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El opio

o el Reino

Miguel Ángel Martínez Barradas / El mundo iluminado

www.elmundoiluminado.com

Una cruz sobre la cama, en el muro en el que rebota la cabecera del recinto marital cuando los
cuerpos se agitan; ¿cuántos Cristos han presenciado el mismo espectáculo de carne
multiplicándose en más carne? Dijo Karl Marx en 1844 que «la religión es el opio del pueblo»,
es decir que ésta es la droga que mantiene esperanzado al oprimido. La religión, piensa el
filósofo alemán, es una felicidad ilusoria.

Del mismo tiempo y lugar de Marx, es decir, del siglo XIX alemán, otro filósofo que se
levantó en contra de la religión fue Friedrich Nietzsche y si bien la frase de Marx, «la religión es
el opio del pueblo», ya es polémica, la de Nietzsche, «Dios ha muerto», no se queda atrás. La
muerte de Dios aparece con Nietzsche aproximadamente en el año de 1882; leamos unas
palabras de su obra “El anticristo”: «Jesús tuvo una gran “libertad de espíritu”; no le importaba
nada fijo: la palabra mata, todo lo que está fijo mata. Él opuso la idea de “vida” y la experiencia
de esa vida, la única que él conocía, a todo tipo de palabra, fórmula, ley, fe y dogma. El reino de
los cielos es un estado del corazón, no una cosa que se advierte en la tierra o después de la
muerte. El reino de Dios no es cosa esperada: no tiene un ayer ni un mañana, no llegará dentro de
mil años, es una experiencia vivida en el corazón; está en todas partes, no en un lugar en
concreto.»

Independientemente de las filias y fobias espirituales de cada uno de nosotros,


respondamos con sinceridad a la pregunta: ¿actuamos esperando una recompensa ultraterrena,
por conveniencia, o por un genuino interés de servicio y de bondad? Lo que Marx señala con su
idea del opio es la malignidad que recubre a toda institución religiosa, y podríamos decir
nosotros que también política, y lo que Nietzsche apunta con su concepción del reino de Dios es
que si habremos de vivir alguna experiencia legítima y libre del corazón será en el aquí y en el
ahora y sin excusas sagradas de por medio.

Nietzsche culmina su anticristo con la siguiente idea: «Se considera viciosa toda forma de
ir en contra de la naturaleza» y es el sacerdote cristiano el primero en fomentar esta ida en contra
de la naturaleza. La vida interior está aquí y ahora, fuera de los fríos muros de piedra, ¿será que
vivimos por el opio o por el Reino? (Lea el texto completo en el sitio web de El Heraldo de
Puebla)

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