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Renacimiento

Es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa


Occidental durante los siglos XV y XVI. Fue un período de transición entre la Edad
Media y los inicios de la Edad Moderna. Sus principales exponentes se hallan en el
campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias,
tanto naturales como humanas. La ciudad de Florencia, en Italia, fue el lugar de
nacimiento y desarrollo de este movimiento, que se extendió después por toda
Europa. El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que
determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo.

El término «renacimiento» se utilizó reivindicando ciertos elementos de la cultura


clásica griega y romana, y se aplicó originariamente como una vuelta a los valores
de la cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza tras siglos de
predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática establecida en la
Europa medieval. En esta nueva etapa se planteó una nueva forma de ver el
mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos de las artes,
la política, la filosofía y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por
el antropocentrismo.

En ese sentido, el historiador y artista Giorgio Vasari formuló una idea


determinante: el nuevo nacimiento del arte antiguo (Rinascita), que presuponía una
marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo. De
hecho, el Renacimiento rompió, conscientemente, con la tradición artística
medieval, a la que calificó como un estilo de bárbaros, que más tarde recibirá el
calificativo de Gótico. Sin embargo, los cambios tanto estéticos como en cuanto a la
mentalidad fueron lentos y graduales. El concepto actual de renacimiento será
formulado tal y como hoy lo entendemos en el siglo XIXpor el historiador Jules
Michelet.
Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento
significó una «ruptura» con la unidad estilística que hasta ese momento había sido
«supranacional». El Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde los puntos
de vista cronológico y geográfico: su ámbito se limitó a la cultura europea y a los
territorios americanos recién descubiertos, a los que las novedades renacentistas
llegaron tardíamente.

Su desarrollo coincidió con el inicio de la Edad Moderna, marcada por la


consolidación de los estados europeos, los viajes transoceánicos que pusieron en
contacto a Europa y América, la descomposición del feudalismo, el ascenso de
la burguesía y la afirmación del capitalismo. Sin embargo, muchos de estos
fenómenos rebasan por su magnitud y mayor extensión en el tiempo el ámbito
renacentista.

Aspectos generales

El Renacimiento marca el inicio de la Edad Moderna, un período histórico que por


lo general se suele establecer entre el descubrimiento de América en 1492 y
la Revolución francesa en 1789, y que, en el terreno cultural, se divide en el
Renacimiento (siglos XV y XVI) y el Barroco (siglos XVII y XVIII), con subdivisiones
como el manierismo, el rococó y el neoclasicismo. Otros historiadores sitúan la
fecha de inicio en 1453, caída de Constantinopla, o bien remarcan un hecho
trascendental como la invención de la imprenta (hacia 1440 aproximadamente, de
la mano de Johannes Gutenberg).

Los antecedentes históricos del Renacimiento cabe situarlos en la decadencia del


mundo medieval ocurrida a lo largo del siglo XV por diversos factores, como el
declive del Sacro Imperio Romano Germánico, el debilitamiento de la Iglesia
católica a causa de los cismas y los movimientos heréticos —que darían origen a
la Reforma protestante—, la profunda crisis económica derivada del
anquilosamiento del sistema feudal, y la decadencia de las artes y las ciencias,
lastradas por una teología escolástica sumida en el escepticismo.
Frente a esta decadencia, los principales centros académicos europeos buscaron
regenerarse a través del retorno a los valores de la cultura clásica grecorromana. A
su vez, comenzó a fraguarse una nueva sociedad fundamentada en el auge de los
nuevos estados centralizados, con poderosos ejércitos y administraciones
burocratizadas —inicio del autoritarismo monárquico preconizado
por Maquiavelo—, así como en el crecimiento demográfico y una economía
centrada en una nueva clase social emergente, la burguesía, que puso los cimientos
del capitalismo y una economía mercantil y preindustrial; todo ello coadyuvado
por el progreso técnico y científico experimentado durante este período,
fundamentado en la imprenta y la consiguiente velocidad de difusión de las
novedades.

