Está en la página 1de 27

El conjunto de los números complejos: formas de

representación y operaciones.

Prof. Alejandro Nasif Salum

1. Introducción

Cuando entre fines del S.XVIII y comienzos del S.XIX se definió con cierta precisión la noción
de número complejo, la intención fue dar fundamento a ciertas manipulaciones algebraicas que
los matemáticos hacía ya tiempo
√ realizaban informalmente. Estas manipulaciones implicaban,
fundamentalmente, tratar a −1 como si realmente «existiera» (o más en general a cualquier
raíz cuadrada, cuarta, sexta, etc., de un número real negativo). El principal motivo por el que
tales manipulaciones en cierto sentido «aberrantes» se hicieron cada vez más populares entre
los matemáticos fue que conducían a descubrir resultados válidos aun cuando el procedimiento
utilizado no era una demostración rigurosa. En cualquier caso, si luego el resultado
√ podía
probarse por otro medio, como era frecuente, esto le daba a expresiones como −1 una cierta
presunción de «realidad» o «existencia», o al menos mostraba su utilidad.
También contribuyó a la consolidación y el reconocimiento de la utilidad de estos «nú-
meros» el hecho de que asumir su existencia daba resultados mucho más interesantes —y a
veces más simples— que los que se obtenían limitándose a los números reales.
√ Por ejemplo,
al considerar la posibilidad de que x tomara valores de la forma x = a + b −1, cualquier
ecuación polinómica de grado al menos 1, es decir, de la forma
an xn + an−1 xn−1 + · · · + a2 x2 + a1 x + a0 = 0,
tenía al menos una solución1 (y de hecho eso implicaba inmediatamente que tuviera exac-
tamente n soluciones si se contaban las que se repetían). Esto es falso si solo se consideran
valores reales de x como lo muestra fácilmente la ecuación x2 + 1 = 0. Aquel resultado es
tan central en matemáticas que se conoce hasta el día de hoy como Teorema Fundamental del
Álgebra.

√ En principio, para simplificar la notación, se introdujo el símbolo i para representar a


−1. Más simplemente puede decirse que i es un objeto matemático —un «número», si se
1
Esto se analizó en primer lugar suponiendo que los coeficientes ai eran números reales. Sin embargo,
pronto surgiría la pregunta: ¿qué ocurre si permitimos que los ai sean a su vez números complejos? ¿Habrá
que crear otros conjuntos para que todos los polinomios con coeficientes en C tengan al menos una raíz? No es
necesario: todo polinomio de grado uno o mayor, con coeficientes complejos, tiene al menos una raíz compleja.
Simbólicamente:
∀n ∈ N, ∀a0 , a1 , . . . , an ∈ C (an 6= 0), ∃x̃ ∈ C : an x̃n + · · · + a2 x̃2 + a1 x̃ + a0 = 0.
Esta propiedad del conjunto de los números complejos se suele resumir diciendo que «C es algebraicamente
cerrado».

1
quiere (pero no un número real)— que cumple con i2 = −1, es decir que sería una solución
de la ecuación
x2 + 1 = 0,
sea cual sea su naturaleza. Sin embargo, si definimos (o interpretamos) −i = (−1) · i y
suponemos que valen en este contexto las propiedades usuales de la suma y el producto,
también −i verifica la ecuación, ya que se tendría

(−i)2 = [(−1) · i] · [(−1) · i] = (−1)2 · i2 = −1.

Con el mismo tipo de razonamiento podemos «mostrar» que 2i es solución de x2 + 4 = 0, y


que también lo es −2i.
Es decir que introducir un elemento i que «no existe» (de ahí el término unidad imagina-
ria), por un lado permite dar solución a una ecuación que no la tenía (en R), como x2 + 1 = 0.
Pero si se deja a i interactuar con los números reales en la manera usual, eso tendrá conse-
cuencias: por caso, x2 + 1 = 0 tendrá dos y no una solución, pero también las tendrán otras
como x2 + 4 = 0 y en gral x2 + a = 0, con a > 0.
Incluso parecería natural permitir que también a i, −i, 2i, etc., se les pudiera sumar
un número real, ya que esto también daría solución (donde no la había) a otras ecuaciones
cuadráticas como (x − 1)2 + 4 = 0, que implica que x − 1 = 2i o x − 1 = −2i, por lo que
parece razonable decir que son soluciones 1 + 2i y 1 − 2i.
Teniendo en mente ya no solo a i ni a expresiones de la forma bi con b ∈ R, sino a las de
la forma a + ib con a, b ∈ R, habría que preguntarse entonces que tipo de expresiones más
generales habría que habilitar para definir posibles soluciones de ecuaciones más complicadas
(polinómicas de mayor grado, trigonométricas, exponenciales, logarítmicas, etc.). Por ejemplo,
si consideramos la ecuación  2
2
− 1 = −1,
x
las «soluciones» x∗ deberían ser tales que
2 2
−1=i o − 1 = −i,
x∗ x∗
es decir,
2
x∗ = .
1±i
a
¿Tenemos que considerar entonces expresiones también de la forma b+ci ? ¿Cuál es el límite
de este proceso?
Lo interesante resulta ser que con las definiciones adecuadas para las operaciones en C,
no hace falta considerar más «elementos» que aquellos de la forma a + ib (es decir que,
2
por ejemplo, 1+i puede expresarse en la forma a + ib, una vez definidas adecuadamente las
operaciones básicas en C). Al conjunto de estas expresiones a + ib (a, b ∈ R) lo llamamos C y
lo denominamos el conjunto de los números complejos.

2
2. Definiciones básicas y operaciones fundamentales

Cuando un número complejo se expresa en la forma z = a + ib el número real a se denomina la


parte real de z y se representa como <(z) o Re(z) y al número real (atención) b se lo denomina
la parte imaginaria de z (pero, insistimos, es un número real) y se nota como =(z) o Im(z).
Las expresiones a + ib o a + bi, que suelen alternarse en función de la comodidad y la claridad,
se denominan la forma binómica de z.
Como para definir un número complejo hace falta solo especificar a y b, es decir, un par
de números reales (a, b), técnicamente podemos decir que C = R2 y por eso sus elementos se
representan en el plano (que en este contexto se denomina plano complejo; en particular, a los
ejes de abcisas y ordenadas se los denomina, respectivamente, eje real y eje imaginario). En
todo caso, lo que le da a C sus características distintivas son las operaciones que se definen
entre sus elementos y las propiedades que surgen de dichas definiciones.
Por otro lado C debe pensarse como una «extensión» de R, lo cual significa que el conjunto
R está incluido en el nuevo conjunto C. Esto es así si por convención interpretamos al número
complejo a + 0i como a ∈ R.

2.1. Operaciones fundamentales en C

La suma y el producto en C se definen como extensiones de la suma y el producto en R: es


decir, se busca que cuando estas «nuevas» operaciones se realicen entre números complejos
reales (los a+0i) los resultados coincidan con los que se tendrían al operar directamente con las
operaciones de R. Al definir las extensiones de estas y otras operaciones, también se busca que
las «versiones complejas» satisfagan propiedades características de dichas operaciones en R.
Por ejemplo, al igual que la suma y el producto en R, sería deseable que la suma y el producto
en C verifiquen propiedades como la asociatividad, la conmutatividad, la distributividad del
producto respecto de la suma, etc. De hecho, para buscar cuál sería una definición razonable,
se suele operar como si ya se tuviera la definición y esta cumpliera todas las propiedades.
Por ejemplo: para «sumar» o «restar» a + bi y c + di podemos seguir el siguiente «razo-
namiento» (para restar se puede actuar análogamente):

(a + ib) + (c + id) = (a + c) + (ib + id) = (a + c) + i(b + d).

Al multiplicar, si hacemos los cálculos «naturalmente» y tenemos en cuenta que por defi-
nición i2 = −1, resulta

(a+ib)·(c+id) = a(c+id)+ib(c+id) = ac+iad+ibc+i2 bd = ac+iad+ibc+(−1)bd = (ac−bd)+i(ad+bc).

Las igualdad que resultan se toman entonces como definición de la suma en C

(a + ib) + (c + id) = (a + c) + i(b + d)

(y análogamente (a + ib) − (c + id) = (a − c) + i(b − d) para la resta) y para el producto en C

(a + ib)(c + id) = (ac − bd) + i(ad + bc).

