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Las relaciones entre el Estado y la Iglesia

Diversos sistemas:
Las relaciones del poder temporal del estado frente al orden espiritual o religioso adoptan,
en las distintas constituciones, cuatro criterios básicos: a) Estado sacral: los fines del
estado aparecen subordinados a los principios religiosos; el estado pasa a convertirse en
un instrumento de lo espiritual, b) Estado confesional: aquí los fines polit́ icos aparecen
diferenciados de los fines espirituales, aun cuando el estado institucionaliza su existencia,
y resuelve a favor de alguna o de las más importantes. Ejemplo: estado argentino. Estos
estados pueden no tener una religió n oficial. Garantizan una amplia libertad de culto, pero
privilegian en su tratamiento constitucional a determinada confesió n, c) Estado laico: esta
categoriá manifiesta una postura neutral, pero no necesariamente agnóstica. El estado no
tiene una religió n oficial. En ocasiones va asociado al reconocimiento de una amplia
libertad de cultos, d) Estado antirreligioso: se parte desde el principio según el cual la
religión constituye un obstáculo para el normal desarrollo de los fines polit́ icos del estado.
Ejemplo: Unió n Soviét ica.

La confesionalidad de la Constitución Nacional. Normas constitucionales:


Nuestra constitución nacional resuelve el problema de la relació n entre el estado y la
iglesia asumiendo una postura Confesional. El estado argentino no tiene religió n oficial;
así lo reconoce la doctrina constitucional, lo mismo que la jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Nació n (caso Villacampa). Sin perjuicio de ello se le reconoce,
en nuestra constitución, al culto católico y a su iglesia preeminencia sobre las demás
confesiones. Hay entonces libertad de cultos pero no, igualdad. (Preámbulo, arts. 2, 14,
19).

Los deberes de todos los habitantes. Los deberes de los ciudadanos:


Las constituciones imponen deberes, que son una consecuencia necesaria e inevitable de
la existencia misma de los derechos. En nuestra ley suprema, desde luego, existen
obligaciones, que en algunos casos abarcan a todos los habitantes, y en otros, a grupos
determinados o indeterminados de ellos. Las hay enunciadas de manera explić ita, como
las que corresponden a la defensa de la patria y de la Constitución (art. 21), la defensa del
orden constitucional (art. 41) y otras surgen como corolario del reconocimiento de
derechos. También existen obligaciones que son consecuencia de los principios y las
declaraciones de la constitución. Asi,́ el principio de afianzar la justicia comprende no
solo al gobierno, sino a todos los habitantes. Lo mismo se podriá sostener con respecto a
la forma republicana de gobierno y sus principios esenciales de libertad polit́ ica,
participació n, control, publicidad, etc., que nos incumben a todos. La Corte Suprema de
Justicia ha puesto de resalto que los deberes constitucionales no son absolutos, como
tampoco lo son los derechos.

El Estado Federal

1. El Estado federal: Concepto, origen y estructura


Es una forma de estado, caracterizada por la descentralizació n del poder con relació n al
territorio. Esto significa que además del órgano central del poder existen órganos locales.
Ellos deben tener cierta independencia respecto del poder central, que incluye el concepto
de autonomiá , los órganos del estado federal tienden a descentralizarse.
Si bien, se afirma que el federalismo como forma de estado regulada constitucionalmente,
nació con la constitución de los Estados Unidos de 1787, hay otros antecedentes mucho
más antiguos. Algunos autores mencionan como su más remoto antecedente la formació n
de la Liga Aquea, que existió en Grecia entre los años 281 y 146 antes de Cristo.
Montesquieu también se ocupó de este tema. Cabe senã lar que por aquellos tiempos no
se distinguiá suficientemente entre la federación y la confederació n. Esta confusió n de
conceptos se produjo en nuestros constituyentes de 1853, que habiendo establecido la
forma de estado federal (art.1) titularon a nuestra ley suprema Constitución de la
Confederació n Argentina. En 1860 esto fue cambiado y solo se menciona en el art. 35.

