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El Terrorismo en Ecuador: Alfaro Vive Carajo

Análisis histórico, respuestas policiales y


consecuencias

Juan Mera Benalcázar

Ciudad: Quito
[Fecha] 23 de julio de 2020
El Terrorismo en Ecuador: Alfaro Vive Carajo (AVC) Análisis histórico, respuestas policiales y consecuencias.

RESUMEN Y PALABRAS CLAVE.

Este trabajo abarca el análisis de un período de la historia ecuatoriana,


relacionado con la violencia implementada por Alfaro Vive Carajo (AVC), un grupo
autodefinido como socialdemócrata, que para su formación aglutinó a varios grupos
de izquierda y tomando como referente ideológico revolucionario a Eloy Alfaro,
adoptó el camino de las armas con la finalidad de obligar al gobierno a dialogar y
promover acciones que disminuyan la desigualdad. La narrativa recopila información
y destaca los hechos que desarrolló AVC durante la década de los 80 del siglo XX,
especialmente en la administración presidencial de León Febres Cordero de
tendencia socialcristiana; se analiza en prospectiva las respuestas estatales y las
consecuencias, con la finalidad de definir estrategias policiales que eviten a futuro
repetir la historia de errores en el ámbito de la seguridad frente a grupos radicales.

Palabras Clave: Terrorismo, Subversión, Alfaro Vice Carajo, AVC, Derechos Humanos,
Tortura, Ejecución extrajudicial, Comisión de la Verdad, Policía Nacional.

SUMMARY AND KEY WORDS.

This work covers the analysis of a period in Ecuadorian history, related to the
violence implemented by Alfaro Vive Carajo (AVC), a self-defined group as a Social
Democrat, which for its formation brought together various left-wing groups and
taking Eloy Alfaro as a revolutionary ideological referent, adopted the path of arms
in order to compel the government to dialogue and promote actions that reduce
inequality. The narrative gathers information and highlights the events that AVC
developed during the 80s of the 20th century, especially in the presidential
administration of León Febres Cordero of Social Cristiano (political party) tendency;
State responses and consequences are analyzed prospectively, with the aim of
defining police strategies that avoid repeating the history of security errors in the
face of radical groups in the future.

Key Words: Terrorism, Subversion, Alfaro Vice Carajo, AVC, Human Rights, Torture,
Extrajudicial Execution, Truth Commission, National Police.

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Índice:

I. Introducción
1. Introducción 4
2. Objetivo 6
3. Metodología 6

II. Marco Teórico


1. Evolución histórica de AVC en el Ecuador. 7
1.1. Ideología 7
1.2. Estructura 10
1.3. Apoyo Internacional 13
1.4. Acciones y consecuencias 14
2. Efectos sobre la Población 18
2.1. La cultura 18
2.2. El apoyo de la población 20
2.3. Los medios de comunicación 22
3. Las Respuestas estatales 23
3.1. La respuesta Política 23
3.2. La respuesta Legislativa 25
3.3. La respuesta Judicial 27
3.4. La respuesta Policial 30
4. Las consecuencias 37
4.1. Los Informes de Derechos Humanos y la Reconciliación. 37
4.2. El desarme 47
4.3. La inclusión en la vida política 50

III. Conclusiones
1. Conclusiones 51
2. Recomendaciones 54

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I Introducción.
1. Introducción

En el contexto de la tercera Oleada Terrorista de la «nueva izquierda» definida


por Rapoport; entre las décadas de los 60 y 80 del siglo XX el mundo advierte una
importante vertiente de terrorismo internacionalista en la que se mezclan el
radicalismo con el nacionalismo, psicológicamente impulsados por el éxito de la
Guerra de Vietnam, (Rapoport, 2004); la proliferación de gobiernos dictatoriales,
generan una gran cantidad de movimientos guerrilleros y grupos paramilitares,
especialmente en América Latina, donde varios Países fueron escenarios de la
violencia política generada por organizaciones revolucionarias inspiradas por el éxito
de la revolución cubana, pero más inclinadas a la ejecución de actos terroristas que
a la guerra de guerrillas (Corte, 2006).
En febrero 1983 sale a la luz en Ecuador una organización político-militar con
proyectos de lucha armada a la que denominan «Frente Revolucionario del Pueblo
Eloy Alfaro» (FRPEA) con el lema «Alfaro Vive Carajo» (Villamizar, 1994), proyecto
que se había venido gestando desde los últimos años de las dictaduras militares y la
etapa de transición o de retorno al orden constitucional.
Alfaro Vive Carajo (AVC) liderado por Ricardo Arturo Jarrín Jarrín reúne a
movimientos de izquierda y encuentra su figura ideológica en Eloy Alfaro a quien
definen como el gestor de la única revolución que ha tenido éxito en Ecuador.
La ideología Alfarista se basa en los hechos revolucionarios de las últimas
décadas del siglo XIX, cuando el conservadorismo aliado de la iglesia católica
gobernaban el País, con un apoyo predominante en la región de la sierra ecuatoriana,
tendencia que imponía su modelo económico, político y social, a pesar del
descontento latente del bloque liberal predominante en la costa; en el mismo sentido
con el que este bipartidismo se disputaba los poderes en el ámbito latinoamericano,

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el Ecuador asistía a la época con un ingrediente adicional, el regionalismo marcado
entre las dos grandes ciudades de Quito y Guayaquil (Ayala, 2018).
Eloy Alfaro, es un militar y político liberal radical, nacido en 1842 en
Montecristi Manabí, hijo de un comerciante español y una dama manabita; Alfaro
viajaba frecuentemente por los Países de América ayudando en los negocios de su
padre. En 1864 lideró la primera insurrección contra el presidente García Moreno y
su fracaso lo llevo al exilio en Panamá. Con la muerte de García Moreno, Eloy Alfaro
retorno a Ecuador y lideró otras revueltas fallidas, especialmente en Manabí y
Esmeraldas en 1893, finalmente estalló en Guayaquil la Revolución liberal el 5 de
junio de 1895 con el desconocimiento al gobierno nacional por parte de las
autoridades locales, provocando un enfrentamiento bélico entre la población que
condujo a la proclamación de Eloy Alfaro como Jefe Supremo.
Alfaro administró el País durante dos mandatos entre 1901 y 1911, luego
impuso a su candidato Emilio Estrada mediante un fraude en 1911, al ser descubierto,
huyo, pero en 1912 fue apresado por intentar otra revuelta contra el gobierno, fue
llevado a Quito, donde una turba asaltó la prisión y acabó con la vida de Eloy Alfaro,
Flavio y Medardo Alfaro, Luciano Coral, Ulpiano Páez y Manuel Serrano. Sus cuerpos,
fueron arrastrados a modo de trofeos sangrientos por la ciudad y finalmente
incinerados en el parque de El Ejido (Miguel Ruiza, 2004), hecho que se conoce como
la hoguera bárbara.
Con este referente, el grupo Alfaro Vive Carajo (AVC) monta su propósito para
obligar al Gobierno a crear un espacio de diálogo que promueva la eliminación de las
desigualdades sociales, y siguiendo el ejemplo de Alfaro, escogen el camino de las
armas como la vía más eficaz ante el inminente triunfo de la derecha representada
por León Febres Cordero y el partido Socialcristiano.
El gobierno de Febres Cordero al igual que los gobiernos de la región adopta
la política americana de no negociar con terroristas e inicia en 1984 una firme
respuesta policial a la subversión, para lo cual reorganiza, equipa y entrena a las
fuerzas de Seguridad.
Las razones de este trabajo son las de compilar los acontecimientos desde el
ámbito histórico y documental, analizando los hechos, las respuestas estatales y las
consecuencias, para con un enfoque prospectivo descifrar la disyuntiva Derechos

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Seguridad y responder a la interrogante sobre, ¿Qué grado de éxito y consecuencias
han tenido las respuestas estatales Policiales frente a AVC?, con la finalidad de
proponer estrategias preventivas en el ámbito de las respuestas policiales.

2. Objetivo

Responder a la cuestión sobre ¿Qué grado de éxito y consecuencias han


tenido las respuestas estatales Policiales frente a AVC?, para formular estrategias
preventivas en el ámbito de la respuesta policial al terrorismo en el Ecuador.

3. Metodología

Este estudio se basa en un análisis académico contrastado de los hechos


desarrollados por Alfaro Vive Carajo (AVC), históricamente plasmados en libros,
revistas, documentales audiovisuales, publicaciones periodísticas nacionales y
extranjeras, documentos oficiales y experiencias policiales que permitan obtener una
visión prospectiva en relación al objetivo planteado.
La comparación consiste en una triangulación entre: los actos delictivos en
que ha incurrido AVC durante el período presidencial de León Febres Cordero
durante 1984 y 1988; la preparación y organización policial para la respuesta ante la
amenaza; y, las consecuencias que se desencadenaron de los excesos policiales. Este
enfoque multidimensional incluye también aspectos de la cultura social, política y
jurídica del País, como elementos transversales que permiten un acercamiento a la
realidad investigada.
El análisis de las consecuencias y sanciones se apoya en fuentes del Derecho
Nacional e Internacional que protegen y sancionan los delitos, regulan los derechos
humanos y limitan las acciones de los Estados en la lucha contra el terrorismo; se
busca comprender en forma equilibrada ese contexto acción-reacción-acción entre
AVC, el Estado, y los Organismos de defensa de Derechos Humanos, sin dejar de lado
las decisiones y la influencia política tanto en el cometimiento de los delitos, como
en las investigaciones y juzgamiento.

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Los informes de los organismos de defensa de los Derechos Humanos y los
argumentos policiales, son un elemento importante en este contexto, para entender
los propósitos y los alcances de los actores involucrados.

II Marco Teórico.

1. Evolución histórica de AVC en el Ecuador.

1.1. Ideología y objetivos

La idea de una revolución de Ecuador se remonta a 1960 con la formación de


la denominada Unión Revolucionaria de Juventudes Ecuatorianas (URJE), a quienes
precedieron en 1972 los autodenominados Revolucionarios de la Liberación
Nacional. Alfaro Vive Carajo (AVC), nace en febrero de 1983 como el resultado de
una reunión de representantes de diferentes agrupaciones ideológicas y políticas de
izquierda, realizada en la provincia de Esmeraldas; los integrantes de esta junta
resuelven formar el Frente Revolucionario del Pueblo Eloy Alfaro (FRPEA); su
propósito es montar un movimiento militar organizado para instaurar la lucha
armada en el Ecuador; entre las primeras ideas de organización deciden que la
preparación de la gente la harían en Colombia y el financiado de sus acciones
inicialmente lo harían a base de recuperaciones (robo) y secuestros. En concordancia
con las ideologías de los grupos sociales de los que provienen se definen
políticamente como socialdemócratas y deciden que «el nombre y el carácter
insurgente de la nueva organización lo deben mantener en secreto ante el País hasta
que se logre crear y consolidar los comandos político-militares a nivel nacional»
(Terán, 2007 pág. 8).
El Frente Revolucionario del Pueblo Eloy Alfaro (FRPEA), acoge en sus filas a
varios actores de movimientos sociales entre los que se incluyen: «ex-militantes del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), militantes de organizaciones

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estudiantiles de las principales universidades de Ecuador como la Universidad Central
de Ecuador (UCE) y de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador e incluso de
militantes del Movimiento Revolucionario de Izquierda Cristiana (MRIC)» (Garrido,
2018 pág. 51). Como modelo ideológico deciden seguir los principios de Eloy Alfaro,
líder de la que consideraban la única revolución que ha tenido éxito en Ecuador y
según Arturo Jarrín, se definen como una organización democrática, nacionalista, de
amplio contenido popular, antimperialista e internacionalista (Oquendo, 2008).
La prensa bautizó al grupo como «Alfaro Vive Carajo» (AVC), debido al lema
que utilizaban en sus panfletos, proclamas y grafitis, lo que les hizo adoptar ese
nombre como el definitivo. Santiago Kingman, diseñador del pensamiento de esa
agrupación, quien argumenta que los motivos de radicalización, se fundamentan en
el sueño que con el retorno a la democracia se veía venir; la dictadura militar había
entregado el poder en 1979 y el nuevo gobierno socialdemócrata prometía una patria
nueva con una organización política bien estructurada y moderna al estilo europeo,
pero que ese sueño se había truncado con la muerte del presidente Jaime Roldós en
1981 (Dávalos, 2009); ante este suceso, asumió el poder Oswaldo Hurtado de la
Democracia Cristiana, partido al que anteriormente había pertenecido también
Arturo Jarrín y del que se había desvinculado porque no consideraba una opción para
el desarrollo de sus ideas revolucionarias mediante la lucha armada; la agrupación
alfarista optó por tomar las armas en respuesta al inminente ascenso al poder de la
derecha representada por León Febres Cordero del partido Social Cristiano que
promueve el neoliberalismo.
Los objetivos de los movimientos insurgentes son varios según su
característica y naturaleza, pero existen propósitos comunes como la adopción de
cambios políticos, que se proponen alcanzar mediante métodos violentos. Hernández
Gutiérrez identifica tres objetivos complementarios: «Forzar un cambio político y
erigirse como alternativa al Estado», en este caso la insurgencia busca tomar el poder
por medio de las armas, derrocando al gobierno; «Socavar o anular la legitimidad del
gobierno, así como su capacidad y derecho moral para gobernar», es un objetivo
permanente en todo proceso revolucionario que busca legitimar sus acciones
radicales en contra del Estado; y, «Ganarse el apoyo de la población», como

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contingente de refuerzo activo y moral, factor importante para alcanzar legitimidad
a través de la opinión pública. (Gutiérrez, 2011 pág. 71).
En el caso de Alfaro Vive Carajo (AVC) los objetivos no son claros entre sus
miembros; Arturo Jarrín líder de la agrupación desde sus inicios; en una entrevista
clandestina realizada en Cuenca el 28 de enero de 1986, define como objetivo
«derrotar a la oligarquía» (Jarrín, 2005 pág. 31); en otra entrevista realizada por el
periodista Diego Oquendo a Arturo Jarrín mientras se encontraba detenido en el
penal García Moreno en julio de 1984, menciona 5 objetivos que consideraba
necesarios para llenar el vacío político que permita resolver los problemas más
sentidos del pueblo y del País:
1) «alcanzar una democracia que no solamente se exprese en los discursos, sino que
se manifieste en la vida diaria»,
2) «justicia social»,
3) «alcanzar una economía independiente y nacional», que esté al servicio del pueblo,
4) «soberanía nacional» que se manifieste tanto en el orden nacional como
internacional,
5) «construir la patria grande americana»; para conseguir el gran sueño de Simón
Bolívar, que fuera inspiración y propósito también de su ideólogo Eloy Alfaro
(Oquendo, 2005).
Para Santiago Kingman, el objetivo era la lucha de clases, contra el
conservadorismo dominante, con lo que pretendían dar a los menos protegidos la
posibilidad de participar en el contexto político en igualdad de condiciones; la
percepción de AVC era que el Estado habían dejado de lado los conceptos de bien
común y de voluntad soberana; así el caldo de cultivo para sus motivaciones yacía en
esa población de la clase media y baja que no tenía un proyecto de vida seguro, a los
que ellos consideraban «rebeldes sin destino y sin futuro» (Dávalos, 2009).
Juan Cuvi, ex dirigente de AVC, encargado de las finanzas de la agrupación,
dice que la meta no era tomar el poder, la meta era provocar que los grupos sociales
más pobres tengan la capacidad de entrar a discutir con los más ricos y veían en las
armas un elemento de fuerza para discutir o para imponer (Dávalos, 2009). Otros ex-
AVC consideran que la mayoría no tenían una idea clara de los principios alfaristas,

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solo analizaron que el País necesitaba un cambio y eso los llevo a conformar la
revolución entre amigos.
La estrategia del uso de la violencia ha sido la más utilizada a lo largo de la
historia tanto por los grupos subversivos como por los terroristas, para provocar una
reacción desproporcionada por parte de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Por
medio de esta estrategia intentaban alcanzar dos objetivos: deslegitimar las
instituciones públicas; y obtener legitimidad y apoyo social.