3
Para dividir, por otra parte, se puede usar la siguiente idea:

a + ib a + ib c − id (a + ib)(c − id) (ac + bd) + i(bc − ad) ac + bd bc − ad


= · = = 2 2 2
= 2 2
+i 2 .
c + id c + id c − id (c + id)(c − id) c −i d c +d c + d2

Dicho sea de paso, al número complejo c − id se lo denomina el complejo conjugado de


c + id y se representa como c + id.
√ √
Por otro lado, si z = a + bi, al valor z · z̄ = a2 + b2 se lo denomina módulo de z y se
lo nota |z|. El módulo de a + bi es en sí la longitud del vector que va del origen del plano al
punto (a, b) o que va de 0 a a + bi en el plano complejo.
También el ángulo que forma ese vector con el semieje horizontal positivo resulta de
interés y se denomina argumento de z. En particular, se denomina argumento principal al
valor (único) entre 0 y 2π que representa ese ángulo en radianes y lo notamos arg(z). Para
calcularlo debe tenerse en cuenta que si ϕ es el argumento principal de a + bi debe cumplir
a
cos(ϕ) =
|a + bi|

b
sen(ϕ) =
|a + bi|
0 ≤ ϕ < 2π;
y siempre existe un único ϕ que cumple lo pedido, a menos que a + bi = 0, en cuyo caso el
argumento no está definido (pero el módulo es 0).
Cabe destacar que tanto |z| como arg(z) son números reales.

Observación 1. Para motivar las definiciones de la suma y el producto en C, procedimos


comos si las propiedades usuales de la suma y el producto en R (conmutatividad, asociatividad,
distributividad del producto respecto de la suma, etc.), fueran válidas también en C. Pero este
proceder solo indica que si queremos definir las operaciones + y · con la expectativa de que
también sean conmutativas, asociativas y el producto distributivo respecto de la suma, las
únicas definiciones posibles son las dadas. Pero esto no garantiza que efectivamente dichas
propiedades vayan a valer en general para toda combinación de números complejos.
Por poner un ejemplo, al usar la distributividad, la usamos en el caso particular en que
alguno de los números involucrados era un número real o un número imaginario puro (de la
forma ib, b ∈ R). Pero no es evidente que esto vaya a funcionar para números complejos en
general.
En particular, la pregunta es si dados v, w, z ∈ C arbitrarios, con las definiciones de
producto y suma dadas, valdrá siempre que

v(w + z) = vw + vz.

Para dar una respuesta definitiva, escribamos

v = a + ib, w = c + id, z = e + if.

4
Entonces,
 
v(w + z) = (a + ib) · (c + id) + (e + if ) = (a + ib) · (c + e) + i(d + f ) =
 
= a(c + e) − b(d + f ) + i a(d + f ) + b(c + e) = (ac + ae − bd − bf ) + i(ad + af + bc + be),
y por otro lado
 
vw+vz = (a+ib)·(c+id)+(a+ib)·(e+if ) = (ac−bd)+i(ad+bc) + (ae−bf )+i(af +be) =

= (ac − bd + ae − bf ) + i(ad + bc + af + be).


Esto prueba que v(w + z) = vw + vz vale en general.
De la misma manera puede probarse que tanto la suma como el producto en C son opera-
ciones conmutativas y asociativas, entre otras propiedades que caracterizan la estructura de
C, cuestión que analizamos más adelante. 

2.2. Potencias naturales de un número complejo

El cálculo de potencias, es decir, de expresiones como (3 − 2i)5 , se puede realizar también


«intuitivamente» una vez que se definió el producto, ya que elevar un elemento de C a la
potencia n ∈ N significa, como es usual, multiplicar a dicho número consigo mismo hasta
contar un total de n factores.
En general, se deberá desarrollar una potencia de un binomio, cosa que puede hacerse
mediante sucesivas multiplicaciones, o bien usando la fórmula de Newton, que en este caso
nos da la expresión

(3−2i)5 = 1·35 ·(−2i)0 +5·34 ·(−2i)1 +10·33 ·(−2i)2 +10·32 ·(−2i)3 +5·31 ·(−2i)4 +1·30 ·(−2i)5 .

Para expresar este resultado en la forma binómica, es decir como a + ib para ciertos a, b ∈
R, solo es necesario calcular las potencias indicadas y reagrupar, teniendo en cuenta que,
siguiendo las convenciones usuales
i0 = 1
e
i1 = i,
y que además por definición vale
i2 = −1
y además, como i3 = i · i · i = i2 · i = (−1) · i, vale que

i3 = −i

Ahora, como i4 = i2 · i2 = (−1) · (−1), tenemos que

i4 = 1 = i0 .

5
A partir de acá los valores se repiten, y en última instancia para calcular in alcanza con
conocer el resto de la división entera de n por 4. Por ejemplo, al dividir 26 por 4 se tiene que
el cociente es 6 y el resto es 2, y de hecho esto permite escribir 26 = 4 · 6 + 2. Luego

i26 = i4·6+2 = i4·6 · i2 = (i4 )6 · i2 = 16 · i2 = i2 ,

y por lo tanto el resultado es −1, igual que para i2 . En cualquier caso lo destacable es que
alcanzaba con conocer que el resto de la división por 4 era 2 para saber que el resultado era
igual a i2 . Si se tuviera i99 , como el resto de dividir 99 por 4 es 3, se sabe que i99 = i3 = −i.
Generalizando el razonamiento, se tiene la siguiente

Propiedad 1. Si notamos r4 (n) al resto de la división entera de n por 4, entonces

in = ir4 (n) .

Demostración. Para cualquier n ∈ Z, si k es el cociente de la división entera por 4 y r (con


0 ≤ r ≤ 3) es el resto de dicha división, tenemos

n = 4k + r,

por lo que
in = i4k+r = i4k · ir = (i4 )k · ir = 1k · ir = ir ,
como se quería probar. 

Volviendo a lo anterior, vale

(3 − 2i)5 = 243 + 5 · 81 · (−2i) + 10 · 27 · 4i2 + 10 · 9 · (−8)i3 + 5 · 3 · 16i4 + (−32)i5

= 243 − 810i − 1080 + 720i + 240 − 32i = −597 − 122i.

Sin embargo, en la próxima sección se verá otra forma de cálculo que, en principio, resulta
mucho más inmediata.

3. Extensión de funciones reales. Exponencial compleja.

En esta instancia una pregunta válida, casi natural, aunque no muy precisa, es si existe
una manera «razonable» de definir también expresiones como ez , sin(z), cos(z), ln(z), etc.,
cuando z es un número complejo cualquiera, tal vez excluyendo ciertos valores (como es
común en R, por ejemplo para el logaritmo). Claramente lo discutible es qué sería una manera
razonable de hacerlo, o cuáles serían las propiedades «deseables» de estas expresiones (luego,
por «razonable» se entendería a una definición que logre esas propiedades).
Por ejemplo, podría buscarse una definición que logre que esas funciones tengan propie-
dades usuales, —«características»— en su versión real (como ew+z = ew · ez , ln(ez ) = z o
cos2 (z) + sin2 (z) = 1, por mencionar algunas); y aun si esto se lograra, podría haber varias
definiciones no equivalentes que cumplan lo pedido. Lo usual en este enfoque (muy frecuente

6
en matemática) es agregar propiedades deseadas a la lista hasta que exista una única posible
definición.
Sin embargo, en la época en que se desarrollan las bases de la teoría de números complejos,
el objeto de estudio que desvelaba a los matemáticos eran las funciones de variable compleja
(es decir, una f (z), donde z tomaba valores en C o algún subconjunto de C), y se buscaba
aplicar a su estudio las herramientas del análisis de funciones reales. En particular, importaba
la derivabilidad, cuya definición es análoga a la real, solo que ahora no hay un x ∈ R que
tiende a x0 ∈ R, sino un z ∈ C que tiende a z0 ∈ C,2 para lo cual se define previamente
el límite de una función de variable compleja en analogía con el caso real (aunque resultan
diferencias conceptuales y prácticas importantes).
Las funciones realmente interesantes para el análisis de funciones de variable compleja son
las que resultan derivables en un conjunto lo suficientemente amplio: más específicamente, se
busca que no solo sean derivables en un punto o una recta dentro del plano complejo, sino en
algún conjunto abierto, es decir uno que contenga una bola, disco o círculo (por ejemplo, una
función derivable en todos los z tales que |z − 2i| < 0,02 —el círculo centrado en 2i con radio
0,02—), pero no resulta relevante una función que sea derivable para todo z ∈ R y nada más3 .
Estas funciones derivables en toda una región (sea esta «grande» o «pequeña») alrededor
de un punto del plano complejo, o eventualmente derivables en todo z ∈ C, se denominan
funciones holomorfas (y se dicen holomorfas sobre ese conjunto donde son derivables). En el
apartado 6.1 definimos esta noción con precisión y estudiamos algunas consecuencias.
Es fácil ver que los polinomios, como f (z) = 1 − 2z 2 + z 3 o g(z) = 2z + iz 5 , etc., son
derivables en todo C y por lo tanto son funciones holomorfas en C. Como extensión de esta
noción, desde temprano los matemáticos analizaron y comprendieron las propiedades de los
polinomios «de grado infinito», i.e. expresiones como

g(z) = 1 + z + z 2 + z 3 + · · ·

o
(z − 1)2 (z − 1)3 (z − 1)4
h(z) = (z − 1) − + − + ··· ;
2 3 4
o, en general, digamos

f (z) = a0 + a1 (z − z0 ) + a2 (z − z0 )2 + a3 (z − z0 )3 + · · · .

