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Ayaan Cl Cr roadie em EE EES PE Escaneado con CamScanner Cuentos para APRENDER a Icer en la universidad Estrategias de comprensién lec- tora con enfoque constructivista Carlos Augusto Velasquez Seleccién, presentacién, notas y disetio de actividades de com- prensién lectora Escaneado con CamScanner ECOediciones eco_ediciones@yahoo.com 66298883 * 44669300 ‘Tercora edicién, 2020 Diseno de portada: César Quemé Dene macién y fotografia de portadat Carlos Augusto Velés- quez Tmpresi6n: Samuel Antonio Velasquez Fuentes ©CARLOS AUGUSTO VELASQUEZ, Impreso en Gi ‘Talleres de EOOuien Sun sistema informgeiee tal ® Paxcial de te provista por la ley, no se ni obra, ni pu i 0 i lactic, mecgemision en etaiguier formas per '@ pasé un lazo por el Escaneado con CamScanner pesct ahor ojos el cor bia ¢ habi sabi mor —si€ finit mas cru Las la c vie nal res ch pescuezo y lo ahorqué en la rama de un Arbol; lo ahorqué mientras las lagrimas manaban de mis ojos y el més amargo remordimiento me apretaba el coraz6n; lo ahorqué porque recordaba que me ha- bia querido y porque estaba seguro de que no me habia dado motivo para matarlo; lo ahorqué porque sabia que, al hacerlo, cometia un pecado, un pecado mortal que comprometeria mi alma hasta llevarla -si ello fuera posible— mas alla del alcance de la in- finita misericordia del Dios mas misericordioso y mas terrible. La noche de aquel mismo dia en que cometi tan cruel accién me despertaron gritos de: “jIncendio!” Las cortinas de mi cama eran una llama viva y toda la casa estaba ardiendo. Con gran dificultad pudi- mos escapar de la conflagracién mi mujer, un sir- viente y yo. Todo quedé destruido. Mis bienes terre- nales se perdieron y desde ese momento tuve que resignarme a la desesperanza. No incurriré en la debilidad de establecer una relacién de causa y efecto entre el desastre y mi cri- minal accién. Pero estoy detallando una cadena de hechos y no quiero dejar ningin eslabén incom- pleto. Al dia siguiente del incendio acudi a visitar las ruinas. Salvo una, las paredes se habian desplo- mado. La que quedaba en pie era un tabique divi- sorio de poco espesor, situado en el centro de la casa, y contra el cual se apoyaba antes la cabecera de mi lecho. El enlucido habia quedado a salvo de la accién del fuego, cosa que atribui a su reciente aplicacion. Una densa muchedumbre habiase reunido frente a la pared y varias personas pare- cian examinar parte de la misma con gran atencién y detalle, Las palabras “jextrafiol, jcurioso!” y otras similares excitaron mi curiosidad. Al aproximarme 15 Escaneado con CamScanner e, en la blanca superficie, grabada como un pa. : cia la imagen de un gigantesc, vi gui : eli re jor a tenia una nitidez verdadera. are maravillosa. Habia una soga alrededor dg pescuezo del animal. ia Al descubrir esta aparicién —ya que no podia considerarla otra cosa— me senti dominado por e] asombro ¥ el terror. Pero la reflexion vino luego en mi ayuda. Recordé que habia ahorcado al gato en un jardin contiguo 4 Ja casa. Al ‘producirse la alarma del incendio, la multitud habia invadido in- mediatamente el jardin: alguien debié de cortar la soga y tirar al gato en mi habitacién por la ventana habian tratado de despertarme en esa forma. Probablemente la caida de las pare- des comprimié a la victima de mi crueldad contra el enlucido recién aplicado, cuya cal, junto con la accion de las lamas y el amoniaco del cadaver, pro- dujo la imagen que acababa de ver. Si bien en esta forma quedé satisfecha mi ra- zon, ya que no mi conciencia, sobre el extrafio epi sodio, lo ocurrido impresioné profundamente mi imaginacién. Durante muchos meses no pude liv brarme del fantasma del gato, y en todo ese tiempo dominé mi espiritu un sentimiento informe que s¢ ae serlo, al remordimiento. Llegué al aie Vile auen la pérdida del animal y buscar, algtin otro dela me bine frecuentaba, diera ocupar su lugar, pecie y apariencia que pu Una noc) Mab: he en que, borracho a medias, me ha” a en una t; 7 abet 4 aes mn. : 6 tencion alg a mas que infame, reclamé ™! 0 ne; mag toneles de ay oe sobre uno de los enol” aje del lugar Dun que constituian el principal! 