Está en la página 1de 4

POSIBILIDAD Y SENTIDO DE UNA ETICA SEXUAL CRISTIANA

J. Domínguez

1. CARACTER PROBLEMATICO DE LA SEXUALI- tales) o hacia su condena asustada en anatemas


DAD1 más o menos maniqueos.
1.1. La sexualidad, un enigma. El ser humano 1.5. Actualidad del dilema. Es importante se-
es un ser sexuado, la sexualidad es una dimen- ñalar, en contra de lo que quizá se piense, que los
sión constitutiva de la persona. La sexualidad no términos de este dilema no son exclusivos de la
es toda la persona, pero está presente en todas culturas primitivas. Idolatría y excomunión per-
sus actividades. Sin embargo la sexualidad hu- duran hoy, si bien revisten formas no religiosas y
mana tiene una un carácter enigmático y requiere absolutamente seculares. En vez de cirios se pone
de una ética sexual fundamentada en los conoci- aparato científico. Para verlo basta comparar la
mientos aproximativos de las disciplinas científi- visión de S. Freud con la visión rousseauniana y
cas. Aún cuando sea un enunciado muy genérico, bucólica de W. Reich, y recordar que por aquí
quizá no sea temerario afirmar lo siguiente: un empezó la distancia y la enemistad entre los dos
balance global de la larga experiencia de la hu- maestros. O basta recordar la evolución de las
manidad a través de su historia hace aparecer la sociedades marxistas revolucionarias en este
sexualidad como un enigma casi imposible de re- campo. De una visión sin barreras de la libera-
solver. Toda la contradicción del hombre parece ción sexual, que consideraba la represión sexual
haberse concentrado en ella. como una tara específica de los fascismos (eran
los tiempos en que Reich militaba en el P. C. aus-
1.2. La sexualidad, realidad contradictoria. tríaco), se va pasando a un cierto recelo y a un
Ninguna otra dimensión humana lleva tan juntos esfuerzo de canalización, que considera a la «dol-
y tan al alcance la máxima capacidad de promesa ce vita» como tara específica de la degeneración
y la cruel capacidad de amargura, la posibilidad capitalista.
de plenitud y la de frustración. En ningún otro
campo es tan difícil distinguir el santo goce del 1.5. Vivenciación humana y positiva. La persis-
amor del sospechoso amor del goce; en ningún tencia del dilema es absolutamente normal por-
otro momento se experimenta el hombre, a la vez, que ambas posturas –la que diviniza y la demoni-
como más débil e inerme ante el otro y como más za– han captado algo válido y que parece intrín-
fuerte y capaz de dominio frente a él. Toda la ver- seco a la sexualidad humana. Sin una dosis de la
dad y todo el engaño, toda la esclavitud y todo el primera se la vuelve estéril. Pero si no se le inyec-
señorío, toda la humanidad y toda la inhumani- ta algo de la segunda se la vuelve ciega. Y si a ra-
dad, todo el amor y todo el desprecio, toda la gra- tos no se percibe el dilema es porque el ser hu-
titud y todo el despecho, caben a la vez como por mano rehúye instintivamente. Si la panorámica
naturaleza en esta misma realidad. anterior es exacta, se puede afirmar que el dar
con una visión –y sobre todo con una vivencia-
1.3. Intentos de evitar el dilema. Todos los in- ción– humana y positiva de la sexualidad no re-
tentos de evitar este dilema –huyendo de la se- sulta empresa fácil para los hombres. Asumirla
xualidad o intentando privarla de su capacidad en su autenticidad, tan lejos del recelo como de la
explosiva a base de reducirla al campo de lo tri- inexperiencia, es tarea en la que fracasan casi to-
vial, de lo intranscendente o de lo inocente- resul- das las vidas y parecen haber fracasado casi to-
tan a la larga fallidos. Reprimir la sexualidad es das las culturas.
ser reprimido por ella, y privarla de su capacidad
de peligro es privarla de su especificidad de pro-
mesa. Querer ignorarla lleva al pansexualismo in- 2. FUNCION DE UNA ETICA SEXUAL2
consciente, pero darle carta blanca lleva al pan-
sexualismo público (que se diferencia del anterior 2.1. El hombre es un ser sexuado. La sexuali-
en que suele ser mucho más barato). Como el dad es una dimensión constitutiva de la existen-
adicto en la droga, el hombre «se encuentra» en la cia humana, de su ser en el mundo y con los
sexualidad; y como el adicto por causa de la dro- otros dentro de determinadas estructuras socia-
ga, el hombre se puede perder por causa de ella. les. El "hombre moderno", por mucho que se haya
liberado de los convencionalismos y de los tabúes
1.4. El enigma de la sexualidad en la historia. sexuales, no por ello está ya perfectamente adap-
Por eso no es raro si la historia de la humanidad tado a su sexualidad. La estructuración progresi-
ha logrado tan pocas veces dominar este enigma va y dinámica de la sexualidad en sus aspectos
mediante una visón de la sexualidad que sea, a la biológico y psico-social no ha perdido su comple-
vez, positiva y sana. Normalmente y simplificando jidad. Además, en el ejercicio de la sexualidad in-
mucho, la experiencia de la humanidad se decan- tervienen actualmente un cúmulo excesivo de ex-
ta o hacia una divinización idolátrica de la reali- citaciones subjetivas y objetivas que hacen difícil
dad sexual (como la de los antiguos cultos orien-
2 POSIBILIDAD Y SENTIDO DE UNA ETICA SEXUAL CRISTIANA. DOMINGUEZ

