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Creer para ver

Parte 5: La Decisión de Creer

Todos los días tomamos cientos de decisiones. Algunas de ellas son muy simples, pero otras
son muy trascendentes. En realidad, cada una de nuestras decisiones va formando quiénes
somos. Qué estudias, con quién te casas, a qué te dedicas. Todas esas son decisiones muy
importantes. Pero la decisión más profunda es en quién creemos. En el estrato má s
profundo de nuestro ser está n nuestras creencias. Los psicó logos explican la realidad
humana con pirá mides en las que cada nivel representa una parte má s profunda de nuestro
ser. Hay diferentes modelos. Pero, en la cú spide casi siempre está n nuestras acciones, los
resultados. Y las creencias siempre está n en los niveles má s profundos. Porque nuestras
creencias son los cimientos de nuestro ser. Aquello en lo que creemos influye
profundamente y determina:
 Nuestra toma de decisiones
 Nuestros valores
 Nuestras metas
 Nuestra manera de ver al mundo
 Nuestra manera de vivir
Hoy estudiaremos la historia de Josué, un personaje bíblico a quien le fue presentado el
desafío de creer en Dios en varias ocasiones. Y él mismo termino su vida presentando ese
reto a todo el pueblo. Esa fue la decisió n má s importante de su vida. Estudiemos su
aventura de fe y seamos desafiados a creer para ver.
14 
Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre
vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en
Egipto; y servid a Jehová. 15  Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién
sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro
lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa
serviremos a Jehová.
Josué 24:14-15

Josué presentó al pueblo la alternativa creer en Dios o creer en otra cosa. Y es la misma
decisió n que se nos presenta a nosotros todos los días. En la vida hay dos opciones: creer
en Dios o creer en el mundo, y nuestra respuesta a esa cuestión determina el rumbo
de nuestra vida. Entendamos qué significa creer en Dios.

DEPENDENCIA TOTAL. Creer es depender totalmente


A menudo leemos la Biblia concentrá ndonos en el valor o la fe de los personajes bíblicos.
Pero una buena lectura de la Biblia no nos invita a que nos fijemos en los hombres sino en
Dios. El punto de la historia bíblica es que veamos a Dios y nos enamoremos de él. La
enseñanza de la Biblia es que Dios es suficiente. Todo depende de Dios, no de ningú n
héroe humano. En la historia de Josué, el héroe no es él mismo sino Jehová . En cada victoria
de Josué el punto es que no fue por sus propias fuerzas o su valor sino por el poder y la
gracia de Dios. Al final de sus añ os Josué resumió su vida así: Josué llamó a todo Israel, a
sus ancianos, a sus jefes, a sus jueces y a sus oficiales, y les dijo: Yo ya soy viejo y
avanzado en años. Y vosotros habéis visto todo lo que el Señor vuestro Dios ha hecho a
todas estas naciones por causa de vosotros, porque el Señor vuestro Dios es quien ha
peleado por vosotros. Josué 23:2-3. Josué reconocía que cada victoria era por Dios. Veamos
algunos de esos momentos má s importantes en la historia de fe de Josué:
1. Dirigió al pueblo en victorias militares. Y Moisés dijo a Josué: Escógenos
hombres, y sal a pelear contra Amalec. Mañana yo estaré sobre la cumbre del
collado con la vara de Dios en mi mano. É xodo 17:9. Creer es dejar que Dios
pelee nuestras batallas.
2. Fue discípulo de Moisés. Y acostumbraba hablar el Señor con Moisés cara a
cara, como habla un hombre con su amigo. Cuando Moisés regresaba al
campamento, su joven ayudante Josué, hijo de Nun, no se apartaba de la tienda.
É xodo 33:11. Creer es seguir a otros que han creído.
3. Fue uno de los dos espías que confiaron en Dios. Y Josué, hijo de Nun, y Caleb,
hijo de Jefone, que eran de los que habían reconocido la tierra, rasgaron sus
vestidos. Nú meros 14:6. Creer es confiar que Dios puede hacer lo imposible.
4. Fue uno de los dos que sobrevivieron al desierto. De cierto que vosotros no
entraréis en la tierra en la cual juré estableceros, excepto Caleb, hijo de Jefone, y
Josué, hijo de Nun. Nú meros 14:30. Creer es permanecer fiel en la espera.
5. Fue el sucesor de Moisés. Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu
vida. Así como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré.
Josué 1:5. Creer es continuar la fe de los que nos precedieron.
6. Confió en Dios al conquistar la tierra. Y el Señor dijo a Josué: Mira, he
entregado en tu mano a Jericó y a su rey con sus valientes guerreros. Josué 6:2.
Creer es confiar en que Dios pelea por nosotros.
Creer es reconocer que nada es por nuestras fuerzas sino por Dios. Creer es ver a Dios en
todo lo que pasa en nuestra vida, reconocer que él está ahí. Cada uno de nosotros debe
preguntarse ¿De quién dependo? Si dependemos de otras cosas; de nosotros mismos, de
nuestro trabajo, del dinero, o del gobierno, entonces no creemos realmente en Dios. Otra
manera de preguntar eso es pensar ¿qué nos quita la paz? ¿qué nos preocupa? ¿qué nos
hace enojar? Si no dependemos de Dios, cualquier cosa puede quitarnos el sueñ o. Pero solo
depender en Dios nos da completa paz. Dependamos totalmente de Dios.