Estas expresiones se denominan series de potencias y una diferencia fundamental con los
polinomios (es decir, las expresiones de grado finito) es que estos últimos están definidos para
todo z ∈ C, mientras que las series de potencias pueden converger para ciertos valores de
z ∈ C (y estos valores se entienden entonces como el dominio de la función) y para otros
pueden no converger. En particular, uno de los primeros resultados sobre este punto en ser
comprendido y probado formalmente es que el conjunto de los puntos z donde una serie de
2
Obviamente no importa la letra que usamos sino el conjunto al que pertenece, si bien es usual en este
contexto usar x e y para valores reales y w o z, entre otros, para valores complejos.
3
Un ejemplo de una función derivable solo cuando z ∈ R es f (z) = |z|2 (lo que surge de las ecuaciones
de Cauchy-Riemann —ver apartado 6.2—). Esto no es sorprendente si se observa que |z|2 = z 2 solo es cierto
cuando z ∈ R.

7
potencias converge siempre es un círculo centrado en z0 , que puede incluir el borde, o excluirlo,
o incluir una parte sí y otra no.4
Lo realmente relevante, y que tiene infinidad de consecuencias en el Análisis Complejo,
es que —con la salvedad de que la convergencia puede no valer para todo C— las series de
potencias son holomorfas en el interior de su dominio (y eventualmente en C, si este fuera el
dominio), al igual que los polinomios, que son en realidad un caso particular.
Esto llevó a la idea de extender la definición de las funciones elementales de variables reales
basándose precisamente en sus desarrollos como series de potencias (específicamente, usando
series de Taylor). Así, si se quería definir ez con z ∈ C de forma que la función f (z) = ez
fuera holomorfa (o sea, derivable en un sentido no trivial), y que además cuando z fuera un
número real esa definición coincidiera con la definición usual (algo muy razonable), se tuvo
en cuenta que para todo x ∈ R vale que

x x2 x3 X xn
e =1+x+ + + ··· =
2! 3! n!
n=0

y se definió entonces para todo z ∈ C



z2 z3 X zn
ez = 1 + z + + + ··· = ,
2! 3! n!
n=0

que está definida y es holomorfa en todo C, coincidiendo con la definición usual cuando z ∈ R.
Además, esta definición de ez da lugar a las propiedades usuales de los exponentes, la
propiedad de ser igual a su derivada5 y a otras propiedades usuales de la función real ex .
Con esta idea en mente, se definen también


z3 z5 z7 X (−1)n z 2n+1
sen(z) = z − + − + ··· =
3! 5! 7! (2n + 1)!
n=0
y

z2 z4 z6 X (−1)n z 2n
cos(z) = 1 − + − + ··· = ,
2! 4! 6! (2n)!
n=0

entre otras funciones elementales.

3.1. Unicidad de las definiciones

Claro está que diferentes criterios llevarían en general a distintas definiciones, e incluso podría
haber varias definiciones diferentes que cumplan con un mismo criterio. El criterio de buscar
qulas funciones derivables de variables reales se extiendan a funciones de variables complejas
4
Como casos extremos, puede ser que la convergencia ocurra solo en z0 (un «círculo» de radio cero) o que
ocurra para todo z ∈ C (radio infinito).
5
La noción de derivada para funciones complejas se define en el apartado 6.1, pero a simple vista podría
decirse que se ve prácticamente idéntica a la definición para el caso real. No obstante existen importantes
diferencias conceptuales ya que los límites se toman en el plano complejo en lugar de la recta real.

8
con la premisa de que esta nueva versión resulte holomorfa es totalmente estándar y es bastante
razonable en función de la historia y el desarrollo del análisis complejo. La estrategia usual
para esto es extender a z ∈ C un desarrollo de Taylor de una función de variable real (si lo
tiene), es decir, definir que el mismo vale para valores complejos de la variable cuando la serie
converge.
Sin embargo, nada garantizaría en principio que —para el caso de la exponencial como
2
ejemplo— además de 1 + z + z2! + · · · , no sea posible definir otra función de z diferente que
también sea holomorfa y concida con la exponencial real cuando z ∈ R. Pero existe de hecho
un resultado en ese sentido que afirma que

Propiedad 2. Si f y g son funciones holomorfas en un cierto dominio D ⊂ C y f (z) = g(z)


para todo z en un intervalo de I ⊂ R tal que I ⊂ D, entonces f (z) = g(z) para todo z ∈ D. 

En otras palabras, supongamos que dos funciones f y g holomorfas en el círculo centrado


en 0 y con radio 10 del plano complejo toman los mismos valores para todo z real del intervalo,
1
por ejemplo, 0, 1000 (por elegir uno muy pequeño). Tan restrictiva es la condición de ser
función holomorfa que podemos asegurar que f (z) = g(z) en todo ese círculo (es decir que en
particular f (2) = g(2), f (i) = g(i), f (1+2i) = g(1+2i), etc. Las funciones holomorfas son tan
particulares y deben comportarse tan bien, que con fijar su valor en un conjunto relativamente
pequeño de puntos, eso determina su valor en todo su dominio (donde sean holomorfas).6
2
En ese sentido, el que una función holomorfa en todo C como 1 + z + z2! + · · · (que
tomamos para definir ez ) coincida con otra función holomorfa en C en todo R (algo que
cualquier posible definición de ez tiene que cumplir para ser una verdadera extensión de la ex
2
real), necesariamente implica que esa otra función es idéntica en todo C a 1 + z + z2! + · · · .
En conclusión, si buscamos una función f (z) en C que coincida con ex cuando z ∈ R y que a
su vez sea holomorfa, existe una única manera de hacerlo (aunque puedan existir diferentes
2
expresiones, una de las cuales es ez = 1 + z + z2! + · · · ). Lo mismo puede decirse de sen(z) o
cos(z), por ejemplo.

3.2. Las formas exponencial y trigonométrica

Una de las consecuencias de las definiciones anteriores es que si z es un número imaginario


puro, digamos z = it, con t ∈ R, se tiene

i2 t2 i3 t3 t2 it3 t4 it5 t6 it7


eit = 1 + it + + + · · · = 1 + it − − + + − − + ···
2! 3! 2! 3! 4! 5! 6! 7!
y se observa que los términos de exponente par dan valores reales y los de grado impar tienen
un factor i. Reordenando lo anterior, se obtiene

t2 t4 t6 t3 t5 t7
   
it
e = 1 − + − + ··· + i t − + − + ···
2! 4! 6! 3! 5! 7!
6
De hecho existen muchos otros resultados similares que básicamente varían en la forma del conjunto en el
que por hipótesis coinciden f y g.

9
es decir,
eit = cos(t) + i sen(t).7

Esta fórmula implica, en particular, que si t ∈ R, entonces

|eit | = cos2 (t) + sen2 (t) = 1

y es fácil ver8 que si t ∈ [0, 2π)


arg(eit ) = t.
(Para t ∈ R en general t es de todos modos un argumento, no necesariamente el principal).
Para el caso general, teniendo en cuenta que si z = a + ib (a, b ∈ R) podemos escribir
ea+ib = ea eib , una fórmula práctica para el cálculo de la exponencial compleja es

ea+ib = ea (cos b + i sen b)

cuyo argumento es b y su módulo ea .