su integración en la personalidad y su proyección cayendo en un optimismo y un conformismo in-


hacia los otros. genuo e ineficaz. Sin embargo esta función no de-
be implicar tampoco la negación de todo valor a
2.2. Necesidad de una ética sexual. Es un he- las situaciones concretas y a la evolución normal
cho que la adaptación del hombre a su condición de la historia. La ética sexual también debe ser
sexual es irrealizable sin una ética. Por una parte encarnada, debe tener en cuenta las distintas si-
la actividad sexual humana no está regulada úni- tuaciones históricas y sociales y debe apoyarse en
camente por la fisiología, ni la constatación socio- datos científicos y no en "tabúes" o en "tradicio-
lógica de los comportamientos sexuales puede nes precientíficas o de represión". Es más, el
erigirse en norma moral. Por otra parte los impul- mensaje bíblico sobre la sexualidad sólo puede
sos sexuales no pueden separarse de la tendencia ser valioso para el creyente cristiano con la ayuda
al otro, y esta realidad implica consecuencias éti- del conocimiento que hoy se tiene acerca del sig-
cas, ya que lo ético afecta primariamente a las re- nificado de la sexualidad humana.
laciones con los otros. Si la sexualidad postula
una ética, el hecho de que se trata de una sexua- 2.6. Función de la ética sexual cristiana. En
lidad actual prohíbe recurrir a una ética pericli- este sentido la función de la ética sexual cristiana
tada de corte dualista y represivo. Una ética ade- puede comprenderse como una orientación crítica
cuada será la que acierte a conferir a la sexuali- del ethos social, que consistiría en aceptar, esti-
dad los medios de sentirse como expresión del ca- mular o corregir y denunciar la vivencia de la se-
rácter relacional del hombre a un nivel interper- xualidad a la luz de una antropología cristiana
sonal y social. Esta nueva ética sexual tendrá elaborado eclesialmente y bajo la acción del Espí-
como eje la responsabilidad, principio de identifi- ritu.
cación social, sin la cual lo sexual pasa a ser un
deseo errático de placer o una fuerza agresiva en
su represión. 3. ETICA SEXUAL Y METODOLOGIA3

2.3. Una ética sexual religiosa. Obviamente lo 3.1. Metodología deductiva. La metodología
que se ha afirmado es válido también para una aplicada por los moralistas católicos hasta hace
ética religiosa que sin perder de vista la autono- poco tiempo apenas prestaba atención a los datos
mía relativa del hombre aspira a una visión inte- empíricos, a pesar de que muchos de ellos toma-
gral del mismo en su relación creyente con las ban como pauta el derecho natural. La ética cató-
personas, con la sociedad y con Dios. El hombre lica fundada en el derecho natural tenía como
religioso y por tanto el cristiano, es un hombre método característico la deducción a partir del
sexuado y como tal realiza su proyecto de vida: su análisis metafísico de la naturaleza individual y
respuesta a Dios en los otros, en la sociedad y en social del hombre. La conducta normativa se for-
la historia. mulaba al cabo de un razonamiento por silogis-
mos. El imperativo moral era básicamente un im-
2.4. Una ética sexual de aceptación o de recha- perativo lógico que fluía de unas premisas esta-
zo. Una de las posturas que hoy día puede adop- blecidas a priori. El comportamiento práctico de
tar la ética sexual es una postura de aceptación. las personas y sus valoraciones morales se consi-
Se considera que la situación actual de la sexua- deraban irrelevantes para la determinación de las
lidad es buena y que los cambios que se han da- normas morales.
do en la manera de vivirla son buenos. Por tanto
la moral debe aceptar los cambios y conformar Cuando los especialistas teóricos o prácticos
las normas morales a esta nueva situación. Una de las ciencias del comportamiento formulaban
ética sexual de rechazo. Otra de las posturas que advertencias sobre las consecuencias perjudicia-
pueden adoptarse actualmente es la de un recha- les, por ejemplo, de la masturbación, sus obser-
zo abierto y total. Se estima que la manera actual vaciones eran ocasionalmente recogidas por el
de vivir la sexualidad es radicalmente mala y per- apoyo que suponían para el razonamiento deduc-
versa. Por tanto la moral debe desaconsejar un tivo. En principio, sin embargo, la conducta em-
diálogo con la situación real y seguir proclaman- pírica no desempeñaba papel alguno en la for-
do los principios "inmutables" de la moral sexual mulación de la teoría moral en sí. La discrepancia
tradicional. Sin duda en esta postura subyace observada entre los principios católicos y el com-
una actitud pesimista en relación con la historia portamiento de los católicos se explicaba fácil-
y un afán de inmutabilidad que no está de acuer- mente por la fragilidad humana, por el pecado y
do con la historicidad del hombre y el carácter re- por un difuso "espíritu de iniquidad". de ahí que
lativo de su conocimiento. la conducta real nunca llegara a considerarse
fuente de la conducta normativa.
2.5. Una ética sexual crítica y encarnada. La fe
como experiencia de sentido debe tener un carác- 3.2. Discrepancia entre teoría y práctica. La
ter crítico ante las situaciones reales. Por tanto la discrepancia entre conducta teórica y conducta
ética cristiana que desde ella se elabore debe práctica no suponía ningún problema sistemático
ejercer una función crítica ante las posibles ma- grave para la teología moral católica. Pero queda-
neras de valorar la sexualidad humana. Esto le ba el problema de que ciertos pensadores huma-
previene de aceptar sin más la situación actual nistas y conscientes, dentro y fuera de la Iglesia,
POSIBILIDAD Y SENTIDO DE UNA ETICA SEXUAL CRISTIANA. DOMINGUEZ 3

