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Fiestas Religiosas y Diferenciacion Social
Fiestas Religiosas y Diferenciacion Social
ELEMENTOS
SIMBÓLICOS, PODER Y DIFERENCIACIÓN SOCIAL EN
LAS CELEBRACIONES EFECTUADAS EN 1766
Introducción
El año de 1766 se efectuaron en Quito tres grandes festejos con los que
respectivamente se celebraban el matrimonio del Príncipe de Asturias con la
Princesa de Parma, el arribo de las tropas reales a la ciudad y el onomástico
de Carlos III. Estos actos eran la demostración pública de la fidelidad al
soberano y a los "jefes, que en su real nombre gobiernan las provincias", según
señalaba el impreso de uno de esos acontecimientos. Tal correspondencia de
gratitud obedecía sin embargo a un motivo adicional y de imprescindible
mención: la rebelión de los "Barrios de Quito" que un año antes había
conmovido y movilizado a sus habitantes.
1 "Breve relación de los esmeros con que la Compañía de Caballeros Voluntarios (...)
celebró en Quito los días (...) del señor Carlos III", 4-11-1766, Archivo General de Indias (en
adelante AGI), Quito, 398, doc. 416, f. 464. En adelante, referida como "Breve relación".
2 Término con el cual los sectores dominantes identificaron, como expresión de la
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las autoridades y cuerpos que los componen"3, da cuenta del uso de la fiesta y
sus distintos elementos como un efectivo mecanismo de control social en la
restauración de la paz y en la legitimación de una autoridad que había sufrido
la humillación de la plebe.
La fiesta barroca, que tuvo su "época de oro" durante el siglo XVII y dos
terceras partes del XVIII4, había sido ideada y planificada por una monarquía
absoluta en un esfuerzo "institucionalizado" por controlar las relaciones
sociales por medios articulados para preservar el sistema social,
reconstituyente de los sistemas tradicionales5. La fiesta en América del siglo
XVII, al igual que cualquier otra manifestación barroca, para lograr sus fines
didácticos-federativos, estuvo inscrita en una amplia dimensión polisémica
fruto de un proceso perenne de composición y negociación, es decir, de una
sociedad colonial profundamente heterogénea y que de continuo transgrede
las fronteras entre lo sagrado con lo profano y lo popular con lo cortesano, y
que unió estrechamente lo privado y lo público, lo religioso y lo laico6.
SCHUMM, Petra, ed., Barrocos y modernos. Nuevos caminos en la investigación del Barroco
iberoamericano, Madrid/Frankfurt am Main, Iberoamericana/Vervuert, 1998, p. 40.
5 Hernán Vidal citado por BARRERA, Trinidad, "El barroco americano: estabilidad y
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parroquias urbanas, dispuestas radialmente en torno a un núcleo central y
sede de las principales instituciones coloniales. En estas parroquias o barrios,
que se habían vuelto a ruralizar parcialmente por la decadencia de ciertas
actividades económicas, vivía la mayoría de la "ínfima plebe"8.
Quito borbónico", Revista Ecuatoriana de Historia Económica, Quito, No. 10, 1994, p. 51;
HERZOG, Tamar, La administración como un fenómeno social: la justicia penal de la ciudad de
Quito (1650-1750), Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1995, pp. 318-319 y
MINCHOM, Martin, "Las rebeliones del Quito colonial: fronteras simbólicas y geografía urbana",
en CAILLAVET, Chantal y PACHON, Ximena, Fronteras y poblamiento: estudios de historia y
antropología de Colombia y Ecuador, Sta. Fe de Bogotá, IFEA/Inst. Amazónico de Investigaciones
Científicas/Dept. de Antropología de la Universidad del Valle, 1996, p. 209.
