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PABLO GIL
@pablogil72
Madrid
Viernes, 1 enero 2021 - 23:46
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Taylor Swift es una compositora astuta, habilidosa y que domina los recursos
de la canción popular, y puede ser, a su modo, original. Eso ya se sabía desde
hace una década, pero su impecable imagen de megaestrella para toda la
familia había eclipsado, para los más críticos, lo evidente: que sus canciones
se asientan sobre una sólida musicalidad por debajo de algunas letras
inofensivas, sus dientes blanquísimos y sus manifestaciones aún más blancas.
Entre los cientos de grupos y solistas que bombea este imperio del pop
destaca Blackpink, una girl band cuyo álbum de debut no cede un segundo
de respiro, todo él es un artefacto de diabólica perfección. Son solo 24
minutos, más que suficiente para una montaña rusa en la que se suceden
trucos ganadores de EDM, hip hop, R&B y hasta trap con guiños asiáticos en
canciones de pop de fiesta. Es decir, un placer culpable como dios manda.
Parece fácil, pero ni Lady Gaga ni Charli xcx lo han hecho tan bien.
Bruce Springsteen: Letter to You
16. BRUCE SPRINGSTEEN & THE E STREET BAND: 'LETTER TO YOU'
Poco a poco los cantautores han dejado de contarnos su visión del mundo. El
cinismo de la posmodernidad fue arrinconando el uso de la canción como
herramienta para la protesta y progresivamente se extendió el cantautor que
viene a contarnos su mundo, su vida más íntima. En EEUU nunca han dejado
de salir, siempre a un paso del pop indie, y en los últimos años en concreto
un sinfín de chicas con mucha verdad que contar: Lucy Dacus, Margaret
Glapsy, Soccer Mommy, Julia Jacklin o Adrienne Linker y Waxahatchee, que
han hecho dos discos estupendos este 2020. ¿Ha sido mejor el segundo disco
de Phoebe Bridgers? Bueno, ha sido el mayor salto adelante, al menos. Un
segundo disco de confesiones en cascada: fracasos, inseguridad, ansiedad,
recuerdos, anhelos... Un tornado interior donde la melancolía y la confusión se
muestran sin grandes dramas ni grandes planes, despertando la empatía sin
pedirla.
9. NIHILOXICA: 'KALOLI'
Ese tipo de unión no es nada nuevo; desde hace más de 20 años productores
europeos y de EEUU meten electrónica a músicas tradicionales de África y lo
llaman modernizar. Otros lo llaman apropiación cultural. Lo cierto es que a
veces ha salido música realmente interesante de esas experiencias. El caso de
Nihiloxica es distinto. Esta música no es un remix, no es folclore barnizado
de electrónica, no es una edición digital posterior. Es música que brota desde
su origen con esta textura afilada como una espada de Hattori Hanzo, y
mareante, y súper intensa, y ambigua, porque en general son largas piezas
instrumentales. Música vibrante, recia. Y, sí, rompedora. Pero lo que es más
importante que todo ello: es música fabulosa.
Son 70 minutos en 10 canciones, material para muy cafeteros, en los que nos
recuerda: no soy un trovador ni soy un bardo, no vengo a contaros historias,
no vengo a explicar el mundo, yo soy un poeta, otro tipo de poeta, yo soy
muchas cosas, "yo contengo multitudes". Como disco es un triunfo en sí
mismo, aún mayor comprendido en el contexto de una carrera
monstruosamente grande y después de un reconocimiento tan importante y
controvertido.
7. RUN THE JEWELS: 'RTJ4'
Los chicos ya no quieren tocar en un grupo de rock. Eso hace que tocar en un
grupo de rock tenga aún más sentido si eres un chico que quiere usar ese
lenguaje para mostrar tu enfado y tu frustración ante lo que te ofrece el
mundo. El aspecto heroico de la rebelión se redobla si es una causa perdida.
Son reflexiones banales que desvían la atención de lo que es verdaderamente
importante aquí: el quinteto de Dublín Fontaines D.C. es el mejor grupo de
punk-rock que existe ahora mismo, y así lo demuestra este segundo disco,
oscuro, melancólico, reventado por dentro, como la brasa de un fuego que se
consume sin remedio, a veces vencido, a veces incandescente. Sonido sin
filtros, por supuesto, solo bateria, bajo y dos guitarras eléctricas al natural, y la
voz como epítome de una estupenda generación de grupos británicos de punk-
rock que surgieron con el Brexit y que, con sus canciones sobre claustrofobia
y angustia, tan bien han explicado 2020.
Lido Pimienta: Miss Colombia
4. LIDO PIMIENTA: 'MISS COLOMBIA'
Hay muchísima música nueva hecha por artistas que han emigrado y que
definen su sonido en relación a esa identidad emanada de dos o más lugares,
culturas y tradiciones. ¿Cuál es el folclore del emigrante? Lido Pimienta
tiene 34 años, es originaria de Barranquilla, vive en Canadá desde que tenía
19 y a su modo está creando su propio folclore, el folk con el que define su
propia complejidad. Sus canciones están enraizadas en la rica tradición
musical colombiana, tanto la de origen indígena como la de origen africano.
Canciones de pop que también es música popular. La producción
contemporánea (más o menos moderna, más o menos electrónica) maxifica las
virtudes de estas composiciones maravillosamente propias, tan originales, tan
frescas.
Un triunfo que debe entenderse en su contexto: Pimienta había ganado por
sorpresa en 2016 el premio más importante de la música canadiense, el
Polaris, con su anterior álbum, La Papessa. Es decir, que esta nueva obra iba a
ser con seguridad escrutada. La apuesta no podía ser más determinada,
valiente y repleta de carisma.
Componer con piano suele proporcionar a las canciones de pop una libertad formal
mucho mayor que las creadas con los acordes de la guitarra, llegan a insuflar melodías
de voz más originales, estructuras internas menos encorsetadas... El quinto álbum de
Fiona Apple hace pensar en esas cosas, tan desenvuelto como una bailarina
improvisando con la mente en blanco.
¿Es una cantautora extravagante o una cantante de música popular improvisando? ¿Está
recitando, rapeando, o es que habla sobrada de flow? ¿Y esos grititos? ¿Es que todo es,
acaso, ¡jazz!? Ni estrofas ni estribillos evidentes, solo un torrente de emociones y
reflexiones sobre liberarse de encerronas psicológicas y sobre salir adelante y sobre ser
mujer y estar enfadada y sentirse poderosa y sentir un raro momento de euforia,
clarividencia y plenitud. Grabado de forma casera con percusiones rudimentarias, bajos
que se podrían bailar y sin guitarras, fue el disco del confinamiento y ha acabado
siendo el disco que mejor define este año tan raro. (Aunque, realmente, cualquiera de
los ocho primeros de esta lista podría ser el mejor del año, según el momento en que se
escuche).