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José Ignacio Cabrujas nos deja ver lo imaginativa e inventiva que es este
personaje en su Obra Dramática (2010):
MANGANZÓN.– ¿Él?
LUCRECIA.– Él mismo. Con la mano. Y en la mano tenía tres anillos… (Cabrujas, 2010,
pp. 82).
BUEY (Declara).– Quiero tener dinero para hacer el bien. Siempre me ha preocupado la
miseria. También me preocupa la planificación. No planificamos. Ni siquiera invertimos
correctamente el superávit. Vamos así, de la mano del azar, y olvidamos el déficit de la
balanza de pagos. Y allí está. Entre el esfuerzo de inversión pública y la iniciativa privada
hay un desequilibrio. El capital del Estado no es libre. Gira en la deuda exterior contra un
pagaré infamante que nos degrada. Yo amo la bondad de las inversiones mixtas. Son
sanas. Por eso me gustaría tener dinero. Todo lo que hay en la caja del padre Olegario.
Porque si no vamos derecho a una espiral inflacionaria con todas las nefastas
consecuencias de la improvisación. ¿Y qué nos espera? ¿El control de cambio? ¿La
paridad ficticia? ¿El signo blando? ¿La devaluación? (Pausa) Dejo eso en el ambiente.
(Cabrujas, 2010, pp. 79)
LA FRANCISCANA (Ignorando a Buey).– Habrá que hacer algo. Liberar. Habrá que
liberar. (A Magra) Trae agua.
MAGRA.– ¿Fría?
LA FRANCISCANA.– ¿No costó eso que Buey se casará contigo? Prefería vivir en la
basura…
Referencias
Azparren, L (2010). Prolegómenos para una lectura del Teatro de José Ignacio
Cabrujas, en: Cabrujas, J. I. (2010). Obra Dramática, tomo I, Caracas:
Equinoccio.