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LOS PROBLEMAS BÁSICOS DE LA FAMILIA

Génesis 3.

   INTRODUCCIÓN: Desde el siglo XIX los sociólogos de la familia elaboraron la “Teoría


del desenvolvimiento social”, mediante la cual hasta el día de hoy nos han tratado de hacer
creer que la familia ha estado mejorando cada vez más y que se ha ido aproximado a su estado
ideal, y que se encamina al pináculo de la perfección[1].  En 1945, Carle C. Zimmerman de la
Universidad Nacional Autónoma de México, en la Revista Mexicana de Sociología, en un
artículo denominado La Crisis de la Familia, hace una observación muy bien enfocada en la
que hace un análisis de la decadencia de la vida familiar mexicana, en la que desde ese
entonces ya se podía notar un descenso de la natalidad, falta de interés en la vida familiar,
elevado porcentaje de delincuencia juvenil, y debilidad de los lazos familiares. Luego hace otra
observación de que todos estos síntomas son la evidencia del inicio de una repetición por
tercera vez en la historia de la humanidad, de la decadencia de la familia tal como ocurrió en el
pasado primero en Grecia, y luego en Roma[2].  La misma historia universal nos alerta del
peligro en el que ahora nos encontramos. Hoy, en pleno siglo XXI, 71 años después de
Zimmerman, podemos en nuestra civilización y cultura observar con mayor amplitud la
existencia de todos estos síntomas que hacen evidente que estamos circulando en camino de la
decadencia familiar, y se nos quiere seguir haciendo creer que la familia está mejorando y que
se está aproximando a su estado ideal, y que se sigue encaminando al pináculo de la perfección.
En realidad, si no nosotros directamente, otros actores sociales y hasta políticos nos quieren
descomponer o empeorar la original vida familiar tal como fue diseñada por Dios.  ¿Por qué la
familia como institución divina y social, actualmente está en situación de decadencia?
   En el mensaje de este momento les voy a predicar que la familia como núcleo de la sociedad
en la que vive, camina hacia la decadencia por diversos problemas básicos en su relación con
respecto a Dios. / ¿Cuáles son estos diversos problemas básicos de la familia en su relación con
respecto a Dios que le llevan a la decadencia? / Génesis 3 nos presenta no solamente el inicio
del pecado como el peor mal cometido de manera personal, y que según el resto de las
Escrituras consistió en un pecado representativo de toda la raza humana; sino que nos presenta
el inicio del pecado a partir de la primera familia conformada en aquél entonces solamente por
Adán y Eva.  Aquel pecado familiar muy pronto le llevó a una decadencia pecaminosa en todos
los sentidos. Basado en el relato bíblico de Génesis 3, les compartiré algunos de los problemas
básicos que llevan a la familia hacia la decadencia, problemas que tienen que ver con su
relación con respecto a Dios.  Desde luego que hay esperanza en rescatar la integridad familiar.

   El primer problema básico de la familia en su relación con respecto a Dios, y que le lleva
hacia la decadencia, es:

I.- EL PECADO DE DESCARTAR LO ESTABLECIDO POR DIOS.


   En la historia bíblica observamos que el enemigo principal de Dios y de toda su obra tanto en
el cielo como en la tierra, mediante la apariencia de una serpiente que extraordinariamente con
Eva uno de los miembros de la primera familia humana entabló una conversación en lenguaje
humano, en la que dijo a la mujer: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del
huerto? / Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos
comer; / pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él,
ni le tocaréis, para que no muráis. / Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; /
sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como
Dios, sabiendo el bien y el mal. / Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era
agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y
comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3:1-6).   Lo que
podemos observar en esta narración es que la serpiente tentadora aprovechó la ocasión para
engañar a aquella familia, pero tanto Eva como Adán aun sabiendo lo que Dios había dicho que
no deberían hacer, terminaron haciéndolo, lo cual fue una decisión consciente.  El diablo en
forma de serpiente, no les amenazó con una mordedura venenosa ni de ninguna otra manera. 
Fue por la decisión libre, voluntaria, y consciente de ambos miembros de la familia, primero de
Eva, luego de Adán, que desobedecieron abiertamente la instrucción que Dios les había dado. 
La consecuencia es que desde entonces, para ellos mismos todo comenzó a cambiar.  Como
familia quedaron sujetos a las consecuencias de su pecado de haber desobedecido a Dios.
   Amados hermanos, las Sagradas Escrituras están llenos de casos que no enseñan lo que no
deberíamos repetir, pues nos muestran los peligros y consecuencias de descartar tanto de
manera personal como de manera familiar lo establecido por Dios.  Cada familia está en peligro
de su propia decadencia si descarta cualquier instrucción establecida por Dios, pero también
toda una sociedad de familias que descarten lo establecido por Dios solo aseguran que su propia
cultura familiar se corrompa y viva en constante depravación espiritual y pecaminosa delante
de Dios.  En estos momentos que en nuestro país se nos quiere orillar a descartar lo que está
establecido por Dios, debemos tener mucho cuidado de no caer en dicha trampa sociológica
porque pone en riesgo la estabilidad de nuestra propia familia, y la de nuestros descendientes,
que tendrán problemas para vivir bajo el diseño original de Dios para la familia.  El diablo
como principal enemigo de toda obra de Dios ya no se presenta como serpiente sino mediante
ideologías y filosofías sociales y espirituales, de las cuales tenemos que estar alertas; sin
embargo, nosotros debemos mantenernos en lo establecido por Dios, pues de otra manera
estaríamos haciendo decaer a nuestra propia familia.

