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Introducción al texto escrito

Al profundizar el estudio del texto escrito académico recordaremos la distinción


entre el lenguaje oral y el escrito, la cual es pertinente para comprender la naturaleza de un
texto escrito, por ejemplo su dificultad. De esa forma tendremos una mayor perspectiva
teórica para juzgar nuestros procesos personales en la escritura, evaluar sus carencias y
virtudes.
En ese sentido, Romina Marazzato plantea 12 diferencias en un cuadro comparativo
previo al artículo titulado ¿Por qué no se escribe como se habla? Reflexionaremos solo
sobre algunas distinciones que a lo largo del curso estuvimos comentando y que coinciden
con la propuesta de Marazzato.
Recordemos que la distancia comunicativa es una característica del mundo
universitario, nos permitió entender la formalidad presente en los textos escritos
académicos1 y en otros eventos de ese ámbito. La producción o escritura de un texto
académico implica que se tengan en cuenta criterios formales; por ejemplo, el dominio de
reglas tanto para el uso del lenguaje como para el uso de citas y sus referencias, así como
el conocimiento de la estructura de un texto académico. Estas características que
encontramos en los textos escritos académicos definitivamente también pertenecen a las
características del lenguaje escrito.
Así, hay que indicar que los criterios o elementos de formalidad citados son una
muestra de complejidad; siendo esta, a su vez, una característica del lenguaje escrito. Para
detallar más, presentamos un extracto del cuadro comparativo de Marazzato:
Lenguaje oral lenguaje escrito
Se adquiere de manera natural e Se aprende mediado por un proceso de
irrefrenable gracias a la interacción entre enseñanza intencional y aprendizaje
una capacidad innata y el medio social. consciente.

Se utiliza con fines sociales para Es el vehículo que ha permitido el


intercambiar informaciones cotidianas, desarrollo de complejas funciones
expresar la propia subjetividad, apelar al cognoscitivas y comunicativas, como el
interlocutor, o simplemente para mantener registro de acontecimientos e ideas para la
abierto el canal de comunicación. posteridad, el desarrollo de las matemáticas
y el progreso tecnológico.

Nota. Recuperado de [ CITATION Mar16 \l 10250 ]

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Escribimos “texto escrito académico” porque los textos pueden ser escritos, orales, incluso un símbolo
como una flecha. Por otro lado, el texto escrito puede estar constituido por una palabra como “CUIDADO”.
Entonces, es importante explicitar que estamos hablando de textos escritos académicos, por ejemplo un
ensayo, el artículo, la reseña, etc., que, por el contrario, son mucho más largos que una palabra, por lo que
ameritan una estructura.

Prof. José A. Valdivia M.


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Como usted verá la complejidad formal de un texto académico escrito está


vinculada a características del leguaje escrito porque, para empezar, requieren estudio y
aprendizaje para su dominio; a diferencia del oral que es un lenguaje espontáneo y formado
en la interacción social. Por otro lado, la producción de un texto académico no es tan
sencilla, pues sus contenidos y sus requerimientos formales se comprenden y comunican a
través del uso de capacidades cognitivas superiores.
Finalmente, un texto escrito académico pretende comunicar y perennizar, tal cual lo
señala la caracterización del lenguaje escrito, conocimientos altamente elaborados como los
científicos.
¿Cuál es la estructura del texto escrito académico?
El texto escrito académico tiene varios objetivos; por ejemplo, exponer teorías o
describir alguna situación o sustentar argumentos. Cual fuese la pretensión, está claro que
todos los textos académicos tienen una estructura que, en líneas generales, obedecería al
criterio de jerarquía entre las ideas que componen el texto. Esa unión jerárquica de ideas
permite lograr el objetivo de descripción, explicación o argumentación. El autor ha
estructurado sus contenidos o ideas para conseguir su objetivo. También es necesario que
logre mostrar y comunicar esa jerarquía u orden al lector. En ese sentido, Cassany nos dice:
La organización de las ideas tiene que quedar reflejada en el texto de alguna
manera, si queremos que el lector siga la estructura que hemos dado al mensaje. Las
divisiones y subdivisiones de nuestro esquema tienen que corresponderse con
unidades equivalentes del texto. Cada división debe tener unidad de contenido, pero
también tiene que marcarse gráficamente. Solo de esta manera conseguiremos
comunicar de forma coherente lo que nos hemos propuesto. [CITATION Dan93 \p 76 \l
10250 ]

