Al principio, me di cuenta de que pasaba algo, algo que nunca me podría haber
imaginado porque veía la vida completamente distinta y me sentía igual de
distinta. Más adelante, fue como si fuera aprendiendo cosas; a medida que
pasaban los días, se iba produciendo una transformación silenciosa. Surgía
progresivamente una comprensión clara y gradual de lo que sucedía dentro de
esta "cosa", de este "silencio". Tenía la sensación de estar aprendiendo muchas
cosas, pero sin saber explicarlas con palabras. Es como si el "silencio" me
enseñara muchísimas cosas, pero a un nivel tan íntimo que resultaba imposible
expresarlas. Ese "silencio" enseña, aporta autoconocimiento ―conocimiento de
todo― y, sin embargo, resulta casi imposible expresarlo con palabras.
Con el tiempo, he ido aprendiendo a vivir con eso ―con mi sensibilidad―, con
mi percepción de las cosas, con las visiones que se me presentan, con las
sensaciones que han ido evolucionando en mi interior. Y todo lo que ha
sucedido no hace más que confirmar, una y otra vez, que, por encima de todo,
no debo intentar ser algo distinto de lo que soy.
Pues que nada se ha detenido como resultado de esta visión, de este cambio
radical. Al contrario, la transformación continúa. Al principio, la sensación se
fue refinando; la sensación de intensidad, las energías que vienen y van; así
como las visiones, los "visitantes" que a veces las acompañan. Y entonces es un
dejarse llevar, un constante abandonarse a esta "cosa", a este "silencio" que me
empuja a hacer algo, a hablar o a quedarme callada. Se reduce cada vez más el
impulso de querer algo; cada vez me permito más "ser". Esta visión, esta
"cosa", me hace hacer cosas con una intensidad tal que no me queda más
opción que "ser". No necesito pensar en la vida: observo y las cosas siguen
sucediendo de forma espontánea y la intensidad siempre cambia a cada minuto.
Me dejo llevar cada vez más, cada vez tengo más confianza porque, suceda lo
que suceda, las cosas se ocupan de sí mismas.
Y, además, cada vez hay más claridad...
¿Claridad?
Si. Hay una profunda convicción cada vez más clara. Una convicción de que
precisamente esta intensidad es la que hace que aparezca el mundo. Todo lo que
aparece, todo lo que existe es única y exclusivamente porque esta "cosa" existe.
Todo, hasta Yolande; hasta los cinco sentidos, hasta este árbol, esa montaña,
todos los objetos y todo eso que llamamos acontecimientos y todo aquello que
constituyen y a lo que llamamos mundo objetivo: esta presencia lo abarca
absolutamente todo y permite que todo exista.
Al principio, no estaba tan claro. Algunas cosas estaban claras como, por
ejemplo, la ausencia del vínculo con los pensamientos, con las emociones y los
recuerdos; pero yo aún creía que el cuerpo o los objetos que lo rodean seguían
siendo reales y tenían vida propia.
Últimamente, todo resulta cada vez más evidente y mucho más sencillo: esta
"cosa" lo abarca auténtica y absolutamente todo. El mundo tal y como se
manifiesta, todo lo que aparece: todo eso es también está "cosa". ¡Lo que es
increíble es el impacto que produce en mí el hecho de haberme dado cuenta de
lo evidente que era! Cuando siento esto, siento una sensación de desapego, de
profunda convicción. Sé que esta "cosa" está ahí; que todo lo demás
simplemente aparece y desaparece, en un segundo plano y tan rápido que mis
ojos ni siquiera lo ven. Lo que antes yo creía que era la realidad, ahora ya no
existe. Ya no me puedo hacer daño a mí misma con eso. Ya no le tengo ningún
apego. Está en un plano tan posterior que la realidad de las cosas ha cambiado
por completo.
Pero, sobre todo, esta "cosa" se manifiesta en forma de tranquilidad. Siento que
me va desapegando gradualmente de las cosas. Todo resulta cada vez más
claro. Además, hay veces que me surge una comprensión tan deslumbrante que
se desmorona bloques enteros de creencias. Por ejemplo, me digo: "Sí, pero el
cuerpo es real..." y, de repente. esta "cosa" también arrambla con eso...