1.2. Estructura

Toda organización terrorista, movimiento insurgente, delincuencia


organizada, inclusive organizaciones gubernamentales que ejecutan acciones de
terrorismo de Estado, necesitan de una estructura formal, aun cuando su principal
característica es la clandestinidad, requieren de una organización críptica, (Elorza,
2008). El contexto en que desarrollan sus actividades de naturaleza compleja para
alcanzar sus fines, ineludiblemente les impone la necesidad de emplear una gran
variedad y cantidad de recursos humanos y materiales; requisitos indispensables
para ejercer el terrorismo o la subversión.
Una organización formal, puede ser piramidal o reticular; la primera con
caracteres jerárquicos, donde se definen los líderes que dirigen y toman las
decisiones y los grupos de tarea con mandos, funciones y medios, que ejecutan las
acciones encaminadas a la consecución de sus objetivos estratégicos, estas
«operaciones del terrorismo sistemático implican una detallada planificación y se
parecen al trabajo que realiza el personal de una modesta campaña militar»
(Laqueur, 2003 pág. 131); se refiere a cargos intermedios que se ocupan de buscar
financiación, armas, provisiones, de ocultar y transportar a los combatientes. Existe
también la necesidad de campos de entrenamiento, captación de nuevos integrantes,
reclutamiento y, en cierta forma interlocutores para el diseño y socialización de sus
propuestas. En este tipo de organización, las Fuerzas de Seguridad de los Estados
siempre encuentran hilos a través de los cuales pueden conectar y erosionar poco a
poco al conjunto de la organización.

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Las estructuras reticulares por su parte, se caracterizan por la organización en
células que actúan y se autoabastecen en forma independiente; donde las decisiones
del líder se difunden mediante la interconexión de las células cuyos integrantes no
necesariamente se conocen entre sí, sin embargo, esta independencia no les permite
tomar decisiones estratégicas por su cuenta; la característica flexible de este tipo de
organización garantiza mayor campo de acción y mayor dificultad para que las
Fuerzas de Seguridad puedan descifrar y desarticular la organización, «la adopción de
esta estructura celular se justificó por motivos de seguridad» (Corte, 2006 pág. 285).
La Corte, también identifica varias actividades necesarias para una acción
terrorista, que sin una organización adecuada no sería posible su desarrollo, entre
ellas: labores de inteligencia, reclutamiento, preparación técnica e ideológica, y una
amplia actividad logística, para lo cual es necesario desarrollar una estructura formal
con «pautas de actuación» que satisfagan todos los requerimientos.
La mayoría de las organizaciones o movimientos insurgentes de esa época
adoptaban tradicionalmente una estructura con dos componentes: uno político y uno
militar; AVC había desistido de seguir esa línea de estructura que hacía necesaria la
definición de un mando político y un mando militar; los integrantes no consideraban
importante la existencia de un partido político, para iniciar el proceso revolucionario;
bajo este principio en la conferencia constitutiva, realizada en Esmeraldas, decidieron
adoptar un mando militar único, y desarrollaron inicialmente una estructura
piramidal cuyo líder era Ricardo Arturo Jarrín Jarrín, un estudiante de sociología de la
Universidad Central del Ecuador (UCE), nacido en Quito en 1957 y enrolado a
movimientos de izquierda; Jarrín llegó a ser profesor de sociología de la UCE, luego
siguiendo las ideas de Eloy Alfaro, decidió tomar las armas como el camino para
enfrentar a las oligarquías dominantes (Aguilar, 2016); la Dirección de la organización
la completaban Fausto Basantes y Edgar Frías, y entre los proyectos que aprobaron
constaban la «definición de la línea política y un reglamento que norme los
procedimientos de la agrupación» (Villamizar, 1994 pág. 130).
La difusión noticiosa de las acciones subversivas y las manifestaciones
públicas en las calles, los grafitis y las bombas panfletarias, se convirtieron en la
atracción para estudiantes y jóvenes rebeldes; la situación convulsionada del País les
brindaba la oportunidad favorable en las calles, que les permitía reclutar nuevos

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integrantes que se enrolaban convencidos de que ese camino era el correcto, pero
también se enrolaron aventureros y jóvenes atraídos por la libertad para rebelarse.
Según Juan Cuvi, dice que la radicalización se formaba en las calles, pero nadie
discutía el sentido de la acción armada (Dávalos, 2009).
Para dar forma al proceso de instrucción subversiva, AVC organizó escuelas
clandestinas de entrenamiento como la de Colope en Esmeraldas descubierta y
desarticulada por miembros de las Fuerzas Armadas el 4 de octubre de 1983; las
técnicas de entrenamiento a los nuevos miembros de AVC, se basaban en el Manual
del Guerrillero Urbano de Carlos Mariguella, en este proceso enseñaban a sus
integrantes el rol del guerrillero urbano, técnicas de subsistencia, uso de las armas,
preparación técnico-táctica, la importancia de la logística y el manejo de las
oportunidades. El entrenamiento atiende a la característica principal de AVC,
prepararse para operar en la clandestinidad, sin embargo se puede resaltar que entre
sus objetivos mantenían la idea de formar una fuerza rural armada con el propósito
de extender una lucha abierta para desestabilizar al gobierno e influir en decisiones
políticas (Mariguella, 1970).
Otra fuente de doctrinas y tácticas provenía de las experiencias traídas de
Nicaragua y El Salvador, guerrillas contemporáneas en las que varios integrantes de
AVC habían formado parte activa; luego con conocimientos más específicos
adquiridos de los entrenamientos en Colombia y Libia a donde habían viajado un
grupo de alfaristas encabezados por Arturo Jarrín. (Terán, 2006). Su organización y
tácticas también se inspiraban en el Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros
de Uruguay, de ellos emularon la creación de células compartimentadas. Esta
aleación de experiencias, ideologías y tácticas aprendidas de Guevara, Mariguella,
Gadafy y otros; puestas en práctica en actuaciones urbanas clandestinas, en varios
casos de violencia extrema, dieron a AVC una apariencia confusa entre guerrilla y
terrorismo. De ahí la convicción de León Febres Cordero de calificar a AVC como un
grupo terrorista con intenciones de desestabilizar al Estado.

1.3. Apoyo Internacional

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AVC recibió apoyo en la capacitación y provisión de santuarios por parte de
Cuba, Nicaragua, El Salvador, Colombia y Libia, algunos jóvenes ecuatorianos habían
viajado a Nicaragua y El Salvador, para enrolarse a las filas de la revolución sandinista
y al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) con la finalidad de
adquirir experiencia en combate, además llevaron a cabo participaciones y
colaboraciones tácticas y operativas con acciones conjuntas en otros campos. Pablo
Proaño ex dirigente de AVC, en una entrevista para la revista Crisis, confirma que
Arturo Jarrín gozaba del aprecio de Muamar Al Gadafi, «tanto es así que en 1989
Gadafi le hizo un homenaje post-morten por lo cual viajó su madre a recibir los
honores» (Crisis, 2019).
En el ámbito de las relaciones internacionales, AVC forma parte del Batallón
América, «en 1986 se había llevado a cabo una reunión en Cauca Colombia en la que
participaron aproximadamente 600 integrantes de diversos grupos como: M-19, y
Movimiento Manuel Quintín Lame de Colombia, AVC de Ecuador, Túpac Amaru de
Perú y delegaciones de otros Países» (Villamizar, 1994, pág. 108); organizaron
también convenciones clandestinas con grupos subversivos sudamericanos con el
nombre de «coordinadora bolivariana» con la finalidad de hacer realidad el sueño de
la patria grande de Bolívar.
Patricia Peñaherrera ex integrante de AVC, fue el principal vínculo con el
Movimiento 19 de abril (M-19) de Colombia, grupo al que se había enrolado hasta
alcanzar niveles de jefatura como producto de su militancia por varios años;
Peñaherrera explica que las acciones de entrenamiento y actuación en Colombia
provenían de las tácticas Vietnamitas y consistían en la «infiltración camuflada a
cuarteles militares para atacarlos desde adentro, aplicando el aniquilamiento total»
(Dávalos, 2009).
El apoyo y la cooperación que el M19 de Colombia habría dado a AVC en sus
operaciones subversivas ha sido evidente en varios episodios, entre ellos se cita lo
dicho por Juan Fernando Terán; «El M19, proporcionó armas y/o militantes para la
ejecución de operativos militares, entre los que se cuentan, según nuestros datos, el
asalto al Banco de Lago Agrio (1983) y el secuestro de Nahim Isaías (1986)» (Terán,
1994 pág. 36).

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1.4. Acciones y consecuencias

El 11 de agosto de 1983 a las 18:50, un grupo de jóvenes armados incursionan


en el Museo Municipal de la ciudad de Guayaquil, y roban las espadas de Eloy Alfaro
y Pedro Montero, líderes de la Revolución Liberal de 1895 a quien escogieron como
su referente ideológico; «con este gesto dan inicio a las acciones de AVC» (Criollo,
2016); Édgar Frías, ex integrante del comando central de AVC explica que seis
integrantes del grupo realizaron la «recuperación» de las espadas; entre ellos Arturo
Jarrín, quienes después de apoderarse de las espadas se dirigieron al barrio Cristo del
Consuelo donde las dejaron bajo su custodia. Frías dice que AVC «siguió el ejemplo
del M-19, en Colombia, que recuperó, la espada de Simón Bolívar; de los tupamaros
de Uruguay, con la bandera de José Artigas; de los montoneros de Argentina, con la
espada de San Martín» (Universo, 2012) .
A partir de esa fecha, el Ecuador vive un período de violencia en el que se
producen asaltos, robos, secuestros, asesinatos, colocación de explosivos,
enfrentamientos; entre los actos más relevantes: el asalto y robo de armas al Rastrillo
de la Policía Nacional en marzo de 1985 (Villamizar, 1994, pág. 154); el secuestro de
Nahim Isaías Barket; las fugas de miembros de la cúpula de AVC desde el Penal García
Moreno abriéndose paso a sangre y fuego por la puerta principal o mediante la
construcción de un túnel; rescate de detenidos desde Hospitales, asesinato de
Policías, enfrentamientos armados en casas de seguridad, entre otros.
Todos los grupos terroristas o subversivos, han tenido la necesidad de llegar
a la población con su narrativa, para captar la opinión pública y legitimar sus acciones
ante la sociedad; para difundir sus postulados y alcanzar este propósito, AVC realiza
varias incursiones en emisoras, se toma oficinas de redacción e impresión de prensa
escrita, coloca bombas panfletarias en distintas ciudades, secuestra periodistas para
grabar ruedas de prensa clandestinas que luego obligan a difundir en los canales de
TV. Ejecutan acciones que llamen la atención de la prensa y se conviertan en noticia
nacional, como la toma de embajadas, colocación de explosivos en dependencias
policiales (Rodriguez, 2014).
Darío Villamizar, en su libro Insurgencia Democracia y Dictadura, explica como
el 12 de marzo de 1985, a las 02:00, un grupo de AVC vestidos con uniformes de

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policías, y comandados por Fausto Basantes, incursionaron en las instalaciones de la
Policía Nacional en Quito, donde funcionaban la Central de Radio Patrullas, el Rastrillo
y el Comisariato de la Institución policial; luego de sorprender y someter a los
guardias y al personal de turno en la Central de Radio, procedieron a “recuperar”
entre 1500 a 1800 armas, como: subametralladoras, carabinas, revólveres,
lanzagranadas, municiones, granadas de gas, uniformes y otros elementos útiles para
sus acciones; de estas armas un gran número fueron llevadas a Colombia y en
Ecuador quedaron aproximadamente 650 que en su mayoría fueron recuperadas por
la Policía.
Los asaltos y robos a bancos se convirtieron en noticia diaria, unos por los
muertos, los heridos, las espectaculares persecuciones, los enfrentamientos, las
detenciones. AVC perfeccionó su estrategia desarrollando acciones de distracción
que dirigieran la atención Policial a un sector de la ciudad, mientras el asalto principal
lo realizaban en el sector que quedaba desprotegido.
El acto más relevante que ha generado grandes controversias, políticas,
sociales y familiares, se produjo en agosto de 1985, cuando un comando combinado
entre integrantes de AVC y M-19 ejecutan el Secuestro a Nahim Isaías Barket, uno de
los hombres más ricos de Ecuador; los captores exigían diez millones de dólares por
su liberación (Universo, 2016); el Gobierno de León Febres Cordero, en concordancia
con las tendencias internacionales de esa época de no negociar con terroristas, no
accedió a las peticiones de los captores y en la operación de rescate llevada a cabo
por un grupo élite de las Fuerzas Armadas, murieron los secuestradores y el
secuestrado; esa acción generó un sentimiento adverso de la población hacia AVC,
porque según el periodista ecuatoriano Carlos Vera, «el secuestrado no representaba
a la oligarquía corrupta y opresora a la que ellos decían combatir, sino más bien se
trataba de un personaje honesto y conciliador» (Dávalos, 2009).
La acción que dio inicio a la debacle de AVC, se produjo en agosto de 1986, un
comando de AVC rescató desde un Hospital a uno de sus militantes que se
encontraba detenido y custodiado por tres policías a los que asesinaron sin darles
tiempo a reaccionar. La respuesta policial generó la muerte de varios integrantes de
AVC y un número importante de detenciones; ese año fue devastador para AVC, por
la muerte de la mayoría de su cúpula, Fausto Basantes número dos de AVC en enero