Entonces, en general si se desea escribir un número complejo z tal que |z| = ρ y arg(z) = ϕ,
este puede expresarse fácilmente como

z = ρeiϕ

o como
z = ρ(cos ϕ + i sen ϕ)
que se denominan, respectivamente, la forma exponencial y la forma trigonométrica de z.
Realizando los cálculos necesarios, es inmediato expresar a z en forma binómica a partir de
su forma trigonométrica.

Ejemplo 1. Expresemos z = 2 − 2i (que tenemos en forma binómica: a = <(2 − 2i) = 2 y


b = =(2 − 2i) = −2) en su forma exponencial.
Por un lado, p √ √
ρ = |z| = |2 − 2i| = 22 + (−2)2 = 8 = 2 2
.
7
De aquí surge la famosa fórmula de Euler, cuando t = π:

eiπ + 1 = 0.

Se la ha llegado a llamar «la fórmula más bella de las matemáticas» por involucrar en una expresión sencilla
a los que probablemente sean los números más importantes de la matemática: 0, 1, i, e y π.
8
Esto vale porque si el argumento principal es —llamémoslo— ϕ, debe cumplir, por ejemplo

<(eit )
cos(ϕ) = = cos(t).
|eit |
De la misma manera,
=(eit )
sen(ϕ) = = sen(t)
|eit |
y estas dos igualdades, sumadas al hecho de que ϕ ∈ [0, 2π), implican que ϕ = t.

10
Además, podemos buscar ϕ = arg(z) a partir de las ecuaciones
a 2
cos(ϕ) = = √
ρ 2 2
y
b 2
sin(ϕ) = =− √ .
ρ 2 2
Lo más simple en estos casos es analizar en qué cuadrante se ubica ϕ (debería ser casi
automática la necesidad de esbozar un gráfico o un mínimo esquema de situación). Con parte
real positiva y parte imaginaria negativa, vemos que ϕ es un ángulo del cuarto cuadrante.
En estos casos lo más simple es buscar un ángulo α en el primer cuadrante tal que ϕ sea el
correspondiente ángulo del cuarto cuadrante, que en este caso será ϕ = 2π − α. Para ello,
dejamos de lado los signos y buscamos directamente α tal que
2
cos(α) = √
2 2
o bien
2
sin(α) = √ .
2 2
De la primera igualdad, por ejemplo, obtenemos

1 2
cos(α) = √ = .
2 2
π π
Entonces α = 4 y ϕ = 2π − 4 = 47 π.
Luego, la forma exponencial de z es
√ 7
z = 2 2ei 4 π .

Si se quisiera volver a la forma binómica, es conveniente escribir primero la forma trigo-


nométrica, es decir:
√  7
 7

z = 2 2 cos 4 π + i sin 4 π ;
distribuyendo es inmediato escribir la forma binómica:
√ √ !
√ 7
√ 7
√ 2 √ 2
z = 2 2 cos( 4 π) + 2 2 sin( 4 π) = 2 2 · +i·2 2· − = 2 − 2i,
2 2

que obviamente coincide con el dato inicial. 

3.3. El logaritmo complejo

Siguiendo las ideas anteriores, podríamos definir el logaritmo natural mediante una serie.
Por ejemplo, la serie de Taylor alrededor de x = 1 (el dominio es (0, +∞) como función de
variable real) para la función
ln : (0, +∞) → R

11
es
(x − 1)2 (x − 1)3 (x − 1)4
ln(x) = (x − 1) − + − + ··· .
2 3 4
Sin embargo, esta serie falla incluso para definir la función en el caso de variable real, ya
que solo converge si x ∈ (0, 2]. Es decir, es cierto que
     2  3  4
3 3 1 3 1 3 1 3
ln = −1 − −1 + −1 − − 1 + ··· ,
2 2 2 2 3 2 4 2

pero no vale
     2  3  4
∗ 5 5 1 5 1 5 1 5
ln = −1 − −1 + −1 − − 1 + ··· ,
2 2 2 2 3 2 4 2

ya que esta serie no tiene límite.


Desde ya, no será tampoco posible definir el logaritmo natural de un número complejo
mediante esta serie, ya que en particular falla para todos los números complejos reales mayores
a 2. Más precisamente, puede probarse que la serie

(z − 1)2 (z − 1)3 (z − 1)4


ln(z) = (z − 1) − + − + ···
2 3 4
converge (a un número complejo) si |z − 1| < 1, no converge si |z − 1| > 1 y entre los z tales
que |z − 1| = 1 se dan las dos situaciones.
Vale aclarar que para los z ∈ C que hacen que la serie converja, la definición que daremos
coincide con el resultado de la serie (salvo un detalle importante que enseguida menciona-
remos). Para extender la definición, una opción sería usar un procedimiento conocido como
extensión holomorfa, que requiere conocimientos bastante profundos de análisis complejo.9
Teniendo en cuenta que el caso del logaritmo presenta dificultades adicionales, seguiremos
otro camino.
¿Cuál es la dificultad adicional? Que por cualquier camino que se siga, el logaritmo —
a diferencia de la función exponencial o las trigonométricas ya estudiadas— no lleva a una
definición única, sino a infinitas.
Partiendo del hecho de que en R una de las caracterizaciones del logaritmo natural es
ser la función inversa de la función exponencial f (x) = ex , definamos el logaritmo natural
complejo de la misma manera.

Ejemplo 2. Por ejemplo, para definir ln(1 − i) consideramos «el» número z ∈ C tal que

ez = 1 − i.

¿Existe tal número? ¿Existirá más de uno (de allí el reparo de las comillas más arriba)?
Pues bien, sabemos que si z = a + ib en forma binómica, entonces

|z| = ea
9
extensión!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

12
y que un argumento para z es
φ = b.

Entonces tomamos z = ln |z|


√ + iφ y este número cumple lo pedido. En particular, para
7
nuestro ejemplo tenemos |z| = 2 y el argumento principal es arg z = 4 π. Luego,
√ 7
ln(1 − i) = 2 + i π.
4

¿Cuál es el inconveniente de esto? Que el argumento principal es solo uno de los posibles
argumentos de z. Así, es igual de válido decir que
√ 1
ln(1 − i) = 2 − i π,
4
o que
√ 15
ln(1 − i) = 2+i π,
4
etc.
En general, los infinitos números complejos dados por

 
7
ln(1 − i) = 2 + i π + 2kπ , k∈Z
4
dan 1 − i como resultado al aplicarles la exponencial. 

Por esto definimos:

Definición 1. Los logaritmos del número complejo no nulo z = ρeφi son los infintos números
complejos de la forma
ln(z) = ln ρ + i(φ + 2kπ), k ∈ Z.


(Nótese que el logaritmo que usamos en la definición es el real, que ya está bien definido
para cualquier valor positivo de ρ. Sin embargo, esta definición falla para z = 0, ya que ez 6= 0,
∀z ∈ C).
Sin embargo, es claro que no pudimos definir una función, ya que estamos asignando
infinitas imágenes a cada z. La convención es que —salvo aclaración en contrario— la función
f (z) = ln z se denomina y se interpreta como la rama principal del logaritmo, dada por la
elección de un argumento siempre en el intervalo (−π, π) lo que obliga además a omitir, no
solo al cero, sino también a todos los números reales negativos, que tienen por argumento
principal π. Desde ya, esto no implica que no existan logaritmos de los números negativos: la
función ez toma como imágenes todos los números complejos con la única excepción del 0.
Resumiendo:

Definición 2. La rama principal del logaritmo es la función

ln : C \ (−∞, 0] → C,

13
dada por
ln(z) = ln(|z|) + i arg∗ (z),
donde 
∗ arg(z) si 0 ≤ arg(z) < π
arg (z) =
2π − arg(z) si π < arg(z) < 2π


Observación 2. Algunos comentarios relevantes:

Cuando z ∈ (0, +∞) (en particular, z ∈ R), la rama principal del logaritmo coincide
con la definición del logaritmo natural en R.

Sin embargo, si hablamos de los infinitos logaritmos de un número complejo, insistimos


en que salvo z = 0 (que no tiene logaritmo), todos los demás números complejos tienen
infinitos logaritmos, los cuales difieren entre sí en un múltiplo de 2πi. En particular, los
reales positivos también tienen infinitos logaritmos: el real (el de siempre) y todos los
que surgen de sumarle a ese resultado 2kπi para cada k ∈ Z. Por ej, ln 2 = 0,693 . . . en
el sentido de la rama principal, pero los logaritmos naturales de 2 son todos los números

0,693 . . . + 2kπi, k ∈ Z.