se mostraban muchas veces en desacuerdo con el sean cuales fueren las fuentes a que puedan ape-
análisis católico de la naturaleza individual y so- lar tales pretensiones. Cuando la iglesia habla
cial del hombre y con la conducta moral que lógi- acerca de la voluntad de Dios como norma de la
camente exigía ese análisis. No cabía responder conducta humana, esto es considerado por mu-
que la capacidad y la honestidad intelectuales chos como una afirmación superfina acerca de lo
son patrimonio privado de los moralistas católi- que ya sabe que es una conducta buena o mala,
cos. Pero se invocaba una vez más el peso del pe- como una confirmación tardía o como un intento
cado. Unos pecadores trataban de analizar la na- de ir más allá de la exigencia universal, con in-
turaleza estragada por el pecado. tención de situar a los cristianos al margen del
resto de la humanidad para formar con ellos un
3.3. Ministerio docente en la Iglesia. Los teólo- grupo de iniciados mejor informados.
gos católicos explicaban que la Iglesia cuenta, en
su ministerio docente, con la ventaja que supone 4.3. Solidaridad humana. Es claro que el co-
la especial asistencia divina de la revelación y la nocimiento de la propia autonomía va estrecha-
gracia de su autoridad docente correctiva. Se es- mente unido a la solidaridad con todos los hom-
timaba que estas ayudas no excluyen el análisis bres cristianos o no. Muchos cristianos caen en la
racional (excepto en el caso de aquellos moralis- cuenta de que se enfrentan, junto con sus con-
tas que buscaban expresamente una fundamen- temporáneos a unos mismos riesgos y oportuni-
tación bíblica para la ética cristiana), pero más dades,
bien como un complemento y un realce, con lo
que se contrarrestaba la influencia destructora 4.4. Teología moral. En la medida en que la
del pecado. moral pertenece a la ciencia teológica, comparte
los problemas hermenéuticos de ésta y podemos
Contra la anterior argumentación se opuso la describir su manera específica de interpretar pro-
crítica de que resulta ingenua. No se reconoce su- visionalmente, como ciencia de la interpelación,
ficientemente la incardinación prerreflexiva e his- en la fe, la Escritura, la tradición dogmática, la
tórica de todo pensador y de toda comunidad ley moral natural y los signos de los tiempos, a
humana que trata de establecer una moral. No fin de llegar, a través de esas fuentes, a un cono-
hay ningún pensador o grupo de pensadores que cimiento de la voluntad de Dios como norma de
emprenda la reflexión racional como un puro ejer- conducta. Pero el teólogo moralista es y seguirá
cicio intelectual. Cuando se inicia un análisis ra- siendo primariamente un investigador de la ética.
cional no es posible poner entre paréntesis la Por consiguiente, se verá atrapado en la tensión
subjetividad prerreflexiva. Siempre se manifiesta entre la proclamación que hace la iglesia del
la dimensión afectiva y experiencial, que habrá de mensaje religioso acerca de Dios y de la voluntad
tenerse en cuenta. Por otra parte la ayuda de la divina que otorga y exige por una parte, y las exi-
revelación y de la tradición doctrinal no ha resul- gencias morales del hombre, sus logros y aspira-
tado tan avasalladora como para evitar la influen- ciones pasadas y presentes por otra.
cia de la historia y la cultura en el pensamiento
católico. El hecho de ignorar los datos no los eli- 4.5. Problema hermenéutico. Es pues un ver-
mina. Por el contrario, tal ignorancia permite que dadero problema hermenéutico: cómo compaginar
esos datos ejerzan un influjo incontrolable e in- la autocomprensión del hombre en calidad de su-
consciente sobre el pretendido producto intelec- jeto ético con el conocimiento de la revelación de
tual. Dios en Jesucristo como fundamento, motivo y
norma de la conducta humana. ¿Puede la fe justi-
ficar y aceptar en serio la autonomía del pensa-
4. REVELACION Y AUTONOMIA DE LA MORAL miento ético?. Y a la inversa ¿pueden la concien-
cia y la seriedad ética servir de camino para un
4.1. Autonomía del hombre. Hoy son muchos verdadero conocimiento de la palabra de Dios
los fieles que poseen un fuerte sentido de la au- como promesa y llamada que se dirige a mí o a
tonomía moral del hombre. Tienen la opinión de nosotros de forma que la muerte y la resurrección
que la experiencia moral les proporciona un co- de Jesús sean entendidas como algo decisivo, li-
nocimiento seguro del bien y del mal, y de ahí que berador, para nosotros?.
no acepten que determinados presupuestos reli-
giosos puedan arrojar una sospecha sobre este 4.6. Orden de la creación. La teología moral ca-
acontecimiento, como si estuviese oscurecido por tólica tradicional ha reconocido también el orden
el pecado y ello obligaría a desconfiar de él y a re- de la creación como fuente objetiva para conocer
chazarlo para poner en su lugar una proclama- la voluntad de Dios, junto con la palabra de la re-
ción positiva de la voluntad de Dios ola ley de velación. Pero cuál es la relación entre ambas
Dios, que pasaría a ser la norma de conducta. fuentes. El uso de las escrituras en la iglesia y en
teología moral plantea un problema especial
4.2. Voluntad de Dios. Esta exigencia se alza cuando se trata de encontrar normas morales.
más bien, frente a pretensiones religiosas o ecle- Además la iglesia da también una orientación
siásticas de poseer en exclusiva el verdadero co- moral cuando interpreta la ley natural. Esto se
nocimiento de lo que es justo o injusto en el entiende muchas veces como una "lectura" de un
hombre, de lo que ennoblece o le rebaja, y ello orden establecido de una vez para siempre^ como
4 POSIBILIDAD Y SENTIDO DE UNA ETICA SEXUAL CRISTIANA. DOMINGUEZ