Surgió así una visión del mundo más antropocéntrica, desligada de la religión y


el teocentrismo medieval, en la que el hombre y los avances científicos supondrán
la nueva forma de valorar el mundo: el humanismo, un término inicialmente
aplicado a los especialistas en disciplinas grecolatinas (derecho, retórica, teología y
arte), que se haría extensivo a filósofos, artistas, científicos y cualquier estudioso de
las diversas ramas del conocimiento que comenzaron entonces a aglutinarse en un
concepto de cultura general.

En Italia, el epicentro de la cultura renacentista, la división del territorio en


ciudades-estado con diferentes regímenes políticos —repúblicas
como Florencia o Venecia, estados monárquicos como Milán y Nápoles o el
dominio papal en Roma— propició el ascenso de una élite económica que
patrocinó la cultura y el arte como instrumentos de propaganda del estado, cada
uno rivalizando con los demás en magnificencia y esplendor. La educación se
volvió más accesible, dejando de estar circunscrita al clero, y se favoreció el debate
intelectual, con la fundación de universidades y el patrocinio de la literatura.
Por su parte, el siglo XVI estaría marcado por los grandes descubrimientos
geográficos iniciados con la llegada de Colón a América en 1492 (establecimiento
de la ruta del Cabo por Vasco da Gama, 1498; vuelta al mundo de Magallanes,
1519-1521; desembarco de Cortés en México, 1519; conquista de Perú por Pizarro,
1530-1533), así como por la ruptura de la unidad cristiana causada por la Reforma
protestante de Martín Lutero (1520), el desarrollo de la ciencia y la técnica (Nova
Scientia de Tartaglia, 1538; De revolutionibus de Copérnico,
1543; Anatomía de Vesalio, 1543) y la expansión del humanismo (Erasmo de
Róterdam, Giovanni Pico della Mirandola, Ludovico Ariosto, Tomás Moro, Juan
Luis Vives, François Rabelais).

Definición
El término «Renacimiento» procede del italiano Rinascita y fue acuñado por el
artista e historiador Giorgio Vasari en sus Vidas(1542–1550), en alusión al renacer
de la cultura clásica tras el oscurantismo medieval. Como tal, supone un fenómeno
tanto social como político y cultural que abarcó todo el continente europeo durante
los siglos XV y XVI.3 En la historiografía moderna, la primera definición del
Renacimiento procede del historiador francés Jules Michelet (La Renaissance, 1855),6
mientras que la visión actual del mundo renacentista fue forjada por Jacob
Burckhardt en su ensayo La cultura del Renacimiento en Italia(1860).

Aunque se suele situar el inicio del Renacimiento en el siglo XV numerosos


historiadores lo retrotraen al siglo XIV o aun al XIII, a la obra de algunos artistas
considerados precursores, como Cimabue y Giotto en pintura o Nicola Pisano en
escultura. Estos sentaron las bases de los primeros artistas plenamente
renacentistas en la Florencia del primer cuarto del siglo XV, como el
pintor Masaccio, el escultor Donatello o el arquitecto Brunelleschi, todos ellos
interesados en el naturalismo, la armonía y las proporciones matemáticas. 

En este clima cultural de renovación, basado en modelos de la antigüedad clásica,


surgió a principios del siglo XV un movimiento artístico en Italia de gran vitalidad,
que se extendería de inmediato a otros países de Europa. 8 El artista tomó
conciencia de individuo con valores intrínsecos, se sintió atraído por la cultura y el
saber en general, y comenzó a estudiar los modelos de la antigüedad, a la vez que
estudiaba disciplinas como la anatomía e investigaba nuevas técnicas, como
el claroscuro y la perspectiva, desarrollándose enormemente las formas de
representar el mundo natural con fidelidad.

El paradigma de esta nueva actitud es Leonardo da Vinci, quien se interesó por


múltiples ramas del saber, pero del mismo modo Miguel Ángel Buonarroti, Rafael
Sanzio, Sandro Botticelli y Bramante fueron artistas conmovidos por la imagen de
la antigüedad y preocupados por desarrollar nuevas técnicas escultóricas,
pictóricas y arquitectónicas, así como por la música, la poesía y la nueva
sensibilidad humanística.