Cuando se escribe, el autor conoce las ideas que conforman su texto, establece sus
ubicaciones y las relaciones de unas con otras, desde el inicio del texto hasta su punto final.
Cada párrafo contiene una idea y se constituye como partes o unidades del texto; la idea
por sí sola no tiene sentido, ya que su propósito es conformar el texto.
A lo anterior se suma la necesidad de comunicar o “mostrar” esas relaciones a su
lector, para lo cual son indispensables, entre otros aspectos, las normas del uso del lenguaje
como la puntuación y el uso de conectores. Respecto a la “marcación gráfica” son señales
para comunicar al lector la organización del texto; estas señales pueden ser los títulos,
subtítulos o el espaciado entre un párrafo y otro, así como los conectores.
Cassany nos muestra la estructura del texto escrito en el siguiente gráfico:

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Nota. Recuperado de [CITATION Dan93 \p 77 \l 10250 ]

El esquema nos muestra la jerarquía y relación de las partes; las frases componen
los párrafos y el conjunto de estos dan lugar a un apartado. Toda esta secuencia es necesaria
para el sustento comunicativo de un texto. Como se puede observar, los párrafos juegan un
rol importante en tanto que son las unidades básicas con las que se compone un texto.

¿Qué es un párrafo?
En el desarrollo de esta parte del curso hemos trabajado con textos de la Dra.
Daniela Ranjel; en su introducción a los tipos de párrafos por su función nos caracteriza,
previamente, al párrafo. En ese sentido, nos dice que este es una unidad gramatical que
comunica solo una idea. Entonces, varios párrafos deberán desarrollar una determinada idea
que aporten a la construcción del tema en un texto escrito. Este es el criterio central de la
definición de párrafo.
En relación a la anterior, Ranjel nos recomienda no seguir el siguiente criterio falso:
un párrafo está determinado por su longitud, por ejemplo, si es demasiado largo lo
dividimos o, por el contrario, si es corto, entonces, continuamos con su construcción.
Ranjel insiste en que nada tiene que ver la longitud de un párrafo con el desarrollo de la
idea.
En cuanto a los párrafos por su función, sabemos que existen cuatro tipos: el
descriptivo, el explicativo, el narrativo y el argumentativo. El primer tipo de párrafo

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corresponde a una función que comunica características, detalles, formas, elementos, etc., y
pretende responder a la pregunta ¿cómo es?; el segundo, comunica razones, fundamentos,
causas o procesos y responde a ¿por qué es?; el tercero, comunica el desarrollo o sucesión
de hechos, situaciones y acontecimientos; el cuarto, trasmite la fundamentación de una
posición personal frente un determinado tema. Es pertinente decir que en la práctica un
párrafo puede ser mixto, esto significa que, muy probablemente, contendrá más de una
función.
En otra clasificación, Ranjel señala que existen párrafos definidos por su estructura;
estamos hablando del segmentado y, su contrario, el párrafo cohesionado. La estructura
interna de un párrafo se determina, básicamente, por el nivel del uso de los signos de
puntuación y conectores; de esa forma, si un párrafo está compuesto por un número alto de
oraciones cortas, entonces, poseerá una estructura segmentada. Por el contrario, si ese
párrafo tiene pocas oraciones simples y se han generado oraciones complejas, gracias al uso
de conectores y pronombres relativos, tendremos un párrafo cohesionado.
Según Ranjel, existe otra clasificación que se basa en el estilo. El uso de estos
párrafos depende de la experiencia y gusto del escritor. El párrafo enumerativo consiste en
plantear una oración principal y luego desarrollar su análisis, el cual será agrupado en
partes numeradas. A continuación un ejemplo breve:
Las redes sociales y los medios de comunicación, en medio de la pandemia, han
brindado ventajas y desventajas. Esta contradicción está tanto en los medios en sí
como en los receptores. En primer lugar, las redes sociales han ayudado a informar
al ciudadano acerca de noticias y protocolos. Sin embargo, a la par, han influido en
la desinformación al transmitir datos falsos y especulativos. Y, en segundo lugar, los
medio de comunicación, a pesar de tener una completa veracidad, han sido
desventajosos respecto a aquellos ciudadanos que se abrumaban frente a las noticias
de hechos fatales.
Otro interesante estilo es el de la comparación, el cual consiste en desarrollar la idea
del párrafo haciendo comparaciones entre objetos, y de esa forma ganar el interés del lector.
Ejemplo:
Para muchos estudiantes que aspiran a la vida universitaria el estudio de la filosofía
es menos atractivo que el de la ciencia. Al parecer una razón radica en que la lectura
está más vinculada a la filosofía, mientras que en la ciencia hay más una dinámica
práctica, lo que agrada a los aspirantes a una profesión. Además, la filosofía implica
volver al pasado y embeberse de toda la historia del pensamiento, pero, por el
contrario, la ciencia se vuelca al presente para continuar con su labor cognitiva.
Finalmente, la perspectiva filosófica teoriza sobre los problemas de la realidad,
mientras que la gran mayoría de ramas científicas emprende proyectos
experimentales.
También tenemos el párrafo de desarrollo de la idea, el cual consiste en escribir en
sus primeras líneas la idea central para luego proceder a su sustentación. Podríamos decir