El objetivo de omitir los complejos de argumento π es evitar tener que optar por una
de las dos definiciones naturales, lo que daría una función definida en C \ {0} pero
discontinua. Sin embargo, cualquier otra semirrecta con origen en 0 que omitamos da
lugar a un dominio donde se puede definir una función de logaritmo en forma continua,
derivable, etc.

Un enfoque diferente considera al logaritmo como una función de varias «hojas» (o ca-
pas), pero esto no coincide con la noción clásica de función. La idea de las múltiples capas
surge de notar que es posible moverse en una trayectoria continua sobre el codominio
(C), desde, por ej π2 i a 25 πi (dos logaritmos distintos de i), circulando también continua-
mente desde i en sentido antihorario sobre la circunferencia unitaria (esto aumentará la
parte imaginaria del logaritmo), continuar hasta llegar a los reales negativos definiendo
su argumento como π, para luego seguir pero no por la rama principal, sino tomando
los argumentos crecientes, mayores a π, cruzar incluso el eje real (considerando allí el
argumento como 2π y seguir un poco más hasta volver a i, donde el argumento natural
a considerar ahora (si insistimos en que este varía continuamente) es 25 π. La imagen
intuitiva es que estaríamos subiendo una escalera caracol y volveríamos al mismo punto
si miramos hacia el plano horizontal, pero estaríamos un piso más arriba.10

Las propiedades más características de los logaritmos reales se mantienen en C si las


interpretamos en forma amplia; esto como consecuencia de la existencia de infinitos
logaritmos para cada complejo no nulo. En particular, valen

ln(wz) = ln(w) + ln(z)


10
La idea de funciones de varias hojas, por cierto, es un importante tema de análisis complejo; el logaritmo
natural es tan solo el ejemplo más simple y básico, desde el punto de vista pedagógico e histórico.

14
y w
ln = ln(w) − ln(z),
z
si interpretamos que fijados dos logaritmos de los tres de cada igualdad, uno de los infini-
tos logaritmos del término restante satisface la ecuación correspondiente. Sin embargo,
si entendemos por ln la rama principal, las propiedades mencionadas no son ciertas en
general. Por ejemplo:

ln i · (−1 + i) 6= ln(i) + ln(−1 + i),

ya que el miembro izquierdo es


1 3
ln(−1 − i) = ln 2 − π,
2 4
pero el izquierdo resulta
π  1 3

1 5
i + ln 2 + πi = ln 2 + πi.
2 2 4 2 4

Lo que vale, en general, es que las partes reales son iguales con cualquier elección de los
logaritmos, y las partes imaginarias pueden diferir en un múltiplo real de 2πi.

No podemos decir, sin embargo, que ln (wz ) = z ln(w), simplemente porque no hemos
definido la operación de potenciación para exponentes complejos en general. Por el
contrario, la definición usual de esto se hace para que la propiedad del logaritmo de
potencias se cumpla deliberadamente. En general, dados w, z ∈ C, con z 6= 0, definimos

z w = ew ln z . 11

Así podemos dar sentido, por ejemplo, a la expresión ii :


iπ π π
ii = ei ln i = ei ln(e 2 )
= ei·i 2 = e− 2 .

4. Operaciones en forma exponencial. Potencias y raíces.

Como veremos a continuación, las formas exponencial y trigonométrica presentan ciertas


ventajas para la multiplicación y la división (mientras que la expresión natural para las sumas
y restas es la forma binómica).
Teniendo en mente la forma exponencial de, digamos, z1 = ρ1 eiϕ1 y z2 = ρ2 eiϕ2 , es claro
que
z1 · z2 = ρ1 eiϕ1 · ρ2 eiϕ2 = (ρ1 ρ2 )ei(ϕ1 +ϕ2 ) .
w
11
Heurísticamente, uno podría pensar como paso intermedio en la expresión eln(z ) , y luego «bajar el
exponente»; pero ni z w está aún definido en esa expresión, ni la propiedad del exponente se puede considerar
cierta a partir de la definición de logaritmo (precisamente porque no tiene sentido aún hablar de z w en general).

15
Es decir que el producto de z1 y z2 tiene como módulo el producto de los respectivos módulos
y como argumento la suma de los argumentos.
Análogamente,
z1 ρ1
= ei(ϕ1 −ϕ2 ) ,
z2 ρ2
y por lo tanto, al dividir, los módulos se dividen y los argumentos se restan.
Es válido usar estas propiedades incluso si se está escribiendo en forma trigonométrica sin
realizar ningún cálculo adicional, así que por ejemplo podemos decir que
6(cos 5π 5π
6 + i sen 6 ) 3π 3π π π
2π 2π = 3(cos 6 + i sen 6 ) = 3(cos 2 + i sen 2 ) = 3i.
2(cos 6 + i sen 6 )

4.1. Aplicación al cálculo de potencias

Las propiedades mencionadas simplifican mucho también el cálculo de potencias, ya que tam-
bién vale, para n ∈ Z,
(ρeiϕ )n = ρn ei·(nϕ)
(el módulo se eleva a la n y el argumento se multiplica por n).
Por ejemplo, veamos que (salvo los errores de redondeo que surgen por no tener una
expresión exacta para arg(3 − 2i)), podemos calcular (3 − 2i)5 mucho más directamente que
como lo hicimos antes.

En primer lugar, 3 − 2i ≈ 13ei·5,6952 . Luego, se tiene que
√ √
(3 − 2i)5 ≈ ( 13)5 ei·5·5,6952 = ( 13)5 ei·28,476

.
En forma trigonométrica:
√ √ √
(3−2i)5 ≈ ( 13)5 (cos(28,476)+i·sen(28,476)) = ( 13)5 ·cos(28,476)+i·( 13)5 sen(28,476),

y haciendo las cuentas (recordar que los ángulos están en radianes) se tiene

(3 − 2i)5 ≈ −596,99 − 122,05i

muy cercano al verdadero valor −597 − 122i. 12

4.2. Radicación

Finalmente, veamos el cálculo de raíces n-ésimas primero con un ejemplo:


Supongamos que buscamos una (o todas) las raíces cuartas de 16i, es decir, números z ∈ C
tales que
z 4 = 16i.
12
Vale la pena insistir: el pequeño error en el resultado es exclusivamente √
un error de redondeo en el cálculo
del argumento y tal vez en el redondeo de otros valores irracionales como 13, y puede reducirse utilizando
mayor cantidad de dígitos en el cálculo. Pero la fórmula usada es, desde ya, exacta.

16
Si tenemos en cuenta que |16i| = 16 y que arg(16i) = π2 , si escribimos a z en forma exponencial,
podemos expresar lo anterior como
π
(ρei·ϕ )4 = 16ei· 2 ,

y teniendo en cuenta lo dicho sobre las potencias, esto es


π
ρ4 ei·4ϕ = 16ei· 2 .

Por lo tanto, bastaría con tomar ρ y ϕ tales que


π
ρ4 = 16 y 4ϕ = ,
2
es decir,
π
ρ=2 y ϕ= .
8
π
La respuesta es entonces z = 2ei· 8 ≈ 1,848 + 0,765i.
π
Sin embargo, al escribir 16i como 16ei· 2 hicimos uso de su argumento principal, π2 , pero
nada impediría usar otro argumento como π2 + 2π = 5π 2 . Si se repite el planteo anterior con
esta expresión, se obtiene que debe ser

ρ4 = 16 y 4ϕ = ,
2
es decir,

ρ=2 y ϕ= ,
8
que da un resultado diferente, ya que 5π π
8 no es el mismo argumento que 8 desplazado una
cierta cantidad de vueltas, sino que es esencialmente diferente (difieren en π/2, un ángulo
recto, es decir un cuarto de giro). Y otros resultados se encontrarían si en vez de sumar 2π se
sumara 4π o bien 6π. Sin embargo, al sumar 8π se obtendría, ahora sí, el argumento 17π 8 que
π
es 8 + 2π y por lo tanto representa el mismo resultado que el primero. Existen, por lo tanto,
solo 4 respuestas diferentes, y son los números complejos
π 5π 9π 13π
z1 = 2ei· 8 , z2 = 2ei· 8 , z3 = 2ei· 8 y z4 = 2ei· 8 .

