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El origen de la civilización o, dicho de otra manera, el motivo por el cual los grupos humanos
abandonaron esas precarias formas de vida y concepciones políticas, religiosas y sociales
propias de la Prehistoria en favor de otras todavía más complejas que favorecerían la aparición
de los primeros Estados en la Antigüedad, constituye un tema bastante extenso, complejo y que
ha sido ampliamente tratado desde numerosas perspectivas desde hace varias décadas. Aun así,
todo modelo teórico que versa sobre esta cuestión se apoya en una serie de evidencias
arqueológicas que, exceptuando su empleo a modo de respaldo argumental del mismo, han
permitido el descubrimiento de nuevas consideraciones, visiones y posturas sobre dicho tema
que hasta entonces no se habían planteado. Fueron precisamente las excavaciones del
yacimiento precerámico de Caral-Supe realizadas por el equipo arqueológico de Ruth Shady
Solís en 1996 las que aportaron datos reveladores sobre el surgimiento de la civilización en un
área geográfica bastante concreta: el área norcentral de Perú.
De acuerdo con la información referida por el documental de la BBC, Las pirámides perdidas
de Caral, el yacimiento en cuestión habría surgido a raíz de las relaciones comerciales
establecidas entre la propia Caral y los asentamientos ubicados en la costa peruana basados en el
intercambio de algodón cultivado mediante irrigación en el valle del poblado que los pescadores
de los asentamientos previamente mencionados empleaban para fabricar redes de pesca, por
pescado y moluscos procedentes de la costa pacífica. La abundancia de víveres habría
favorecido un aumento progresivo de la población de Caral, lo que a largo plazo permitiría el
establecimiento de más rutas comerciales con distintos ámbitos o entornos diferentes de la
costa. Esta interpretación sobre la aparición de la civilización en Caral, así como el
descubrimiento de la misma, ha tenido una gran repercusión a la hora de estudiar el marco
general del surgimiento de la civilización a nivel global, pues nos encontramos ante una
civilización que surge y se desarrolla de manera pacífica, tal y como lo demuestran la
inexistencia de fortificaciones en el poblado y la ausencia de rasgos de destrucción y matanzas
en el mismo, en detrimento de la hipótesis defendida por el doctor Jonathan Haas en el
documental. Esta última apostaba por la guerra como un gran elemento forjador de
civilizaciones, apoyándose principalmente en las evidencias arqueológicas de conflicto halladas
en otros yacimientos ubicados en otras zonas del mundo y en la concepción de la violencia
como un aspecto inherente de la naturaleza humana.
2 Jonathan, HAAS, Winifred, CREAMER y Álvaro, RUIZ, “Power and the Emergence of Complex
Polities
in the Peruvian Preceramic”, en Archaeological Papers of the American Anthropological Association,
Vol. 14, N.º 1 (2005), págs. 42-49.
3 Op. Cit. p. 331.
funcionamiento de dichas relaciones únicamente puede llegar a producirse gracias a la presencia
de un gobierno centralizado capaz de garantizar la fluidez del comercio, así como el control y la
protección de sus principales vías. De hecho, otras civilizaciones ubicadas en el hemisferio
septentrional y coetáneas a Caral como Sumeria, el Imperio acadio, la civilización neosumeria
… mostraron una grave preocupación por el mantenimiento y la gestión de las rutas comerciales
al ser conscientes de su gran importancia económica y su desatención podía llegar a acarrear
junto a otros factores la decadencia e incluso la desaparición de estas.