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INTRODUCCIÓN
modificación o superación. En esta misma idea, Branden, (1997), señala que la autoa-
ceptación está implícita en la autoestima, puntualizando que autoaceptación no es
aprobación incondicional y sin más de todas las facetas de nuestra personalidad, como
algo que no es necesario cambiar. Al contrario, autoaceptación es asumir nuestros
pensamientos, sentimientos, conductas como manifestaciones de nosotros mismos, sin
que ello suponga su aprobación incondicional, o lo que es lo mismo, aceptando que
algunos de esos aspectos no los aprobamos y deseamos cambiarlos y mejóralos.
* Es también frecuente la consideración errónea de la autoestima como sinónimo de
una «alta competencia social», entendiendo por competencia social la popularidad, el
prestigio social, las posesiones materiales, el triunfo, el conocimiento, la aclamación por
los demás e incluso la adulación y la alabanza2. Nada más lejos de la realidad, ya que la
autoestima no se construye a partir de esos elementos externos a uno mismo, sino que
es una experiencia interna que se construye, como ya hemos indicado, a partir de lo
que yo pienso y siento respecto a mí mismo, lo que no supone ignorar o despreciar las
opiniones y valoraciones de los demás respecto a mí.
En efecto, lo que los demás piensan de mí, sus valoraciones y aclamaciones, son un
elemento de retroalimentación, importante, que sin duda contribuye a que se
desarrolle y se mantenga la autoestima, especialmente en la infancia en la que la apro-
bación por parte de los adultos es un elemento básico en la autoaceptación infantil. Sin
embargo, esta función de feedback que sobre un sujeto ejercen las opiniones de los
demás respecto a él, nunca debe convertirse en un factor determinante del que dependa
. la percepción y valoración que tenemos de nosotros mismos. Cuando las opiniones, las
alabanzas y las valoraciones de los demás se convierten en el único referente para la
autoestima, el sujeto debe satisfacer constantemente las expectativas de los demás,
renunciando a las propias, se sentirá atrapado en la adulación y aprobación de los
demás, todo lo cual acabará generando insatisfacción, inseguridad y ansiedad3.
* Por último, la autoestima también ha sido entendida en algunos casos como una
capacidad de auto afirmación frente a los demás en la que no caben limitaciones ni
restricciones. Se enfatiza, en este caso, una forma de comportamiento en el que la
2. A propósito de esta idea de que es necesario alcanzar el «éxito» social para tener una alta
autoestima, Branden, (1997) en su obra, El poder de la autoestima, señala «lo peligroso que es apoyar
nuestra autoestima en la adulación y el éxito social, no sólo porque no funciona, sino porque corremos
el riesgo de convertirnos en adictos a la aprobación, algo nefasto para el bienestar mental y
emocional...» (o.c. pp. 63-64).
3. En esta misma idea de que la aclamación por los demás o que el rodearse de personas que nos
alaben o nos adulen, eleva nuestra autoestima, dice Branden, recordando haber oído en una confe-
rencia sobre autoestima, que una de las mejores maneras de elevarla era rodearnos de personas que
tengan un alto concepto de nosotros, «Pensé en la pesadilla de la baja autoestima para las personas
que están rodeadas de alabanzas y adulaciones, como es el caso de las estrellas de rock que no tienen
idea de cómo llegaron a donde están y que no pueden sobrevivir un día sin drogas...» (Branden, 1997.
El poder de la autoestima, p. 63).
AUTOESTIMA Y COMPORTAMIENTO
La definición que hemos dado de autoestima pone de manifiesto que ésta juega un
papel fundamental en el comportamiento humano, en el sentido de que una autoestima
sana y adecuada se expresa y genera en el sujeto conductas sanas, productivas y equili-
bradas y que alteraciones en la autoestima se relacionan con trastornos y problemas en
la conducta.
Quiere esto decir que desde el punto de vista dinámico, la autoestima es un elemento
esencial en la adaptación del sujeto4 tanto a sus propias necesidades y demandas como a
4. Branden, (1997), señala que la autoestima es esencial para el ser humano e imprescindible para
que éste pueda funcionar y comportarse de forma adaptada y equilibrada. Es, una poderosa necesidad
humana que conlleva lo siguiente:
1) Tener confianza en la propia capacidad de pensar y de afrontar los desafíos de la vida por muy
difíciles que éstos sean
2) Tener confianza en el derecho a ser felices, el sentimiento de ser dignos, de merecer, y tener
derecho a afirmar nuestras necesidades y disfrutar de lo conseguido con nuestro esfuerzo.