9 MINCHOM, "Las rebeliones", pp. 212-214 y The people of Quito, 1690-1810: change
and unrest in the underclass, Boulder Colorado, Westview Press, 1994, pp. 123-127. Juan de
Velasco, por ejemplo, señalaba que la desproporción en la ciudad entre las clases sociales --que
se reducían a "seis partes iguales"-- era: dos sextas de europeos americanos, otras dos de
mestizos, un sexto de indianos y otro de las demás castas. Citado en TERÁN NAJAS, "Factores
dinámicos en el desarrollo urbano del Quito colonial", en VV.AA., Enfoque y estudios históricos.
Quito a través de la historia, Quito, Dirección de Planificación del Municipio de Quito/Consejería
de Obras Públicas y Transporte de la Junta de Andalucía, 1992, p. 85.
10 MINCHOM, The people of Quito, p. 126 y "Las rebeliones", p. 214.
11 McFarlane citado por MINCHOM, "Las rebeliones", p. 227. Las medidas pretendían el
Charcas entre el siglo XVIII y el XIX", Anuario de Estudios Hispano Americanos, Sevilla, vol.
XLIX, 1992, p. 401.
13 McFARLANE, “La Rebelión de los Barrios”, p. 94 y Diaz de Herrera al virrey de Sta.
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obrajes o comerciantes y algunos hasta entonces asentistas de aguardientes y
aduanas14. Asimismo el resentimiento popular fue generalizado y no sólo por
el influjo de elites y autoridades, sino porque las medidas eran una amenaza
para la economía doméstica y habían rumores de la introducción de un tributo
personal para los plebeyos urbanos15.
14 Diaz de Herrera al Virrey, 2-11-1764, AGI, Quito, 398, doc. 12, f. 85-92 y Carta del
Cabildo secular de Quito, 14-12-1764, AGI, Quito, 398, doc. 35, f. 195-268 (copia en 598-667v).
Cfr. McFARLANE, “La Rebelión de los Barrios”, pp. 62-66.
15 MINCHOM, "Las rebeliones", pp. 220-230.
16 Acerca de la Rebelión de los Barrios de Quito y su desarrollo véase: McFARLANE, “La
Rebelión de los Barrios”, pp. 91-95; GONZÁLEZ SUÁREZ, Federico, Historia general del
Ecuador, vol. 2, Quito, Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1970; TERÁN NAJAS, "Sinopsis
histórica del siglo XVIII", en AYALA, Enrique, ed., Nueva Historia del Ecuador, v. 4, Quito,
Corporación Editora Nacional/Grijalbo,1989, pp. 262-300; ANDRIEN, Kenneth, The Kingdom of
Quito. The state and regional development, Cambridge University Press, 1995; MINCHOM, The
people of Quito y "Las rebeliones", p. 227-233 y CRUZ ZUÑIGA, Pilar, "Sectores populares y la
'Rebelión de los Barrios' de Quito, 1765", Trabajo de investigación presentado para la obtención
del Diploma de Estudios Avanzados en la Universidad Pablo de Olavide, inédito, 2000.
17 MINCHOM, The people of Quito, pp. 222-223 y "Las rebeliones", pp. 220-235. El
apoderado de los Barrios al Virrey de Sta. Fe, 13-7-1765, AGI, Quito, 398, doc. 65, f. 409-417v.
18 Sobre "latrocinios" y otros ataques de la plebe, 24-1-1766, AGI, Quito, 399, doc. 234,
"(...) se saborea públicamente la paz, mas estamos todos tan lejos de tenerla con esta maldita
gente, que solo experimentamos una continuada sangrienta guerra porque no hay inmunidad
sagrada que se respete, justicia que se reverencie, ni hacienda aunque sea real o de cualquiera
fiel vasallo de Su Mag. que esté libre el rapante furor de esta gente, olvidada de la Ley de Dios,
corren tan apresurados los vicios que la regla que dirige sus acciones es solo la voluntad de
cada uno de los revelados y el grito que da cualquiera de ellos es la voz autorizada que les
convoca a sus levantamientos e insultos, especialmente la de dicho Merino, que entronizado en
el solio de su altivez y soberbia, es el supremo dominante del Barrio de San Roque". Rector de
San Fernando al Virrey de Sta. Fe, 17-2-1766, AGI, Quito, 399, doc. 256, f. 85.