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de 1986, Hamet Vásconez en septiembre y su líder Arturo Jarrín en octubre del mismo
año; debido a estos sucesos y en ausencia de sus líderes, se produce un desconcierto
al interior de la organización que los lleva a publicar comunicados con diversas firmas
como responsables del movimiento; en ese desorden, «el 4 de abril de 1987 se
localiza el cadáver de Carlos Ramiro Flores Benalcázar, subversivo de AVC, ajusticiado
por sus compañeros “por traición” acusado de delator» (Nacional, 2010 pág. 39) . «así
poco a poco entre errores, excesos y desconfianzas mutuas, se iba desmoronando
AVC» (Villamizar, 1994); en 1987 la Policía desmantela la estructura que operaba en
Guayaquil y captura a sus integrantes; estas acciones hacen que los pocos cuadros
sobrevivientes empiecen a desintegrarse, abandonen la lucha armada y se refugien
dentro y fuera del País, así para 1988, AVC ya había sido derrotado como organización
insurgente.
La derrota de AVC, obedece a una serie de limitaciones organizativas y
logísticas que desencadenaron en errores, provocando muertes y detenciones que
minaron sus filas y bloquearon los apoyos. Según Clausewits, una derrota no se define
por la aniquilación de las fuerzas combatientes, sino por la incapacidad de éstas para
continuar con una acción bélica autónoma y esto le pasó a AVC; Finalmente, en 1989
varios militantes de esta agrupación se acogen a un proceso de paz planteado por el
socialdemócrata Presidente Rodrigo Borja (Villamizar, 1994), este pacto les permitía
incluirse en la vida política ecuatoriana, proceso que culmina en 1991 con un acto de
entrega de las armas.
Para algunos ex integrantes de AVC, la razón de la desintegración de esa
organización se debió a sus propias improvisaciones, a sus errores y la dificultad que
representaba mantener una lucha armada en ausencia de una dictadura que
justifique sus causas de liberación; además en el panorama internacional se avizoraba
un generalizado abandono de las armas por parte de varios grupos similares, y
particularmente en Ecuador la izquierda democrática liderada por Rodrigo Borja,
había tomado el poder a través de procesos democráticos y no tenían razón para
continuar una lucha armada.
La firmeza de León Febres Cordero al punto de la intransigencia, llevó a los
Organismos de Seguridad del Estado a esforzarse más allá de lo permitido por el
derecho nacional e internacional; con el fin de satisfacer los requerimientos del

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El Terrorismo en Ecuador: Alfaro Vive Carajo (AVC) Análisis histórico, respuestas policiales y consecuencias.
gobierno socialcristiano, se habían producido múltiples excesos y violaciones a los
derechos humanos, acciones que llevaron al Ecuador ante la mirada de Amnistía
Internacional y ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos; organismos que
impusieron su amparo y dieron forma a una cadena de consecuencias. Si bien la
subversión dejaba de lado la violencia como su forma de buscar el diálogo y el País
procuraba retomar la paz, el conflicto dejaba heridas abiertas que bebían ser
revisadas y sanadas, dando paso a una reconciliación duradera tanto en el orden
político como social.
Varios fueron los intentos por esclarecer los hechos y sancionar a los
responsables, pero la acción de la justicia no satisfacía los requerimientos de las
víctimas. Fueron los mismos ex integrantes de AVC, de la mano de Rafael Correa
Delgado presidente electo en el 2006, quienes acompañaron al gobernante en el
proceso político y ocuparon varios cargos administrativos los que dieron forma a un
proceso de esclarecimiento de los casos de violación a los derechos humanos; el 3 de
mayo de 2007 el Presidente Rafael Correa, crea la Comisión de la Verdad mediante
Decreto Ejecutivo Nro. 305, con la finalidad de «investigar y esclarecer e impedir la
impunidad respecto de los hechos violentos y violatorios de los derechos humanos,
ocurridos entre 1984 y 1988 y otros períodos» (Ecuador, 2007).
La Comisión de la Verdad, estaba formada por ex integrantes y simpatizantes
de AVC y en su informe establecen que durante el período 1984-1988, se produjeron
casos de violación de los Derechos Humanos sobre 310 víctimas: 76 militantes
directamente vinculadas con Alfaro Vive Carajo 21 mujeres y 55 varones. No
obstante, a ese número de personas se deberían sumar al menos 30 víctimas que sin
que tengan nada que ver con AVC, pero por condiciones de familiaridad, también han
sufrido abusos, además, 8 víctimas formaban parte del Movimiento 19 de abril (M-
19) de Colombia.
Los casos de Violación de los Derechos Humanos, registrados por la Comisión
de la Verdad se clasifican así: 214 casos de privación ilegal de la libertad, 275 víctimas
de tortura, violencia sexual 72, Ejecución extrajudicial 32, Atentado contra el derecho
a la vida 12, Desaparición forzosa 9. El descuadre entre cifras de víctimas y casos,
corresponde a que las víctimas fueron sometidas a varios tipos de violación de
derechos (Ecuador, 2010).

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El Terrorismo en Ecuador: Alfaro Vive Carajo (AVC) Análisis histórico, respuestas policiales y consecuencias.
Según el General Édgar Vaca Vinueza, ex Comandante General de la Policía
Nacional del Ecuador y presidente de la Comisión de Defensa Jurídica Institucional
creada para responder a la Comisión de la Verdad; entre 1984 y 1988, durante la
vigencia del grupo Alfaro Vive Carajo, murieron al menos 14 policías y más de 20
resultaron heridos (Universo, 2010).

2. Efectos sobre la Población

2.1. La cultura

La cultura es ese conjunto de reglas, creencias y valores; señas de identidad


con las que se reconoce a un grupo social y que dan sentido al comportamiento
individual y colectivo; Luis de la Corte (2006) identifica otras funciones de la cultura
relacionadas al tema que nos ocupa, entre las que menciona la de definir las
aspiraciones políticas de un grupo humano, la de juzgar la legitimidad o ilegitimidad
del orden sociopolítico establecido y la facultad de permitir en mayor o menor grado
el uso de la violencia para satisfacer sus intereses o para resolver conflictos.
Para algunos autores, la ingobernabilidad es una cultura de inconformidad
arraigada de la sociedad ecuatoriana, constituye un factor preponderante generador
de conflictos de inestabilidad política, pobreza, inseguridad y regionalismo. La
población está consciente de que existen grupos de poder económico que ejercen
influencia sobre los políticos, lo cual lleva a estos últimos a tomar decisiones que
afectan al pueblo e incrementan beneficios a los grupos económicos.
El Sistema de Administración de Justicia, vinculado al poder político, es otro
elemento que ha dado forma a la cultura ciudadana; los organismos de justicia no
han podido cumplir con su rol; han sesgado sus decisiones a la hora de juzgar el delito
y brindar Seguridad a la población, la magnitud de su crisis ha puesto en el
pensamiento colectivo una figura de desigualdad, al observar impunidad para unos y
ensañamiento para otros. Ha perdido toda credibilidad; los gobernantes luchan por
cambiar la justicia reorganizando las Cortes a su criterio, pero el ciudadano común
sabe que el problema no es de forma sino de fondo. Este problema no solucionado
hace que se desborde la opinión pública y busque justicia por mano propia.

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El Terrorismo en Ecuador: Alfaro Vive Carajo (AVC) Análisis histórico, respuestas policiales y consecuencias.
A estos factores se suman la diversidad étnica, la indisciplina, la división
marcada de clases sociales, la corrupción, la falta de atención social y la esperanza no
satisfecha de que todo le dé el Estado, situación compleja que hace percibir un
sentimiento de inconformidad en la población, al punto del convencimiento de que
«el Estado dejó de ser el representante “natural” de la nación, para ser transformado
en su enemigo» (Lara, 2003 pág. 393).
Los argumentos de AVC basados en los factores anotados en los apartados
anteriores, no fueron suficientes frente a la cultura de paz, también fuertemente
arraigada en los ecuatorianos, este fue un elemento adverso decisivo para las
aspiraciones de AVC en su pretendido objetivo de ganarse el apoyo de la población y
legitimar sus acciones.
La frase convertida en un lema profundamente arraigado en la población es
que “Ecuador es una isla de paz”; La sociedad ecuatoriana rechaza la violencia,
considera que su principal valor es ser gente amable, pacífica, que prefiere
desarrollar sus actividades cotidianas en un ambiente de tranquilidad; junto a países
vecinos que han vivido graves sucesos de violencia en conflictos permanentes;
«…vivimos en una isla de paz…, cuando nos referíamos al ver la ausencia de
dinamitazos en nuestras ciudades, al palpar la inexistencia de la inclemente masacre
de inocentes, del hostigamiento feroz a sangre y fuego» (Pachano, 2018).

2.2. El apoyo de la población

El apoyo a las causas de la subversión puede ser mayor o menor dependiendo


de la influencia cultural; sin embargo, la forma de pensar individual y colectiva, es la
que decide al analizar las diferencias entre el bien y el mal, en esa división de criterios
lo que para unos es extremismo violento, para otros son métodos necesarios para
alcanzar beneficios comunes que de otra manera no se los puede conseguir; AVC
asumía que el camino de las armas era la única vía que quedaba para conseguir que
los pobres puedan acceder a un diálogo con las clases de poder, confiaba en que sus
proclamas iban a llegar a la gente y que sus acciones tendrían la aprobación y apoyo
de la población a la que consideraban víctima de la opresión.

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Para Mao Tze-Tung, máximo dirigente del Partido Comunista Chino, la guerra
de guerrillas es una de las principales formas de organización de la lucha armada de
los pueblos y sólo es posible desarrollarla con éxito si se logra el apoyo de la
población, para enfrentar a fuerzas superiores en elemento humano y material, como
son las fuerzas de seguridad del Estado. Si el apoyo de la población es un elemento
decisivo para el éxito o el fracaso de la actividad insurgente, esta se convierte en
objetivo principal de los movimientos subversivos; «Sin un objetivo político, la guerra
de guerrillas fracasará, como lo hará también si sus objetivos no coinciden con las
aspiraciones del pueblo y no pueden ganarse su simpatía, cooperación y ayuda» (Tze-
Tung, 1973 pág. 11).
El etiquetamiento y la propaganda del Estado en su estrategia de lucha contra
la subversión, generó una actitud de apego en unos y de rechazo en otros, ahondando
más las diferencias entre simpatizantes de izquierda y de derecha; por una parte,
vistos como una amenaza a la paz desde la óptica del Estado y sus justificaciones en
nombre de la Seguridad Nacional; y por otra como víctimas de una represión
desmedida. La historia oficial los ha catalogado como “subversivos” y “terroristas”,
asignándoles el calificativo de extremistas negativos para la sociedad; las
experiencias de los Países vecinos como, Colombia y Perú, han sido el referente
decisorio para considerar a AVC como un actor social no deseado, generador de
conflicto en un País que se consideraba una isla de paz.
La sociedad ecuatoriana en su mayoría es pacifista y en muchos casos inactiva,
que difícilmente apoya el extremismo político, existe sin embargo una minoría que
alimenta rencores y odio contra gobernantes y autoridades a los que acusan de
representar a una clase social opresora. En la conciencia ciudadana hay un
pensamiento de rechazo al terrorismo, al uso de las armas y a todo método violento
empleado para alcanzar el poder, cuando existen los mecanismos democráticos
legítimos para lograrlo.
En este contexto, AVC, no estaba en el ambiente propicio para conseguir el
apoyo social a su modelo extremista; como lo ratifica Kingman, en el documental
Alfaro Vive Carajo, del sueño al caos, cuando dice «tomamos las armas en un
momento en que las condiciones no eran propicias, porque no había las condiciones
para la subversión». El líder de AVC Arturo Jarrín también lo había advertido y

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describe la dificultad de convencer a la población de la siguiente manera; «Hay gente
que no nos entiende. En medio de un ambiente de cementerio, con miradas sin
esperanza, con rostros fríos y amarillentos» (Jarrín, 1988 pág. 76).
En verdad AVC estaba desubicado en el tiempo, las dictaduras habían pasado,
Ecuador iniciaba un proceso democrático, en el que el autoritarismo se iba disipando
y la población guardaba la esperanza de un desarrollo social en paz. Rosa Cajas ex
integrante de ACV, en una entrevista para la revista Crisis, dice «había gente que
decía que éramos una organización que peleaba por el pueblo, y otros decían que
éramos delincuentes porque existía esa imagen y ese mensaje tan fuerte de la
oligarquía y de los medios de comunicación. Las reacciones por los operativos eran
encontradas. Había un apoyo oculto, porque el terror que implantó Febres Cordero
hacía que las personas tuvieron terror en manifestarse simpatizantes» (Crisis, 2019).
Hablar de Ecuador como un País ingobernable, es un tema de inconformidad
social basado en la división impuesta por las dos ideologías políticas dominantes: la
izquierda y la derecha, cuyo proselitismo siempre toma como bandera de lucha a la
pobreza que jamás han podido erradicar, aparece entonces un populismo
supuestamente de izquierda que tampoco es la solución; ante esa crisis de
representación y el incumplimiento del contrato social, la población desencantada a
través de grupos de interés, que consideran que el gobernante ha dejado de
satisfacer sus necesidades particulares, lleva su protesta a las calles hasta derrocar al
gobierno que ellos mismo eligieron; sin embargo esa protesta no significa un apego
a la violencia capaz de alcanzar niveles de radicalización extrema que lleve a tomar
las armas como mecanismo de reclamo o reivindicación como proponía AVC. La
sociedad ecuatoriana no es partidaria de apoyar procesos armados a largo plazo que
terminarían aniquilando a la misma sociedad.