Al principio creía que esta "cosa" estaba dentro de mí, pero ahora veo que no,
que está por todas partes, que lo es todo; que no hay nada ni existe nada que no
sea esta "cosa", que no hay nada de qué preocuparse ni nada a lo que
engancharse.
¿En qué consiste esa profunda convicción? ¿Es fe? ¿Es una percepción? ¿Es un
concepto mental?
Es una fe total en lo que se ve, pero no es que se vea con los ojos o con ningún
otro órgano sensorial. No es una percepción ni un concepto mental. El hecho de
"ver" junto con esta profunda convicción, representa descubrir que ya no te
identificas con nada de lo que pensabas que eras. El ego ya es incapaz de
recomponerse y cuanto más claro me queda todo esto, más me doy cuenta de
que todo lo que se manifiesta, incluso los árboles, todo lo que parece ser real,
proviene de esta "cosa" que existe previamente a todo lo demás; que proviene
de la pura realidad.
Me aferraba sin realmente aferrarme. Es algo muy sutil. ¿Cómo te lo diría yo?
Digamos que aún había algo de confusión. Creía que experimentaría las
palabras, las frases, los sentimientos con más intensidad porque eso era en lo
que consistía esta transformación silenciosa. Pero de lo que me he dado cuenta
es de que este proceso de transformación también forma parte de la
manifestación, parte de este mundo que surge y desaparece dentro de esta
"cosa". Absolutamente todo, incluidos los sentimientos, existen únicamente en
ese segundo plano.
¿Tienes la sensación de que esa claridad cada vez mayor te está consumiendo
todas las resistencias, todos los residuos que quedan dentro de ti?
Es cierto que, dentro de mí, aún queda una ligera resistencia, algo así como un
apego a una determinada opinión o una antigua forma de comprender las cosas,
pero la claridad es cada vez más potente y me pone en situaciones o estados de
una violencia increíble, como si me estuviera preparando para una lucidez aún
mayor en la que ya no quede nada a lo que aferrarse.
Este mundo de la manifestación, al que a veces llamo el "yo soy", está siempre
vinculado con esta cosa, que es la responsable de que aparezca el mundo. En el
estado de vigilia, esta cosa ―que, posiblemente, es no-existencia, aunque no lo
sé― es menos fuerte que en esos momentos, esos espacios de los que hablamos
desde hace un tiempo.
En el estado de vigilia, lo que se ve y se experimenta es, sobre todo, el "yo
soy": las manifestaciones, incluida Yolande; mientras que en esos otros estados,
puede que se experimente más la "no-existencia". Sí, quizás es eso... Esos
estados están en la "no-existencia...".
Tú, yo, cualquiera puede ver el mundo. Todo el mundo experimenta el "yo
soy". Pero entonces, la existencia surge de dentro de la "no-existencia". Es
decir, después de identificarse con el "yo soy" surge una sensación espontánea
de "no-existencia". El hecho de ver de forma espontánea cómo aparece la
existencia desde la "no-existencia" es lo que le lleva a uno a perder su identidad
y, por tanto, su sensación de que existe.
Así que, según tú, ¿esa impresión de no existir más constituye la aparición
espontánea de la existencia en la "no-existencia"?
O sea, que según tú, cuando Maharaj dice: "Soy capaz de ver el mundo", ¿se
está refiriendo simplemente a la forma en que percibe las cosas el ser humano
normal y corriente? ¿Ese mundo que solo puedo percibir mediante la
proyección y la memoria y que mis cinco sentidos y mi mente interpretan y
califican erróneamente como "mundo objetivo"?
Esa capacidad de ver el mundo siempre se tiene. Lo único que sucede es que la
atención no se enfoca en lo mismo. Al principio la enfocas en la capacidad de
ver el mundo; después, en el "yo soy", en lo que uno es; y, finalmente, la
enfocas en el tercer milagro: la existencia que surge de la no-existencia.
Volvamos al principio: como yo no veo este mundo de la misma forma que tú,
¿en qué consiste exactamente esa facultad?