Pactos preexistentes y pactos especiales:


La expresión pactos preexistentes se refiere a los pactos celebrados antes de nuestra
constitución. Son mencionados en el preámbulo. La menció n de los pactos especiales que
se hace en artić ulo 121 que fue incorporado en la reforma de 1860 cuando ingresó Buenos
Aires. Los pactos especiales son aquellos que se celebraron después de la constitución,
no son para todas las provincias, un ejemplo fue el Pacto de San José de Flores, firmado
en 1859, exclusivamente para Buenos Aires que no habiá ingresado con el de San Nicolás.
Si consideramos que en la reforma de 1860 se siguió ejerciendo el poder constituyente
originario de 1853 y que recién allí se consolidó la unión nacional, con la incorporación
de Buenos Aires, debemos considerar el pacto firmado en San José de Flores como
preexistente, pero al mismo tiempo un pacto especial. Por que aparte de consolidar la
unió n nacional, organizó definitivamente el régimen federativo de gobierno. Ejemplos de
Pactos preexistentes: 1) El Tratado de Pilar: firmado el 23 de febrero de 1820 entre
Buenos Aires, Santa Fe y Entre Rió s. 2) El Tratado del Cuadrilátero: firmado el 25 de
enero de 1822 entre Buenos Aires, Santa Fe, Entre Rió s y Corrientes. 3) El Pacto Federal:
firmado el 4 de enero de 1831 entre Buenos Aires, Santa fe, Entre Rió s, Corrientes y
luego el resto de las provincias. 4) El acuerdo de San Nicolás: firmado en 1852, Rosas
convoca a todos los gobernadores de las provincias para la organizació n del paiś , no
acepta Buenos Aires.

Pactos preexistentes:
• El Tratado de Pilar: firmado el 23 de febrero de 1820 entre Buenos Aires, Santa Fe y
Entre Rió s.
• El Tratado del Cuadrilátero: firmado el 25 de enero de 1822 entre Buenos Aires, Santa
Fe, Entre Rió s y Corrientes.
• El Pacto Federal: firmado el 4 de enero de 1831 entre Buenos Aires, Santa fe, Entre
Rió s, Corrientes y luego el resto de las provincias.
• El acuerdo de San Nicolás: firmado en 1852, Rosas convoca a todos los gobernadores
de las provincias para la organizació n del paiś , no acepta Buenos Aires.

Las relaciones en el Estado federal


La subordinación
El federalismo como forma de Estado, implica la necesidad de entretejer una compleja
trama de relaciones entre los estados que lo integran, tanto entre éstos y éstos con el poder
central.
Para preservar la unidad federativa, el orden jurid́ ico local se subordina al federal solo en
aquellos aspectos que hayan sido objeto de previa delegación y reconocimiento. Como
ejemplos se pueden mencionar las cláusulas que deben reunir las constituciones
provinciales y a la garantiá federal (art. 5), el estado de sitio (art. 23), la supremaciá del
derecho federal (art. 31), la fijació n de lim
́ ites interprovinciales a cargo del Congreso (art.
75 inc. 15), conflictos interprovinciales (art. 127), intervenció n federal (arts. 6, 75 inc. 31
y 99 inc. 20), nuevas provincias (art. 13), etc.
La participació n
Se pone énfasis en la necesidad de que las provincias formen parte de las instituciones
del poder federal, interviniendo en ellas y colaborando, por tanto, en el ejercicio de sus
atribuciones. Como ejemplos se puede citar la integración del senado con tres
representantes por provincia (art. 54) y la elecció n distrital de los diputados nacionales
que representan a la nació n y no a las provincias (art. 45).
Las relaciones de coordinación
Surge del reparto de competencias establecido por la Constitución Nacional. La
coordinació n es una cualidad imprescindible para mantener la armoniá del estado federal.
Delimita las competencias propias del estado federal y de las provincias. Podemos
identificar cuatro tipos de poderes: poderes prohibidos, poderes no delegados y
reservados, poderes concurrentes, poderes delegados. Los poderes prohibidos se refieren
a los expresamente vedados por la constitución para las provincias (arts. 126 y 127). Por
ejemplo las provincias no pueden celebrar tratados parciales de carácter polit́ ico, no puede
expedir leyes de comercio, establecer aduanas interiores, ni acunã r moneda, no puede
declara la guerra a otra provincia, etc.. Para el estado federal (art. 32). Por ejemplo el
congreso no puede dictar leyes que restrinjan la libertad de imprenta. Para ambos (art.
29). Por ejemplo el poder legislativo no puede conceder facultades extraordinarias. Los
poderes concurrentes son aquellos que pueden ser ejercidos conjuntamente por las
provincias y por el estado federal (arts. 125, 75 inc. 2, 75 inc. 18). Por ejemplo pueden
celebrar tratados parciales con fines de administració n de justicia, promover la industria,
etc. Los poderes delegados son aquellos que las provincias delegan en el estado federal
(arts. 6, 23 y 75 inc. 12). Todo aquello referido a la intervenció n federal, estado de sitio
y dictado de códigos civil, penal, comercial y de mineriá . Los poderes no delegados y
reservados son aquellos que las provincias se guardan y no delegan en el estado federal
(arts. 5, 121, 122, 123). Corresponde a las provincias dictarse su constitución, establecer
impuestos directos, dictar sus leyes procesales, asegurar la educació n primaria. Las
competencias exclusivas de las provincias son prohibidas al estado federal.