2.3. Los medios de comunicación

Según Rapoport, (2004), reconocido historiador del terrorismo moderno, al


definir los períodos a los que denomina las cuatro oleadas terroristas, identifica como
propósito del terrorismo y los movimientos insurgentes, la difusión de su mensaje;
desde la «propaganda por el hecho» de los anarquistas, hasta nuestros días, la

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El Terrorismo en Ecuador: Alfaro Vive Carajo (AVC) Análisis histórico, respuestas policiales y consecuencias.
evolución de la comunicación de sus mensajes ha incrementado su importancia y
mejorado sus métodos de la mano con la tecnología.
De esta manera los medios de comunicación constituyen un elemento
fundamental para la causa insurgente y el terrorismo; se busca que el resultado de
las acciones se conozca, que se publique en primera plana, que cause impacto en la
sociedad, para desacreditar al gobierno, para minar la moral de las fuerzas del orden
y para convencer a la población; todos son elementos que contribuyen a la causa de
la subversión, siguiendo el principio de Clausevitz, «la guerra es la continuación de la
política por otros medios» (Clausewitz, 2002), para obligar al adversario a acatar
nuestra voluntad.
Los medios de comunicación ecuatorianos dieron especial cabida a los
acontecimientos protagonizados por AVC; aun en el dilema de que la difusión de
estas noticias se convirtieran en propaganda de la subversión, «Los medios se
convierten sin querer en bomberos pirómanos, pues la publicidad del riesgo
percibido contribuye a magnificarlo» (Calvo, 2003 pág. 39), sin embargo no es posible
pensar en la ausencia de la noticia o que el silencio de los medios ayude a desaparecer
la amenaza; esta opción genera un efecto contrario, porque los actos se incrementan
y la población se radicaliza por el ocultamiento de la información.
La noticia intentaba tener un sentido imparcial, sin embargo, la exposición de
los hechos impactantes con mínima censura, y luego el rostro de los responsables en
el cartel de “se busca”, no era precisamente un elemento que invitara a aprobar y
apoyar la lucha de AVC. Los medios ecuatorianos siempre han sido criticados por su
falta de parcialidad en la noticia; decidir que se hace público o no o direccionar el
sentido de la noticia, ha sido en repetidas ocasiones una facultad de los directivos de
los medios que obedecen a grupos de poder fuertemente ligados a los gobiernos de
turno y la administración Febres Cordero no era la excepción.
Ante esta situación, lo que le quedaba a AVC para dar a conocer sus proyectos
era secuestrar periodistas, incursionar en las instalaciones de los medios y obligarlos
a difundir sus proclamas y videos bajo amenaza, actitud beligerante que ahondaba la
resistencia de los medios a mostrarlos como luchadores por causas populares; la
opción alterna que les quedaba era recurrir a estallar bombas panfletarias y grafitis
que los dieran a conocer.

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El secuestro de Nahím Isaías constituyo para AVC un gran evento de
propaganda, sin embargo, el caso se les fue de las manos, la información jugó en su
contra, generando un ambiente de sentimientos y reflexiones confusas, que
conjugaba las decisiones políticas, el desarrollo de un hecho delictivo en cuyo
mensaje estaba presente el miedo que amenazaba la tranquilidad ciudadana, y la
pasividad de la población que no lograba entender los propósitos de los subversivos.

3. Las Respuestas estatales

3.1. La respuesta Política

Terminada la Segunda Guerra Mundial, el mundo queda dividido en dos


grandes bloques irreconciliables, como el bien y el mal; el occidente cristiano liderado
por Estados Unidos y el oriente comunista liderado por la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas URSS.
Estados Unidos en su afán de impedir la influencia socialista en el continente
americano, impone la Doctrina de Seguridad Nacional; ideología encaminada a
consolidar su dominio político sobre los estados de América Latina; la Doctrina que
consiste en reforzar el poder militar en el concepto de seguridad (Leal, 2003), este
pensamiento político de derecha basado en el poder militar, dio origen a una ola de
Dictaduras militares, cuyas acciones rígidas dieron paso a sistemáticas violaciones de
los derechos humanos en sus poblaciones, como resultado de las acciones de control
de los conflictos internos provocados por la estrategia revolucionaria del socialismo
que encontraba su inspiración en los éxitos de las revoluciones cubana y
nicaragüense.
«El Acta de Seguridad Nacional, promulgada en Estados Unidos en 1947, fue
el principal instrumento para el desarrollo de la concepción del Estado de Seguridad
Nacional». (Leal, 2003 pág. 77). La Escuela de las Américas se constituyó en el centro
de formación especializada para miles de militares y policías de América Latina,
donde recibieron adiestramiento y adoctrinamiento para combatir la amenaza que
representaban los procesos revolucionarios apoyados por el bloque socialista, que

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promovía la inestabilidad en los Estados con el propósito de instaurar los modelos de
gobierno comunista.
Desde los inicios de su mandato, entre los años 1984 y 1988, el Ing. León
Febres Cordero anunció la firme decisión de luchar contra el terrorismo; calificativo
que le dio a la insurgencia que proponía la violencia ilegítima, como el camino para
el diálogo; en su discurso de posesión presidencial el 10 de agosto de 1984, ante el
congreso Nacional expresaba, «Nos declaramos partidarios de luchar contra toda
forma de terrorismo y listos a unir fuerzas en la gesta por eliminar el gran azote de
nuestra época» (SENDIP, 1987 pág. 16); el gobernante se amparaba en la Ley de
Seguridad Nacional como la norma que le concedía múltiples facultades para tomar
decisiones en ese ámbito: autoridad sobre las instituciones de Seguridad del Estado,
discreción para emplear lícitamente los fondos públicos con esos fines, y la
legitimidad para llevar a cabo la estrategia de Seguridad, cuyo objetivo inflexible era
el de librar al País del fenómeno terrorista al que consideraba un crimen contra la
humanidad.
La Administración de León Febres Cordero se alineo con la doctrina de
Seguridad Nacional, liderada por Estados Unidos, como se dijo, en respuesta a las
acciones de algunos grupos revolucionarios de carácter radical como Alfaro Vive
Carajo AVC y Montoneras Patria Libre, que intentaban desestabilizar al estado y con
quienes se negó a negociar y prefirió el camino de las Fuerzas Armadas para
contrarrestar y eliminar la amenaza que promovían la violencia radical, que pretendía
debilitar la autoridad, amenazaba la vigencia de la democracia y vulneraba las normas
del País; esa era la política que promulgaba Ronald Reagan para impedir que el
socialismo se instale en los países de América; así en una visita del mandatario
ecuatoriano a Estados Unidos en enero de 1986 Reagan ofrecía su apoyo a Febres
Cordero para derrotar a dos amenazas gemelas como consideraba al terrorismo
internacional y el narcotráfico (Library, 1986).
En las entrevistas que se incluyen en el documental de Isabel Dávalos (2009),
el Dr. Oswaldo Hurtado Larrea, expresidente del Ecuador, quien ascendió al poder
tras la muerte del Ab. Jaime Roldós; explica que la Democracia Cristiana, había
surgido como una tendencia política alternativa al socialismo y el capitalismo
dominantes, y justifica las acciones antisubversivas desarrolladas por el gobierno, al

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manifestar que «frente a un elemento extraordinario que atentaba contra la
seguridad del Estado y la sobrevivencia de la democracia, como lo era AVC cuyo
propósito era acabar con la democracia ecuatoriana; ese riesgo para la democracia y
para el Estado ecuatoriano era la razón del Estado para crear los elementos
adecuados que le permitan defenderse» (Dávalos, 2009); es preciso recordar que
AVC inició sus acciones en el gobierno de Oswaldo Hurtado y se extendió durante la
administración de Febres Cordero.

3.2. La respuesta Legislativa

En el período entre 1984 y 1988, no se promulgaron leyes con la finalidad de


dar una respuesta a la amenaza que representaba AVC para el Estado. León Febres
Cordero, tenía a su favor las leyes que habían sido promulgadas durante la última
Dictadura Militar, todas ellas basadas en la ideología de Seguridad Nacional
influenciada por Estados Unidos para impedir la proliferación del socialismo en
América Latina; La Constitución Política de la República del Ecuador concebida y
publicada en 1978, en el Artículo 79 definía como atribuciones y deberes del
Presidente de la República, entre otros:
Art. 79.- «h) Ejercer la máxima autoridad de la Fuerza Pública; n) Declarar el
estado de emergencia nacional y asumir las siguientes atribuciones o algunas
de ellas, en caso de inminente agresión externa, de guerra internacional o de
grave conmoción o catástrofe interna y notificar al Congreso Nacional, si
estuviere reunido, o al Tribunal de Garantías Constitucionales; 5. Establecer
censura previa en los medios de comunicación social; 6. Suspender la vigencia
de las garantías constitucionales; pero en ningún caso podrá decretar la
suspensión del derecho a la inviolabilidad de la vida y la integridad personal o
la expatriación de un ecuatoriano, ni disponer el confinamiento fuera de las
capitales de provincia ni a distinta región de la que viviere el afectado; y, 7.
Declarar zona de seguridad el territorio nacional, con sujeción a la ley. El
Congreso Nacional o, en su receso, El Tribunal de Garantías Constitucionales,
podrá revocar la declaratoria si las circunstancias lo justificaren» (Nacional,
1993)

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En 1979, también fue promulgada la Ley de Seguridad Nacional, en la que se
define como responsabilidad del Estado la Seguridad Nacional del Ecuador,
direccionando su ámbito a la consecución y mantenimiento de los objetivos
permanentes del Estado; su principio fundamental es contrarrestar los factores
adversos internos y externos, por medio de previsiones y acciones políticas,
económicas, sociales y militares; para lo cual dispone como organismos superiores
de Seguridad Nacional: El Consejo de Seguridad Nacional y El Comando Conjunto de
las Fuerzas Armadas.
Se constituyen cuatro frentes de acción: Externo, Interno, Económico y
Militar. Las Fuerzas Armadas constituyen el principal instrumento de acción del
Frente Militar y se atribuyen funciones de conservación de la soberanía nacional, la
defensa de la integridad e independencia del Estado y a la garantía de su
ordenamiento jurídico, además de su cooperación e intervención en asuntos de
mantenimiento del orden público.
La ley determinaba como Organismos de Seguridad Nacional: la Dirección
Nacional de Movilización, la Dirección Nacional de Inteligencia, La Dirección Nacional
de Defensa Civil (Nacional, 1979), con lo cual le daba amplias atribuciones al frente
Militar, para intervenir en todos los aspectos que consideraba una amenaza interna
o externa.

3.3. La respuesta Judicial

Tomando en cuenta la teoría del etiquetado desarrollada durante la década


de 1960 y 1970 por Howard S. Becker, «la desviación no es una cualidad del acto que
la persona realiza, sino una consecuencia de la aplicación de reglas y sanciones que
los otros aplican al "ofensor". El desviado es aquel a quien se le ha aplicado con éxito
la etiqueta; el comportamiento desviado es aquel que la gente define como
desviado». En este caso, las causas que generan el comportamiento desviado no son
importantes; lo verdaderamente importante es el proceso de criminalización con el
que los grupos de poder definen como delito a determinadas conductas y como
delincuente a determinadas personas, de esta manera, «el Estado construye al
delincuente» (Larrauri, 2000 pág. 29).

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Los grupos de poder de la derecha dominante en Ecuador, de la mano con el
gobierno de León Febres Cordero, reaccionaron ante los actos de AVC etiquetándolos
como terroristas a los subversivos, aun cuando estos términos se conceptualizan de
manera distinta; el propósito de criminalizar la lucha de AVC que intentaba proponer
un sistema político distinto, era el de implantar en la conciencia ciudadana un rechazo
a todo tipo de propuesta socialista, interpretando sus acciones como una conducta
desviada que se debía evitar.
Aun cuando los actores policiales han calificado como falsedades los
testimonios que el ex policía Hugo España narra en su libro “El Testigo”, es evidente
que el etiquetamiento del gobierno a los integrantes de AVC como terroristas, si tuvo
efectos en los elementos policiales que se prepararon y entrenaron para enfrentarlos
bajo ese perfil. En uno de sus testimonios España explica que, mediante videos «se
nos enseñaba cómo acabar con un individuo, con lo que esté al alcance, sin dejar
huella alguna. En estos vídeos el perverso siempre era el delincuente, sea
narcotraficante, subversivo o terrorista» (España, 1996 pág. 60). Este tipo de
entrenamiento habría arraigado en el pensamiento policial el principio de que sus
acciones estaban legitimadas porque protegían a la sociedad de la nueva amenaza
que representaban los insurgentes; los movimientos sociales afines a AVC por su
parte acusaban al Gobierno de proteger los intereses de la clase social dominante
con su modelo neoliberal.
Los efectos ocasionados por el etiquetamiento como terroristas a los
subversivos fueron múltiples; bajo este principio, el solo hecho de simpatizar con AVC
hacía presumir la peligrosidad de un individuo, así los miembros de las Fuerzas
Armadas y de la Policía Nacional, ejecutaron detenciones arbitrarias, torturas,
desapariciones forzosas y otras formas de abuso de poder claramente consideradas
como violación a los derechos humanos; acciones ilegales protegidas únicamente por
el poder y la decisión política del gobierno y las autoridades de turo.
La situación incoherente de este contexto, radica en el hecho de que a pesar
de la calificación que el gobierno diera a AVC como terroristas; los elementos de esta
agrupación apresados eran juzgados por la figura típica de “asociación ilícita” de
acuerdo al Art. 369, 370 y 371; y no como terroristas de acuerdo a lo expresado en el
Art. 160 del Código Penal vigente en ese período.

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Art. 369.- «Toda asociación formada con el fin de atentar contra las personas
o las propiedades, es un delito que existe por el solo hecho de la organización
de la partida.
Art. 370.- Si la asociación ha tenido por fin la perpetración de delitos que
merezcan pena de reclusión mayor, los provocadores de la asociación, sus
jefes y los que hubieren ejercido en ella un mando cualquiera, serán
reprimidos con tres a seis años de reclusión menor. Serán reprimidos con
prisión de dos a cinco años, si la asociación ha sido formada para cometer
delitos reprimidos con reclusión menor; y con prisión correccional de seis
meses a tres años, si la asociación ha sido formada para cometer delitos de
otra índole.
Art. 371.- Cualesquiera otros individuos que hubieren tomado parte en la
asociación y los que dolosamente hubieren suministrado a la partida o a sus
divisiones, armas, municiones, instrumentos para cometer el delito,
alojamiento, escondite o lugar de reunión, serán reprimidos: En el primer caso
del artículo precedente, con prisión de uno a cinco años; En el segundo caso,
con prisión de tres meses a tres años; y, En el tercer caso, con prisión de dos
meses a un año».
Art. 160 .- «Los que, individualmente o formando asociaciones, como
guerrillas, organizaciones, pandillas, comandos, grupos terroristas,
montoneras o alguna otra forma similar, armados o no, pretextando fines
patrióticos, sociales, económicos, políticos, religiosos, revolucionarios,
reivindicatorios, proselitistas, raciales, localistas, regionales, etc., cometieren
delitos contra la seguridad común de las personas o de grupos humanos de
cualquiera clase o de sus bienes: ora asaltando, violentando o destruyendo
edificios, bancos, almacenes, bodegas, mercados, oficinas, etc, ora allanando
o invadiendo domicilios, habitaciones, colegios, escuelas, institutos,
hospitales, clínicas, conventos, instalaciones de la fuerza pública, militares,
policiales o paramilitares, etc., ora sustrayendo o apoderándose de bienes o
valores de cualquier naturaleza y cuantía; ora secuestrando personas,
vehículos, barcos o aviones para reclamar rescate, presionar y demandar el
cambio de leyes o de órdenes y disposiciones legalmente expedidas o exigir a

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las autoridades competentes poner en libertad a procesados o sentenciados
por delitos comunes o políticos, etc.; ora ocupando por la fuerza mediante
amenaza o intimidación, lugares o servicios públicos o privados de cualquiera
naturaleza y tipo; ora levantando barricadas, parapetos, trincheras,
obstáculos, etc. con el propósito de hacer frente a la fuerza pública en
respaldo de sus intenciones, planes, tesis o proclamas; ora atentando, en
cualquier forma, en contra de la comunidad, de sus bienes y servicios, serán
reprimidos con reclusión mayor ordinaria de cuatro a ocho años y multa de
mil setecientos sesenta y siete a cuatro mil cuatrocientos dieciocho dólares
de los Estados Unidos de Norte América.» (Supremo, 1978)
Los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, gozaban de
fuero especial, los delitos derivados de los actos del servicio eran juzgados por sus
propias Cortes y Leyes; las sentencias las cumplían en recintos militares o policiales
según el caso; los delitos comunes, no relacionados con el servicio, eran juzgados por
la justicia común y las penas las cumplían en las cárceles estatales. A criterio de
muchos, esta coyuntura los convertía en Juez y parte en los procesos de juzgamiento,
lo cual incrementaba la impunidad.