AUTOESTIMA Y AUTOACEPTACIÓN
La persona con una adecuada autoestima, se mostrará tolerante consigo misma y con los
demás, aceptando la presencia de limitaciones en ella misma y en los otros como parte consus-
tancial al ser humano. Esta actitud la llevará a actuar con seguridad, sin barreras y defensas en
la comunicación con los otros, haciendo compatible la autoafirmación de sus derechos y
necesidades con el respeto a la individualidad de los demás.
A U T O E S T I M A , A F R O N T A M I E N T O Y LOCUS DE CONTROL
5. El centro, lugar o locus de control se refiere al m o d o en que una persona cree o percibe que su
m o d o de actuar y de reaccionar ante los demás, depende de factores externos a ella o depende de ella
La idea de que amamos y aceptamos a los demás en la medida en que nos queremos
y nos aceptamos a nosotros mismos, es una idea que está presente en cualquier explica-
ción que, desde la filosofía, desde la teología o desde la psicología, se haya intentado dar
sobre el amor y la agresividad en el ser humano.
En la psicología, desde sus inicios como disciplina científica, diferentes terapeutas de
orientación psicoanalista y humanista, han defendido, basándose en sus observaciones
clínicas, este principio y han entendido que la persona que se autoestima, valora positi-
vamente también a los demás y a la inversa, la persona con baja autoestima tenderá a
valorar negativamente a las demás personas.
Ya en la década de los 70, autores como Burns, (1975,1990); Tolor, Kelly y Stebbins,
(1976), en estudios experimentales no clínicos, han demostrado que la relación entre
autoestima y las actitudes hacia los demás es muy consistente y defienden que la
persona segura y con confianza en sí misma, que actúa sin barreras ni defensas frente a
misma. Cuando una persona percibe que su conducta y su entorno inmediato están dependiendo de
eventos externos, ajenos a ella misma, tales como la suerte, el destino, la autoridad, etc., hablamos
de centro de control externo. Por el contrario, cuando alguien cree tener un cierto control sobre su
destino, sobre sus éxitos o sus fracasos, apoyándose en las propias habilidades y experiencias,
hablamos de un centro de control interno.
6. La dependencia/independencia de campo, la definió Witkin, (1965), como el modo de
percibir en el que un sujeto se centra en el objeto e ignora o no se deja influir en esa percepción por el
resto de estímulos del entorno (campo) en el que está situado el objeto, o bien se deja influir en esa
percepción por las variaciones que se producen en el campo que rodea al objeto. El primer supuesto se
identifica con la forma de actuar de un sujeto independiente de campo, en el segundo caso nos refe-
rimos a la persona dependiente de campo.
los demás, debido a su alta autoestima, es más capaz de aceptar a los demás y de tener
una actitud más positiva hacia ellos.
Por el contrario, la persona con baja autoestima tenderá a marcar distancias entre su
yo y los demás como un medio para proteger un yo débil. Tenderá a ser rígida e hiper-
crítica con los otros como un mecanismo para defenderse de su propia vulnerabilidad.
Al mismo tiempo, vivenciará las críticas como un ataque personal.
7. En este punto, en el que hemos indicado que las relaciones interpersonales están marcadas
por la autoestima y viceversa, es importante que hagamos un inciso para destacar que desde la psico-
logía del desarrollo se ha puesto de manifiesto, que la autoestima surge en la infancia como resultado
de las interacciones del niño con las otras personas y que en la medida en que un sujeto en su infancia
ha tenido experiencias de interacción positivas y gratificantes, tenderá a considerarse más valioso y a
aceptarse mejor, en definitiva a tener más autoestima o lo que es igual, un niño aprende a autoestimarse
a partir de la estima que padres y educadores muestran hacia él. (Marsh , Barnes, Cairns y Tidman,
1984; Lord, Eclesy y McCarthy, 1994; Nadean, 1999; Clark, Clemens y Bean, 2000).
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