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Seminario Teológico de Sevilla

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Informe Semanal 4
Los libros históricos: la conquista, el reino y el exilio

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Presentado en cumplimiento parcial de los requisitos del curso

BI-101: Introducción al Antiguo Testamento

Profesor: Dr. Andrés Messmer, PhD

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Por

Gabriel Cabrera

Mayo, 26. 2021


YAHVÉ UNO ES, EL VALOR DE SU NOMBRE PARA LA IGLESIA

“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.” El Shemá, conocido así entre

los judíos, es sin lugar a dudas la confesión religiosa más importante dentro de su

liturgia y también de mayor peso en su cosmovisión respecto a YAHVÉ. “Tan

importante es esta confesión que los niños judíos en hogares ortodoxos deben

memorizarla tan pronto como sea posible”1. Y tiene sentido que así sea, puesto que aún

hoy, a pesar de la incredulidad y rechazo por parte de las esferas más populares del

judaísmo para con Jesús, este llamado, además de contener los mandamientos

principales de la ley judía, fue confiado específicamente a ellos: “Oye, Israel”.

Como lectores y estudiantes del A.T., debemos reconocer y respetar las

implicaciones teológicas que esta porción de la revelación adquirió en el A.T., al mismo

tiempo que administramos correctamente su valor en la actual dispensación. Uno de los

elementos más evidentes respecto a la inerrancia de las Escrituras, como también de su

inspiración Divina es su carácter universal. Es decir, su alcance a todas las culturas y

lenguas a lo largo de toda la historia. Ningún libro jamás escrito podrá siquiera fantasear

con esta posibilidad, solo la biblia posee esta cualidad y merece ser valorada de esta

forma por los creyentes. De manera que, al estudiar todo su contenido, éste sigue siendo

sumamente relevante para los creyentes en el Único Dios Verdadero y digno de nuestra

meditación permanente.

Mi desafío al escoger este asunto dentro del marco de Deuteronomio es acercar

primeramente a mi corazón el valor que esta declaración posee. Considero que existe un

aspecto muy reconocible en la religión judía, su celo y disciplina en la Palabra (Deut

6:7-9). Conscientes de nuestra libertad en Cristo y por medio del Espíritu, podemos y
1
Warren W. Wiersbe. Estar equipado (Deuteronomio): Adquirir las herramientas para el éxito espiritual
(Editorial David C Cook, 2010), 39.

1
debemos atesorar sus Palabras. Navegar por el A.T. con una hermenéutica precisa que

nos permita conocer en una mayor dimensión quién es nuestro Dios tal y como fue

presentado a los hebreos en el Sinaí.

Mi primera observación al abordar este texto se dirige al orden en que Dios

mismo presenta sus mandamientos y decretos. Es evidente la intención en el propio

relato, el valor intrínseco de la ley reside sobre aquel que la dicta, “YHVH, nuestro

Elohim, YHVH, uno es.” Al mismo tiempo, aparentemente, parece presentar la figura

de un dios monoteísta. ¿Cómo contrastamos este texto con nuestra doctrina trinitaria?

Keil y Delitzsch, eruditos del texto hebreo aportan luz respecto al dilema

sintáctico del nombre YHVH: “es presentado aquí como Dios el absoluto,

incondicionado, o el Dios de acuerdo a la absoluta independencia y constancia de sus

acciones. Por esto se deduce que lo que se predica aquí de Yahvé no se refiere a la

unidad de Dios, sino simplemente declara que es sólo a Él que justamente pertenece el

nombre de Yahvé, que Él es el Dios absoluto, con quien ningún otro Elohim puede ser

comparado.”2 Es un error pensar que al abordar el A.T. tratamos con una revelación

incompleta, legalista o incompatible con la teología neo testamentaria.

No menos digno de consideración es el propósito maravilloso que surge del

análisis etimológico del Tetragrama y la obra de redención. En su sentido primario,

YHVH significa el que existe en sí mismo. Pero también, “conlleva el sentido temporal

de llegar a ser (conocido), señalando así la revelación progresiva que Dios mostrará

de sí mismo a través de sus hechos.”3

Juan, en su evangelio, registra un evento directamente vinculado a esta realidad:

“De cierto, de cierto os digo, que el que guarda mi palabra, nunca verá muerte.” (Juan
2
Carl Friedrich Keil y Franz Julius Delitzsch, Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento
(Editorial: Clie), 820.
3
Biblia Textual 3ra edición (Editorial: Holman Bible Publisher), estudio 3 1290.

2
8:51). Esta declaración implica que Jesús mismo es el “dueño” del Pentateuco, algo que

los judíos no podían aceptar. Pero como si esto fuese poco, Jesús añade: “Antes que

Abraham llegara a ser, Yo Soy” (Juan 8:58). “Porque Yahvé, aunque es el Absoluto, no

es una noción abstracta como «ser absoluto» o «la idea absoluta», sino el absoluto

Dios viviente, como se ha dado a conocer en sus hechos en Israel para salvación del

mundo.”4

Así como Dios comenzó a darse a conocer a su pueblo en el Sinaí por medio de

su ley, se reveló plena y completamente en Cristo Jesús en el Jordan. Pero de la misma

forma en que el Padre el Hijo y el Espíritu comparten una misma esencia y naturaleza,

pero poseen una singularidad única, la revelación del A.T. no anula su revelación final

en el N.T., forman una misma e única imagen: Cristo es el resplandor de su gloria y la

imagen misma de su ser (Heb 1:3). Interiorizar la Shemá en nuestra mente, consciencia

y memora profundiza nuestra cosmovisión de Dios. Nos provee una imagen real del

Dios Absoluto, juez justo y fiel, como también de un Salvador, lleno de gracia y perdón.

4
Carl Friedrich Keil y Franz Julius Delitzsch, Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento
(Editorial: Clie), 820.

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