Eso es, lo vemos desde un punto de vista distinto y por eso, automáticamente,
se modifican la percepción y la interpretación. Al producirse el cambio a esta
"no-existencia", todo lo demás pasa a un segundo plano. No sé quién la dijo,
pero hay una frase que para mí lo explica todo: "Una milésima de segundo de la
vida de un hombre vale lo que toda una vida de experiencia". Eso es lo único
que queda que merezca la pena experimentar.
Se cae la máscara.
Es que, sencillamente, dejas de creer que eres un ser individual. Eso es lo que
pasa. Es todo un misterio, pero es lo que pasa. No hace falta pasarte veinte años
practicándolo. Sucede en una milésima de segundo. Así es como funciona. De
la misma forma que la existencia, la sensación de que uno existe, aparece
espontáneamente sin necesidad de esforzarnos, la "no existencia" aparece
también espontáneamente, en un santiamén. Después de eso, todo lo que tienes
alrededor se esfuma y solo queda una sensibilidad que va en aumento y que te
permite tener unas experiencias totalmente alucinantes; que, por supuesto, se
mantienen en el segundo plano, pero dan aún más fuerza a esta cosa que se ha
apoderado absolutamente de todo.
Entonces, volviendo a los tres milagros de Maharaj, cuando habla del primero
¿se refiere a esa capacidad de percibir la existencia, de percibir el mundo y su
propia existencia, que es lo mismo que hace toda la humanidad?
¿Si?... ¡No!... Porque, tal y como yo lo veo, el mundo no está contenido en este
diminuto punto de consciencia que soy yo. ¡Perdona, pero el mundo sigue
estando "fuera" de mí! (Nos reímos).
Esa milésima de segundo, ese instante es lo que te hace ver todo lo que no eres
y, por lo tanto, la totalidad del "yo soy". Todo. ¿Y eso qué quiere decir? Que
ese "tú" que pensabas que eras ha sido atrapado por la existencia que surge en
la "no-existencia", ha sido derrotado, engullido por ella... Es muy sencillo, lo
siento...
"Este diminuto punto de consciencia que soy yo". Este diminuto punto... Es
decir, ¿yo? ¿Tú? A mí, eso me parece una contradicción. La totalidad del
mundo surge dentro de mi pequeñez porque es algo que sucede en mi interior,
¿no?
Sí, es algo simultáneo: lo que yo soy solo puede surgir porque esta cosa existe.
Es algo simultáneo. Esta cosa permite que aparezca el "yo soy" y que exista en
segundo plano.
Es como si esta cosa se sirviera de tus ojos para ver todo lo que ella crea. Es
decir, ¿todo lo que surge y desaparece?
Vamos a volver a lo del "yo soy ". Cuando hablas de eso, a veces me suena a
que significa la totalidad del mundo manifiesto, pero otras veces, me suena al
"yo soy" individual. ¿Son lo mismo, estos dos "yo soy"?
¿Es una mera ilusión, una especie de ilusión óptica, lo que nos lleva a reducir el
"yo soy", o la totalidad, a esa estrecha percepción que se suele tener del "yo
soy" a nivel individual, lo cual, a su vez, hace que el "yo soy" individual dé por
sentado que lo que se manifiesta es algo ajeno a él?
Creo que voy entiendo mejor todos estos términos. ¿Te importa si los
repasamos otra vez? Para ti, esta cosa es "no-existencia ", mientras que lo que
surge ante ti (la manifestación que tú llamas "yo soy") correspondería a la
existencia. ¿Es así?
(Una vez más, reina el silencio, salpicado del canto de los pájaros, del ruido
lejano de una segadora y de unos martillazos cerca de nuestra casa).
El "yo soy" puro y duro consiste en creernos que somos un cuerpo y una mente.
No es que nos lo creamos, sino que lo somos: uno se identifica por completo
con el cuerpo y la mente y dice cosas como: "Soy Yolande tal o Yolande cual,
que ha hecho tal y cual cosa, que tiene que experimentar tal o cual cosa o
poseer tal o cual objeto". El ego nos ciega y nos inhabilita para ver el mundo tal
y como es. Pero, además, con esa ceguera, nos impide concebir o reconocer la
"no-existencia"; algo con lo que ni siquiera hemos soñado porque estamos
totalmente absortos en e identificados con nuestra existencia como individuos.