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consolidación de un cuerpo de guardia y la actuación efectiva de la justicia: se
nombraron dos alcaldes adicionales y rondas nocturnas patrullaban los
barrios21, además de los ahorcamientos --expresión efectiva de la capacidad
punitiva de la justicia-- que se hicieron hacia abril en la Plaza mayor 22. Ambos
"métodos" corrieron paralelos al bando de supresión de alambiques
particulares, así como los cobros muy distendidos de las alcabalas y los tres
pesos por cada zurrón o botija que entrara en la cuidad23.
El tercer frente, pero sin duda el más astuto, fue el manejo que se hizo
de las fiestas para impresionar a la plebe y conseguir la sumisión a la
autoridad. De este nos ocuparemos en el siguiente acápite.
2. La restitución de la autoridad
El panorama de agitación social durante y después de la rebelión de los
Barrios que hasta aquí hemos trazado, deja ver con mayor nitidez la
construcción de las fiestas como recurso que desde el poder se emplea con
múltiples propósitos y lecturas. En este sentido, la movilización de 1765 hizo
que autoridades y elites utilizaran la fiesta como efectivo mecanismo de
control social en la restauración de la paz. Así enfocadas las celebraciones del
matrimonio de los príncipes y el recibimiento de la tropa real se centrarán,
como veremos a continuación, en buscar el control de la plebe para restituir el
carácter "sagrado" de la autoridad y conseguir, mediante la distracción, la
sumisión de las masas.
21 Los alcaldes debían ayudar a los dos electos por el Cabildo en las tareas de extinguir
los más de 400 alambiques que habían en la ciudad y celar los "pecados públicos y delitos, que
con este motivo aumentan por instantes". Virrey de Sta. Fe, 14-6-1766, AGI, Quito, 399, doc.
371, f. 271-272 y Sta. Cruz a S.Mag., 10-9-1766, doc. 397, f. 365.
22 Se ahorcaron dos reos, uno de ellos implicado en la rebelión del pueblo de San Miguel
f. 181-182.
24 Oidor Llano al Virrey de Sta. Fe, 24-1-1766, AGI, Quito, 399, doc. 234, f. 51.
25 Cabildo de Quito sobre notificación del matrimonio de los príncipes, 23-5-1766,
Archivo Histórico Municipal de Quito (en adelante AHM/Q), Actas del Concejo, 1762-1766, f. 43.
26 Carta de Sta. Cruz al Virrey, 25-5-1766, AGI, Quito, 399, doc. 366, 27-5-1766, f.
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Todos los sectores sociales fueron convocados a participar dirigidos por
las autoridades y las elites locales. Los preparativos comenzaron en la reunión
del Cabildo secular que nombró, entre sus miembros más distinguidos, los
diputados responsables: el regidor Luis de la Cuesta "diputado de toros"; el
alguacil Thomás de Bustamante Zeballos "diputado para las colaciones"; el fiel
ejecutor Joseph Gómez Lazo de la Vega "diputado de helados y barquillos"; el
regidor decano Sebastián de Salcedo y Oñate "diputado para vestir a los
toreadores, rejones, garrochas, banderillas, dominguejos"; los alcaldes
ordinarios Manuel Guerrero Ponce y Nicolás Antonio de Carrión y Baca
"diputados para el castillo de fuegos"27.
fueron tan solemnes y magníficas que en la plaza se calcularon más de 15 mil espectadores.
Hubo, según la costumbre en aquellos casos, funciones religiosas y festejos profanos; en la
Catedral se cantó Te Deum laudamus; y en las calles y plaza, fuegos de pólvora, luminarias y
corridas de toros. GONZÁLEZ SUÁREZ, Historia General , vol. 2, pp. 1118-1119.
