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Los principales 

satélites de Júpiter fueron descubiertos por Galileo Galilei el 7 de enero


de 1610, razón por la que se les llama satélites galileanos. Reciben sus nombres de la
mitología griega si bien en tiempos de Galileo se los denominaba por números romanos
dependiendo de su orden de cercanía al planeta. Originalmente, Galileo bautizó a los
satélites como "Mediceos", en honor a Cosme de Médici, duque de Florencia. El
descubrimiento de estos satélites constituyó un punto de inflexión en la ya larga disputa
entre los que sostenían la idea de un sistema geocéntrico, es decir, con la Tierra en el
centro del universo, y la copernicana (o sistema heliocéntrico, es decir, con el Sol en el
centro del sistema solar), en la cual era mucho más fácil explicar el movimiento y la propia
existencia de los satélites naturales de Júpiter.
Los cuatro satélites principales son muy distintos entre sí. Ío, el más interior, es un mundo
volcánico con una superficie en constante renovación y calentado por efectos de marea
provocados por Júpiter y Europa. 28 Europa, el siguiente satélite, es un mundo helado bajo
el cual se especula la presencia de océanos líquidos de agua e incluso la presencia de
vida.29 Ganímedes, con un diámetro de 5268 km, es el satélite más grande de todo el
sistema solar. Está compuesto por un núcleo de hierro cubierto por un manto rocoso y de
hielo. Calisto se caracteriza por ser el cuerpo que presenta mayor cantidad de cráteres
producidos por impactos en todo el sistema solar
En el interior del planeta el hidrógeno, el helio y el argón (gas noble que se acumula en la
superficie de Júpiter) se comprimen progresivamente. El hidrógeno molecular se comprime
de tal manera que se transforma en un líquido de carácter metálico a profundidades de
unos 15 000 km bajo la superficie. Más abajo se espera la existencia de un núcleo rocoso
formado principalmente por materiales helados y más densos, de unas siete masas
terrestres (aunque un modelo reciente aumenta la masa del núcleo central de este planeta
entre 14 y 18 masas terrestres,23 y otros autores piensan que puede no existir tal núcleo, 24
además de existir la posibilidad de que el núcleo fuera mayor en un principio, pero que las
corrientes convectivas de hidrógeno metálico caliente le habrían hecho perder masa). La
existencia de las diferentes capas viene determinada por el estudio del potencial
gravitatorio del planeta, medido por las diferentes sondas espaciales. De existir el núcleo
interno, probaría la teoría de formación planetaria a partir de un disco de planetesimales.
Júpiter es tan masivo que todavía no ha liberado el calor acumulado en su formación, y
posee, por lo tanto, una importante fuente interna de energía calórica que ha sido medida
de manera precisa y equivale a 5,4 W/m². Esto significa que el interior del planeta está
mezclado de manera eficaz por lo menos hasta niveles cercanos a las nubes de agua a
5 bar.
El mismo modelo mencionado antes, que da una masa mayor al núcleo del planeta,
considera que este tiene una estructura interna formada por cilindros concéntricos que
giran a distinta velocidad —los ecuatoriales (que son los externos) más rápido que los
internos—, de modo similar al Sol; se espera que la misión Juno, que fue lanzada el 5 de
agosto de 201125 y que entró en órbita alrededor del planeta el 4 de julio de 2016, 26 pueda
determinar con sus mediciones de la gravedad joviana la estructura interna del planeta.
Se han escrito cientos de canciones sobre la luna. Algunas de las más conocidas son 'Fly Me to
de Moon', compuesta por Bart Howard en 1954 e interpretada por numerosos cantantes,
aunque la más famosa fue la versión que catapultó a la fama a Frank Sinatra en 1964 y la
primera canción que se escuchó en la misión del Apolo 10. David Bowie también compuso
música a la luna: 'Space Odity' fue estrenada en 1969 y se inspiró en la película '2001: una
odisea del espacio'.

Características del núcleo terrestre

El núcleo terrestre se caracteriza por lo siguiente:


Se trata del centro planetario mismo, un lugar muy denso y muy caliente. Su densidad
promedio se estima en 11.000 kg/m3 y su temperatura promedio supera los 6700 grados
centígrados.

El núcleo está compuesto fundamentalmente por hierro, con 5-10% de níquel y otros
elementos minoritarios como azufre y oxígeno. Estos materiales existen en forma líquida en la
parte exterior del núcleo y sólida en su porción interna.

El núcleo terrestre es una esfera de radio de alrededor de 3500 km, lo cual representa el 32%
de la masa total de la Tierra, y es más grande en sí mismo que todo el planeta Marte.

Se divide en dos porciones: un núcleo exterior (líquido) y un núcleo interior (sólido).

Formación del núcleo terrestre

Los componentes del núcleo terrestre estuvieron presentes cuando nació el planeta, hace
aproximadamente 4600 millones de años. Así como el resto del material del Sistema Solar, la
Tierra atravesó etapas de intensas temperaturas iniciales, que permitieron la formación de
aleaciones metálicas particularmente densas en su centro. Dichos materiales permanecen aún
en su núcleo metálico, sometidos al inmenso efecto de la gravedad y la presión.

Sin embargo, el núcleo como tal surgió mucho después, gracias a la diferenciación de los
materiales terrestres conforme el planeta se enfriaba. Así, los materiales más livianos como la
mayoría de los silicatos, formaron las capas exteriores del manto y la corteza, mientras que el
hierro y diversos materiales pesados y radiactivos permanecían en el fondo. A este proceso se
le conoce como “diferenciación planetaria”.

Temperatura del núcleo terrestre

Como hemos dicho, la temperatura del núcleo terrestre es muy elevada, alcanzando los 6700
grados centígrados: más caliente que la superficie más externa del Sol.

Subdivisiones del núcleo terrestre

nucleo terrestre subdivisiones

El núcleo interno de la Tierra es sólido, mientras que el núcleo externo es líquido.

El núcleo de la Tierra se divide en dos porciones claramente diferenciadas:

El núcleo externo, es decir, su capa más superficial, consiste en alrededor de 2.200 kilómetros
de hierro, níquel y otros metales fundidos, a temperaturas que oscilan entre 4500 y 5500
grados centígrados. Es una capa de muy baja viscosidad, sometida a procesos de convección
muy violentos, cuyo desplazamiento genera justamente la magnetósfera terrestre, actuando
como un gigantesco dinamo.

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