   El segundo problema básico de la familia en su relación con respecto a Dios, y que le lleva
hacia la decadencia, es:

II.- EL PECADO DE HUIR DE LA GRACIA DE DIOS.


   De verdad que el ser humano desde que Adán y Eva desobedecieron por primera vez,
condenó a toda su descendencia ordinaria, a caer en un estado de depravación total, el cual en
vez de recurrir inmediatamente a Dios para encontrar solución a nuestros problemas humanos
ya sean personales o familiares, nos inclina a hacer lo contrario alejándonos más de Dios.  El
relato bíblico dice que luego que Eva y Adán desobedecieron a Dios, “Entonces fueron
abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de
higuera, y se hicieron delantales. / Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el
huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios
entre los árboles del huerto. / Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? /
Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me
escondí” (Génesis 3:7-10).
   Lo primero que observamos en el relato es que sin importar que habían pecado ante Dios,
Dios mismo vino a ofrecerles y traerles solución, pero ambos, según nos lo relata Moisés “se
escondieron de la presencia de Jehová entre los árboles de huerto”, sin embargo, Dios
sabiendo dónde estaban ‘escondidos’, les llamó.  Talvez no pudieron pensar como siglos más
tarde lo hiciera David cuando dijo: “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu
presencia? / Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí,
allí tú estás. / Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, / aun allí me
guiará tu mano, y me asirá tu diestra. / Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán;
aun la noche resplandecerá alrededor de mí. / Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche
resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz” (Salmo 139:7-12).  Lo
segundo es que al descubrirse desnudos, quisieron solucionar ese problema no como Dios había
planeado solucionárselos.  Lo que ellos hicieron fue que: “cosieron hojas de higuera, y se
hicieron delantales”, pero lo que Dios hizo para ellos fue diferente, pues dice Moisés: “Y
Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió” (Génesis 3:21).
   Amados hermanos, a pesar del pecado de Adán y Eva, Dios personalmente vino a ayudar a
aquella familia, vistiéndole de pieles.  Los teólogos ven en este acto de Dios de no hacerles más
delantales de hojas de higuera como ellos hicieron primero, sino que les hizo túnicas de pieles,
lo que presupone que Dios tuvo que sacrificar algún animal (quizá una oveja), lo cual
representa en la teología cristiana que el pecado del ser humano solamente puede ser cubierto
con el sacrificio de Cristo quien cubrió con su sangre el pecado de la humanidad que Dios
escogió para salvar  El sacrificio de Cristo fue para que el pecador juntamente con su familia no
tenga que recurrir a recursos de su propio ingenio e imaginación, sino para que reciba según el
plan de Dios la solución perfecta para su vida.  Lo que notamos en Génesis 3 así como en
Génesis 4 es que tan pronto la familia tiene un problema, Dios allí está presente disponible para
ofrecer una gracia la cual no debería ser rechazada por la persona y por la familia.  Cuando Eva
y Adán pecaron, inmediatamente Dios allí estuvo para traerles solución.  Cuando Caín mató a
su hermano Abel, Dios allí estuvo para traerle solución más que castigo, pues le brindó y
aseguró protección especial para que nadie le matara a él.  La familia de hoy cuenta con la
perfecta solución de Dios solamente si su gracia es aceptada.

   El tercer problema básico de la familia en su relación con respecto a Dios, y que le lleva hacia
la decadencia, es:

III.- EL PECADO DE NO RECONOCER LAS CULPAS PERSONALES.


   Estando todavía en su condición de huidores de la gracia que Dios quería otorgarles, dice
Moisés que cuando Dios habló primero con Adán, “…Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que
estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? / Y el hombre
respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. / Entonces
Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me
engañó, y comí” (Génesis 3:11-13).  La familia de Eva y Adán tuvo un gran problema entre
ellos mismos al no reconocer cada quien sus culpas personales.  Ninguno quiso ser responsable
de sus propias acciones y decisiones. Adán le echó la culpa a Eva, y Eva culpó al diablo-
serpiente.  Eso llevó a que inevitablemente ambos recibieran castigos de Dios.
   También cuando observamos el problema familiar que se suscitó entre Caín y Abel, nos
damos cuenta que tras haber Caín matado a su hermano Abel, Dios le pregunta a Caín dónde
estaba su hermano, y la respuesta de Caín a Dios fue: “No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi
hermano?” (Génesis 4:9b).  No quería reconocer su culpa, que a la vista de Dios todo estaba
bien claro de que Caín era el responsable de la muerte de Abel.  Tanto por el pecado cometido
por el no reconocer su culpabilidad también recibió su justo castigo bien merecido.
   Amados hermanos, cuando una persona y hasta cuando una familia no reconoce sus propios
pecados, como sucedió tanto con Eva y Adán, como con Caín mismo, es que Dios impone una
sentencia justa (cf. Génesis 3:16-19; 4:11-12), pero cuando hay reconocimiento de cualquier
culpa, siempre hay perdón de parte de Dios.  Si queremos una familia que no decaiga en medio
de una sociedad y cultura donde la familia está decayendo tenemos que buscar el perdón de
Dios cuando cometemos faltas hacia la propia familia, o de cualquier otra relación humana.  No
reconocer nuestras faltas es un problema básico muy peligroso pues dice la palabra de Dios
que: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta
alcanzará misericordia. / Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; mas el que
endurece su corazón caerá en el mal” (Proverbios 28:13-14).  Como familia no tenemos que
encubrir nuestros pecados porque eso nos afectará grandemente.

