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Ocho años de prisión para el abogado Gustavo Rivas

Condena para el ilustre abusador

Ciudadano ilustre de Gualeguaychú, fue condenado en un caso y absuelto en ocho por


prescripción, aunque los dieron por probados.

La Justicia de Gualeguaychú condenó al abogado Gustavo Rivas, de 73 años, a ocho años de


prisión por haber abusado de manera reiterada de un chico menor de edad, en un fallo que
consideró acreditado el delito de “corrupción y promoción de la prostitución” en un caso pero
desestimó las acusaciones de otros nueve casos, en ocho de ellos por entender que habían
prescripto los delitos y en el restante porque la fiscalía no pudo presentar pruebas suficientes
para la acusación. La decisión de los jueces, según consta en el veredicto, fue unánime. El
ahora condenado presenció la lectura de la sentencia en la sala; fuera de los tribunales, la
seguían integrantes de la ONG Rompiendo el silencio, cuya movilización puso el foco público
en debate oral.

En la lectura del fallo, la presidenta del Tribunal de Juicios y Apelaciones de Gualeguaychú e


Islas del Ibicuy, Alicia Vivian, detalló además que Rivas no deberá cumplir prisión domiciliaria –
la pena de privación de la libertad sólo se aplicará cuando quede firme la condena–, aunque sí
debe dar a la Justicia una caución de dos millones de pesos. Sobre el ahora condenado,
además, pesa la prohibición de salir de Gualeguaychú y de Entre Ríos sin previa autorización
judicial, y dos veces por semana deberá presentarse en la Jefatura de policía “para dar cuenta
de su comportamiento”.

Rivas también tiene prohibido “mantener por sí mismo y por interpósita persona, a través de
cualquier vía o medio, cualquier contacto con las víctimas”, al igual que realizar “cualquier acto
molesto o perturbador de la tranquilidad” de sus denunciantes.

El abogado Rivas había sido acusado de haber abusado de al menos diez menores de edad
entre 1970 y 2010, bajo el delito de “corrupción y promoción de la prostitución”, un delito
cuya escala penal va entre los 3 y los 10 años de prisión. El fiscal Lisandro Beheran había
solicitado que fuera condenado a 25 años, mientras que la abogada Estela Esnaola –
representante de uno de los denunciantes– pidió siete años de prisión y el abogado
querellante Alfredo Vitale, siete años y medio. Sin embargo, el tribunal integrado por Vivian,
Arturo Exequiel Dumón y Mauricio Derudi entendió que sólo se encontraba acreditado fuera
de toda duda uno de los casos, al que identificó durante el proceso como “A”, para preservar la
identidad de la víctima. En ese caso, indicó el fallo, “se afirma fuera de toda duda razonable
que los hechos existieron y que Rivas fue su autor”. El abogado fue autor de “actos sexuales
orales y de penetración por un extenso lapso de tiempo, iniciados entre los 12 y 13 años del
menor”.

Para los jueces, los testimonios (a los que otorgó “credibilidad” fuera de toda duda) y las
pruebas aportados en el expediente demuestran que la conducta de Rivas no fue una suma de
“actos circunstanciales, aislados e instintivos” sino “un plan desarrollado por Rivas con el
ánimo de satisfacer sus deseos sexuales”. “Todos los relatos (de los denunciantes) resultaron
compatibles y corroborables” y no hubo contradicciones en lo que narraban, indica el fallo.
El tribunal destacó que “en las reacciones emotivas de los declarantes, en sus gestos y
palabras” se traslució que, a la hora de decidir la denuncia, “el fin no fue venganza sino la
búsqueda de paz que da la revelación de hechos traumáticos que los marcaron a fuego de
niños, y que han perdurado hasta el presente”.

El fallo consideró probado que “los hechos (denunciados) acontecieron en el interior de las
viviendas habitadas por el acusado hasta 2011, principalmente los viernes y sábados por la
noche”, que “todas las víctimas contaban con menos de 18 años de edad” y se convertían en
“fetiches” en virtud de “un plan desarrollado por Rivas con el ánimo de satisfacer sus deseos e
instintos sexuales”. Los jueces reconstruyeron que, para ello, Rivas se sirvió de la imagen
pública que construyó “a través de su permanente actuación en instituciones culturales,
deportivas sociales, que lo llevó a ser considerado por toda la sociedad como un hombre
destacado por su erudición”. De esa manera, “se insertó en ámbitos de gran afluencia de
menores, como fiestas, clubes, lugares donde podía con total libertad orientar su accionar a la
elección de niños de edades tempranas, cuyo desarrollo psicológico no les permitía entender”
la manipulación del abogado. Generaba vínculos “de amistad, confianza y camaradería” y
detectaba en qué eran vulnerables los niños (dinero, afecto) para brindárselo y construir una
complicidad que derivaba en el sometimiento y los abusos reiterados.

“Rivas en todos los casos logró satisfacer su plan, captar la confianza de menores de 18 años
dominando sus voluntades” y “convirtió a esos niños en su fetiche”, señala el fallo.

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