30 AHM/Q, Actas del Consejo, 1762-1766, 24-5-1766, f. 44.
31 El oidor Llano dijo al Virrey de Sta. Fe, 18-1-AGI, Quito, 399, doc. 414, f. 18v.
Navarro, a decir de Llano, era uno de los instigadores de la plebe de los barrios, en particular
estaba relacionado con un tal Merino, del barrio de San Roque. Estos festejos los organizó para
celebrar el onomástico (noviembre 1765) y el cumpleaños del rey (enero 1766), pero de esto nos
ocuparemos más adelante.
32 AHM/Q, Actas del Consejo, 1762-1766, 24-5-1766, f. 44v.
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distribución que dispuso el presidente Santa Cruz33 e incluso que el Virrey de
Santa Fe hubiera preferido que las fiestas se realizacen tras la llegada de la
tropa 34.
Antes de ir con los preparativos, hay que señalar que algunos vecinos
peninsulares de la ciudad, nada más saber que el Virrey había ordenado el
envío de la tropa para pacificar la ciudad, se organizaron para presentarse y
servir de contingente de apoyo al comandante Zelaya36. De esta "Compañía de
Caballería de Españoles" nos ocuparemos más adelante por tener un lugar
preponderante en la fiesta del onomástico de Carlos III en noviembre de 1766.
33 Sta. Cruz, decía el escribano, "es el Iris que nos ha asegurado bendiciones en tantas
tormentas y la oliva de la paz y quietud que gozamos". Certificación del escribano Felipe
Baquero, 10-9-1766, AGI, Quito, 399, doc.397, f. 365v. y Carta del Cabildo secular, 19-10-
1766, doc. 398, f. 370.
34 Virrey de Sta. Fe, 4-8-1766, AGI, Quito, 399, doc. 394, f.333v.
35 Ver por ejemplo la Carta del Cabildo secular, 19-10-1766, AGI, Quito, 399, doc. 398,
f. 370-371v.; Certificación del escribano Mariano Suárez, 1-9-1766, AGI, Quito, 399, doc. 403, f.
393v. y Certificación del escribano José Enrique Osorio, 1-9-1766, doc. 403, f. 395v.
36 "Breve relación", 4-11-1766, AGI, Quito, 399, doc. 416, f.461-462.
37 Se decía que, cuando Zelaya dejara Guaranda, saldría de Quito el "talentoso e
imparcial" oidor José Ferrer junto con los alcaldes añadidos, el Alférez Real y un Regidor "al
Asiento de Tacunga o Hambato llevando en su comitiva dos o tres principales de cada uno de
los Barrios". Sta. Cruz al Virrey de Sta. Fe, 16-6-1766, AGI, Quito, 399, doc. 372, f. 276.
38 Carta del Cabildo secular, 19-10-1766, AGI, Quito, 399, doc. 398, f. 370v.
1249
española", formando un lucido acompañamiento que "con músicas y
bastimentos necesarios celebran la bienvenida"39.
364v.
41 Ibídem, f. 364-365 y Zelaya al Virrey de Sta. Fe, 2-9-1766, AGI, Quito, 399, doc. 403,
1250
Con estas siete corridas, sin duda, se aspiraba restituir la armonía tras la
intranquilidad que vivió la ciudad con la noticia del arribo de las tropas.
Zelaya en secreto y con la orden expresa de no abrirlo hasta llegar a Quito. Mesia de la Cerda
había considerado que las graves circunstancias de Quito hacían necesario un presidente, pues
de su titular, José Diguja, se desconocía el paradero aunque fue nombrado en España por
decreto de 23 de febrero de 1764. Virrey de Sta. Fe a S.Mag., 14-6-1766, doc. 370, f. 262-264 y
Zelaya al Virrey de Sta. Fe, 14-9-1766, AGI, Quito, 399, doc. 398, f. 367.
47 VIQUEIRA ALBAN, J.P., ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en
la ciudad de México durante el siglo de las Luces, México, FCE, 1995, 2ª ed., pp. 119.
48 Cfr. GONZÁLEZ SUÁREZ, Historia General , vol. 2, p. 1140.
1251
política borbónica también implementada en el resto de las colonias
americanas49.