2 ‘anti - . ta algunos minutos habia Escaneado con CamScanner Heme un ba- ntesco adera- lor del podia por el] go en ito en se la do in- tar la ntana arme pare- ontra on la , pro" ui ra~ ) epi- e mi le li- 2m po ue se 16 al scar, taba, e pu e ha 6 mi enor” cipal ia estado mirando dicho tonel y me sorprendié no ha- ber advertido antes la presencia de la mancha ne- gra en lo alto. Me aproximé y la toqué con la mano. fra un gato negro muy grande, tan grande como Plutén y absolutamente igual a este, salvo un deta- lle, Pluté6n no tenia el menor pelo blanco en el cuerpo, mientras este gato mostraba una vasta, aunque indefinida mancha blanca que le cubria casi todo el pecho. Al sentirse acariciado se enderezé pronta- mente, ronroneando con fuerza, se froté contra mi mano y parecié encantado de mis atenciones. Aca- baba, pues, de encontrar el animal que precisa- mente andaba buscando. De inmediato, propuse su compra al tabernero, pero me contesté que el ani- mal no era suyo y que jamas lo habia visto antes ni sabia nada de él. Continué acariciando al gato y, cuando me dis- ponia a volver a casa, el animal parecié dispuesto a acompafiarme. Le permiti que lo hiciera, detenién- dome una y otra vez para inclinarme y acariciarlo. Cuando estuvo en casa, se acostumbré a ella de in- mediato y se convirtié en el gran favorito de mi mu- jer. Por mi parte, pronto senti nacer en mi una an- tipatia hacia aquel animal. Era exactamente lo con- trario de lo que habia anticipado, pero —sin que pueda decir cémo ni por qué—su marcado carifio por mi me disgustaba y me fatigaba. Gradualmente, el sentimiento de disgusto y fatiga crecié hasta alcan- zar la amargura del odio. Evitaba encontrarme con el animal; un resto de vergiienza y el recuerdo de mi crueldad de antafio me vedaban maltratarlo. Durante algunas semanas me abstuve de pegarle o 17 Escaneado con CamScanner ati o cualquier violencia; poy, lo vietima dec fe ea AS Dero gra. “muy gradualmente= Hegué a mira ple odio y & huir en silencio de gy q i como si fuera una emanacidy de hacer! dualmente con inexpresad © testable presencia, Ja peste. Lo que, sin dud a at odio fue descubrir, ala Dee siguiente de ha porlo traido a casa, que aque! gato, ar que Plu- tn, era tuerto. Esta cireunstancia ue precisa: mente la que Jo hizo mas grato a mi mujer, quien, como ya dije, poseia en alto grado exos senti mientos humanitarios que alguna vez habian sido mi rasgo distintivo y la fuente de mis placeres mas simples y mas puros. El carifio del gato por mi parecia aumentar en ¢] mismo grado que mi aversion. Seguia mis pasos con una pertinencia que me costaria hacer enten- der al lector. Dondequiera que me. sentara venia a ovillarse bajo mi silla o saltaba a mis rodillas, pro digéndome sus odiosas caricias. Si echaba a cami nar, se metia entre mis pies, amenazando con ha- cerme caer, o bien clavaba sus largas y afiladas ufasen mis ropas, para poder trepar hasta mi pe" cho. En esos momentos, aunque ansiaba aniqui- texto de un solo golpe, me sentia paralizado por el recuerdo de mi primer crimen, pero, sobre todo — quiero confesarlo ahi : ora m: : s temor al animal, ismo— por un espantoso Aguel temor c mal fisico y, gin Q ‘0 era precisamente miedo de wn nirlo de otra rn barE9, me seria imposible defi- de reconocer, g5 Boe Me siento casi avergonzado ®lento cagi 2 en @ y wo LO casi avergonzado a celda de criminales me le rec © aque! reconocer que el terror, anim: 4 . ‘ or una de |; al me Inspiraba, era in” ‘a8 mas ing ensat i 18 as quimeras de a, contribuyé a aumentar mj Escaneado con CamScanner que seria me habi: mancha tituia la el que yc mancha cipio d manera rante li la man biera ¢ capaz de uns bulo! | del cri gusti de Di la be me d hora tir e' terri era sobr ; bid « mal dad SO ofi- do me or, que seria dado concebir. Mis de una vez mi mujer me habfa Hamado la atencién sobre la forma de la mancha blanca de la cual ya he hablado, y que cons- titufa la tnica diferencia entre el extrafio animal y el que yo habia matado. El lector recordaré que esta mancha, aunque grande, me habia parecido al prin- cipio de forma indefinida; pero gradualmente, de manera tan imperceptible que mi razén luché du- rante largo tiempo por rechazarla como fantastica, la mancha fue asumiendo un contorno de