3.4. La respuesta Policial

En la década de los 80 del siglo XX, el Ecuador vivió la etapa más convulsionada
de la historia desde el retorno a la democracia en 1979; el País afrontaba paros,
huelgas de los trabajadores, estudiantes universitarios y secundarios, transportistas,
profesores, sindicatos, nacionalidades indígenas; todos sembraban el caos en las
calles y los esfuerzos de los gobiernos por mantener el control se veían sobrepasados
por las acciones masivas de los manifestantes; la masacre de los más de dos mil
obreros del Ingenio Aztra en octubre de 1977, cuyo catastrófico resultado dejo más
de cien muertos producto de la mala actuación policial, era un acontecimiento
nefasto heredado de las dictaduras y que los gobiernos democráticos habían dejado
en la impunidad y en el olvido, mientras los obreros, sindicalistas y estudiantes lo
alzaban como bandera de lucha para minar la legitimidad de los organismos de
Seguridad del Estado.

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Juan Mera Benalcázar
El Terrorismo en Ecuador: Alfaro Vive Carajo (AVC) Análisis histórico, respuestas policiales y consecuencias.
En noviembre de 1977 el secuestro y muerte del industrial Antonio Briz López,
por parte de un grupo de jóvenes que intentaban organizar un grupo subversivo,
hacía notar la presencia de un foco de insurrección dispuesto a la lucha armada. Entre
los capturados como autores estaba Klever Gía Bustamante quien posteriormente
sería un importante miembro de AVC.
El gobierno de Oswaldo Hurtado enfrentaba ya las manifestaciones, los paros
y las huelgas con severidad y la incompetencia de las fuerzas del orden mostraban su
debilidad, la provocación y los excesos se convirtieron en el juego del gato y el ratón,
con saldos trágicos en cada protesta. El terrorismo internacional también hizo notar
las debilidades policiales en la administración de Hurtado; el 26 de noviembre del
1982, a las 10:40, se produjo la detonación de un artefacto explosivo que había sido
colocado en el interior de las instalaciones de la Embajada de Israel, ubicada sobre la
Av. 12 de Octubre y pasaje Andrés Coello, en la ciudad de Quito; un terrorista que
intentaba llegar al cuarto piso del edificio donde funcionaba la Embajada, había sido
descubierto en las gradas del tercer piso y había dejado el artefacto con la mecha
encendida, al ser alertados los policías de servicio en esa sede diplomática en un acto
de valor e ingenuidad, tomaron la carga explosiva en sus manos e intentaron sacarla
a la calle, pero al llegar a la planta baja y aproximarse a la salida, la bomba estallo y
destrozó los cuerpos de los dos policías. El saldo de este atentado terrorista, fue de
tres muertos: dos policías y una señora que falleciera días después producto de las
graves lesiones, tres heridos de gravedad y un edificio parcialmente destruido
(Villalobos, 1998). Otras bombas panfletarias estallaron en el País: en septiembre de
1978 en el edificio del diario El Universo en Guayaquil, en enero de 1984 en el
terminal terrestre de Cuenca, el 24 de mayo de 1984 junto a la Embajada de Estados
Unidos y en la Catedral Metropolitana de Quito.
El gobierno de León Febres Cordero enfrentó siete huelgas nacionales en
rechazo a la política represiva, a las políticas económicas, al alza del precio de la
gasolina, pedidos de alza de salarios (Icaza, 1991), no se han registrado paros y
huelgas de esa magnitud durante las tres décadas siguientes.
La Policía Nacional había enfrentado los paros y las huelgas, ya con la
dificultad y las consecuencias propias de su improvisación y mala preparación, se
produjeron muertes que radicalizaban más las protestas y el número de policías

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detenidos en sus unidades se incrementaban en cada huelga; sin embargo, pese a los
estragos que causaban los paros y las huelgas en el gobierno y en la población, era
común observar en los noticieros a los gobernantes minimizar los acontecimientos y
a los dirigentes sindicales calificarlas como exitosas; poco a poco las huelgas y los
paros se desgastaron como método de protesta y reivindicación social, dando paso a
la aparición de los grupos subversivos.
El 9 de enero de 1985 a las 15:30, se produjo una fuerte explosión en el barrio
Cochapamba de la ciudad de Quito, en este suceso murieron dos integrantes de AVC,
en las verificaciones, la Policía comprobó que se trataba de una casa de seguridad de
los subversivos en la que almacenaban una gran cantidad de armas, explosivos,
material propagandístico, panfletos de agitación política, folletos con instructivos
para las actividades guerrilleras y de terrorismo, ropa de camuflaje y otros equipos,
las bombas estaban destinadas a ser colocadas en la sede del Ministerio de Recursos
Naturales (Telegrafo, 2016).
La nueva amenaza constituye para la Policía Nacional de esa época una dura
prueba de eficacia, que hace tambalear sus estructuras; el accionar policial hasta
entonces estaba basado más en el empirismo tradicional y la voluntad de sus
miembros que en el profesionalismo y la especialización, la carencia de las
capacidades necesarias para el manejo de los episodios críticos que se estaban
produciendo cada vez con mayor impacto y frecuencia era más evidente.
Ante las acciones extremistas de AVC y el creciente temor de la población, el
Gobierno de León Febres Cordero que desde sus inicios calificó como terroristas a los
grupos radicales que ya en la administración de Hurtado mostraron sus primeras
acciones, entre ellos Alfaro Vive Carajo (AVC) y Montoneras Patria Libre; promueve
una política de combate sin tregua a la subversión, reorganiza las fuerzas de
seguridad creando unidades especializadas (Rodriguez, 2014 pág. 159), tanto de la
Policía Nacional, como de las Fuerzas Armadas, con personal entrenado en Israel,
España, Francia, Estados Unidos, Colombia y Chile, quienes con las doctrinas
aprendidas, tanto en la producción de inteligencia e investigación como en el
desarrollo de operaciones tácticas, diseñan una doctrina propia y con ella entrenan a
todos los niveles de mando institucional.

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El proceso de modernización de la Policía Nacional implementado por Febres
Cordero para enfrentar la amenaza, se inicia con la reorganización operativa policial
en mayo de 1985, en Guayaquil, con la dotación de 10 vehículos tipo camión 350
gestionados por Jaime Nebot Saadi Gobernador de la Provincia del Guayas, equipo
de patrullaje al que llamaron Escuadrón Volante; los vehículos fueron donados por la
empresa privada, con lo cual se restructura el eje preventivo para mejorar el control
de la delincuencia generada por AVC con los asaltos frecuentes a Bancos,
enfrentamientos y asesinatos. El Escuadrón Volante se trata de un tipo de patrullaje
urbano con personal no precisamente de elite, pero si incrementado en su número y
mejorado en su equipamiento. Al entregar esta dotación de vehículos, Jaime Nebot
expresaba en su discurso frente al personal policial, «existe una mínima porción
podrida de la ciudadanía y si esa porción podrida de la ciudadanía tiene que caer
abatida, tendrá que caer abatida, esto no es orden de tirar a matar, esto es orden de
tirar a vivir» (TV, 2011).
Respecto a este tipo de patrullaje el ex agente Hugo España, quien
supuestamente habría formado parte del Escuadrón Volante, cuyas versiones han
servido como base fundamental para la Comisión de la Verdad dice, “se nos dio luz
verde para actuar, bajo la premisa de que tendríamos el respaldo total de las
autoridades y de que sólo ante ellas rendiríamos cuentas” (España, 1996 pág. 45).
España también expresa que había sido parte del SIC-10, una unidad dependiente del
Servicio de Investigación Criminal que, según sus versiones, se encargaba de eliminar
a los subversivos y amenazar a los opositores políticos.
El General Edgar Vaca, ex Comandante General de la Policía Nacional y ex
Comandante de la Unidad de Investigaciones Especiales (UIES), dice que el SIC 10
nunca existió como una unidad o dependencia en la estructura orgánica policial de
esa época; que sólo se trata de las siglas con que se identifica a un equipo policial de
patrullaje ordinario para comunicarse con la central de radio, un patrullero policial
con tres agentes de civil dedicados a múltiples tareas como: atender los llamados de
auxilio de la población frente a delitos contra la propiedad, a la búsqueda de
información sobre delincuencia organizada, organizaciones subversivas y de la
delincuencia en general; sin embargo, ante la imperiosa necesidad de mejorar la
producción de información e inteligencia frente a la creciente amenaza de la

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subversión; el mando institucional dispuso la creación de un grupo de oficiales, clases
y policías aprovechando las habilidades y experiencia en investigaciones de los
miembros de la Brigada de Delitos contra la Propiedad, fracción que formaba parte
de la estructura orgánica del Servicio de Investigación Criminal de Pichincha. Al grupo
seleccionado le asignaron la tarea de investigar todos los casos en los que se
encuentren involucrados elementos subversivos; así «el 28 de septiembre de 1985,
este grupo comenzó a denominarse UNIDAD DE INTELIGENCIA ANTISUBVERSIVA,
hasta que el 14 de febrero de 1986, mediante Decreto Ejecutivo Reservado No.1601
expedido por el entonces Presidente de la República Ing. León Febres Cordero
Rivadeneira se creó oficialmente la UNIDAD DE INVESTIGACIONES ESPECIALES (UIES),
como una unidad orgánica del Servicio de Investigación Criminal de Pichincha, del
que se deslindó y pasó a depender de la Dirección Nacional de Investigaciones y
posteriormente, de la Dirección General de Operaciones» (Nacional, 2010 pág. 158).
Con el entrenamiento recibido, los integrantes de la UIES, desarrollaron su rol
en múltiples campos de acción combinando la inteligencia y la táctica; en el ámbito
del combate a la subversión, contribuyeron a la consecución del objetivo del
Gobierno, de derrotar militarmente a los movimientos insurgentes que amenazaban
a la seguridad del Estado. Entre las técnicas aprendidas y puestas en práctica, se
promovieron las operaciones encubiertas; la utilización de agentes encubiertos, es
una técnica que permite la infiltración en la organización investigada; consiste en
ocultar la identidad del autor, tratando de evitar las consecuencias legales que de un
hecho se derivan; no es lo mismo que una operación clandestina, cuyo fin es ocultar
el hecho. El General Edgar Vaca Vinueza, quien fuera desde el grado de Mayor uno
de los líderes de esta Unidad Policial, plasmó la doctrina de Inteligencia con la que se
formaba y desempeñaba todo el personal en su libro “Inteligencia Policial”.
El Grupo de Intervención y Rescate (GIR), es otro grupo de elite de la Policía
Nacional del Ecuador, nace de una disposición del mando policial, el 11 de septiembre
de 1977, como respuesta a la creciente ola delictiva que azotaba al País; la orden es
de entrenar y capacitara a un grupo de Oficiales y Policías, para hacer frente al auge
de la delincuencia; inicialmente se denomina al grupo como Fuerzas Especiales y se
encarga de brindar protección a personas y capacitar a otros policías en operaciones
de protección. Con la evolución del equipo y las tácticas, también cambió su nombre,

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denominándose Grupo de Intervención y Rescate (GIR) desde el 4 de julio de 1984.
(Gobierno, 2017).
A partir de julio de 1984 el gobierno incrementa su apoyo al GIR mediante
equipamiento y capacitación dentro y fuera del País; grupos de oficiales y policías son
enviados a recibir entrenamiento táctico antiterrorista, manejo de crisis, negociación
de rehenes, manejo de explosivos, rescate de víctimas, en Estados Unidos, España e
Israel; con la capacitación recibida, forman su propia doctrina táctica y empiezan a
capacitar y entrenar al 100% a los Oficiales en los grados de Teniente y Subteniente;
paralelo a la capacitación, la Institución policial recibe una dotación de armamento y
equipo como: carabinas Ruger, subfusiles Star, carabinas Mosberg, pistolas Glok,
chalecos antibalas y equipos antimotín; al GIR se le había dotado además de fusiles
FAL, HK, M16, M4, equipos para manejo de explosivos, desactivación de bombas y
vehículos blindados, lo cual generó celo en las Fuerzas Armadas, porque se trataba
de una dotación de armamento de guerra para la Policía Nacional, con quien el
ejército tenía rivalidades y disputas entre miembros; además del equipamiento, se
amplió el orgánico policial con un incremento de mil policías, distribuidos en los
diferentes grados y se inició la construcción de hospitales en Quito y Guayaquil para
la Policía (Villalobos, 1985).
Con estas atenciones, la Policía Nacional que por décadas había sido relegada,
desarrollo un especial afecto al Gobierno Socialcristiano sobre todo por el Ministro
de Gobierno, Luis Robles Plaza, en quien veían la figura que había dado paso a su
modernización y de quien tenían el respaldo directo a sus acciones; Robles
desempeñó ese cargo desde el 10 de agosto de 1984, hasta el 29 de enero de 1988,
cuando fue reemplazado por Heinz Moeller.
En todos los ámbitos del gobierno Socialcristiano, el discurso político para
referirse a la subversión, y exclusivamente a AVC era de terroristas y por lo tanto se
debía «extirpar el mal de raíz», la consigna era equiparar a la subversión con el
narcotráfico y la delincuencia común. Joffre Torbay, Secretario General de la
Administración Pública, en una intervención pública expresaba abiertamente la
radicalización del gobierno frente a la subversión, responder al terror con terror, «a
los subversivos hay que matarlos como al pavo, la víspera» (Tamayo, 2008 pág. 28).