1252
Las fiestas del onomástico real se desarrollaron en dos días: la víspera y
el día propio de la celebración, dedicado a San Carlos. El 3 de noviembre se
realizó una especie de pregón anunciando las fiestas en la que participaron los
miembros de la tropa de Panamá, Guayaquil y Lima, quienes hicieron una
triple descarga de cañones en la Plaza Mayor. Hubo también música y se
encendieron luminarias en toda la ciudad, mientras repicaban las campanas
de las iglesias.
57 Ibídem.
58 Durante el barroco se daba alto valor y poder a la imagen: el retrato y las estatuas
comenzaron a ser utilizados como género educador, persuasivo y como valor de "realidad".
CHECA CREMADES, Fernando, "Alegorías elocuentes: la imagen del poder en la España del
Barroco", en VV.AA., Figura e imágenes del Barroco. Estudios sobre el barroco español y sobre la
obra de Alonso Cano, Madrid, Fundación Argentaria/Visor Dis., 1999, pp. 56-59.
1253
felicidad que goza la ciudad desde su llegada 59. A este mismo carácter aluden
"otros esmeros del arte" que fueron grabados en el marco, enlazando "muchos
ramos de perfectas flores": ellos dan cuenta de la prosperidad y abundancia
que se esperaba "reprimida la demasiada libertad de la Plebe, y reducida a la
laboriosa ocupación de sus oficios"60. Como se observa, tampoco el carácter
sedicioso de la plebe deja de mencionarse en la "Breve relación", incluso
cuando sirve para destacar el restablecimiento de la justicia que Zelaya
impuso.
59 Dice el Salmo: "Propicio has sido, Yahvé, con tu tierra,/has cambiado la suerte de
Jacob;/has quitado la culpa de tu pueblo,/has cubierto todos sus pecados,/has reprimido todo
tu furor,/has desistido del ardor de tu cólera//(...) Amor y verdad se han dado cita,/Justicia y
Paz se besa;/verdad brota de la tierra,/Justicia se asoma desde el cielo.//. Biblia de Jerusalén,
Bilbao, Desclée de Brouwer, 1998, 3ª ed., p. 759. En esta utilización queda manifiesta además
la observación del persistente "cultivo e interés por la temática bíblica" que hubo en Quito desde
el siglo XVII y posteriormente. SEBASTIÁN, Santiago, Contrarreforma y barroco. Lecturas
iconográficas e icológicas , Madrid, Alianza Editorial, 1985, 2ª ed., p. 133.
60 "Breve relación", 4-11-1766, AGI, Quito, 398, doc. 416, f. 463.
61 Tal desenvolvimiento alegórico y sin parangón es, a decir de Sebastián, un ejemplo
claro de la popularización de los conceptos teológicos que se dio en Quito que, durante esa
época sería uno de los centros de Hispanoamérica donde con mayor pujanza se manifestó el
espíritu de la Contrarreforma. SEBASTIÁN, Contrarreforma y barroco, p. 146.
62 Maravall ha señalado que la novedad durante el barroco fue utilizada para el
reforzamiento de la tradición monárquica pues, en un doble juego, al tiempo que atrae el gusto
por lo novedoso, hay un "paso enérgico, reconstituyente de los intereses tradicionales, de una
doctrina cerradamente antiinovadora, conservadora...". MARAVALL, La cultura del Barroco, p.
457.
1254
un "rico dosel" se colocó el retrato del Rey y a sus pies el de Zelaya, y el lugar
quedó iluminado con hachas durante todo el tiempo que duró el festejo; así
como la guardia que iniciaron los húsares seguidos luego por los soldados de
caballería63.
cornucopias y arañas de cristal y plata"; la recepción se hizo en dos grande salas contiguas a la
de los retratos. Ibídem. Las cursivas son nuestras.