Para entender estos resultados, tengamos en cuenta que en cada caso se buscó que
π
4ϕ = + 2kπ, k ∈ Z,
2
o sea π
+ 2kπ
2
ϕ= , k ∈ Z,
4
pero que solo se obtienen argumentos esencialmente diferentes si, por ejemplo, se toman los
valores k = 0, 1, 2, 3 (para k = 4, por ejemplo, se obtiene el mismo argumento que para k = 0
con un giro adicional). La elección de estos valores de k, en este caso, hace además que el
resultado cumpla ϕ ∈ [0, 2π), y por lo tanto el valor hallado sea el argumento principal de
cada raíz cuarta de 16i calculada.

17
Más en general, si se tiene un número w0 ∈ C, con w0 6= 0, digamos w0 = ρ0 ei·ω0 , y se
buscan todas sus raíces n-ésimas (los z que cumplen z n = w0 ), existen n soluciones distintas
z1 , . . . , zn dadas en forma exponencial por

zi = n ρ0 · ei·ϕk

donde ϕk = ω0 +2kπ n , y k toma n valores enteros sucesivos, como por ejemplo


k = 0, 1, 2, . . . , n−1. Con frecuencia se prefiere usar los valores de k ∈ Z tales que ϕk ∈ [0, 2π),
que no siempre son los valores de 0 a n − 1.

5. Estructura algebraica de C: similitudes y diferencias con R.

Tanto en R como en C tenemos definidas ciertas operaciones. Considerando puntualmente


la suma y el producto (la resta y la división son simplemente sus operaciones inversas, es decir,
la suma y multiplicación por elementos inversos), tenemos que valen las siguientes propiedades:

tanto la suma como el producto son operaciones asociativas, es decir

(u + v) + w = u + (v + w) y (u · v) · w = u · (v · w) ∀u, v, w;

ambas son conmutativas:

u+v =v+u y u·v =v·u ∀u, v;

las dos tienen elementos neutros, que denominamos 0 para la suma y 1 para el producto;
esto significa que cumplen

u+0=u y u·1=u ∀u

cada número u tiene un inverso para la suma, que se representa como (−u), o sea que
cumple u + (−u) = 0 y todos salvo el 0 tienen un inverso para el producto que notamos
como u−1 o u1 (o sea, u · u−1 = 1);13

el producto es distributivo respecto de la suma, es decir,

u · (v + w) = u · v + u · w ∀u, v, w.

Es de notar que cuando decimos ∀u, v, etc., las propiedades anteriores son ciertas tanto
si dijéramos «pertenecientes a R», como si dijéramos «pertenecientes a C». Incluso si nos
restringiéramos a Q —pero no a Z o a N (analizar por qué)— todas las propiedades seguirían
siendo válidas. Existen muchos otros conjuntos en los que se pueden definir dos operaciones
13
Como se dijo, estos permiten definir la resta y la división por un número distinto de 0 como

u − v = u + (−v) y u
v
= u · v −1 .

18
con tales características. Un conjunto con dos operaciones que cumplen lo anterior se dice que
tiene estructura de cuerpo.
De lo anterior surge que (R, +, ·) y (C, +, ·) tienen ambos estructura de cuerpo. Esto es lo
que tienen en común. ¿Qué los diferencia?
Como se comentó, también (Q, +, ·) es un cuerpo. Sin embargo este es un cuerpo esencial-
mente diferente a (R, +, ·) o, para simplificar —sobreentendiendo cuáles son las operaciones—
digamos simplemente que Q es un cuerpo esencialmente diferente a R; ocurre que este tiene
una propiedad particular que no tiene aquel, denominada completitud. Explicar la idea de
completitud no es la intención de este apartado, pero cabe aclarar que, en primer lugar, C es
completo también en cierto sentido, por lo cual eso no lo distingue de R.
Por otro lado, la noción de completitud en R puede formalizarse usando el concepto de
supremo o ínfimo de un conjunto, y para esto se requiere de una noción de orden en R, como
la ya conocida relación de «ser menor o igual que», simbolizada por ≤. Esto llevará a una de
las principales diferencias entre R y C.
Se dice que ≤ es una relación de orden porque cumple las siguientes propiedades:

x ≤ x, ∀x (reflexividad);

x ≤ y e y ≤ x solo pueden darse simultáneamente si x = y (antisimetría);

x ≤ y e y ≤ z implica que x ≤ z (transitividad).

Además, se dice que es un orden total porque dados x e y cualesquiera siempre vale al menos
uno de los enunciados x ≤ y e y ≤ x.
Ahora bien, es posible definir un orden total en C de muchas maneras, pero el orden
definido en R, y también en Q, tiene la propiedad de «llevarse» particularmente bien con las
operaciones de suma y producto. En particular, sabemos que si x ≤ y, entonces para cualquier
z vale x + z ≤ y + z. Además, si sabemos que z > 0 entonces x ≤ y también implica que
x · z ≤ y · z (si fuera z < 0 sabemos que se invierte la desigualdad).
El hecho de tener un orden total que interactúe de este modo con las operaciones del
cuerpo se resume diciendo que tanto R como Q, con sus operaciones y su relación de orden,
son cuerpos totalmente ordenados.
Surge así una de las principales diferencias entre R y C. Supongamos que se define un orden
total en C. Como i 6= 0 y el orden es total, tendrá que ser cierto que i > 0 o que i < 0 (estas
son abreviaciones de 0 ≤ i ∧ 0 6= i y de i ≤ 0 ∧ i 6= 0, respectivamente). Si quisiéramos que
ese orden sea compatible con la suma y el producto en los términos explicados anteriormente,
vemos lo siguiente:

si suponemos i > 0, al multiplicar esta misma desigualdad por i a ambos miembros se


mantiene el sentido (porque estamos diciendo que i es mayor a cero, es decir, positivo).
Entonces:
i · i > 0 · i =⇒ i2 > 0 =⇒ −1 > 0,

19
y esto último es absurdo porque contradice lo establecido para el orden en R. (Aquí se
usó el hecho de que 0 por cualquier complejo es 0, algo que no probamos pero es una
consecuencia de los axiomas de cuerpo).
por el contrario, si i < 0, multiplicar por i invierte la desigualdad. Entonces multiplicar
i < 0 por i nos dice que
i · i > 0 · i =⇒ −1 > 0,
el mismo absurdo que en el caso anterior.

La conclusión es que no hay manera de definir un orden total en C que sea compatible con las
operaciones de suma y producto, por el simple hecho de que allí vale i2 = −1, probablemente
la única propiedad en C que no estaríamos dispuestos/as a resignar. Luego, C no puede ser
nunca un cuerpo totalmente ordenado, a diferencia de R que sí lo es.
Existe otra distinción fundamental entre R y C, que se mencionó en el apartado 1 y en
la nota 1. Mientras que existen polinomios con coeficientes reales que no tienen raíces reales
(una vez más, el ejemplo prototípico es p(x) = x2 + 1), cualquier polinomio de orden al menos
1 con coeficientes en C tiene al menos una raíz en C.
Más aún, si z1 es una raíz de p(z), puede dividirse exactamente a p(z) por z−z1 y reescribir
p(z) = (z − z1 )q(z), donde q(z) tiene grado inferior en uno al grado de p(z). Si esto sigue
siendo al menos 1, q(z) tiene una raíz z2 y puede escribirse como z − z2 por otro polinomio
de grado uno menos que el de q, es decir, dos menos que el de p. Así, si el grado de p era n,
este proceso puede realizarse n veces, hasta que el polinomio que resulta luego de la última
división sea de grado cero, es decir una constante α 6= 0, y ya no tenga raíces.
El procedimiento anterior —es decir, la factorización— permite escribir a p como
p(z) = α(z − z1 )(z − z2 ) · · · (z − zn ).
Esto se resume diciendo que «todo polinomio en C se factoriza linealmente» (es decir, como
producto de polinomios lineales, de grado 1). Esto de alguna manera elimina la necesidad de
seguir ampliando el conjunto de los números complejos a otro mayor y se dice en ese caso
que C es un cuerpo algebraicamente cerrado. Por el contrario, como bien lo prueban x2 + 1
y tantos (infinitos) otros polinomios sin raíces reales, ni R ni Q son cuerpos algebraicamente
cerrados.

6. Nociones básicas de análisis complejo

Una vez definida la noción de límite para funciones complejas (que mantiene muchas
propiedades del límite de funciones reales, incluyendo la denominada «álgebra de límites»),
la idea de derivada para funciones entre subconjuntos de C se define por analogía con el caso
real.
Definición 3. Sea f : A ⊂ C → B ⊂ C (A y B abiertos) y z0 ∈ A. Decimos que f es derivable
en z0 si y solo si existe y es finito el límite
f (z) − f (z0 )
lı́m .
z→z0 z − z0

20
df
Al valor de dicho límite se lo denomina derivada de f en z0 , y se nota f 0 (z0 ) o bien dz (z0 )
(observar que ese resultado puede ser un número complejo). 