CONFIANZA DELIBERADA. Creer es confiar deliberadamente


Cuando Josué ya era un hombre viejo y sabía que estaba a punto de partir de este mundo
reunió a todo el pueblo y les dio un discurso sumamente emotivo y desafiante. Era un
momento extremadamente importante para el pueblo de Dios. Habían salido de Egipto y
Dios había hecho un pacto con ellos en el Sinaí. Habían pasado cuarenta añ os en el desierto
y finalmente conquistaron Canaá n por la mano de Jehová . Ahora estaban al comienzo de
una nueva aventura: habitar la Tierra Prometida.
Iba a ser un cambio radical en su forma de vivir. Dejarían de ser nó madas para volverse
sedentarios. Dejarían el desierto para vivir en la tierra de Canaá n. Y la pregunta era ¿Se
puede seguir confiando en Dios? Jehová había demostrado ser fiel:
 Al sacarlos de Egipto
 Al cuidarlos en el desierto
 Al darles victorias militares
Pero, ¿será posible que Dios supiera algo de vivir en Canaá n, de cultivar la tierra, o sería
mejor idea ir tras los Baales que ya eran en expertos en Canaá n y en la agricultura? Podrá
parecernos raro a nosotros, pero para el pueblo de Dios era una pregunta real. En aquella
época se consideraba que cada tierra era pertenencia de un dios en específico. Ese dios se
encargaba de bendecir esa tierra, y era el experto en todo lo que tuviera que ver con ese
espacio geográ fico. El desafío para el pueblo era grande. Lo normal hubiera sido adquirir la
forma de vida de la tierra a la que llegaron.
La pregunta que se hacía el pueblo es la misma que se nos presenta a nosotros todos los
días. ¿Se puede confiar en Dios? Quizá confiamos en Dios en algunas á reas de nuestra
vida. Pero la verdadera fe es confiar en Dios en todas las á reas de nuestra vida. La
verdadera fe se muestra en lo cotidiano: el trabajo, la escuela, la familia, los negocios, etc.
Hay quienes viven su vida sin considerar a Dios. Toman decisiones basados en
conveniencia econó mica o profesional. Como si Dios no tuviera importancia má s que en
cosas religiosas. Hay quienes usan a Dios como un botó n de emergencia para problemas de
salud, o crisis emocionales. Eso no es creer en Dios. Creer en Dios es depositar todas las
áreas de nuestra vida en sus manos. Para que eso pase necesitamos hacerlo
deliberadamente.
Recién escuché la historia de una mujer a la que le ofrecieron un puesto muy alto en el
gobierno. Aquello significó un gran progreso en su carrera profesional, así como en su
bienestar econó mico. Comenzó a ganar mucho dinero, le dieron casa, camioneta, y un
puesto envidiable. Sin embargo, ella renunció a todo aquello porque la alejaba de su familia
y significaba comprometer sus principios y valores. Ella supo confiar en Dios
deliberadamente. No solo fue una confianza de palabra, sino que la llevó a hechos concretos
de confianza en Dios. Confiemos en Dios deliberadamente.