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La frase no deja duda respecto a las intenciones y la Policía comprometida se
esforzaba cada vez más por alcanzar el objetivo de eliminar la subversión.
Según Rodrigo Rriofrío Jiménez, la actuación de la Policía Nacional frente a la
subversión, fue una demostración de decisión, coraje y determinación porque como
Institución del Estado, su misión es defender y proteger la democracia, el orden social
y la seguridad interna; «no persiguió a personas por su ideología política ni por sus
principios, sino que tenía la obligación constitucional y moral de identificar a los
individuos que en la clandestinidad cometían delitos y que eran requeridos por la
justicia para ser sancionados» (Riofrío, 2017 pág. 389); Riofrío explica que todo este
proceso de lucha contra la subversión se desarrolló en un marco de respeto a la ley y
de los derechos humanos; para esto fue necesario adquirir nuevo entrenamiento y
organizar unidades especializadas con nuevas capacidades profesionales, que les
permita ser eficientes utilizando todas las estrategias y medios legales disponibles
para identificar, enfrentar y neutralizar la amenaza.
Uno de los hechos que refuerza lo dicho por Riofrío, es el caso Altamira; de
acuerdo a informes policiales reservados; el 11 de septiembre 1986 entre las 09:00 y
09:15 aproximadamente, un comando de AVC, integrado por 6 subversivos, procede
a asaltar el Banco de la Producción, agencia El Inca, ubicado sobre la Av. Seis de
Diciembre y Río Coca, de la ciudad de Quito; luego del asalto, los delincuentes con el
botín emprenden la fuga a bordo de una camioneta Ford 350 previamente robada,
en el trayecto abandonan la camioneta para despistar a la Policía y continúan la fuga
a bordo de un automóvil marca Datsun color celeste. Con anterioridad la Policía
había sido alertada sobre movimientos sospechosos en la vivienda número 26 del
barrio Altamira, por lo que el sector estaba siendo vigilado; aproximadamente a las
10:00 tres asaltantes que participaron en el atraco al Banco, llegan a la casa de
Altamira a bordo del automóvil celeste, en esa vivienda les esperaba Hamet Vásconez
segundo en el mando de AVC. Inmediatamente la Policía refuerza su presencia, rodea
las inmediaciones y desaloja a los vecinos. A partir de ese momento se produce un
enfrentamiento entre policías y subversivos, la Policía utiliza explosivos para ingresar
al domicilio, en el lugar se hacen presente autoridades para autorizar el allanamiento,
y el enfrentamiento se prolonga hasta las 13:00; como resultado final se confirma la
muerte de tres delincuentes, uno logro escapar, entre los fallecidos se encuentra

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Hamet Vásconez, Argentina Lindao y Marcelo Saravia. En las filas policiales se reporta
la muerte del Capitán Galo Miño Jarrín y tres heridos. Galo Miño era un importante
miembro del GIR que ese día se encontraba libre, pero al enterarse del
acontecimiento había acudido al lugar del enfrentamiento y se había involucrado en
el operativo sin los elementos de protección necesarios, confiado en sus habilidades
y valentía había intentado alcanzar una posición de ventaja donde había sido
alcanzado por un proyectil que terminó con su vida.

4. Las consecuencias

4.1. De los Informes de Derechos Humanos.

La política de Seguridad Nacional se transforma en una estrategia cuya


tendencia es legitimar el poder del Estado; el discurso y su propósito hablan de
brindar seguridad a los ciudadanos, al nivel de los derechos; reconociendo al
ciudadano como la razón de ser del Estado; por lo tanto, su deber es construir un
orden social que garantice los derechos que ofrece; sin embargo, «la situación del
miedo puede ser aprovechada para ofertar seguridad, y como contraprestación exigir
intensidad en el control y dominio sobre las personas» (Angarita, 2011)
El desborde de entusiasmo, de compromiso y de atribuciones de las fuerzas
policiales en nombre de la Seguridad Nacional, sobrepasaron al profesionalismo y la
legalidad, en su lucha contra la subversión durante el régimen de León Febres
Cordero; se generaron reclamos y denuncias en el contexto nacional e internacional,
respecto a la violencia que el Estado había ejercido sobre las organizaciones
subversivas, entre los años 1984-1988; estas denuncias no fueron atendidas
satisfactoriamente por los organismos nacionales.
Las razones de desatender las denuncias de los excesos, radica en el amparo
que las funciones del Estado brindan al gobierno como beneficio por la captación de
estos poderes, para “asegurar la impunidad y la gobernabilidad”, «la manipulación
política de la justicia ha sido una constante en Latinoamérica» (Llanos, 2014 pág. 17).
Según Basabe, Cuando León Febres-Cordero asumió la presidencia de la República, el
Congreso tenía una mayoría de centroizquierda liderado por Raúl Baca Carbo de la

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Izquierda democrática (ID); en aquel entonces, la Corte Suprema de Justicia (CSJ) era
designada por los acuerdos de la mayoría en el Congreso Nacional, así fueron
designados los nuevos magistrados, quienes eligieron presidente a Gustavo Medina
de la (ID), lo que disgustó a Febres Cordero y mando rodear con tanques de guerra el
edificio de la Corte con el fin de impedir que se instale esta nueva Corte. Finalmente,
mediante negociación política, el Congreso designo una nueva Corte en la que se
eligió a Gonzalo Córdova como Presidente de la CSJ.
El Estado por encima de la democracia, en cualquier administración, es una
situación en la que todo se muestra confuso, donde los límites se interpretan a
conveniencia, en algunos casos desaparecen y la práctica de los actos malos que
parecen buenos se va generalizando, hasta parecen legales, el diálogo es una opción
vana que no conduce a nada, es un ambiente donde predomina la justificación, la
frase confusamente atribuida a Maquiavelo «el fin justifica los medios» se convierte
en una práctica “normal”; así se hace caso omiso a los reclamos, las denuncias; los
atropellos van quedando en el olvido, sin atención y sin justicia.
Ante esta evidente falta de atención por parte de las autoridades
ecuatorianas a las diversas denuncias formales presentadas por las víctimas, respecto
a las violaciones de Derechos Humanos; en 1987 interviene la Comisión Ecuménica
de Derechos humanos (CEDHU) junto con America's Watch y la Comisión Andina de
Juristas para investigar los actos denunciados y en general para verificar la situación
de los derechos humanos en el Ecuador.
De las investigaciones desarrolladas, estos organismos concluyeron que las
instituciones del Estado y las Fuerzas de Seguridad, en su afán de combatir la
subversión, habían cometido múltiples violaciones a los Derechos Humanos,
especialmente en lo referente a: detenciones ilegales, tortura y ejecuciones
extrajudiciales, «solo en el año 1986 la CEDHU registró 40 homicidios a manos de la
fuerza pública, 58 casos de tortura, 33 violaciones de domicilio, 165 arrestos
arbitrarios» (CEDHU, 1998); el informe incluye como hechos negativamente
sobresalientes el caso del Ministro de Gobierno Luis Robles Plaza del régimen de
Febres Cordero, quien había sido interpelado y destituido por el Congreso Nacional,
por encontrarlo responsable de las violaciones de Derechos Humanos cometidas por

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el régimen, pero Robles se negó a acatar el fallo y siguió desempeñando sus funciones
como Ministro.
Además menciona que el entonces Diputado socialista Diego Delgado, quien
en días previos a la audiencia de interpelación al Ministro Luis Robles, en septiembre
de 1987, había sido atacado por varios hombres que lo golpearon con bates, lo
embarcaron en un vehículo y lo abandonaron en una quebrada; según Delgado, a
quien Heinz Moeller lo definía como un «recio luchador de causas equivocadas»
habrían querido eliminarlo «porque no querían que denunciara los 114 casos de
eliminación física selectiva» (UNIVERSO, 2009).
Las posiciones ideológicas de izquierda y de derecha constituyen la base para
que los excesos de los unos y de los otros, fueran examinados y no queden en la
impunidad, en el caso de León Febres Cordero, una vez terminado su mandato, le
sucedió en el poder Rodrigo Borja Cevallos líder de la Izquierda Democrática, quien
con una mayoría favorable en el Congreso no tuvo problemas para conformar una
Corte Suprema de Justicia fiel a su ideología y con ello iniciar un juicio contra León
Febres Cordero acusándolo de «mal uso de fondos reservados para pagar USD
150.000 al experto israelí contra el terrorismo Ran Gazit» (Ecuador, 29017) el
exmandatario salió absuelto después de una larga batalla judicial.
En esta lucha por el poder, la mirada a los errores y los excesos de la Policía
han sido el elemento fundamental del que se han valido los políticos para
desacreditar a sus opositores; en esta disputa, las víctimas de persecución cambian
de lado y son los Policías los que, mediante juicios no muy claros, son encarcelados y
perseguidos.
Uno de los primeros hechos que resquebrajó notablemente las estructuras de
la Policía Nacional, fue el caso de los hermanos Santiago y Andrés Restrepo Arismendi
de 17 y 14 años, hijos de un matrimonio de colombianos radicados en Quito; los
jóvenes desaparecieron el 8 de enero de 1988 y jamás han sido encontrados. El caso
representa para los adversarios políticos, una muestra de la represión policial en el
gobierno de Febres Cordero, ha sido removido e investigado en múltiples ocasiones,
empezando por Rodrigo Borja (ID), quien hizo que el caso sea investigado por un
equipo de investigadores del desaparecido Departamento Administrativo de
Seguridad (DAS) de Colombia , en cuyo informe de su trabajo investigativo realizado

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en 15 días, responsabilizó a la Policía ecuatoriana (Tamayo, 1990). El 13 de julio de
1990 Borja mediante decreto ejecutivo No. 1662 creó una comisión internacional
para investigar el caso, en el informe presentado por dicha comisión, el 2 de
septiembre de 1991, al que denominaron «arrancados del hogar», determinaron la
culpabilidad policial, conclusión a la que llegaron tomando como referencia esencial
las declaraciones de «un testigo caído del cielo» como llamaron al ex policía Hugo
España, un agente al que la Policía había dado de baja por mala conducta y por
encontrar múltiples mentiras en sus datos de filiación previo a su ingreso a la
Institución, entre ellas de ser ciudadano colombiano, al que acusaron de ser infiltrado
de la guerrilla de ese País (INEHPOL, 1988).
Con el informe de esta comisión como fundamento, el Presidente Borja
dispuso la eliminación del Servicio de Investigación Criminal (SIC), creándose en su
reemplazo temporal la Oficina de Investigación del Delito (OID), que finalmente fuera
reemplazada por la Policía Judicial creada mediante el reglamento constante en el
«decreto ejecutivo No. 3585, publicado en el Registro Oficial No. 995 de 7 de agosto
de 1992, en el cual se establece la estructura orgánica, funciones y atribuciones de
este Organismo Policial» (Riofrío, 2017 pág. 396).
Las declaraciones de España, quien posteriormente fuera sacado del País
como testigo protegido, generaron un grave deterioro en el prestigio de la Policía
Nacional del Ecuador, sus versiones fueron utilizadas para emitir sanciones a varios
miembros de la Policía, incluyendo al ex Comandante General Gilberto Molina, sin
que esas declaraciones fueran comprobadas o dieran resultados positivos como: de
que los hermanos Restrepo habían sido arrojados a la laguna de Yambo, o de la
existencia de diversas fosas comunes en las que se enterraban los cadáveres de
personas desaparecidas forzosamente producto de un procedimiento habitual de las
fuerzas del orden, porque pese a las múltiples y exhaustivas búsquedas con expertos
nacionales e internacionales, nunca fueron encontrados ni cuerpos ni restos
humanos que confirmaran lo dicho por España.
Para algunos miembros de la Policía Nacional, la narrativa de los episodios
que Hugo España describe en el libro “El Testigo”, cuyo contenido compromete la
actuación policial tanto en el caso de los hermanos Restrepo, como en la lucha
antisubversiva, habría sido incentivada por elementos interesados en desprestigiar a

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la institución; Carlos Vera y Rolando Panchana reconocidos periodistas ecuatorianos,
en un artículo publicado en la revista vistazo N° 697, y reproducidas por Ecuavisa,
expresan «se insinúa que hay genios del mal interesados en desprestigiar a la Policía.
Ellos, tomándole de la mano a Hugo España, le habrían obligado a escribir su libro. En
realidad, detrás de Hugo España están el padre de dos niños desaparecidos y varios
activistas de los Derechos Humanos» (Vera, 1996).
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización
de Estados Americanos (OEA) ante la petición formulada el 6 de agosto de 1997 por
The International Human Rights Law Group; Judith Kimerling y Elsie Monge como
representante de la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos del Ecuador (CEDHU)
entre otros, respecto a la desaparición de los hermanos Restrepo; y, luego del
acuerdo de solución amistosa firmado el 20 de mayo de 1998, en la que el Estado
Ecuatoriano acepto su responsabilidad sobre este caso; el 5 de octubre de
2000 emitió el informe Nº 99/00 en el que el Estado entrega una indemnización de
dos millones de dólares americanos a favor de Pedro Restrepo, junto con el
compromiso de sancionar a los policías implicados y la libertad de la familia Restrepo
para reclamar la indemnización por parte de los condenados (CIDH, 2000).
Con esta sentencia, y la aceptación manipulada de la culpabilidad por parte
del Estado ecuatoriano, la institución policial se enfrenta a la era de la pos verdad,
donde la justicia y la opinión pública se sustentan en versiones y creencias, más que
en pruebas objetivas; las consecuencias se traducen en un severo repudio por parte
de la población, convirtiendo al caso Restrepo en un estigma imborrable en la mente
popular, del que se aprovecha todo ciudadano para menoscabar la calidad moral de
los policías, y a través de este hecho focalizar el desprestigio en el ámbito político
hacia León Febres Cordero, Jaime Nebot y al partido Social Cristiano en general.
El 3 de mayo de 2007, el Presidente de la República del Ecuador Rafael Correa
Delgado, líder de la revolución ciudadana, socialismo del siglo XXI, creó una Comisión
de la Verdad integrada por: Elsie Monge Yoder quien dirige la Comisión Ecuménica
de Derechos Humanos de Ecuador (CEDHU) desde 1981 (presidenta de la comisión)
junto al Dr. Julio César Trujillo político enrolado al movimiento de izquierda
Pachacutec; el arzobispo Alberto Luna Tobar llamado “Obispo de los pobres” por su
marcada tendencia socialista, y Pedro Restrepo, padre de los jóvenes desaparecidos

