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En tanto que de rosa y de azucena ¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas,
se muestra la color en vuestro gesto, dulces y alegres cuando Dios quería,
y que vuestro mirar ardiente, honesto, Juntas estáis en la memoria mía,
con clara luz la tempestad serena; y con ella en mi muerte conjuradas!
y en tanto que el cabello, que en la vena ¿Quién me dijera, cuando las pasadas
del oro se escogió, con vuelo presto horas que en tanto bien por vos me vía,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto, que me habiáis de ser en algún día
el viento mueve, esparce y desordena: con tan grave dolor representadas?
Soneto V Canción V
ni aquellos capitanes
en las sublimes ruedas colocados,
por quien los alemanes
el fiero cuello atados,
y los franceses van domesticados.
Y como codiciosa
Oda I – Vida retirada por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
¡Qué descansada vida una fontana pura
la del que huye del mundanal ruïdo, hasta llegar corriendo se apresura.
y sigue la escondida
senda, por donde han ido Y luego, sosegada,
los pocos sabios que en el mundo han sido; el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
Que no le enturbia el pecho de verdura vistiendo
de los soberbios grandes el estado, y con diversas flores va esparciendo.
ni del dorado techo
se admira, fabricado El aire del huerto orea
del sabio Moro, en jaspe sustentado! y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
No cura si la fama con un manso ruïdo
canta con voz su nombre pregonera, que del oro y del cetro pone olvido.
ni cura si encarama
la lengua lisonjera Téngase su tesoro
lo que condena la verdad sincera. los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
¿Qué presta a mi contento de los que desconfían
si soy del vano dedo señalado; cuando el cierzo y el ábrego porfían.
si, en busca deste viento,
ando desalentado La combatida antena
con ansias vivas, con mortal cuidado? cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
¡Oh monte, oh fuente, oh río,! confusa vocería,
¡Oh secreto seguro, deleitoso! y la mar enriquecen a porfía.
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo A mí una pobrecilla
huyo de aqueste mar tempestuoso. mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
Un no rompido sueño, de fino oro labrada
un día puro, alegre, libre quiero; sea de quien la mar no teme airada.
no quiero ver el ceño
vanamente severo Y mientras miserable-
de a quien la sangre ensalza o el dinero. mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
Despiértenme las aves del peligroso mando,
con su cantar sabroso no aprendido; tendido yo a la sombra esté cantando.
no los cuidados graves
de que es siempre seguido A la sombra tendido,
el que al ajeno arbitrio está atenido. de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
Vivir quiero conmigo, al son dulce, acordado,
gozar quiero del bien que debo al cielo, del plectro sabiamente meneado.
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
III
Llama de amor viva Cuanto más alto llegava
de este lance tan subido
tanto más baxo y rendido
¡O llama de amor viva,
y abatido me hallava
que tiernamente hyeres
dixe: No abrá quien alcance.
de mi alma en el más profundo centro!
Abatíme tanto tanto
pues ya no eres esquiva,
que fuy tan alto tan alto
acava ya, si quieres;
que le di a la caça alcance.
rompe la tela de este dulce encuentro.
IV
Por una estraña manera esperé solo este lance
mil buelos pasé de un buelo y en esperar no fuy falto
porque esperança de cielo pues fuy tan alto tan alto,
tanto alcança quanto espera que le di a la caça alcance.