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Archivo Resumen 4
Archivo Resumen 4
aproximadamente de la mitad del tamaño de la Gran Mancha Roja. Esta segunda mancha
roja se formó a partir de la fusión de tres grandes óvalos blancos presentes en Júpiter
desde los años 1940, denominados BC, DE y FA, y fusionados en uno solo entre los años
1998 y 2000, dando lugar a un único óvalo blanco denominado Óvalo blanco BA,17cuyo
color evolucionó hacia los mismos tonos que la Gran Mancha Roja a comienzos del
2006.18La coloración rojiza de ambas manchas puede producirse cuando los gases de la
atmósfera interior del planeta se elevan en la atmósfera y sufren la interacción de la
radiación solar. Las mediciones en el infrarrojo sugieren que ambas manchas se elevan
por encima de las nubes principales. El paso, por tanto, de óvalo blanco a mancha roja
podría ser un síntoma de que la tormenta está ganando fuerza. El 8 de abril de 2006, la
cámara de seguimiento avanzada del Hubble tomó nuevas imágenes de la joven tormenta.
Estructura de nubes[editar]
Las nubes superiores de Júpiter están formadas probablemente de cristales congelados de
amoníaco.19 El color rojizo viene dado por algún tipo de agente colorante desconocido
aunque se sugieren compuestos de azufre o fósforo. Por debajo de las nubes visibles
Júpiter posee muy posiblemente nubes más densas de un compuesto químico llamado
hidrosulfuro de amonio, NH4HS. A una presión en torno a 5-6 Pa existe posiblemente una
capa aún más densa de nubes de agua. Una de las pruebas de la existencia de tales
nubes la constituye la observación de descargas eléctricas compatibles con tormentas
profundas a estos niveles de presión. 20 Tales tormentas convectivas pueden en ocasiones
extenders
La Tierra se formó hace alrededor de 4550 millones de años, a partir del material del que se
constituyó el resto del Sistema Solar, que inicialmente era una nube estelar de gases y polvo
cósmico. La formación del planeta tardó entre 10 y 20 millones de años, a medida que su
superficie se enfriaba y se acumulaba a su alrededor la nube de gases que hoy es la atmósfera.
Gracias a ello, el ciclo hidrológico pudo tener inicio, contribuyendo a enfriar el planeta más
rápidamente hasta niveles en que la vida pudo tener inicio. Con el tiempo, la gran cantidad de
agua líquida en la superficie otorgó a nuestro planeta su tono azul al ser observado desde el
espacio.
La Tierra es el quinto planeta del Sistema Solar en cuanto a tamaño, y el único capaz de
albergar vida. Posee una forma esférica con un leve achatamiento en los polos, y 12.756 km de
diámetro a la altura del Ecuador (un radio ecuatorial de 6.378,1 kilómetros).
Su masa es de 5,9736 x 1024 kilogramos y su densidad de 5,515 g/cm3, la más alta del Sistema
Solar. También tiene una aceleración de gravedad de 9,780327 m/s2.
Al igual que otros planetas interiores como Marte y Mercurio, la Tierra es un planeta rocoso,
con una superficie sólida y un núcleo de metal líquido (por acción del calor y de la presión de
su propia gravedad), a diferencia de otros planetas gaseosos como Venus o Júpiter. Su
superficie se divide entre la atmósfera gaseosa, la hidrósfera líquida y la geósfera sólida.
capas de la tierra
La Tierra está formada por capas cada vez más densas a medida que se acercan al núcleo.
La masa terrestre está integrada por un conjunto diverso de elementos químicos. Los
elementos más abundantes son el hierro (32,1%), oxígeno (30,1%), silicio (15,1%), magnesio
(13,9%), azufre (2,9%), níquel (1,8%), calcio (1,5%) y aluminio (1,4%), dejando un 1,2% para el
resto de los elementos.
Se estima que en sus capas interiores abunda el hierro y el níquel, lo cual sería responsable de
la generación de su campo magnético o magnetósfera.
El planeta está compuesto por capas concéntricas de materia que se extienden hacia el núcleo
desde la superficie. Dichas capas son:
Corteza. Va de los 0 a los 35 kilómetros de profundidad, siendo la capa en donde está ubicada
la vida, constituida principalmente de silicatos sólidos.
Manto superior. Va de los 35 a los 60 kilómetros de profundidad, y está compuesta
mayormente por rocas peridotíticas, sumamente básicas, de las cuales podrían provenir los
basaltos.
Manto terrestre. El manto de la Tierra va desde los 35 kilómetros de profundidad, hasta los
2890, es decir, hasta la parte externa del núcleo. Es la capa más ancha de la estructura interna
de la Tierra, rica en silicatos, magnesio y hierro, todo en estado semisólido y de viscosidad
variable. Dentro del manto se halla el manto interior y también la astenósfera.
Astenósfera. Una capa de baja viscosidad que comprende la zona superior del manto terrestre,
conformada por materiales silicatados en estado sólido y semifundido o fundido parcialmente,
dependiendo de su proximidad al magma hirviente. Las placas tectónicas se mueven por
encima de la astenósfera. Esta capa va desde los 100 hasta los 700 kilómetros de profundidad.
