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EL DESTERRADO Federico tomé el tren y volvié a su casa, en Belgrano. Era de noche. Su mujer, sus hijos ya estarian esperdndolo. Vio el letrero de la estacién: BELGRANO. Bajé. Se largé a caminar, De repente desconocié las calles. Todo se habia mudado: calles, edificios, jardines, todo menos la estacién. En la esquina donde debfa estar su casa habia otra. Antes estaba enjalbegada de cal, ahora era de ladrillos rojos, antes tenia un érbol enfrente, ahora se levantaba allf un buzén pintado con una bandera norteamericana, Pero la puerta era la misma. Entrd. Sentados alrededor de una mesa llena de vasos y botellas de brandy jugaban a los dados unos pistoleros de pelicula, Lo miraron torvamente y le gritaron algo que é! no pudo entender. Slo entendié que le gritaban en ingles, El corazén le dio un wuelco, Comprendié que en esa noche el barrio de Belgrano, de un gran salto, habia cambiado posiciones con otro barrio venido el diablo sabe de dénde. El estaba pisando un barrio que habla venido volando, para atraparlo. Quiso huir hacia la estacién. Corrié, pero sin moverse, Y mientras corria y corria sin adelantar un paso los pistoleros se rierona carcajadas, se le acercaron lentamente, lo rodearon, les miraron las piernas inditilmente veloces y uno de ellos lo agarré con las dos manos y lo fue estrujando, amasando, comprimiendo, plasmando, modelando. Lo reductan, lo reductan...Ahora era solo un punto, El punto en un dado. Lo metieron, junto con otros dados, en el cubilete, y los pistoleros siguieron Jjugando. Federico esperaba su turno iAlguna vez su punto tendria que salir, cara arriba en el dado! Pero terminaba un juego y empezaba otro, y él no salfa. Se repetian las combinaciones y se repetia su fracaso: el dado daba una vuelta en el aire y Izas! El punto cafa para abajo. El fullero habja cargade el dado. Cuando desperté no estaba en Belgrano: estaba en Chicago. Enrique Anderson Imbert oa Escaneado con CamScanner

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