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en enero de 1988. «Además de sus miembros titulares, se nombró un Comité de
Soporte, que fue conformado por Mireya Cárdenas, quien formó parte activa de los
subversivos, Clara Merino y Francisco Acosta, familiares de los miembros de AVC. »
(Molina, 2014).
La comisión fue creada con la finalidad de investigar las denuncias de
violaciones de los derechos humanos producidas durante el período presidencial de
León Febres Cordero entre 1984 y 1988, a la que el ex mandatario la calificó de ilegal,
inconstitucional, creada exclusivamente para perseguirlo, comparándola con la
Inquisición (Hora, 2008).
El informe de la Comisión de la Verdad, al que denominaron «sin verdad no
hay justicia», fue presentado el 7 de junio del 2010 en el que concluyeron la existencia
de «456 víctimas de delitos de lesa humanidad en el Ecuador»; el período analizado
por la Comisión fue desde 1984, hasta 2008, sin embargo, recalca que el mayor
número se había producido en el período 1984- 1988 relacionadas con la represión
del Estado contra Alfaro Vive Carajo (AVC). Con este informe el Estado reconoce de
manera oficial la existencia de procedimientos sistemáticos ilegales practicados por
los miembros de las fuerzas del orden, que dieron lugar a violaciones de los derechos
humanos entre los que se menciona: privación ilegal de la libertad, torturas, violencia
sexual, ejecuciones extrajudiciales, atentados contra el derecho a la vida y
desapariciones forzadas.
Los casos de violación de los derechos humanos en el período presidencial de
León Febres Cordero que tienen relación con la lucha desarrollada contra Alfaro Vive
Carajo y con la represión a los Comandos de Taura que el 17 de enero de 1987
secuestraron al Presidente para exigir la libertad del General Frank Vargas Pasos, en
este caso, 90 implicados fueron apresados y trasladados a distintas bases militares
donde fueron torturados. En este contexto, los casos se clasifican en los siguientes
tipos: «32 ejecuciones extrajudiciales, 12 atentados contra el derecho a la vida, 9
desapariciones forzadas, 214 privaciones ilegales de la libertad, 275 víctimas de
tortura y 72 hechos de violencia sexual» (Ecuador, 2010). En los que se involucra a
269 miembros de la Policía Nacional y a 56 miembros de las Fuerzas Armadas.
Las recomendaciones constantes en el informe, se referían a que el Estado
ecuatoriano se comprometa a judicializar los hechos investigados, desmantelar las

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El Terrorismo en Ecuador: Alfaro Vive Carajo (AVC) Análisis histórico, respuestas policiales y consecuencias.
estructuras de represión y reconocer los costos generados a las víctimas por la
defensa de sus derechos. Sobre la base de este informe, empieza una serie de
acciones que terminan con el desmembramiento a la Policía Nacional, junto con la
obligación de desarrollar un programa de capacitación en Derechos Humanos a todos
sus miembros en un plazo de cinco años.
Rafael Correa Delgado, un economista de ideología izquierdista, conformó el
partido político Alianza País y definió su campaña como la “revolución ciudadana”
guiada con la doctrina del Socialismo del siglo XXI, alineado con el pensamiento del
venezolano Hugo Chávez, el cubano Fidel Castro y el boliviano Evo Morales con
quienes ensamblaron una campaña política y una propuesta social nacionalista
renovada con un intransigente ingrediente antiimperialista, de rechazo absoluto a
todo o que venga de Estados Unidos.
Desde su campaña electoral en el 2007, se había planteado como objetivo,
eliminar la Base Militar de Estados Unidos en Manta, cambiando la retórica de
Seguridad Nacional, por la de Soberanía Nacional; bajo ese precepto, el 29 de enero
del 2008 anunció a la embajada de Estados Unidos en Quito que el Acuerdo de
Cooperación bilateral suscrito el 12 de noviembre de 1999 respecto al uso de la base
en Manta, para la lucha contra el narcotráfico en la región, concluía en noviembre de
2009 y no será renovado, por lo que ese era el límite de tiempo para abandonar el
País. La salida de Estados Unidos de la base de Manta se dio definitivamente el 18 de
septiembre del 2009. «En su momento se informó que la función del Puesto de
Operaciones Avanzadas (FOL, por sus siglas en inglés) de Manta sería detectar,
controlar y rastrear aeronaves que realizaran actividades ilegales vinculadas al
narcotráfico» (Benassi, 2009).
Varias reacciones se dieron frente a esta decisión, entre ellas, Ximena Gudiño,
activista pro Derechos Humanos de la Coalición “No Bases”, quien expresó ante la
BBC que «la salida del personal estadounidense viene a coronar “diez años de
resistencia”» porque «el convenio ha significado “una lesión a la dignidad y la
soberanía nacional”». En cambio, para Mario Pazmiño, ex director de Inteligencia del
Ejército, la salida de Estados Unidos de la Base de Manta, «va a afectar a todo el
proceso que se venía siguiendo por parte de EE.UU. en la región con relación al
combate al narcotráfico”». Pazmiño agregó que la decisión obedece a una consigna,

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El Terrorismo en Ecuador: Alfaro Vive Carajo (AVC) Análisis histórico, respuestas policiales y consecuencias.
«instaurada desde el Foro de Sao Paulo (fundado por partidos y organizaciones de
izquierda en la década del 90) y posteriormente está siendo replicada tanto por las
FARC como por la Coordinadora Continental Bolivariana dentro del proyecto
internacional de las FARC”» (Benassi, 2009).
La UIES fue desmantelada por el Presidente Rafael Correa en marzo del 2009,
aduciendo el ya nombrado principio de Soberanía Nacional, esta decisión fue tomada
luego de conocer en febrero de ese año que Estados Unidos financiaba algunas de
sus actividades; y, en su reemplazo creó la Unidad de Lucha Contra el Crimen
Organizado (ULCO); con esta acción, el gobierno de Correa dejaba a la Policía
ecuatoriana fuera de todo tipo de cooperación y coordinación de inteligencia en el
ámbito internacional, lo cual genero la reacción de la Embajada de Estados Unidos
que retiró su apoyo económico a la institución policial, situación que dio motivos al
gobernante ecuatoriano para acusar a los diplomáticos de Estados Unidos Armando
Astorga y a Mark Sullivan de querer dirigir las decisiones de seguridad y les dio 48
horas para salir del País, agregando que con esa actitud de los diplomáticos quedaba
claro la intervención de la Central de inteligencia Americana (CIA) en el Ecuador
(Universo, 2009).
La ley de Seguridad Nacional vigente durante el período analizado, en el Art.
32 establecía que «la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) es un Organismo
dependiente de la Secretaría General del Consejo de Seguridad Nacional (COSENA),
y su organización y funcionamiento se regularán mediante reglamentación
reservada». Y en el Art 33 establecía como funciones principales: «Centralizar y
coordinar la actividad de todos los organismos de información del Estado, que
permita disponer de información actualizada y oportuna sobre los diferentes factores
que intervienen en la conducción de la Política Nacional, orientada a la consecución
o mantenimiento de los objetivos Nacionales; dirigir, orientar y coordinar la
búsqueda de información estratégica, relacionada con la situación nacional e
internacional en los campos: político, económico, sicosocial y militar; proporcionar la
información estratégica nacional e internacional a los organismos que conforman la
estructura de Seguridad Nacional, para posibilitar el desarrollo de las tareas de
formulación y planificación de la Política de Seguridad Nacional; mantener
permanentemente actualizada la información estratégica nacional e internacional,

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El Terrorismo en Ecuador: Alfaro Vive Carajo (AVC) Análisis histórico, respuestas policiales y consecuencias.
para satisfacer los requerimientos del Consejo de Seguridad Nacional, del Comando
Conjunto de las Fuerzas Armadas, de las Direcciones de los Frentes de Acción de
Seguridad Nacional y de las Direcciones de Planeamiento de Seguridad para el
Desarrollo Nacional; y, Elaborar el Plan Nacional de Informaciones estratégicas»
(Nacional, 1979).
En junio del 2009, el Presidente Correa con un decreto ejecutivo modificó la
Ley de Seguridad Nacional de 1979, con la finalidad de desmantelar a la Dirección
Nacional de Inteligencia (DNI) y en su reemplazo crear la Secretaría Nacional de
Inteligencia (SENAIN), organismo al que le otorgo un mando civil e «independencia
administrativa y financiera para utilizar la cuenta de gastos reservados del Estado, sin
que nadie los audite» (Barreto, 2015) en septiembre del 2009, se promulgo la Ley de
Seguridad Pública y del Estado, que reemplazó a la ley de Seguridad Nacional y dio
sustento legal a la SENAIN.
El flamante organismo de Inteligencia, se puso a órdenes del ejecutivo y fue
utilizado para espionaje y persecución a los adversarios políticos de la revolución
ciudadana, entre los hechos más reñidos de la SENAIN se denunció el descontrolado
manejo de los gastos reservados y el denunciado secuestro de Fernando Balda
opositor del gobierno de Correa en Bogotá Colombia, el 13 de agosto del 2012, en el
que se involucraron agentes policiales ecuatorianos al servicio de la SENAIN que en
el operativo de secuestro, fueron capturados por la Policía colombiana.
El acelerado deterioro de la imagen de la SENAIN, debido a los hechos
descritos en el aparatado anterior, a los cuales se sumaron múltiples denuncias de
espionaje, incluido al despacho del Presiente Lenin Moreno, dio lugar a que Moreno
el 21 de septiembre del 2018, tome la decisión de eliminar oficialmente a este
organismo y en su reemplazo crear el Centro de Inteligencia Estratégica (CIES), ente
que estará dirigido por un Director con rango de Ministro (Seguridad, 2018). La
misión del CIES, es ejercer la rectoría del Sistema Nacional de Inteligencia y producir
inteligencia estratégica para generar alerta y asesorar de manera oportuna en la
toma de decisiones al más alto nivel, contribuyendo a la Seguridad Integral del
Estado.
En la administración del Presidente Correa, el 09 de marzo del 2009, entró en
vigencia el Código Orgánico de la Función Judicial publicado en el Registro Oficial

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Juan Mera Benalcázar
El Terrorismo en Ecuador: Alfaro Vive Carajo (AVC) Análisis histórico, respuestas policiales y consecuencias.
Suplemento 544. Entre las reformas de este Código, se eliminaba el Fuero Militar y
Policial, y todos sus miembros pasaban a ser juzgados por la justicia ordinaria y a
cumplir sentencias en las cárceles estatales. La modificación a la administración de
Justicia militar y policial se debía entre otros aspectos a la presunción de impunidad
que de estos procesos se podían derivar, pero sobre todo porque la Constitución
determina un solo tipo de justicia.
En el año 2014 se puso en vigencia el Código Orgánico Integral Penal, y en el
Art. 483, se dio forma legal a las Operaciones Encubiertas, como técnica de
investigación, y en el Art. 484, se dictan las reglas para la ejecución de esta técnica,
entre las que se destacan: la responsabilidad de la fiscalía, que debe intervenir con
una unidad especializada, la identidad otorgada al agente encubierto será mantenida
durante la versión que se presente en el proceso y no podrá ser utilizada por un
período mayor a dos años, se le dará protección similar a la de un testigo, las
versiones del agente encubierto se consideran elementos de convicción válidas para
el proceso penal, no así los elementos de convicción que haya obtenido un agente
encubierto no autorizado (Nacional, 2014).
Otro hecho que afectó la imagen policial ante la población se produjo el 30 de
septiembre del 2010, cuando los Policías inconformes con las decisiones del
gobernante en contra de las fuerzas del orden, se negaron a salir de sus cuarteles a
cumplir con su función.
Ante esta situación el presidente Correa se dirige al Regimiento Quito, foco
central de la manifestación de inconformidad, donde los policías se niegan a recibirlo,
sin embargo, logra ingresar y desde una ventana desafía a los policías a que lo maten,
a lo que la multitud policial responde con gases lacrimógenos que afectan al
mandatario que luego es atendido en el Hospital Policial, donde se declara
secuestrado.
El evento se desborda y se alientan enfrentamientos entre los simpatizantes
de Correa y miembros policiales, cuyo resultado produce muertos y heridos.
Finalmente, el “secuestrado” ordena su liberación a la Fuerzas Armadas quienes
atacan al Hospital Policial y el momento en que el Presidente es sacado del Hospital
custodiado por miembros del GIR se produce la muerte de Froilán Jiménez miembro

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del grupo que protege a Correa. Aun diez años después, la justicia no ha resuelto este
caso.
Rafael Correa utilizo este episodio para victimizarse y hacer creer a todos que
se trataba de un golpe de estado, luego dijo que intentaron asesinarlo; con todos los
poderes a su disposición persiguió y encarcelo a todo aquel que decía lo contrario.
Sin embargo, nunca encontró un líder político al que pudiera responsabilizar de sus
acusaciones.
Hechos similares se han dado en otros tiempos cuando los Policías se han
negado a salir a las calles a cumplir con su función por considerar afectados o
desatendidos sus intereses, sin embargo, la sensatez de los gobernantes no había
permitido generar incidentes mayores, dejando la solución de estos brotes de
insubordinación a los mandos policiales.
La prensa ha calificado erróneamente a este suceso como “la rebelión policial
del 30-S”; una rebelión tiene como objetivo derrocar y reemplazar al gobernante, y
ese no era el objetivo policial.