LEALTAD RADICAL. Creer es ser leal radicalmente


Josué desafía al pueblo a escoger entre Dios y los demá s dioses. Leamos una vez má s el
pasaje: 14  Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad
de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y
en Egipto; y servid a Jehová. 15  Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién
sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro
lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa
serviremos a Jehová. Josué 24:14-15. Era un llamado a la fidelidad. Y Josué fue el primero
en decir: mi familia y yo serviremos a Dios. Pero necesitamos entender la gravedad del
desafío de Josué a pueblo. Para ello debemos saber ¿cómo era la religión de Canaán?
 Era una forma de vida. En aquel tiempo la gente subsistía totalmente de la
agricultura. La vida entera giraba en torno a esta actividad. Pero no era solo una
actividad econó mica para producir alimento. Era también un sistema de creencias
religiosas y espirituales.
 Baal era el dios de la lluvia y la fertilidad. Pensemos que en esta época la religió n
no estaba separada del resto de la vida. Baal era el responsable de hacer que las
semillas germinaran, que la lluvia cayera, que la cosecha diera frutos. Y todos vivían
de eso.
 El culto a Baal era sexual. El culto a Baal era sumamente eró tico. Se asociaba la
fertilidad de la tierra con la fertilidad humana. Por lo tanto, se adoraba a Baal con
relaciones sexuales. Las profetizas de Baal eran prostitutas, y las fiestas a Baal eran
orgías de cará cter religioso.
 La religión canaanita era un sistema de subsistencia. Era mucho má s que solo
una religió n de “ir a la iglesia los domingos”. Era todo un modo de vida, era un
sistema de subsistencia. No era una parte de la vida, era toda la vida.
Era un desafío a rechazar una forma de vida. Cuando el pueblo de Israel llegó a
Canaá n fue desafiado a no participar de esas creencias. Pero el desafío era má s grande de lo
que a veces entendemos. Para nosotros puede parecer fá cil no ceder ante esas creencias
por considerarlas mera superstició n. Pero para Israel era la forma aceptada y comprobada
de có mo funcionan las cosas en su nueva tierra. Era un desafío a rechazar el método
comprobado para sobrevivir.
El desafío para nosotros es el mismo hoy. Vivimos en mundo que acepta y practica
una forma de vida muy alejada de la voluntad de Dios. Y todos los días se nos presenta el
mismo reto que Josué le presento al pueblo: escoge hoy a quien servir. La pregunta no
solo es a qué iglesia vas a ir, cuá les creencias vas a sostener, sino qué tipo de vida eliges
vivir. ¿Una vida de sumisió n a Dios o una vida como la propone el mundo? Es un desafío a
ir a contracorriente.
Hoy enfrentamos el desafío a rechazar cualquier cosa que comprometa nuestra
fidelidad a Dios. Lo que sea: trabajo, amistades, ideologías, prá cticas, há bitos, vicios, etc.
Rechacemos cualquier cosa que comprometa nuestra fidelidad a Dios. No podemos
decir que creemos en Dios si practicamos actividades que le deshonran. No podemos decir
que creemos en Dios si sostenemos ideas contrarias a su palabra. Seamos leales a Dios
radicalmente.

Desafío
La cordillera de los Alpes es el sistema montañ oso má s extenso de Europa. Algunos de los
ríos má s importantes de Europa nacen en los Alpes. Los ríos Po y Ró dano nacen en los
Alpes y terminan desembocando en el mar Mediterrá neo. El río Rin nace en los Alpes y
desemboca en el mar del Norte. Y el río Danubio, no nace precisamente en los Alpes, pero
es alimentado por otros ríos que nacen en los Alpes, y finalmente desemboca en el mar
Negro. Eso significa que toda el agua de los Alpes, la misma que está ahí en la cima de esas
majestuosas montañ as, puede terminar en lugares tan diferentes como el mar Negro, el
mar Mediterrá neo, o el mar del Norte. Una simple piedra, una simple brisa, una vuelta
inesperada y la misma gota de agua puede terminar en las cá lidas aguas del Mediterrá neo,
o en las convulsas aguas del mar Negro, o en las frías aguas del mar del Norte.
Lo mismo pasa con nosotros. Una sola decisió n puede cambiar por completo el rumbo
de nuestra vida. Nuestras decisiones determinan nuestro destino. Y una sola decisió n
puede alterar el lugar en el que terminará nuestro existir. Nuestras decisiones definen
quienes somos. Pero la decisió n má s importante de la vida es ¿en quién voy a creer? Se
nos presentan dos alternativas creer en Dios o creer en el mundo. Escojamos creer en
Dios:
 Dependamos de Dios totalmente
 Confiemos en Dios deliberadamente
 Seamos leales a Dios radicalmente

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