Ahora estás describiendo el "yo soy" individual pero hay veces que utilizas el
concepto de "yo soy" para hacer referencia a la manifestación de la totalidad.
Sí, sí. Dije "presencia". Es que no nos queda más remedio que utilizar palabras
porque si no, no podemos hablar de esto. Si lo describimos como presencia,
el silencio se produce dentro del "yo soy". Ponerle nombres a todo esto es algo
muy delicado. Quizás a esta cosa la podríamos llamar realidad suprema, amor,
consciencia pura, "no-existencia", no existencia y otra vez silencio.
Pero si el silencio es una manifestación de eso, sigue tratándose de una
percepción; así que no podemos afirmar que sea esta cosa que está más allá de
la existencia y de la "no-existencia". ¿O sí?
Estoy convencida de que una milésima de segundo vale tanto como todo el
cúmulo de experiencias de toda una vida. En un instante, a la velocidad del
rayo, se produjo un cambio radical: una desconexión y, de repente, percibí algo
que, hasta entonces, desconocía por completo: sencillamente, descubrí el
"silencio" en mi mente.
¿Silencio?
Me quedé profundamente estupefacta ante esa omnipresente claridad previa a
todo lo demás. Empezó a tomar forma una presencia, un "silencio", siempre
presente, siempre ahí y, por lo tanto, previo a todo lo demás: a mis
pensamientos, a mis sentimientos, al mundo que percibo...
Desde aquel día de verano de hace cinco años, que fue cuando esta "cosa"
ocupó el primer plano, todo lo demás, absolutamente todo lo que surge, surge
en un segundo plano.
¿Esta "cosa"?
Sí, esta "cosa" que es previa a todo lo demás; que da a todo lo demás la
oportunidad de ser lo que es.
¿Nos la puedes describir o ponerle un nombre?
Se le puede llamar "silencio", tranquilidad, presencia, amor... Se le pueden
poner muchos nombres, pero no dejarán de ser meras palabras. Esta "cosa" está
más allá de las palabras... Si tuviera que describirla, diría que es una sensación
muy profunda, una convicción muy profunda.
Has dicho la palabra "desconexión ¿Desconexión de qué?
Se siguen viendo las mismas cosas, pero es como si hubiera algo que las ve,
algo que ve lo que sucede dentro y fuera de mi y, al mismo tiempo, ve también
un espacio que le resta toda credibilidad a lo que yo pensaba que yo era.
Es decir, sigo viendo lo mismo, pero sin identificarme con ello porque el "yo"
se ha desconectado. Eso es el punto de partida de todo un proceso de
aclaraciones. Al principio del todo, aunque ya no me identificara con los
pensamientos, aunque ya no me los creyera, aunque ya no pensara que fueran
reales, seguía creyendo en la existencia del cuerpo, de las cosas que podríamos
describir como externas a "mí". Pero, cuanto más se incrementa el desapego,
más aspectos desaparecen ―la personalidad, la individualidad, el cuerpo, el
mundo de ahí afuera― hasta que, finalmente, ya no queda nada.
O sea, que podríamos decir que, al principio, se siente una estupefacción
instantánea: de repente, todo se ve desde un punto de vista distinto. Después, se
descubre la claridad y se va haciendo más y más clara de forma progresiva; la
convicción va en aumento, la vida se vuelve cada vez más sencilla.
¿Hiciste algo, como preparación, para todo esto antes de que sucediera?
Nada de nada. Lógicamente, había tenido momentos de insatisfacción en la
vida, igual que todo el mundo. A veces me preguntaba por qué siempre iba en
aumento mi necesidad por las cosas ―más cosas que hacer, más emociones,
más éxito, más amor―, pero quitando esa vaga sensación de insatisfacción, no,
realmente no había hecho nada. No tenía creencias religiosas, ni fe; no había
leído nada, ni había iniciado ninguna búsqueda espiritual: absolutamente
ningún tipo de preparación. Y, de repente, se produjo ese profundo asombro.
