplazamiento forzado de los pueblos indígenas fuera de su


comunidad o bien de sus integrantes, los puede colocar en una situación de especial
vulnerabilidad, que “[p]or sus secuelas destructivas sobre el tejido étnico y cultural […], genera un
claro riesgo de extinción, cultural o físico, de los pueblos indígenas”, por lo cual es indispensable
que los Estados adopten medidas específicas de protección

la Corte considera que el Estado de Guatemala es responsable por la violación de los derechos
reconocidos en el artículo 22.1 de la Convención Americana, en relación con el artículo 1.1 de la
misma, en perjuicio de los sobrevivientes de las masacres de Río Negro que habitan en la colonia
Pacu____________________________________

1. Introducción
El derecho a la libre circulación de personas, también conocido como derecho de
libertad de movimiento, es el derecho de toda persona, que a modo general, otorga
la facultad de moverse libremente por: a) el mundo (ámbito mundial); b) dentro de
un país (ámbito nacional) o de un país a otro (ámbito internacional). Además se
configura como uno de los derechos recogido en la Declaración Universal de
Derechos Humanos en su artículo 13:

1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el


territorio de un Estado.
2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a
regresar a su país.
Se le considera como un derecho de primera generación o integrante de los derechos
civiles, que protegen al individuo frente al poder del Estado y frente a posibles
limitaciones que éste pudiera imponer al individuo, impidiéndole, por ejemplo, la
salida del territorio nacional.

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