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Libertad de expresión

La libertad de expresión se encuentra en una relación tan simbiótica con la

democracia constitucional que cualquier debate sobre su contenido o sobre la razón de

ser las limitaciones a la libertad de expresarse acaba por convertirse en una discusión

sobre los fundamentos y la justificación de la democracia misma. Si procedemos por

elevación, a igual resultado podemos llegar a propósito de cualesquiera de los derechos

constitucionales, pero en el caso de la libertad de expresión parece como si el punto

hasta el que estemos dispuesto a llegar en su defensa diera la medida de nuestra

concepción de la democracia.

Según sean nuestras propensiones más o menos legítimos, y según cuál sea el

tipo de democracia que tengamos como modelo normativo, deseable o preferible, así

apreciaremos como más o menos coherente con el sistema de limitaciones que

circundan la libertad de expresarse.

Es verdad que la expresión “discurso del odio” no es afortunada. En principio,

porque tal como se viene usando, no se designan con ella únicamente discursos, sino

también palabras provocativas, exabruptos, símbolos y los actos simbólicos que pueden

reflejar animadversión. Pero también porque en el caso de estos discursos bajo el rótulo

del odio se recogen un conjunto de sentimientos y emociones más débiles, como el

desprecio, la aversión y el amplio mundo de las fobias sociales, que son en buena

medida de patologías sociales.

La libertad de expresión es una piedra angular en la existencia misma de una

sociedad democrática. Es indispensable para la formación de la opinión pública, es, en

fin, condición para que la comunidad, a la hora de ejercer sus opciones, esté

suficientemente informada. Por ende, es posible afirmar que una sociedad que no está

bien informada, no es plenamente libre.


Este estándar democrático resulta básico para la interpretación del contenido del

derecho a la libertad de expresión, resulta un derecho humano que, si se pierde, pone en

peligro la vigencia de todos los demás valores y principios imperantes en una sociedad

democrática. Consecuentemente, la protección del derecho a expresar las ideas

libremente es fundamental para la plena vigencia del resto de los derechos humanos. Sin

libertad de expresión e información no hay una democracia plena; y sin democracia, la

triste historia hemisférica ha demostrado que desde el derecho a la vida hasta la

propiedad son puestos seriamente en peligro.

El análisis del derecho a la libertad de expresión en los medios no se agota desde

el punto de vista normativo con el estudio de las normas incluidas de manera expresa en

la constitución de cada país. Tanto el reenvío a los tratados de derechos humanos que

hacen algunas constituciones reformadas en los últimos años, como la propia

interpretación de los tribunales hacen que debamos prestar especial atención a la

interpretación del artículo 13 de la Convención Americana de Derechos Humanos que

viene haciendo la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Libertad del libre pensamiento

El concepto de libertad, en la medida en que delimita todo el ámbito de lo

práctico, y está afectado por su articulación con lo teórico, dista mucho de ser preciso y

delimitable, no puede evitar reflejar la problemática interna de la noción de racionalidad

y su papel dentro de una sociedad.

Si la libertad en el mundo moderno incluye un dualismo normativo de libertad

negativa y libertad positivo, comunal, entonces la propia idea universalista de libertad

lleva inscrita una tensión dialéctica.


Si los límites y la validez de la razón se hacen imprecisos, o su función social se

solapa con la circulación del poder, la noción moderna de libertad queda sin sentido. Y

es el caso que esa noción tampoco fue nunca unívoca.

Seguramente también de ciertas tradiciones deriva la oposición al liberalismo,

cuya doctrina de la libertad nunca encajó sin problemas con las concepciones radicales

de la democracia y, en suma, la dificultad de pensar el Estado y la participación política,

tras el giro materialista, como algo más que una instancia de heteronomía que

desaparecerá en una sociedad de hombros libres, esto es, autónomos en sentido

kantiano.

El pensamiento de la libertad en Marx asume, como hemos visto, una herencia

problemática y, en lo que tiene de peculiar, se funde, a través de escritos de temática

muy variada, con todas las nociones centrales de su obra: alienación, plusvalía, lucha de

clases, etc., e incluso con el estatus crítico y emancipador de la propia teoría como

totalidad.

C. Post, R. Andrés Bertoni, E. (Ed.) y Rivera (h), J. C. (Ed.). (2016). El Estado

frente a la libertad de expresión. Editorial Nobuko.

https://elibro.net/es/lc/uguayaquil/titulos/76820

Revenga Sánchez, M. (2015). Libertad de expresión y discursos del odio.

Editorial Universidad de Alcalá. https://elibro.net/es/lc/uguayaquil/titulos/44373

Alonso, L. y Vázquez, V. J. (2017). Sobre la libertad de expresión y el discurso

del odio. Athenaica Ediciones Universitarias.

https://elibro.net/es/lc/uguayaquil/titulos/44653
Prior Olmos, Á. (2014). El problema de la libertad en el pensamiento de Marx.

Biblioteca Nueva. https://elibro.net/es/lc/uguayaquil/titulos/105915

Mill, J. S. (2017). Sobre la libertad. Ediciones Akal.

https://elibro.net/es/lc/uguayaquil/titulos/116162

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