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Foto: Archivo
Colombia fue sede del Congreso Mundial de Masones, en 1970.
El lema Libertad y Tolerancia servirá de excusa para que 500 masones
provenientes de toda Colombia se congreguen del 15 al 17 de noviembre en
Bucaramanga, sin ocultar su identidad, convencidos de que deben adaptarse a
los nuevos tiempos de apertura y globalización.
Vistos durante siglos como una fuerza oscura, cuando no como ateos
irredimibles, perseguidos por sus ideas y hasta excomulgados, los masones
acudirán a esta cita animados por escuchar un debate sobre la Constitución
Política de 1991, en el que aparte del gobernador de Santander —y masón—
Horacio Serpa Uribe, también figuran como invitados el ex ministro Jorge
Valencia Jaramillo y el columnista de El Espectador y ex director del DAS,
Ramiro Bejarano, quienes revisarán “si esa Constitución sirvió como un hito
para abrirle paso a la modernidad, retomar lo que de ella sirve y mirar qué es lo
que está ocurriendo en el país”.
¿A los masones les preocupa lo que pase en el país o sólo el bienestar de los
‘hermanos’?
Hoy estamos hablando de una nueva orden, que es aquella fundada en 1717 en
la Nueva Inglaterra, aunque se sigue satanizando a la masonería cuando
realmente hay una libertad total, de orden religioso e ideológico entre sus
miembros, a quienes no se les conmina a la participación en ninguna religión ni
en ningún tipo de posición política. Hay que desconocer qué es lo que allí se
discute para hablar de esa forma despectiva como se hace en algunos medios.
Los únicos secretos son aquellos que tienen que ver con la búsqueda de la
verdad. No hay ningún secreto diferente al que cada hermano pueda tener en lo
más recóndito de su alma. Esta misma entrevista es una apertura de algo que
viene sucediendo hace rato.
Cuando hablas de los atuendos que se usan en los rituales, simplemente son
símbolos para hacer un recordatorio, pero allí no está la esencia, sino en la
construcción del templo interior, en el desarrollo que interiormente cada uno
tenga.
No hay pecados, porque no es una orden religiosa. Y cuando dices ‘cada quien
haga lo que quiera’, lo entenderíamos en la medida en que este hermano no
esté atentando contra sus hermanos ni contra sus semejantes. Es bienvenida
cualquier escuela de pensamiento, con la posibilidad de que tengamos un
debate amplio y franco. Las malas acciones, con la corrupción, las
desapariciones, el asesinato, las torturas, los secuestros, por ejemplo, son
totalmente censurables e inadmisibles en nuestra orden.
¿Qué sentido tiene hablar de libertad y tolerancia en pleno siglo XXI, que
suenan más a consignas de la Revolución Francesa?