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UN DECRETO MARCA DESTINO. Un mal decreto puede detener una transición, puede
detener un proceso. Cierra la boca; no hables nada. Si tienes algo que decir, haz un
decreto: Vamos a llegar al otro lado. Si el Señor dijo, se va a cumplir, en el nombre del
Señor.
HAY QUE CERRAR LA BOCA. Por esto fue que Josué, cuando fue a conquistar a
Jericó, el Señor le dijo: Marchen; den una vuelta diaria a las murallas por siete días. El
Señor no dijo que lo hicieran en silencio; el que le añadió eso fue Josué. Josué estaba
diciendo: Por culpa de diez cabezones que hablaron negativo, me retrasaron todos estos
años, y ahora que estoy entrando a esta dimensión, no me lo van a impedir; cállense la
boca.
Imagina aquella gente marchando y diciendo: Pero, ¿por qué nos ponen aquí con tanto
calor? Josué habría respondido: Cállense la boca. ¡Pero es que no está pasando nada! –
diría aquella gente; y Josué les respondería: Cállese la boca. Y a la séptima vuelta del
último día, la gente habría dicho: Nada está pasando; y Josué: ¡Cállense la boca, cierren el
pico! Pero, cuando dieron la última vuelta, el poder de Dios comenzó a operar.