La derivabilidad en C se define casi como un calco de la derivabilidad en R. La diferencia


central depende en realidad, no de la definición de derivada en sí, sino de las sutilezas del
cálculo de límites en C, similares a las que surgen con los límites en Rn para n ≥ 2. Mientras
que cuando x → x0 ∈ R, la sucesión de valores que toma x está sobre una recta y puede a
lo sumo, tomar valores a veces a la izquierda de x0 y a veces a la derecha, la variabilidad
posible cuando z → z0 ∈ C es esencialmente diferente. Al igual que en R2 , podemos pensar
en sucesiones que tienden a un punto del plano a lo largo de diversas rectas con diferentes
pendientes, pero también sobre parábolas, arcos de circunferencia, cúbicas, sinusoides y cual-
quier trayectoria en la que se pueda pensar, casi sin restricciones. Esto hace esencialmente
más difícil probar la existencia de un límite en C, lo cual sólo es posible por definición, o
usando ciertas propiedades ya probadas con anterioridad.
Como consecuencia, la derivabilidad en C es una condición más fuerte, y más aún si
queremos que la derivada exista no solo en un punto, o en una recta, sino que alrededor de
un punto de derivabilidad exista todo un entorno o un disco en el cual la función sea también
derivable. Esto lleva a la noción de función holomorfa, que definimos en el siguiente apartado,
y que resulta tanto más fuerte que la noción original de derivada en un punto, como para dar
lugar a consecuencias notables sobre las propiedades de dichas funciones.

6.1. Funciones holomorfas

En el apartado 3 se definió informalmente el concepto de función holomorfa. A continuación


lo definimos con precisión y estudiamos con mayor detalle.

Definición 4. Sea f : A ⊂ C → C (con A abierto). Decimos que:

f es holomorfa en (el punto) z0 ∈ A si y solo si f es derivable sobre algún entorno de


z0 ;

f es holomorfa sobre (el conjunto) abierto B ⊂ A si y solo si f es holomorfa en cada


punto b ∈ B;

f es entera si está definida en todo el plano complejo (A = C) y es holomorfa sobre C.

Observación 3. En relación a la definición 4, puede ser útil o ilustrativo notar que:

La condición de ser holomorfa en un punto es más fuerte que la derivabilidad en el punto.


Que f sea holomorfa en z0 implica además de la existencia de f 0 (z0 ), que f 0 (z) existe
en todos los puntos de algún entorno de z0 y como todo entorno en C tiene infinitos
puntos, la holomorfia implica la existencia de infinitos puntos de derivabilidad. Más aún,
garantiza la existencia de, por ejemplo, un círculo de radio positivo (tal vez «grande»,
o «pequeño») donde f es derivable.

21
Puede probarse que la segunda definición es en realidad equivalente a decir que f es
holomorfa en el abierto B si y solo si f es derivable en cada punto b ∈ B(o dicho más
simplemente, derivable sobre B). En esto es esencial que B sea abierto.
Para mayor claridad (o al menos eso intentaremos), lo que afirmamos es que en vez de
chequear si. . .

. . . para cada b ∈ B hay un entorno de b —digamos Eb — tal que para cada


a ∈ Eb se tiene que f es derivable en a.

podemos ver simplemente si se verifica. . .

. . . para cada b ∈ B, f es derivable en b.

Análogamente (dado que C es abierto) resulta que f es entera ⇐⇒ f es derivable para


cada z ∈ C.

Algunos ejemplos básicos de funciones holomorfas son las funciones polinómicas (holomor-
fas en C, es decir que son funciones enteras), la exponencial ez , las trigonométricas sin(z) y
cos(z) (todas también en C) y los cocientes de polinomios en los puntos donde el polinomio
1 2z
no tiene raíces, como z−i —en C \ {i}— o 1+z 2 —en C \ {i, −i}, etc.

Como ejemplo más general, uno de los teoremas centrales del análisis complejo prueba que
toda función que puede desarrollarse en serie en algún círculo de radio positivo (eventualmente
infinito, es decir sobre C), es holomorfa en el interior de dicho círculo. Y además, la derivada
puede hacerse término a término de la serie, como si se tratara de un polinomio de grado
infinito.
Teorema 1. Sea f : D ⊂ C −→ C y a ∈ D un punto interior. Entonces, f es holomorfa en
z = a y si
f (z) = α0 + α1 (z − z0 ) + α2 (z − z0 )2 + · · · + αn (z − z0 )n + · · ·
para z ∈ D, entonces

f 0 (a) = α1 + 2α2 (a − z0 ) + 3α3 (a − z0 )2 + · · · + nαn (a − z0 )n−1 + · · · .


Ejemplo 3. El teorema anterior prueba en particular que, como ya dijimos, la función

z2 z3
f (z) = ez = 1 + z + + + ···
2! 3!
es derivable en todo C (holomorfa en C, es decir entera). Pero además, podemos calcular su
derivada en todos los z ∈ C como
2z 3z 2 4z 3
f 0 (z) = 0 + 1 + + + + ··· =
2! 3! 4!
z2 z3
=1+z+ + + · · · = ez .
2! 3!

22
De igual manera se prueba que
g(z) = sin z y h(z) = cos z
son enteras y que
g 0 (z) = cos z y h0 (z) = − sin z.


6.2. Ecuaciones de Cauchy-Riemann

Presentamos en esta sección un enfoque distinto para concluir, según la expresión funcional
de f , si esta es holomorfa en cierto conjunto abierto.
Dada una función compleja f (z), muchas veces se puede escribir su expresión funcional de
modo que la parte real y la parte imaginaria queden bien identificadas, y a su vez entender
que tener un complejo z en el dominio es equivalente a tener un par de reales.
Por ejemplo, si tenemos f (z) = iz 2 , y pensamos que z ∈ C puede pensarse como x+iy con
x, y ∈ R (y además tenemos claro que dados ciertos x e y estos determinan un único z ∈ C).
Entonces podemos reescribir, si z = x + iy,
f (z) = f (x + iy) = i(x + iy)2 = i(x2 + 2ixy − y 2 ) = −2xy + i(x2 − y 2 ).
Es decir que una función compleja en realidad tiene una parte real y una parte imaginaria,
que en este caso son −2xy y x2 − y 2 , respectivamente; notar que solo dependen de x e y (son
funciones de (x, y), que es un par de números reales).
En general puede escribirse
f (x + iy) = u(x, y) + i v(x, y),
donde u(x, y) es la parte real de f (x + iy) y v(x, y) es la parte imaginaria (en nuestro ejemplo,
u(x, y) = −2xy y v(x, y) = x2 − y 2 )).
La expresión anterior tiene consecuencias importantes. El cálculo de límites en algunos
casos sencillos no presenta demasiados inconvenientes, pero a veces resulta más complicado
ya que, en última instancia, se trata de un límite doble: cuando z → z0 , puede hacerlo por
una infinidad de trayectorias, ya que el desplazamiento es en el plano: basta con que dos
trayectorias lleven a límites diferentes o que alguno no exista, para que no exista el límite
propiamente dicho. Sin embargo, no existe manera de chequear todas las trayectorias, por lo
que en algunos casos se requieren razonamientos algo más complicados.
Dado que la derivada se define como un límite, todas las dificultades del cálculo de límites
del párrafo anterior pueden surgir al calcular una derivada mediante la definición.
Pero sin embargo, el estudio de las funciones u(x, y) y v(x, y) también permite decidir
sobre la derivabilidad de f como función compleja.
Volvamos al cálculo de f 0 (z0 ), pero usando la notación alternativa; escribamos z = x + iy
y z0 = x0 + iy0 . Entonces:
 
0 f (z) − f (z0 ) u(x, y) + iv(x, y) − u(x0 , y0 ) + iv(x0 , y0 )
f (z0 ) = lı́m = lı́m =
z→z0 z − z0 (x,y)→(x0 ,y0 ) (x + iy) − (x0 + iy0 )

23
 
u(x, y) − u(x0 , y0 ) v(x, y) − v(x0 , y0 )
= lı́m +i .
(x,y)→(x0 ,y0 ) (x − x0 ) + i(y − y0 ) (x − x0 ) + i(y − y0 )

