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Una de las experiencias más emocionantes de la vida cristiana es la oración contestada por Dios.
Esta nos aumenta la fe y la confianza que hemos puesto en nuestro Señor Jesucristo; y nos capacita
para esperar pacientemente en él, cuando le hacemos nuestra petición (Salmo 40: 1-3)
1.- Nuestra vida delante de Dios tiene pendiente algún pecado que aún no ha sido
confesado y por lo tanto la deuda no ha sido perdonada. (1 Juan 1:9; Isaías 1: 10-12; Prov. 28:13)
Hay varios casos que se registran en la Biblia sobre este punto, aunque el Señor en Su soberanía,
también puede bendecirnos sin que lo pidamos o antes de que nos arrepintamos.
Por ejemplo: lo hizo con la humanidad perdida: “Más Dios muestra Su amor para con nosotros, en que
siendo aún pecadores Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8)
Sin embargo el hecho de que Dios sea bondadoso y “hace salir el sol sobre todos, sean malos o buenos;
y hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5:45), no quiere decir que Dios no esté buscando nuestra
santificación y nuestra obediencia absoluta a él, para que podamos vencer las tentaciones que el
maligno nos pone y vivir la vida plena y victoriosa que Cristo nos ha dado (Hebreos 12: 4-11)
De hecho, una manera que Dios usa para que sus hijos nos demos cuenta que no podemos jugar con
el pecado, es limitar las contestaciones a nuestras oraciones; porque si Dios nos respondiera siempre,
sin importar si estamos o no en pecado, entonces nunca tomaríamos en serio el pecado y sus
consecuencias.
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La Biblia dice:
“Sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace Su
voluntad, a ése oye” (Juan 9:31).
“He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado Su oído
para oír; pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios; y
vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros Su rostro par no oír” (Isaías 59:1-2)
Así que, si deseas que Dios escuche siempre tu oración, confiesa todo pecado a él, que es fiel y justo
para perdonarte. Igualmente, resuelve los problemas conyugales (1 Pedro 3:7) y perdona a los que te
han ofendido (Mateo 6: 14-15)
Por ejemplo, algunas veces no recibimos lo que pedimos porque no pedimos de acuerdo a la
voluntad de Dios sino que somos guiados por nuestro egoísmo, vanidad o deseos carnales.
“Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no
tenéis lo que deseáis, porque no pedís; pedís y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros
deleites” (Santiago 4:2-3).
Por lo tanto, como Dios sabe cuáles necesidades tenemos aún antes de que le pidamos (Mateo 6:32);
debemos siempre confiar en Dios y suprimir toda preocupación (1 Pedro 5:7), pues sabemos que Él
nos ama y no nos abandonará sino que proveerá siempre lo que vayamos necesitando en la vida,
busquemos entonces los motivos de Dios y no los nuestros.
Si nos dejamos dirigir por el Espíritu Santo, siempre sabremos cuál es la voluntad del Padre (1 Cor.
2: 10-12; Juan 16: 13-15):
Busquemos primeramente el reino de Dios y Su justicia (Mateo 6:3)
Pidamos sabiduría de lo alto y dirección divina (Santiago 1:5)
Pidamos ser llenos del Espíritu Santo (Lucas 11:13) y mantengamos la comunión con Él.
También dijo: “Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a Su
voluntad, él nos oye; y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que
tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:14-15).
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De modo que, si deseas ver tus oraciones contestadas, busca siempre conocer la voluntad de Dios y
luego pide eso mismo: Su voluntad, sabiendo que la voluntad de Dios es siempre buena, agradable y
perfecta (Rom. 12:2).
Recuerda que el mismo apóstol Juan estuvo muchos años en la cárcel y, por lo que nos dice en estos
versículos, no le pedía al Señor que lo sacara de la cárcel. El podía confiar en Dios aunque estuviera
preso. El sabía que algún propósito tendría Dios; y no pasó mucho tiempo en descubrirlo. En la
cárcel, Dios le dio la revelación de los últimos tiempos y pudo escribir el libro de Apocalipsis.
De manera similar pasó con el apóstol Pablo que estuvo preso por más de dos años y podía confiar
en Dios y reconoció que ésa era Su voluntad (2 Tim. 1:8), pues si el Señor lo hubiera querido
libertar como lo hizo antes en Filipos (Hechos 16: 23-40) ya estaría libre. Sin embargo, como Pablo
no tenía plena libertad para moverse y trasladarse, tuvo que escribir… y estas cartas componen hoy
una gran parte de la revelación de Dios en el Nuevo Testamento.
Con el Señor Jesús pasó igual; en el Monte de Getsemaní él oró al Padre que, si era posible, pasara la
última y más amarga copa: la cruz; pero también dijo: Que se haga Tu voluntad. Y la voluntad de
Dios era que antes de la resurrección y ascensión, pasara por la cruz, lo que Jesús acató con toda
mansedumbre (Mateo 26:36-46); y hoy en día millones de almas pueden ir al cielo como hijos de
Dios, por la obediencia total del Señor Jesús.
La Biblia nos dice: “pero pida con fe, no dudando nada” (Santiago 1: 6)
Y en Hebreos declara: “Es pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se
ve” “pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios; crea
que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11: 1, 6
Quiero concluir diciendo que Dios quiere bendecir tu vida y, más que todo, aumentar tu fe y tu
crecimiento “de gloria en gloria”, para que cada día estés más cerca de él.
Bendiciones.