   El cuarto problema básico de la familia en su relación con respecto a Dios, y que le lleva
hacia la decadencia, es:

IV.- EL PECADO DE NO ACEPTAR LA VICTORIA DE JESUCRISTO.


   Es importante que observemos la sentencia que Dios determinó no al hombre ni a la mujer,
sino a la serpiente o sea al diablo mismo.  El relato nos dice: “Y Jehová Dios dijo a la
serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los
animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. / Y
pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en
la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:14-15).  El detalle que quiero enfatizar es
el final de la sentencia en la que Dios le dice a la serpiente que habrá una simiente de la mujer,
o sea un hijo de ella, a quien lo máximo que el diablo-serpiente podrá hacerle es que:  “le
herirás en el calcañar”, lo cual no representa mortalidad sino un pequeño ataque del cual se
puede recuperar.  Este hijo de la mujer, no fue ninguno de los hijos de Eva, sino uno de sus
descendientes muchos siglos después, y es nada menos que Jesucristo, al mismo tiempo el Hijo
de Dios.  Y el ataque de la serpiente-diablo contra “el calcañar” de Jesús consistió en todo el
proceso de sufrimientos que le llevaron hasta la cruz y hasta la muerte.   Sin embargo, aunque
este ataque es fuerte y humanamente mortal, no representaría una victoria de la serpiente-diablo
ni contra Dios, ni contra Jesús, ni contra el ser humano como individuo ni como familia.  Se
puede entender aquí que por culpa del pecado de una familia, la de Eva y Adán, Dios mismo
sentenció hasta a su propio hijo para que muriera, precisamente para la solución del problema
del pecado de cada miembro de la familia, para que la familia viva en victoria delante de Dios.
   La sentencia que la serpiente-diablo recibió para sí mismo fue mucho más fuerte que la
sentencia que Dios determinó para Jesucristo.  A la serpiente-diablo, Dios le dijo que la
simiente de la mujer, o sea Jesús: “te herirá en la cabeza” (v. 15), lo cual se refiere al poder
mortal que el hijo de la mujer tendría sobre el diablo mismo.  Jesús al no ser retenido ni por la
muerte ni por el diablo mismo sino que resucitó al tercer día de su muerte, le dio el triunfo total
en contra del poder del diablo mismo.  Desde entonces, el diablo aunque jamás dejará de existir
no podrá dominar por completo al ser humano ni en lo individual ni el no familiar.  Cristo ganó
recuperando la victoria que la familia había perdido por desobedecer desde el Edén.
   Amados hermanos, esta historia de las sentencias contra el hombre, la mujer, la tierra,
Jesucristo, y contra el diablo mismo, nos quiere dejar bien claro que el pecado que persigue a
toda persona y que afecta incluso hasta la vida familiar, tiene solución pero solamente por y
mediante la obra de la persona de Jesucristo quien venció al diablo en sus tentaciones, y no
pudo retener a Jesús para él y su infierno.  La familia que ha creído en Jesucristo para su
salvación debe echar mano de la victoria de Cristo, viviendo las leyes del reino de Dios
anunciadas por Jesucristo en su evangelio.

   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, debido a que el problema básico de la familia es el


pecado,… Jamás va a poder progresar un hogar donde se practica el pecado, se encubren las
faltas y se actúa con irresponsabilidad.  No permita que el pecado sea parte del diario vivir de
su familia y enfréntelo con Jesucristo y sus enseñanzas.  Mejore su hogar viviendo de acuerdo a
las instrucciones de Dios.  Que en su casa la obediencia, la espiritualidad, la responsabilidad y
el amor traigan cambios positivos que mejoren la condición moral, emocional y espiritual de su
familia.  Tenga presente que el problema de su familia ni siquiera es la falta de dinero, ni
siquiera es la crisis general del país, sino es el pecado que mora en la vida de cada integrante de
la familia.  Es el pecado de descartar lo establecido por Dios, es el pecado de huir de la gracia
de Dios, es el pecado de no reconocer las culpas personales, y es el pecado de no aceptar la
victoria de Jesucristo; pero si Jesucristo llega a la vida, entonces las cosas cambiarán.   Cada
familia debe luchar en contra del pecado, solamente por medio de Jesucristo.
  Dios bendiga a nuestras familias.

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