¿Fue de repente?
Si, espontáneamente: un silencio, una claridad que me mostraban que no iban
por ahí las cosas: que no soy todo eso que yo creía ser.
Lógicamente, después, esa claridad evoluciona.
Y ¿cómo sucedió?
Estaba en el salón de mi casa y vi un "silencio" en la cabeza. Me quedé tan
sorprendida, que me puse a observarlo. Me sentía ligera, muy a gusto. ¡Desde
luego, era una experiencia deliciosa!
¿Y cuál fue tu primera impresión al pasarte eso?
Lo primero fue descubrir lo precioso que era ese "silencio" que me llenaba toda
la cabeza, todo el espacio; y eso dio paso a la intensidad, a percibir un cuerpo y
un espacio más expansivos que este cuerpo que estaba vivo, que se movía
constantemente.
Yo también tengo momentos así, momentos de silencio, de paz, pero después se
van y la vida vuelve a la normalidad. Entonces, me inunda una nostalgia de
esos momentos. Y tú ¿no tienes esos momentos de nostalgia, entonces?
Pues... ¿Nostalgia de qué?
(Todos se echan a reír).
Y ¿ha cambiado tu punto de vista práctico sobre la vida: tu trabajo, ¿tu vida
social?
Al principio, durante un par de años más o menos, visto desde fuera, yo estaba
muy tranquila y podía contemplar lo que me sucedía. No trabajaba.
Contemplaba, escuchaba en mi interior el movimiento que producía esta "cosa".
Ahora, desde hace unos meses, estoy ayudando a una amiga en su restaurante y,
exteriormente, hay mucha actividad, incluso mucho ajetreo, pero por dentro
permanece la misma tranquilidad. Regresar a la actividad de la vida me ha
permitido darme cuenta de que no hay nada que me pueda sacar de esta
tranquilidad; de que todo sigue igual, igual que siempre, en un segundo plano
comparado con esta tranquilidad.
¿Cómo vives tus emociones? ¿Sigues teniendo sentimientos?
Digamos que las experimento a tope. Al verlas venir, al sentir este desapego
que me permite sentirlo todo sin identificarme con nada: todo eso le permite a
uno experimentarlas de principio a fin, en toda su plenitud; después, se
marchan.
¿El miedo también?
Puede que surja el miedo, pero... ¿Cómo explicártelo? ¡Se ve tan claramente
que está en un segundo plano!, que no existe realmente; que, apenas ha
surgido... Que ¡todo sucede con este fluir! Es difícil de explicar, pero digamos
que no, que no siento miedo. Tengo la impresión de que puedo soportar
cualquier cosa.
Y ¿rabia?
Hasta ahora no he sentido nada de rabia.
¿Qué le aconsejarías a alguien que no haya experimentado ese cambio
radical?
Que viva la vida a tope. Que viva cada momento tal y como surge, cada deseo,
cada impulso tal y como surge. No lo que uno piensa que debería hacer, sino,
sencillamente, lo que surge, lo que existe en el momento: ahora.
¿Tienes algún objetivo en la vida? ¿Tiene significado la vida para ti?
¿Un objetivo? No. ¿Significado? Ninguno que no sea experimentar la potente
intensidad de cada momento.
¿No te sientes algo sola?
No, nunca. Siempre hay alguna experiencia. Nunca me siento sola en este
espacio.
Y me imagino que nunca te entra ansiedad.
Incluso la ansiedad está en un segundo plano.
¿Sientes empatía por los demás? ¿Por tu gente?
Si, me siento conectada porque todo este "yo soy", toda esta manifestación, está
dentro de mi. Los demás no existen como seres "aparte", sino que todo forma
parte de este "yo soy" que aparece y desaparece dentro de esta "cosa" a cada
momento.
Entonces, ¿cómo nos percibes a nosotros?
Os veo en el sueño que se está desarrollando.
¿Un sueño tuyo o colectivo?
Nuestro sueño colectivo.
¿Te sientes más protegida?