Supongamos que la derivada existe, es decir que existe y es finito cada uno de los límites
en cuestión (que son equivalentes), en particular el último. Como el límite existe (visto como
límite con la variable z ∈ C o con (x, y) ∈ R2 ) tiene que existir y dar el mismo valor siguiendo
cualquier trayectoria. Esto incluye a los llamados límites iterados: uno de ellos es
 
u(x, y) − u(x0 , y0 ) v(x, y) − v(x0 , y0 )
lı́m lı́m +i =
x→x0 y→y0 (x − x0 ) + i(y − y0 ) (x − x0 ) + i(y − y0 )
 
u(x, y0 ) − u(x0 , y0 ) v(x, y0 ) − v(x0 , y0 )
= lı́m +i =
x→x0 (x − x0 ) + i(y0 − y0 ) (x − x0 ) + i(y0 − y0 )
 
u(x, y0 ) − u(x0 , y0 ) v(x, y0 ) − v(x0 , y0 )
= lı́m +i ,
x→x0 x − x0 x − x0
y que este límite exista necesariamente hace que existan los límites tanto de la parte real como
imaginaria (límites reales). Pero esos límites son las expresiones de las derivadas parciales de
u y v respecto de x en (x0 , y0 ). Es decir que
∂u ∂v
f 0 (x0 + iy0 ) = (x0 , y0 ) + i (x0 , y0 ).
∂x ∂x

Del cálculo del otro límite iterado resulta:


 
u(x, y) − u(x0 , y0 ) v(x, y) − v(x0 , y0 )
lı́m lı́m +i =
y→y0 x→x0 (x − x0 ) + i(y − y0 ) (x − x0 ) + i(y − y0 )
 
u(x0 , y) − u(x0 , y0 ) v(x0 , y) − v(x0 , y0 )
= lı́m +i =
y→y0 i(y − y0 ) i(y − y0 )
 
u(x0 , y) − u(x0 , y0 ) v(x0 , y) − v(x0 , y0 )
= lı́m −i + =
y→y0 y − y0 y − y0
∂u ∂v
= −i (x0 , y0 ) + (x0 , y0 ) = f 0 (x + iy).
∂y ∂y
(en la anteúltima igualdad se tuvo en cuenta que las i del segundo término se cancelan, y en
el primer término, que 1i = −i).
Tenemos entonces dos expresiones distintas de f 0 (z0 ), que claramente deben ser equiva-
lentes. Al ser números complejos esto ocurre si y solo si las partes reales de ambos coinciden
y también las partes imaginarias); esto prueba el siguiente teorema:

Teorema 2 (Ecuaciones de Cauchy-Riemann: condición necesaria). Si f : A ⊂ C → B ⊂ C


es derivable en un entorno de z0 = x0 + iy0 (x0 , y0 ∈ R) y f (x + iy) = u(x, y) + i v(x, y) (si
x, y ∈ R) con las funciones u y v tomando valores reales, entonces estas son diferenciables y
para todo (x, y) de dicho entorno valen
∂u ∂v
(x, y) = (x, y)
∂x ∂y

24
y
∂u ∂v
(x, y) = − (x, y).
∂y ∂x

Este par de condiciones se conoce como ecuaciones de Cauchy-Riemann. 

En cierto sentido vale la proposición recíproca, que no demostramos pero enunciamos a


continuación.
Teorema 3 (Ecuaciones de Cauchy-Riemann: condición suficiente). Si u(x, y) y v(x, y) son
diferenciables en un entorno de (x0 , y0 ) y satisfacen las ecuaciones de Cauchy-Riemann para
todo par (x, y) de dicho entorno, entonces la función f (x+i y) = u(x, y)+i v(x, y) es derivable
en un entorno de x0 + i y0 , es decir, es holomorfa en z0 = x0 + i y0 . 
Ejemplo 4. Volviendo al ejemplo inicial, tenemos
∂u ∂v
(x, y) = −2y = (x, y)
∂x ∂y
y
∂u ∂v
(x, y) = −2x = − (x, y).
∂y ∂x
Como u y v son diferenciables (son de hecho C ∞ ), el segundo teorema garantiza que f (z) = iz 2
es holomorfa en todo C (algo que también se prueba fácilmente por definición). 
Ejemplo 5. Consideremos ahora la función f (z) = (1 − i)|z|2 , definida para todo z ∈ C, y
que podemos reescribir como

f (x + iy) = x2 + y 2 − i(x2 + y 2 )

por lo que tenemos


u(x, y) = x2 + y 2 v(x, y) = −x2 − y 2 .

En este caso
∂u
(x, y) = 2x
∂x
∂v
(x, y) = −2y.
∂y
que solo son iguales sobre la recta y = −x, y por lo tanto la derivada existe a lo sumo en
esos puntos. Como la recta no contiene ningún entorno, f no es holomorfa en ningún punto.
Para completar los cálculos, veamos que
∂u
(x, y) = 2y
∂y
∂v
− (x, y) = −(−2x) = 2x
∂x
y estas se igualan únicamente en la recta y = x, que solo se interseca con y = −x en el origen.
Es decir que la derivada de f existe a lo sumo en (x0 , y0 ) = (0, 0), y como dijimos, no es una
función holomorfa en ninguna región. 

25
Ejemplo 6. Finalmente, sea f (z) = z̄ + z 2 , que reescribimos como

f (x + iy) = x − iy + x2 − 2ixy + i2 y 2 = (x + x2 − y 2 ) − iy(1 + 2x)

y tomamos entonces

u(x, y) = x + x2 − y 2 v(x, y) = −y(1 + 2x).

En este caso
∂u
(x, y) = 1 + 2x
∂x
pero
∂v
(x, y) = −1 − 2x.
∂y
A su vez
∂u
(x, y) = −2y
∂y
∂v
− (x, y) = −(−2y) = 2y
∂x
y concluimos que las ecuaciones de Cauchy-Riemann solo se verifican en (x0 , y0 ) = − 21 , 0 .


Luego f puede ser derivable a lo sumo en ese punto, y no es holomorfa en ninguna región. 

A modo de ayuda a la intuición, vemos que las funciones que involucran |z| o z resultaron
no holomorfas, mientras que la que solo dependía de z pero a través de las operaciones básicas,
sí lo era (y en todo C). Como guía para la intuición estas reglas son razonables, lo cual no
significa que si en una fórmula aparecen explícitamente módulos, conjugados, partes reales o
imaginarias, no puedan estar interviniendo de manera que todo termine reduciéndose a una
expresión sencilla que sí corresponda a una función holomorfa.
De todos modos, como lista básica, es conveniente recordar que son holomorfas, en todo
su dominio:

Los polinomios en z con coeficientes complejos en general (los números reales, desde
ya, son complejos); en particular las constantes; la exponencial ez , las trigonométricas
sin(z) y cos(z) y también tan(z) y demás, así como las trigonométricas inversas, en los
puntos donde están bien definidas.

Las sumas (y restas) de funciones holomorfas y los productos de funciones holomorfas.

El cociente de funciones holomorfas en los puntos donde el denominador no se anula.

La composición de funciones holomorfas en los puntos donde esta está bien definida.

Las series de potencias en el interior del disco en el que convergen.

Aunque no lo mencionamos antes, el teorema 1 admite una recíproca: no solo es cierto


que las series de potencias son holomorfas, sino que también puede probarse que toda función
holomorfa puede desarrollarse en un entorno de cada punto como una serie de potencias, a
saber, su serie de Taylor.

26
Además, el uso de series de Taylor es posible ya que las funciones holomorfas no solo
son derivables en cada punto de su dominio sino que también tienen definidas sus derivadas
segundas, terceras, etc. Estos muestra la fuerza de la condición de «holomorfia»: mientras que
es fácil definir en R funciones derivables en toda la recta pero que tal vez no tienen derivada
segunda; o sí segunda pero no tercera, etc.; esto no es posible en C. Cualquier función derivable
en un círculo, por pequeño que sea, tiene todas las derivadas en ese conjunto, es decir, es una
función C ∞ .
Esta propiedad y tantas otras que brindan simetría y organización a lo que en R parecía
caótico o asimétrico, son las que dan al análisis complejo su tan reconocida elegancia y —
como apreciación personal— las que dotan a los números complejos de una «existencia», una
«realidad» que tal vez nadie habría esperado en una primera instancia, cuando se decidió
inventar un símbolo para representar algo tan «irreal» como una imaginaria raíz cuadrada
para un número negativo.

27

También podría gustarte