Núcleo. El núcleo terrestre es el “corazón” del planeta, y está compuesto mayormente por
metales ferromagnéticos (hierro y níquel), divididos en dos etapas:
Núcleo externo. Extendiéndose desde los 2890 kilómetros de profundidad hasta los 5100, esta
capa líquida de metal sumamente viscoso descansa sobre el núcleo interno y comprende
mayormente hierro, con trazas de elementos más livianos.
Núcleo interno. El verdadero centro de la Tierra es un núcleo de metal sólido, que gira con una
velocidad angular ligeramente superior al resto del planeta, y que es responsable de la
generación de su magnetósfera. Posee un radio de aproximadamente 1255 kilómetros y se
cree que su composición sea de un 70% hierro y un 30% níquel, junto a ínfimas porciones de
otros metales pesados como iridio, plomo y titanio.
La diferencia de estaciones entre los hemisferios se debe a la inclinación del eje terrestre.
Rotación. Un movimiento giratorio sobre su propio eje, que expone su superficie al sol
intermitentemente y es causante de los días y las noches.
Por otro lado, el eje de rotación de la Tierra se encuentra inclinado en aproximadamente 23,5
grados. Es por esta inclinación que cada hemisferio recibe cada seis meses los rayos del Sol de
forma más directa (provocando así el cambio de las estaciones climáticas).
Existen otros dos tipos de movimientos que, aunque no podamos percibir en nuestra
experiencia cotidiana, se comprueban científicamente:
Precesión. Es un movimiento muy leve del eje terrestre. Cada 25.776 años la inclinación del eje
se modifica los suficiente como para que se inviertan las estaciones.
Nutación. Es una oscilación leve del eje de rotación. Se debe al efecto de la combinación de las
fuerzas de gravedad de la Tierra, la Luna y el Sol.
Nuestro planeta posee una magnetósfera, surgida a partir del movimiento de su núcleo
metálico. Este campo magnético nos ha protegido desde épocas tempranas del dañino viento
solar. De no existir esta protección, las fuerzas del Sol habrían destruido la atmósfera hace
millones de años.
Además es el norte magnético según el cual se orientan las brújulas y los animales migratorios
en sus kilométricos desplazamientos.
La vida apareció durante Precámbrico, es decir, el primer y más largo período geológico de
nuestro planeta. Se remonta a los inicios mismos del planeta, en medio de una torrencial
actividad volcánica y eléctrica, hace unos 4.000 millones de años.
En algún instante remoto, ciertas condiciones químicas particulares, gracias a la presencia del
agua líquida en el planeta, permitieron la creación de moléculas autorreplicantes, que fueron
creciendo en complejidad y en abundancia, hasta dar pie a la formación de las primeras células
hace unos 3800 a 3500 millones de años.
Esos primeros organismos emprendieron una carrera evolutiva a partir de la diversificación del
llamado LUCA (Last Universal Common Ancestor), el primer ancestro común a todas las formas
de vida existentes hoy. Así nacieron los procesos energéticos básicos que cambiaron el mundo.
Por ejemplo, la fotosíntesis llenó la atmósfera de oxígeno y propició la posterior aparición de la
respiración. Todo ello bajo la protección de la capa de ozono de la atmósfera, sin la cual la
radiación ultravioleta habría hecho muy difícil la preservación molecular del ADN, y sin ello, la
vida como ahora la comprendemos.
La Luna
La Luna es el único satélite natural de nuestro planeta. Su origen se remonta a los períodos de
la formación misma de la Tierra, con la cual comparte algunas semejanzas geoquímicas. Tiene
1738 kilómetros de radio y un período de rotación idéntico al de su traslación en órbita
alrededor de la Tierra. Por eso, siempre vemos el mismo lado de la Luna.
La Luna posee una masa de 7,349 x 1022 kg, 1/81 de la masa terrestre, siendo el satélite más
grande del Sistema Solar en cuanto a proporción con su planeta regente. Su atracción sobre
nuestro planeta desencadena el fenómeno de las mareas, lo cual hace suponer que jugó algún
tipo de rol en los circuitos climáticos que facilitaron la aparición de la vida.
La teoría más aceptada sobre su origen se denomina El Gran Impacto. La misma supone la
existencia de un protoplaneta llamado Tea, cuya órbita coincidía con la Terrestre lo suficiente
como para que eventualmente chocaran el uno contra el otro, fusionándose y dejando atrás
una estela de escombros que a lo largo de los años venideros dieron origen a la Luna.
Sistema solar
Todos los planetas del Sistema Solar orbitan alrededor del Sol.
Nuestro planeta forma parte del Sistema Solar, que es el sistema estelar de cuerpos orbitando
al Sol, en trayectorias elípticas concéntricas, en cada una de las cuales se halla uno de los ocho
planetas (en orden de proximidad al Sol): Mercurio, Venus, la Tierra, Marte, Júpiter, Saturno,
Urano y Neptuno.
Además, alrededor del Sol orbita un cinturón de asteroides que los separa en dos grupos:
planetas interiores (los primeros cuatro) y planeta exteriores (los últimos cuatro), y más allá un
conjunto de objetos trasneptunianos (entre ellos el antiguo planeta Plutón), en la llamada
Nube de Oort y el Cinturón de Kuiper.
La Vía Láctea es la galaxia en la cual se encuentra nuestro Sistema Solar. Es una galaxia espiral
barrada, que reúne la masa de 1012 veces el Sol, en un diámetro que se estima de 10.000 años
luz, equivalentes a un trillón y medio de kilómetros.