4.2. El desarme

Las guerrillas en Latinoamérica tuvieron dos impulsos psicológicos que hacían


creer que el propósito de asumir el poder por medio de las armas era posible: el
triunfo de la revolución cubana en 1959 y el de la revolución sandinista en Nicaragua
en 1979; sin embargo, pese a los múltiples esfuerzos de Cuba por expandir su
influencia especialmente en los países debilitados por sus crisis económicas y
sociales, no tuvo éxito.
Peter Waldmann un jurista y sociólogo alemán catedrático de la Facultad de
Filosofía de la Universidad de Augsburg, destaca cinco condiciones que debían existir
para que los movimientos guerrilleros pudieran tener éxito y alcanzar sus objetivos:
1) «La legitimidad» se refiere a los dos actores del conflicto, el régimen y la
organización rebelde alcanzan un apoyo social inversamente proporcional al de su
oponente, la legitimidad del Estado sube por su lucha legal contra la violencia
indiscriminada que genera rechazo social, la legitimidad del movimiento subversivo
sube por los excesos del régimen;

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2) «El País implicado debe ser relativamente pequeño, subdesarrollado y
económicamente muy dependiente de las naciones industriales», el discurso rebelde
se fundamenta en el anticolonialismo, especialmente si proviene de Estados Unidos
y al modelo neoliberal.
3) «El bloque burgués tiene que estar dividido», las prebendas o las
inequidades de las decisiones políticas favorecen a unos y perjudican a otros, por lo
tanto, entre los perjudicados existirá quienes apoyen las acciones de los subversivos
o cuando menos simpaticen con ellos.
4) «Es necesario que se produzca un levantamiento popular», alcanzar el
apoyo de la población es un objetivo de la subversión, la violencia colectiva contra el
régimen se torna más severa mientras más se defiende el Estado y mientras más
intransigencia demuestra.
5) «Tienen que darse una serie de condiciones operacionales, entre las cuales
las principales son la existencia de un catálogo de objetivos claros, de necesidad
inmediata, y una zona de repliegue, resguardo y regeneración en el interior y el
exterior del País» (Waldmann, 1986 pág. 20).
Si bien Waldmann habla de las condiciones de éxito, otros autores hablan de
las razones para el fracaso de las guerrillas en América latina y enlistan diferentes
factores, entre los que se puede rescatar; la escasa capacidad militar de los grupos
guerrilleros, el apoyo de Estados Unidos a las fuerzas de seguridad de los países
creando ejércitos mejor preparados y fuertes, para evitar que se repita la experiencia
cubana, o el ejemplo de Nicaragua; otras limitantes del éxito o que desalientan a la
subversión tienen que ver con las consecuencias de los bloqueos especialmente
económicos que Estados Unidos impone a todo País que apoye el socialismo como el
ejemplo de Cuba; o el apoyo que brinda ese País a las fuerzas que considera
protectoras del régimen legal, como los contras en Nicaragua; además la posesión de
la izquierda en los gobiernos de América Latina, entre otros, sin embargo la razón
más influyente se fija en el «colapso socialista» (Florez, 2016).
Luego de la firma del Acuerdo de Belavezha el 8 de diciembre de 1991, que
puso fin a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), cuyo significado era el
colapso del socialismo, de esta situación sobrevino como consecuencia inmediata el
corte del apoyo a las guerrillas de América latina, situación que motivo a los grupos

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alzados a negociar con los gobiernos que en varios casos como el de Ecuador eran de
ideología de izquierda, o en varios matices como: la Izquierda democrática, los
populistas de izquierda, los militares populistas y otros; «en América Latina las
presiones en rechazo del modelo «imperial» son particularmente fuertes» (Boersner,
2005 pág. 112); también Estados Unidos dejo de apoyar a gobiernos dictatoriales.
Varios grupos radicales se allanaron a procesos de pacificación y entrega de
las armas, opción que les brindaba la posibilidad de una inclusión en el ámbito político
y llegar al poder por la vía democrática; otros se fortalecieron, buscaron nuevos
propósitos como el de brindar seguridad a las mafias y al narcotráfico. Siguiendo esta
línea de extinción de los movimientos subversivos de América latina; en Ecuador
Alfaro Vive Carajo (AVC) se acogió a un proceso de paz en 1989, en acuerdo con el
Presidente Rodrigo Borja de la Izquierda Democrática.
El 26 de febrero de 1991, Alfaro Vive Carajo (AVC) entregó las armas en una
ceremonia efectuada, en la Plaza de San Francisco, a la que asistieron invitados
internacionales vinculados a la izquierda y personalidades de la política nacional,
entre las que figuraban Oswaldo Hurtado, ex presidente de Ecuador, Francisco
Huerta y miembros de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana; en el evento expresaron
«cambiamos de armas, pero la pelea es la misma. Sabemos que a partir de ahora
nuestra tarea es política y, sin embargo, tenemos una terrible desconfianza del
mundo político» (Rodríguez, 2014 pág. 103). El acto fue criticado por varios sectores,
porque AVC entrego 61 armas, que a la vista no representaban un arsenal útil para el
propósito que las usaron, consistía en una variedad de armas viejas y oxidadas,
ninguna de ellas correspondía a las 1500 armas que robaron al Rastrillo de la Policía,
inquietud que justificaron diciendo que la misma Policía reportó haber recuperado el
90% y que el resto fueron llevadas a Colombia y puestas en manos del M19.
El 27 de enero del 2012, Edgar Frías y Mireya Cárdenas ex militantes de AVC,
entregaron las espadas de Eloy Alfaro y Pedro Montero que sustrajeron en 1983
desde el museo de la ciudad de Guayaquil; la entrega la realizaron en Montecristi a
Tatiana Idrovo presidenta de Ciudad Alfaro, quien las entregaría al Presidente Rafael
Correa. El acto genero reacciones de varios ex AVC, que mostraban su inconformidad;
Cuvi dijo que las espadas eran el símbolo de una etapa inconclusa, inclusive había
pensado retomar las armas en 2006; Kingman y otros dijeron que nunca supieron

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donde estaban las espadas, que eso solo conocía Arturo Jarrín y que todo el proceso
de entrega se hizo a escondidas.

4.3. La inclusión en la vida política

Alfaro Vive había quedado desarticulado, Susana Cajas admite que AVC fue
derrotado militarmente y quedo inmerso en una crisis profunda, Kingman dice que
después de la entrega de las armas se dio una desbandada total, se separaron por
mucho tiempo. «El gobierno de Rafael Correa y Alianza PAIS, rescató una parte del
grupo insurgente Alfaro Vive Carajo, pero al mismo tiempo sacó a luz la división que
hasta ahora se expresa en dos grandes tendencias del movimiento» (Reportajes,
2014); por una parte Juan Cuvi y Eduardo Kingman que promovían la pacificación y
otros que intentaban continuar con las armas.
Rafael Correa aglutino a varios ex AVC en su partido Alianza País asignándoles
cargos públicos secundarios en su gobierno; formaron parte del Comité de Soporte
de la Comisión de la Verdad; Rosa Mireya Cárdenas electa por Alianza País al
Parlamento Andino, fue Secretaría de Pueblos, Movimientos Sociales y Participación;
Edgar Frías fue subsecretario en la administración de Mireya Cárdenas; en la otra
facción que intentaba mantenerse alejada están Eduardo Kingman, Patricia
Peñaherrera, Santiago Barahona y Susana Cajas quien fue electa Asambleísta Alterna
Nacional por Alianza País; Edwin Jarrín Jarrín, hermano de Arturo Jarrín fue parte del
Gobierno de Correa como Secretario de Transparencia de Gestión, se desempeñó
también como asesor del ministro de Gobierno Gustavo Larrea, y posteriormente
como subsecretario y viceministro, también fue Vicepresidente del Consejo de
Participación Ciudadana y Control Social, Katy Erazo fue Directora Nacional de
formación ciudadana y política desde el estado hacia los servidores públicos, las
organizaciones políticas y ciudadanía en general sobre la ideología del socialismo del
siglo XXI.
Uno de los actos más relevantes en este proceso de reconciliación
recomendado por la Comisión de la Verdad y que el Presidente Rafael Correa cumplió
en su mayoría, constituye la «condecoración post mortem “Vicente Rocafuerte” a
Arturo Jarrín Jarrín, líder del grupo Alfaro Vive Carajo (AVC)» (República, 2013), que

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El Terrorismo en Ecuador: Alfaro Vive Carajo (AVC) Análisis histórico, respuestas policiales y consecuencias.
la Asamblea Nacional, presidida por Gabriela Rivadeneira de Alianza País, entregó
mediante un acuerdo legislativo, el 29 de octubre del 2013.

III Conclusiones.

3.1. Conclusiones

Es necesario recordar que, el Estado es permanente, el gobierno es


transitorio, el poder es efímero y la tolerancia tiene límites; solo una relación
equilibrada entre la trilogía: Ley, Autoridad y Derechos, facilita el desarrollo de un
Estado en armonía.
Decir que León Febres Cordero logró derrotar a AVC, no es una verdad
absoluta, sin embargo, se debe reconocer la decisión inquebrantable de luchar por
erradicar su presencia y acciones perturbadoras, que para sus convicciones
constituían una grave amenaza para el Estado. Los hechos narrados de los que se
deriva la responsabilidad que se atribuye tanto a los combatientes de AVC, como las
respuestas ejecutadas por las Fuerzas de Seguridad del Estado de cuya relación se
generan consecuencias inaceptables, nos dan una concepción clara de que la máxima
maquiavélica “el fin justifica los medios”, no es una opción posible cuando se trata
de asumir los compromisos respetando el contrato social que garantiza un Estado de
Derecho.
El Estado jamás diseñó una estrategia general para enfrentar la amenaza,
quizá con el convencimiento de que Ecuador en verdad era una isla de paz; y a pesar
de que varios países del mundo enfrentaban problemas de terrorismo y subversión,
con ejemplos cercanos como Colombia, Perú, Uruguay, y más aun ignorando las
influencias de Cuba, Nicaragua y El Salvador; simplemente se tomaron decisiones
políticas reactivas a veces marcadamente personalistas, o siguiendo un orden trazado

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por las Dictaduras Militares anteriores y asumiendo ideologías impuestas desde el
exterior, sin tomar en cuenta la realidad nacional.
El Odio y la persecución desatados entre personajes e ideologías políticas de
Izquierda y Derecha, muestra dos etapas especialmente marcadas en el período
democrático reiniciado en 1979: una desarrollada entre 1982 y 1988, con predominio
de la derecha en la que sobresale la Administración de León Febres Cordero, que en
nombre de la Seguridad Nacional preparó y permitió a las fuerzas del orden cometer
todo tipo de violación de los derechos humanos, con el fin de erradicar la subversión;
en la otra etapa nefasta para la Policía ecuatoriana se observa el predominio de la
izquierda, durante la presidencia de Rafael Correa Delgado, quien desde el inicio de
su primer mandato en el 2006, aglutinando todos los poderes dio marcha a una
persecución implacable para sancionar a los responsables de los delitos cometidos
contra AVC, incluyendo en su gobierno y comisiones creadas para “esclarecer los
hechos”, precisamente a ex integrantes de AVC y a personalidades que simpatizaban
con ellos.
La Policía Nacional del Ecuador es una institución con un ascendiente
históricamente militar, con una estructura basada en un sistema jerárquico y
disciplinario con rangos castrenses, con una formación clara en los conceptos
doctrinarios de Seguridad Nacional y de Soberanía Nacional en el estricto sentido de
cada una de ellas.
El origen militar generaba también rencillas históricas entre Fuerzas Armadas
y Policía; como consecuencia de esa rivalidad, la Policía había sido descuidada en
entrenamiento, capacitación y equipamiento durante las Dictaduras Militares, por lo
tanto, no estaba preparada profesionalmente para asumir el nuevo reto. Febres
Cordero dio importancia a la capacitación y modernización de la institución policial
para disminuir sus falencias, pero este proceso no obedecía a una planificación
estratégica con objetivos y procesos claros, simplemente obedecía a reacciones y
órdenes emanadas de acuerdo a como se presentaban las necesidades y la Policía
respondió a sus propósitos con el ímpetu que le impuso el régimen.
En la década de los 90, la policía ecuatoriana alcanzo un prestigio
internacional muy alto, especialmente en su eficacia contra el crimen organizado, sin
embargo, los errores del pasado destruyeron su prestigio al punto del etiquetamiento

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Juan Mera Benalcázar
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social cuyo efecto aniquiló su calidad moral frente a la población. La influencia
ideológica de los gobiernos de turno, el vaivén de la voluntad política, las limitaciones
y los juzgamientos en la era de la posverdad, han perjudicado su imagen y desarrollo,
los políticos han utilizado los errores de los miembros de la Institución policial como
elemento de persecución a sus adversarios; esta gama de desprestigio ha dado como
resultado una policía desarticulada, temerosa y sumisa a la que cualquier ciudadano
puede increpar, enfrentar o agredir.
Ecuador no está libre de convertirse en un objetivo del terrorismo o la
subversión; las diferencias políticas, las influencias extranjeras y la delincuencia
organizada, son un riesgo latente de radicalización, que bajo cualquier detonante
pueden desencadenar un proceso de violencia extremista. Existe un nexo estructural
entre delincuencia organizada y terrorismo que ya ha mostrado su poder y la decisión
de actuar en pro de sus intereses, así lo demostró ya un comando disidente de las
FARC asociado al narcotráfico en enero del 2018 con la explosión de un coche bomba
en las instalaciones policiales en San Lorenzo provincia de Esmeraldas y el posterior
secuestro y asesinato de tres periodistas ecuatorianos.
La sustitución y desorientación de los organismos de inteligencia a partir del
2009, ha puesto al Estado ecuatoriano en riesgo permanente, brindando facilidades
a elementos ilegales y a organizaciones criminales multinacionales, que han
convertido exclusivamente al País en el edén del narcotráfico.

3.2. Recomendaciones

El Estado El Estado debe adoptar una estructura con respeto mutuo entre
funciones; asumir responsabilidades sociales preventivas de carácter permanente,
diseñando estrategias que abarquen temas como: la educación democrática y
desarrollo social de calidad;
Generar compromisos políticos de todos los sectores para apoyar al gobierno
en las decisiones que benefician a la sociedad y no a los intereses individuales;

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Estructurar un marco legal que profundice los valores democráticos, impida
la corrupción, el financiamiento del terrorismo y regule la atención a las víctimas de
los conflictos;
Un poder judicial organizado y libre de la influencia política, que garantice el
imperio de la ley en armonía;
Compromisos de cooperación internacional y defensa de los valores y de los
principios democráticos universales
La vía militar o policial no debe ser el pilar fundamental para combatir al
terrorismo, la subversión, o el descontento social, esta opción solo ataca los síntomas
y lucha por disminuir los efectos, pero no las causas, con el riesgo de convertirse en
una causa más que incuba la radicalización.
La Policía es la fuerza democrática con que el Estado cuenta para preservar el
orden interno, en un marco de respeto a los derechos y libertades ofertados en el
contrato social
El uso de las Fuerzas Armadas en actividades de seguridad interior es un tema
muy sensible, que puede ser necesario como último recurso en episodios de grave
crisis, pero recurrir a ellas sin una estrategia definida es una improvisación que puede
elevar el conflicto si no existe proporcionalidad y un balance en las consecuencias.
La seguridad es un componente que produce credibilidad política y los
políticos ven en la Fuerza Pública un elemento generador de votos susceptible de
manipular a su conveniencia.
En este contexto, es responsabilidad de la Policía Nacional: mejorar los
procesos administrativos y operativos institucionales; mejorar la selección,
formación profesional y especialización, del personal, con gestión de calidad que
genere eficiencia; desarrollar una estructura flexible con responsabilidades
compartidas, que garantice eficacia en el cumplimiento de su función de protección
a la población; priorizar la dotación y capacitación en el manejo de equipo técnico y
tecnológico de punta; diseñar mecanismos de cooperación internacional..
Por su parte la sociedad ecuatoriana debe asumir compromisos de
colaboración, apoyo y desarrollo de hábitos de autoprotección, comprendiendo que
todos los esfuerzos policiales no son suficientes para protegerla al 100%, siempre
existirá un margen inevitable de delincuencia que producirá efectos negativos.

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Juan Mera Benalcázar
El Terrorismo en Ecuador: Alfaro Vive Carajo (AVC) Análisis histórico, respuestas policiales y consecuencias.

El respeto es el valor fundamental que genera armonía en todos


los ámbitos de convivencia.

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