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UNIVERSIDAD ECCI
ESPECIALIZACIÓN EN GERENCIA DE SEGURIDAD Y SALUD EN EL TRABAJO
2021
LA INFLUENCIA DE LA SOCIEDAD EN LA ORGANIZACIÓN
El concepto de organización se basa en los diferentes aspectos y elementos que hacen parte
de un mismo sistema dinámico, el cual está inmerso en un medio de interrelación e interacción con
otras organizaciones que comparten o no los mismos elementos y características. Frente a esto,
Scott (2005) manifiesta que una organización se puede entender como un sistema racional, natural
y abierto, el cual funciona en pro de dar cumplimiento a los objetivos específicos planteados. En
consecuencia, la organización se puede concebir como un espacio, no solo físico, donde se
intercambia energía, tiempo, información, vínculos interpersonales, conocimiento y por supuesto,
compensación salarial y emocional. Por ello, es relevante comprender la importancia de las
organizaciones en la sociedad, desde el nacimiento de las personas hasta la muerte, una
organización siempre rodea de forma indirecta algún aspecto de nuestra vida (Hall, 1996).
Por lo anterior, es fundamental entender que las organizaciones están constituidas por
personas que hacen parte de una sociedad, la cual es entendida como un conjunto de seres
humanos organizados para cooperar en la consecución de metas en común que hacen parte del
macroentorno de la organización; estableciendo una relación recíproca que afecta
bidireccionalmente tanto a organizaciones como a la misma sociedad.
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Es importante recordar que toda organización se ubica en un entorno específico, donde los
paradigmas y tendencias de la sociedad, determinadas a través de un ambiente político, económico
y cultural-cognitivo, influyen en las mismas. (Scott, 2005). Por consiguiente, Scott refuerza esta
idea afirmando que el establecimiento de redes de interacción, en un marco de globalización,
influye desde lo local y lo regional hasta llegar a una esfera mundial, que les exigirá a las
organizaciones un cambio o renovación constante.
Por ende, uno de los principales factores que hacen parte de la globalización que actualmente
permea en las organizaciones, es el factor tecnológico, visto desde una amplia perspectiva de
tecnologías de la información y la comunicación, o como la menciona Scott, una “avalancha”
tecnológica. Cabe resaltar que, dichas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC),
que se han convertido en un catalizador de los procesos organizacionales, sin lugar a duda se
constituyen en herramientas de apoyo a la gestión empresarial, apalancando la construcción de
estrategias orientadas a la competitividad y la innovación (Albarracín, Erazo y Palacios, 2014). Sin
embargo, esta situación es compleja, como enuncia Scott (2005), pues las organizaciones se ven en
la necesidad constante del cambio que su macroentorno le exige, por ello, surge el enfoque
contingencial como modelo administrativo que intentará adaptar la organización a los cambios
ambientales.
De esta forma, en el siglo XX los trabajadores se reinterpretan desde visiones más humanas
de sí mismos, reclamando más allá del salario y las comisiones económicas. Situación que se agudizó
por la depresión económica a finales de los años 20 en Estados Unidos que generó los despidos
masivos, el incremento de la oferta de la fuerza laboral, que trajo consigo la reducción de salarios y el
aumento de la precarización de las condiciones laborales, a la vez que la agudización de las huelgas y
la progresiva sindicalización obrera que reclamaba por un trato más humano. (Dávila, 2001)
No obstante, para aquella época, también surgen las reclamaciones obreras como
consecuencia del utilitarismo y el auge de las nociones marxistas que además de darles nuevas
reinterpretaciones, los dotó de resistencia, crítica y movilización social por garantías laborales más
dignas, surge entonces la sindicalización y la posibilidad de la participación política sobre los
ámbitos sociales, económicos y políticos. El empleado se reconoce así mismo como ser humano
consciente de su aporte en el proceso de producción, y con la valentía necesaria para controvertir y
exigir a su patrono, desde ideas - marxistas- o los actos de resistencia vía el mecanismo de la huelga.
Por tanto, esta época supone la creación de un trabajador más consciente, más crítico y contestatario.
Por otra parte, el siglo XXI ha aportado una vasta cantidad de elementos que han convertido
a las organizaciones en sistemas más dinámicos y globalizados. A diferencia de las compañías
industriales del siglo XIX las cuales eran lideradas por su propietario, como lo menciona Scott
(2005), las organizaciones de hoy en día se han convertido en unidades más estructuradas y
organizadas. De esta forma es sencillo evidenciar que las empresas o entidades se basan en un
sistema socio-técnico abierto, el cual tiene relaciones de entrada, o insumos, de salida (productos)
y ciclos de retorno, los cuales se pueden entender como la estructura, calidad, cantidad, operación
y propósito; todo esto basado en los requerimientos de la sociedad. Por consiguiente, es claro que
estas características le permitirán a la organización permanecer en el tiempo, en el mercado y
adaptarse a los factores cambiantes de la sociedad.
En otras palabras, la organización es el diseño de una estructura formal, en donde se
establecen las funciones a desempeñar y sus relaciones, la jerarquía y los niveles de autoridad, de
acuerdo con las actividades y objetivos de la empresa (Gilli, 2017). Frente a esto, un aspecto
importante a tener en cuenta, es el rol del líder o quien dirige la organización y quienes hacen parte
de ella, que en palabras de Scott, se definen como “gerentes profesionales que no necesariamente
son los propietarios”. Es así como Senge (1995) citado por Becerra (2010), señala que una de las
formas en la que la organización se transforma y con lo cual se mantiene en la sociedad actual es
llevándolas al cambio inteligente, donde los miembros de este sistema aporten sus habilidades y
crecen en conjunto como un todo, obviamente dirigidas por un líder que entienda esta concepción
y este en la capacidad de usar los factores externos en pro del beneficio interno.
Desde otro punto de vista, otros factores del microentorno de la organización son los
denominados modelos en red (Scott, 2005), que permiten una articulación entre una o varias
organizaciones que buscan un objetivo en común y que crean un valor compartido. Un ejemplo de
ello, es la relación que los proveedores de una organización comparten con el fin de suministrar la
materia prima y demás insumos, con el fin de aportar a los objetivos de la empresa cliente; o por el
contrario, la relación que establecen diferentes compañías competidoras con miras a satisfacer las
necesidades de un cliente en común.
Las crisis son momentos de aprendizaje para todos, especialmente para los administradores,
porque significan la reinvención acelerada de modelos de negocio, el fortalecimiento y
diversificación de canales y portafolios que conducen al principio del siguiente salto empresarial.
Sin embargo, también hay que reconocer que el momento coyuntural requiere la sobriedad
necesaria para tomar las decisiones pertinentes y asegurar la sostenibilidad del negocio, aunque el
principal reto que tienen las organizaciones hoy es tomar decisiones a tiempo sobre su
funcionamiento y dinámica operacional y estructural, forzándolas a adaptarse a las nuevas
condiciones o resignarse a la desaparición.
Referencias