rigurosa precisién. Representaba ahora algo que me estre- mezco al nombrar, y por ello odiaba, temia y hu- biera querido librarme del monstruo si hubiese sido capaz de atreverme; representaba, digo, la imagen de una cosa atroz, siniestra..., jla imagen del pati- bulo! jOh ligubre y terrible maquina del horror y del crimen, de la agonia y de la muerte! Me senti entonces mas miserable que todas las miserias humanas. jPensar que una bestia, cuyo se mejante habia yo destruido desdefiosamente, una bestia era capaz de producir tan insoportable an- gustia en un hombre creado a imagen y semejanza de Dios! jAy, ni de dia ni de noche pude ya gozar de Ja bendicién del reposo! De dia, aquella criatura no me dejaba un instante solo; de noche, despertaba hora a hora de los mas horrorosos suefios, para sen- tir el ardiente aliento de la cosa en mi rostro y su terrible peso —pesadilla encarnada de la que no me era posible desprenderme— apoyado eternamente sobre mi corazon, Bajo el agobio de tormentos semejantes, sucum- bié en mi lo poco que me quedaba de bueno. Solo los malos pensamientos disfrutaban ya de mi intimi- dad; los mas tenebrosos, los mas perversos pensa- 19 Escaneado con CamScanner melancolia habitual de mi humor cre. nvertirse en aborrecimiento de todo Ip me rodeaba Y de la entera humanidad; y mi po- que ; da se quejaba, llegé a ser } er, que de nace ¢ r la Lae y paciente victima de los repentinos y fre- quenttes arrebatos de ciega célera a que me abando- naba. cB Logs Cierto dia, para cumplir una tarea doméstica, me acompanié al sdtano de la vieja casa donde nues- tra pobreza nos obligaba a vivir. El gato me siguid mientras bajaba la empinada escalera y estuvo a punto de tirarme cabeza abajo, lo cual me exasperé hasta la locura. ‘Alzando un hacha y olvidando en mi rabia los pueriles temores que hasta entonces habian detenido mi mano, descargué un golpe que hubiera matado instantaneamente al animal de haberlo alcanzado. Pero la mano de mi mujer de iuvo su trayectoria. Entonces, llevado por su inter vencién a una rabia mds que demoniaca, me zafé de su abrazo y le hundi el hacha en Ja cabeza. Sin un solo quejido, cayé muerta a mis pies. Cumplido este espantoso asesinato, me entre" gué al punto y con toda sangre fria a la tarea de ocultar el caddver. Sabia que era imposible sacarlo de casa, tanto de dia como de noche, sin correr el or agin vecino me observara. Diversos ectos cruzaron mi mente. Por un momento pensé en descuartizar el cue l da- vos. Luego se me ocurrid po y quemar los peda del sétano, Pensé tay ate cavar una tumba en el piso Cuerpo al pozo del ati ién si no convenia arrojar el ila tratara de una ne oO meterlo en un cajén, como Pon ap de cordel ee comtn, y llamar a Fao? 2 fin, di con Jo que que lo retirara de casa. me parecié el mejor expe” diente y a. Y decid; emparedar | cadaver en el sot el sdtano. 2n , Escaneado con CamScanner tal como se dice que los monjes de la Kdad Media emparedaban a sus victimas, El sétano se adaptaba bien a este propésito, Sus muros eran de material poco resistente y estaban recién revoeados con un mortero ordinario, que la humedad de la atmésfera no habia dejado endure- cer, Ademas, en una de las paredes se veia la sa- liencia de una falsa chimenea, la cual habia sido re- Nenada y tratada de manera semejante al resto del sotano. Sin lugar a dudas, seria muy fAcil sacar los ladrillos en esa parte, introducir el cadAver y tapar el agujero como antes, de manera que ninguna mi- rada pudiese descubrir algo sospechoso. No me equivocaba en mis célculos. Facilmente saqué los ladrillos con ayuda de una palanca y, luego de colocar cuidadosamente el cuerpo contra la pared interna, lo mantuve en esa posicién mien- tras aplicaba de nuevo la mamposteria en su forma original. Después de procurarme argamasa, arena y cerda, preparé un enlucido que no se distinguia del anterior y revoqué cuidadosamente el nuevo en- ladrillado. Concluida la tarea, me senti seguro de que todo estaba bien. La pared no mostraba la me- nor sefial de haber sido tocada. Habia barrido hasta el menor fragmento de material suelto. Miré en torno, triunfante, y me dije: “Aqui, por lo menos, no he trabajado en vano”. Mi paso siguiente consistié en buscar