Relaciones de igualdad y cooperación


Son aquellas que ponen de manifiesto, la igualdad de los estados locales y la necesaria
colaboración entre ellos. Provienen de vinculaciones que tienen las provincias entre si y
no con relació n al estado federal. Son ejemplos de este tipo la fe que gozan los actos
públicos de una provincia en las demás (art. 7), la igualdad de derechos entre los
habitantes de las provincias y la reciṕ roca obligación de estas respecto de la extradició n
de criminales (art. 8). También se puede mencionar el derecho de tránsito interprovincial
(arts. 9, 10, 11 y 12) y la paz interprovincial (art. 127). Los actos públicos son los que
emanan de autoridades y funcionarios de una provincia en ejercicio de sus funciones por
ejemplo el dictado de una ley por la legislatura de una provincia. Procedimientos
judiciales, son los realizados ante los tribunales de justicia y que son invocados como
comprobantes de algún derecho o tit́ ulo, por ejemplo una sentencia.

Las zonas de jurisdicció n federal


Concepto
Toda persona sea o no habitante queda sometida a la jurisdicció n del estado por el solo
hecho de permanecer en el territorio. Nuestros tribunales solo ejercen jurisdicció n sobre
personas y cosas que estén dentro del territorio. El territorio incluye: suelo, subsuelo,
espacio aéreo, litoral marit́ imo, mar adyacente y plataforma submarina. El art. 75 inc. 30
establece que el congreso debe ejercer una legislación exclusiva en la capital de la Nació n
y dictar la legislación necesaria para el cumplimiento de los fines de los establecimientos
de utilidad nacional en el territorio de la república. Las autoridades provinciales y
municipales conservarán los poderes de policiá e imposició n sobre estos
establecimientos, en tanto no interfieran en el cumplimiento de aquellos fines.

Las provincias
Su indestructibilidad y sus límites
La Constitución Nacional garantiza a las provincias su integridad territorial. El art. 13
dispone que podrán admitirse nuevas provincias en la Nación, pero no podrá erigirse una
provincia en el territorio de otra u otras, ni de varias formarse una sola, sin el
consentimiento de la Legislatura de las provincias interesadas y del Congreso. Sin
embargo creemos que este carácter es relativo. El propio art. 13 permite que se unan dos
o más provincias o que una se divida en dos o más. Desde luego, para que ello ocurra la
Constitución determina recaudos severos, requiriendo tanto el consentimiento de las
provincias interesadas como el del Congreso de la Nación, lo cual garantiza la integridad
territorial de las provincias.
La Constitución Nacional le asigna al Congreso la atribució n de fijar los lim
́ ites de las
provincias. Esta facultad debe ser ejercida conforme a los principios y las normas
constitucionales. El Congreso no podrá afectar arbitrariamente la integridad territorial de
́ ites en contra de otra. En tal caso puede acudir a la Corte
una provincia al fijar sus lim
Suprema (art. 116, 117 y 127).

Los conflictos interprovinciales


La Constitución obliga a las provincias a afianzar sus lazos de paz con las demás. El art.
127 expresa que ninguna provincia puede declarar, ni hacer la guerra a otra provincia.
Sus quejas deben ser sometidas a la Corte Suprema de Justicia y dirimidas por ella.

La garantiá federal: concepto y antecedentes


Nuestros constituyentes estimaron conveniente no sólo proclamar la autonomiá de las
provincias y las condiciones bajo las cuales ella debe ser ejercida, sino también consagrar
el compromiso del Estado Federal de contribuir a asegurarla. Por eso la última parte del
mismo art. 5 de la Constitución expresa: “Bajo de estas condiciones el gobierno federal
garante a cada provincia el goce y ejercicio de sus instituciones”. Esta cláusula es
conocida con el nombre de garantiá federal. Se suele considerar como su fuente el art. 5
de la Constitución de Suiza de 1848. Su antecedente es el art. 133 de la Constitución
Federal de los Estados Unidos de Venezuela de 1811. Se trata de una garantiá pública o
institucional, que el gobierno federal debe ejercer por omisió n o por acción. En este caso,
deberá adoptar las medidas necesarias para preservarla o restablecerla: advertencias a sus
autoridades, requerimientos a sus gobernadores para que actúen como agentes del
gobierno federal (art. 128), prestarles auxilio econó mico (art. 75 inc. 9), intervenir sus
instituciones (art. 6).

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