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¿QUE PERDIO
EL RATÓN SIMÓN?
. A ^ q u e l l a noche el ratón Simón
estaba requetecontraextra nervioso.
La ratona Julieta lo miraba caminar
de allá para acá y de acá para allá
con los bigotes crespos de
los puros nervios.
I.o (jiic pasaba era que el ratón
S l i i i M M s e h;ibía encontrado con
t|ii' < I I M I h ( ) l s ; i no estaban todos
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D e nuevo revisó c o n cuidado su
bolsa. Quizás los dientes se habían
enredado e n alguna hilacha. L a
miró por u n lado y por el costado.
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U n o por donde perfectamente
podía pasar u n diente, y dos, y tres
y hasta cuatro. ¡Claro, los cuatro
dientes que le faltaban!
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Y a d e m á s . . . ¿Qué pasará c o n
esos pobres niños cuando busquen
su moneda? ¿Con q u é se v a n a
encontrar? ¡Con nada!
P
Al ratón Simón le daba lo mismo
edarse sin comer pasas,
porque no le gustaban mucho,
pero quedarse sin comer queso
lo ponía tieso.
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Más encima había cuatro niños
que se iban a quedar sin su moneda
y eso sí que era terrible.
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¡Pero ahora, si no tenía dientes,
tampoco iba a tener monedas!
¡Eso lo sabían todos los ratones
del mundo!
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Se sentó para calmarse, se puso
las manos e n la cabeza, cerró bien
apretados los ojos y c o m e n z ó a
pensar por d ó n d e había andado
y todo lo que había hecho.
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I'!n l.i t .is.i tic A I K I I C S se dio
MU I E n la casa de
Nuili.i .il l e v é s .
• I I . I l i n a s e lardó en la cocina. E n la
l i í s a di- Kaúl se escondió e n el baúl.
E n la casa de Antonieta
mordisqueó u n resto de chuleta.
E n la casa de Consuelo tuvo que
arrancar del abuelo.
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¿Y d ó n d e se le perdieron los
dientes? ¡No tenía idea! D e nuevo se
puso a pensar. T o m ó aire, respiró
tres veces seguidas. ¡Y nada! ¡No se
acordaba!
1^
J(;iai() (|iK' tenía que salir a
h i i s c M i ' ! ¡I^ronlo iba a amanecer y no
( | U ( ' r i a ni pensar e n lo que podría
suceder!
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Se fue a la casa del lado. B u s c ó
adentro del florero, encima de u n
cojín. Nada de nada.
Se fue a u n departamento. B u s c ó
detrás del computador, adelante
y detrás del sillón. Nada, de nada,
de nada. ¡Qué horror!
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¿Qué iba a hacer? ¡Ufffff, y a
se estaba cansando, y a se estaba
aburriendo, y a no tenía fuerzas para
seguir buscando y buscando!
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E l ratón Simón se puso m u y
nervioso, porque cuando la ratona
Julieta se paraba con las dos manos
en las caderas es que estaba muy,
muy, muy, m u u u u y enojada.
E l ratón se q u e d ó mirándola
porque de verdad la encontraba
muy, pero m u y hacendosa.
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La ratona daba u n a puntada
y se reía, daba dos y se enojaba,
daba tres y lo retaba. D i o cuatro y
terminó de coser la bolsa.
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Y e m p e z ó a contar con m u c h o U n o , la moneda de B r u n o ,
cuidado para no saltarse ninguno. dos la de Marina Albornoz, tres
la de Andrés, cuatro la de Renato,
cinco la de Pepe Melinco, seis la de
Grace, siete la de Susana Navarrete,
ocho la de J u a n Morocho, nueve
la moneda de Nieves y diez... por
el diente picado de Inés.
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Editorial Andrés Bello
ISBN 978-956-13-2021-6
lili
g ' r s g s e r 320215*