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En la Constitución Sacrosantum Concilium

encontramos los principios básicos sobre la relación


entre la Biblia como Palabra de Dios y la liturgia.
También en la Constitución Dei Verbum.
1. Se puede decir, en resumen, que el Concilio
Vaticano II parte idealmente de un
presupuesto, que llamaríamos “paralelismo
existencial” entre la mesa de la Palabra y la mesa
de la Eucaristía (véase DV 21). De ambas procede
el alimento para los fieles. De ahí la importancia
que se le da a la Palabra de Dios en la celebración
litúrgica (véase SC 7; 33; 35; 24; 48; 51; DV 1; 21;
25; 26).

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2. Por eso, el Concilio desea vivamente que se
dé una mayor utilización a la Escritura
dentro de las acciones litúrgicas, de suerte
que los fieles obtengan un alimento
abundante, variado y acomodado a sus
exigencias vitales (véase SC 35,1; 51; 92 a.
También, nº 9; 48; 52; 56; 106; DV 21a;
26; LG 42).

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