a la bestia causante de tanta desgracia, pues al final me habia decidido a matarla. Si en aquel momento el gato hubiera surgido ante mi, su destino habria quedado sellado, pero, por lo visto, el astuto animal, alar- mado por la violencia de mi primer acceso de célera, se cuidaba-de aparecer mientras no cambiara mi humor. Imposible describir 0 imaginar el profundo, 21 Escaneado con CamScanner Jloso alivio que la ausencia de la tt enn trajo a mi pecho. No se presentéaa a noche, ¥ asi, por primera vez desde su llegada a Jacasa, pude dormir profunda y tranquilamente; pude dormir, aun con el peso del crimen sobre alma. Pasaron el mentador no Vv’ si, mi segundo y el tercer dia y mi ator. olvia. Una vez mas respiré como un hombre libre. jAterrado, el monstruo habia huido de casa para siempre! jYa no volveria a contem- plarlo! Gozaba de una suprema felicidad, y la culpa de mi negra accién me preocupaba muy poco. Se practicaron algunas averiguaciones, a las que no me costo mucho responder. Incluso hubo una per- quisicién en la casa; pero, naturalmente, no se des- cubrié nada. Mi tranquilidad futura me parecia asegurada. ‘Alcuarto dia del asesinato, un grupo de policias se presenté incsperadamente y procedié a una nueva y rigurosa inspeccién. Convencido de que mi escondrijo cra impenetrable, no senti la mas leve inquietud. Los oficiales me pidieron que los acom- pafiara en su examen. No dejaron hueco ni rincén sin revisar, Al final, por tercera 0 cuarta vez, baja" ron al sétano, Los segui sin que me temblara un = Mi corazén latia tranquilamente, ener os oe duerme en la inocencia. Me los brazos — : otro del sétano. Habia cruzado de aqui para am a y andaba tranquilamente aie Satisfechos y = ae estaban completa” meee mi corazén ¢ Sponian a marcharse. La Nog, ais Ardia en dese demasiado grande para mar doblon et & como — decirles, por lo me" © mi Mocencia, ie eile 22 Escaneado con CamScanner —Ca subia la pado sus mas dec casa est deseo de me daba casa de éya ser gran sol Yer tas, gol; en lam la cual : razon. iQu del arc mis gol de la tu mienzo crecié 1 agudo mano, t de hort brotad nados ¢ la cond Hal locura. la pare bres er Luego, pared, corrom recié di —Caballeros —dije, por fin, cuando el grupo subja la escalera—, me alegro mucho de haber disi- pado sus sospechas. Les desco felicidad y un poco mas de cortesia. Dicho sea de paso, caballeros, esta casa esta muy bien construida.., (Iin mi frenético deseo de decir alguna cosa con naturalidad, casi no me daba cuenta de mis palabras), Repito que es una casa de excelente construccién. Estas paredes... gya se marchan ustedes, caballeros?... tienen una gran solidez. Y entonces, arrastrado por mis propias brava- tas, golpeé fuertemente con el bastén que llevaba en la mano sobre la pared del enladrillado tras de la cual se hallaba el cadaver de la esposa de mi co- razon. iQue Dios me proteja y me libre de las garras del archidemonio! Apenas habia cesado el eco de mis golpes cuando una voz respondié desde dentro de la tumba. Un quejido, sordo y entrecortado al co- mienzo, semejante al sollozar de un nifio, que luego crecié rapidamente hasta convertirse en un largo, agudo y continuo alarido, anormal, como inhu- mano, un aullido, un clamor de lamentaci6n, mitad de horror, mitad de triunfo, como solo puede haber brotado en el infierno de la garganta de los conde- nados en su agonia y de los demonios exultantes en la condenacién. Hablar de lo que pensé en ese momento seria locura. Presa de vértigo, fui tambaleandome hasta la pared opuesta. Por un instante el grupo de hom- bres en la escalera quedé paralizado por el terror. Luego, una docena de robustos brazos atacaron la pared, que cayé de una pieza. El cadaver, ya muy corrompido y manchado de sangre coagulada, apa- recié de pie ante los ojos de los espectadores. Sobre 23 Escaneado con CamScanner con Ja roja boca abierta y el tinieg «: Jo uu cabeza, 8 . estaba agazapada la horrible bet la, como de fuego, a F ¢ habia inducido al asesinat © Y cuya me entregaba al verdugo. jHap; la tumba! iMabia cuya astucia m vor delatadora emparedado al monstruo en RESUELVA LAS ACTIVIDADES DE LAS PAGINAS 135-138 Escaneado con CamScanner

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