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que es el estilo más común cuando escribimos párrafos. El detalle a tomar como consejo
inmediato sería el de colocar, en las primeras líneas del párrafo, una oración que presente a
la idea central a desarrollarse.
Un estilo muy útil es el del párrafo enunciado o de solución de un problema; el cual
consiste en el planteamiento de una pregunta que luego será respondida en el desarrollo del
párrafo. Para el lector es muy útil este estilo porque la pregunta se convierte en una señal
para la continuidad de su lectura. A continuación un ejemplo:
El empirismo filosófico es la base de la epistemología del Círculo de Viena. ¿Por
qué este empirismo fue muy criticado por Mario Bunge? Para entender la crítica de
Bunge imaginemos que queremos conocer un parque. El empirismo sostiene que la
principal fuente del conocimiento son los sentidos; de esa misma forma conozco un
parque, lo veo, lo toco, siento los aromas de las plantas, etc. Sin embargo, no podré
ver cada flor del parque, ni podré sentir cada uno de los aromas. Por lo tanto,
siguiendo al empirismo no podré conocerlo. Siendo así, el empirismo no explica
toda la dimensión del conocimiento humano.
También encontramos que los párrafos iniciales de un texto y los finales, nos
referimos, respectivamente, a la introducción y conclusión, tienen sus propias
características, las cuales desarrollaremos en otro texto.
Por otro lado, tomando en cuenta La cocina de la escritura de Cassany (1993)
encontramos interesantes recomendaciones respecto al párrafo. Si bien es cierto el tamaño
de un párrafo no es el criterio que lo determina, Cassany aconseja que el texto debe tener un
aspecto visual equilibrado con párrafos, aproximadamente, del mismo tamaño, es más,
aceptando el riesgo de hacer una regla, el autor propone que una página debe poseer entre
tres a ocho párrafos y cada párrafo debe tener entre tres a cuatro oraciones.
Añade Cassany que en un texto breve, el párrafo determina la estructura general del
texto y, por lo tanto, su función externa se vuelve crucial. Además, sostiene que la
estructura interna del texto consistiría en unas primeras líneas presentando el propósito del
párrafo; las siguientes, su desarrollo; y las últimas, una especie de cierre. Sin embargo,
Cassany acepta que todos estos requisitos no siempre se encuentran (p.85).
Además, Cassany nos previene de unos errores típicos al escribir un párrafo. El
primero, hacer una mezcla de párrafos largos y cortos, sin una razón aparente. Segundo,
repetir ideas en distintos párrafos y separar aquellas que pueden desarrollarse en uno solo.
Tercero, un párrafo constituido por una sola oración, sin ningún punto y seguido, que exija
al lector un esfuerzo mayor. Cuarto, un párrafo demasiado largo con subunidades que el
lector tendría que descubrir; y, quinto, párrafos poco evidentes para el lector (p.86).
Para terminar, una interesantísima recomendación de Cassany. Nuestro autor nos da,
lo que él llama, un truco. A cada párrafo le debemos otorgar un título tácito. Luego
verificar una concatenación entre estos y que no haya repeticiones, lo cual da como
resultado una unidad de significado (p. 87).

Prof. José A. Valdivia M.


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Referencias bibliográficas

Cassany, D. (1993). La cocina de la escritura . Barcelona: Anagrama .

Marazzato Sparano, R. (agosto de 2016). Rescatedelesp. Obtenido de


https://rescatedelesp.com/wp-
content/uploads/2016/08/Hablar_Escribir_COMPARACION.pdf

Ranjel, D. (18 de mayo de 2020). Convenio Andrés Bello. Obtenido de


https://virtual.iiicab.org.bo/login/index.php

Prof. José A. Valdivia M.

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