Como ya no me siento aquí, podríamos decir que sí. Estoy en un segundo
plano. El primer plano lo ocupan el "silencio", la tranquilidad, la presencia.
Estoy preparada para experimentar cualquier cosa a tope, incluso aunque no
esté yo ahí. Este poder es el que guía. El sabe lo que tiene que hacer.
Entonces, ¿ya no tienes ego?
Existe la intensidad y eso es lo que evita constantemente que el ego se
reconstruya.
¿Ha desaparecido el filtro del egoísmo?
Yo lo describiría como que se ha producido una transferencia de identidad.
Antes, yo me identificaba completamente con el cuerpo y con mis
pensamientos, pero entonces, se produjo este cambio espontáneo que se ha
traducido en una absoluta transferencia de identidad que ha puesto a esta "cosa"
en primera posición, antes de nada, por delante de absolutamente todo lo
demás.
¿Ha cambiado tu forma de relacionarte con los demás?
Ha cambiado de la misma manera que también ha cambiado la forma de
relacionarme conmigo misma. Es una "no-relación", aunque se compartan
cosas. Todo lo que está en un segundo plano ha dejado de estar "relacionado"
conmigo como lo estaba antes. Ahora es algo así como una fusión simultánea.
¿Tienes la sensación de estar unida?
Sí, ya que veo que todo está en un segundo plano al mismo tiempo que todo
está aquí. Todo existe al mismo tiempo.
¿Qué pasa entonces con los que llevamos años buscando, meditando y
haciendo prácticas? ¿Crees que, en realidad, no hay que hacer nada?
Ten confianza en ese intenso deseo: eso es lo que te ha llevado al camino
espiritual. Ese deseo es lo que te proporciona, espontáneamente, la sensación de
que existes y, con esa misma espontaneidad, te aportará también la sensación de
que no existes. Así que, permítete existir. Confía en lo que eres, lo que todos
somos interiormente. Vive el momento presente en toda su plenitud e
intensamente.
Claro está que eso no se trata realmente de un consejo, sino de algo que surge
de forma espontánea. Como todo sucede de forma espontánea, lo único que
tienes que hacer es confiar.
¿Te refieres a esos momentos de "silencio" que a veces se experimentan al
meditar?
No solo al meditar, sino en cualquier momento del día. Cuando se vive la vida
en toda su plenitud, sin intentar retenerla, subyugarla o ponerle un nombre;
cuando se siente esa emoción en todas y cada una de las células del cuerpo;
cuando te devora por completo a niveles completamente inalcanzables para
palabras como "miedo", "celos", "carencia"... Entonces se abre al "silencio".
Llega un punto en que esa identificación se produce cada vez menos y dura
menos que antes, de tal forma que llega un momento en que, sea lo que sea lo
que estés experimentando, aunque te parezca real por fuera, interiormente
sabrás que existe esta "cosa". Visto desde fuera, sigues haciendo las mismas
cosas que los demás, pero por dentro, todo está quieto porque tu atención, tu
identificación, permanece constantemente centrada en esta "cosa".
No puedo garantizar que sea así como suceda porque, en mi caso, ha sido muy
distinto. En mi caso no hubo un aumento gradual de momentos de "silencio",
sino que se produjo un cambio radical. Quizás se puede producir de esa manera
o quizás no. Sinceramente, no lo sé.
De todas formas, para que suceda, esos momentos de "silencio" tendrán que
llegar a ser lo suficientemente intensos como para desplazar por completo la
agitación, sin que eso suponga ningún esfuerzo.
Sí que tiene sentido porque esas prácticas existen, porque son lo que se ha
manifestado. Intentar hacer lo contrario sería rechazar la vida tal y como es. Mi
creencia es que hay que aceptar todo lo que sucede. Hacer yoga, meditación,
seguir un camino espiritual: todo eso tiene lugar en la superficie. En realidad, es
este estado primordial el que te conduce a esas prácticas, igual que te conduce a
todas las demás cosas de la vida. Así que, sigue adelante, permite que las cosas
sucedan, aunque se mantenga una entidad individual. Acepta esas técnicas
porque también forman parte del camino.