66 Esto lo podemos entender mejor si se considera lo que dice Estenssoro: "Para los
ilustrados peruanos el baile ideal debía ser, socialmente, una práctica inter pares y, moralmente
asexuado (...)". Y, con la referencia del interesante caso del recurso de tres maestros de baile
limeños para abrir una academia de baile "del Minuet", a fin de que el Virrey lo declare
permitido a todas las personas sin importar su condición. Dos de ellos eran militares: el uno
capitán y el otro cabo, mientras del tercero se indica que era pardo libre. ESTENSSORO, "La
plebe ilustrada", pp. 44 y 52-57.
67 "Breve relación", 4-11-1766, AGI, Quito, 398, doc. 416, f. 464.
68 BÜSCHGES, Christian, "La formación de una nobleza colonial. Estructura e identidad
1255
progresiva y marcada distinción de la nobleza frente a lo plebeyo se imponga:
los sectores populares siguieran manteniéndose más que nunca al margen y
como espectadores de la "magnificencia con que se celebraban los días del
Rey", según indica la "Breve relación".
1256
se había provocado un cambio de sentido en el entorno por la introducción de
éste "público inédito de actores-espectadores" que es la tropa. Se trata de un
público relativamente homogéneo, "en el que impera la transparencia" y que
poco a poco irá excluyendo a cuantos se sitúen fuera de su jurisdicción"71.
Este aspecto guarda relación con la nueva estructura que tendrán las
fiestas del onomástico y cumpleaños reales desde el arribo de la tropa. Con
Zelaya el eje pasará a las evoluciones militares y el desfile de la tropa,
mientras dejan de realizarse las diversiones públicas y los juegos --en especial
las corridas de toros-- que habían sido usuales. Precisamente para celebrar el
onomástico del rey en noviembre de 1765 hubo "toros y diversiones" y las
vísperas se celebró "con tocatas, instrumentos y otras demostraciones en la
galería y sus balcones". El 12 de enero de 1766 el oidor Juan Romualdo
Navarro, implicado en la rebelión por su estrecha relación con la plebe --según
decía otro oidor--, dispuso "por su voluntad y arbitrio toros públicos en la
Plaza Mayor para solemnizar el natalicio del rey, cuando la ciudad se halla
poseída de clamores que no tranquilizan los espíritus de los corazones, y la
lealtad al soberano, no consiste en estas apariencias y en sacar de ellas
certificaciones"74.
4. Reflexión final
El caso de estudio aquí desarrollado, si bien se sitúa en un contexto
específico, ha querido ofrecer algunos elementos que pueden ayudar a matizar
el carácter que tuvo la fiesta barroca hacia la segunda mitad del siglo XVIII:
71 LOMNÉ, George, "La patria en representación. Una escena y sus públicos: Santa Fe
1257
restauración de la paz y la legitimidad de la autoridad al recuperar el carácter
"sagrado", humillado tanto en las rebeliones del 22 de mayo como del 18 de
junio de 176575.
El carácter más militar que tuvieron los actos del cumpleaños de Carlos
III, si se los compara con el onomástico, se debía a que el contexto entre una y
otra fiesta está determinado por la imposición del monopolio del aguardiente.
Zelaya quería aplicar, a partir del 15 de febrero de 1767, un plan de
optimización propuesto por el alcalde ordinario Nicolás Carrión, quien se haría
cargo del ramo. Sin embargo, el 19 de diciembre de 1766 los diputados de los
barrios, reunidos en casa del conde de Selva Florida -alcalde ordinario- y con
asistencia de Carrión hicieron una "presentación" ambigua a nombre de los
Barrios, comunicación que hizo temer a Zelaya se repitieran la movilización
popular de 1765. Al emitir el 29 de diciembre el decreto del estanco de
aguardiente, que empezaría a correr al año siguiente, mandó publicar el bando
a "usanza de guerra" en todos los lugares acostumbrados para que nadie
después pretextara ignorancia77. Así se entiende entonces el despliegue
eminentemente militar de la celebración del cumpleaños real: una exhibición
de la fuerza con que se advertía a la plebe la represión que habría en caso de
rebelión o incumplimiento a la medida fiscal.
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CUADRO 1
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