si se tratase de un libro (el de la naturaleza) o de 4.8. Progreso teológico. Vivimos una revelación
los planos de un edificio. Así aparece en las fre- acabada en Jesucristo y vivida por una iglesia pe-
cuentes referencias del magisterio a "un orden regrina en situación actual. Debemos con urgen-
moral instituido por Dios" o "preestablecido por cia encontrar vetas nuevas, confirmar antiguas,
Dios" (a Deo praedefinitus) no sólo en la HV sino buscar mayores luces y perspectivas a la luz de
también en la GS. Por supuesto todo esto lleva a una nueva experiencia humana y cristiana v. g,
la crítica de un "determinismo cósmico", un estudio de tipo fenomenológico y comparativo
de la sexualidad (entre los animales y el hombre),
4.7. Orientación crítica, Pero también puede como también la sociología y la psicología familia-
entenderse esta función como uña orientación res, indudablemente constituyen un trasfondo del
crítica del ethos del mundo, que consistiría en cual el teólogo no puede desprenderse para inves-
aceptar, estimular y corregir las cosas a la luz de tigar la Palabra. Por el contrario, ello no puede
una fe en el valor inalienable que tiene toda per- sino constituir una auténtica riqueza, ¿No es de
sona humana ante Dios. El mensaje bíblico sobre este modo que, en el fondo, se va produciendo el
la sexualidad sólo puede ser valido para nosotros progreso de la teología?.
con la ayuda del conocimiento que hoy tenemos
acerca del significado de la sexualidad,

1
Cf. GONZALEZ FAUS, J. I., Notas marginales sobre el
celibato de Jesús, en: AA.VV., Teología y mundo con-
temporáneo, Cristiandad, Madrid 1973, 215-218.
2
Cf. VIDAL, M., Hacia una moral sexual para nuestro
tiempo, Sal T 57 (1969) 18-40.
3
KOSNIK, A., La sexualidad humana, Cristiandad,
Madrid 1978, 75-77.

También podría gustarte