No cabe duda de que el Renacimiento evolucionó en buena medida del arte


medieval, una parte del cual no había dejado de valorar e imitar el arte clásico;
pero el artista renacentista buscó imperiosamente distanciarse de la etapa
posterior, a la que menospreciaban por su supeditación a los valores religiosos y
por su estilo antinaturalista, proveniente no de una falta de habilidad técnica en
imitar a la naturaleza, sino de una voluntad propia de eludirla para enfatizar otros
valores más subjetivos, ligados a la espiritualidad. Sin embargo, el propio artista
renacentista no valoró este hecho y se sintió distinto, «renacido»; así, Lorenzo
Valla llegó a afirmar que no sabía por qué las artes «habían decaído hasta tal
punto, y casi muerto; ni tampoco por qué habían resurgido en esa época;
apareciendo y triunfando tantos buenos artistas y escritores»

Características

De forma genérica se pueden establecer las características del Renacimiento en:


 La «vuelta a la antigüedad»: resurgieron tanto las antiguas formas
arquitectónicas como el orden clásico y la utilización de motivos formales y
plásticos antiguos. Asimismo, se tomaron como motivos temáticos la mitología
clásica y la historia, así como la adopción de antiguos elementos simbólicos.
Con ello el objetivo no era efectuar una copia servil, sino la penetración y el
conocimiento de las leyes que sustentan el arte clásico. Buena parte de esta
revalorización del arte clásico vino por los hallazgos arqueológicos de piezas
como monedas, camafeos o esculturas romanas, así como la recuperación de
tratados clásicos como los de Vitruvio, esenciales en la renovación de la
arquitectura.

 Surgimiento de una nueva «relación con la naturaleza», que iba unida a una
concepción ideal y realista de la ciencia. La matemática se va a convertir en la
principal ayuda de un arte que se preocupa incesantemente en fundamentar
racionalmente su ideal de belleza. La aspiración de acceder a la verdad de la
naturaleza, como en la antigüedad, no se orienta hacia el conocimiento de
fenómeno casual, sino hacia la penetración de la idea

 El Renacimiento hace al «hombre» medida de todas las cosas. Presupone en


el artista una formación científica, que le hace liberarse de las actitudes
gremiales y mecanicistas más propias del medievo y elevarse en la escala
social. Esto supone revestir al artista de una nueva consideración, la de
«creador». La figura humana es el nuevo centro de interés del artista, que
estudia con detenimiento la anatomía para hacer una representación fidedigna,
al tiempo que valora aspectos como el movimiento y la expresión.

 El «mecenazgo»: las clases altas patrocinaban y encargaban obras


constantemente, ya que el arte era visto como un instrumento de prestigio y
refinamiento, lo que condujo a un momento de gran brillantez en todas las
disciplinas artísticas. Los principales centros de mecenazgo fueron
la Florencia de los Médicis en el Quattrocento y la Roma papal en el Cinquecento.

Vida y costumbres
Con el Renacimiento y su cultura más humanista e individualista, así como el
despegue económico y su consecuente grado de ostentación social, y unido a los
avances tecnológicos, se desarrollaron notablemente todos los aspectos
relacionados con el aspecto individual y el cuidado personal, como la peluquería y
la moda.

La peluquería sufrió una profunda transformación y un gran auge en cuanto a


establecimientos y productos dedicados al cuidado del cabello. Se puso de moda la
depilación de las cejas, así como de la frente, a veces hasta medio cráneo. Aumentó
el gusto por el teñido, siendo el rubio el color preferido. Por lo general, los
peinados incluían un tocado, con cinco tipos principales: las tocas, las cofias o
albanegas, los bonetes, los rollos y los sombreros. Desde el siglo XVI los peinados,
especialmente los femeninos, fueron ganando en complejidad, con sofisticadas
estructuras de rizos, encajes, cintas y muselinas.

En el Renacimiento surgió el concepto de moda tal como lo entendemos hoy día: se


introdujeron nuevos géneros y la costura adquirió un alto grado de
profesionalización. En la Italia renacentista aparecieron los trajes más ricos y
espectaculares de la historia, de vivos colores y formas imaginativas y originales,
que otorgaban gran relevancia a las mangas, a los pliegues y a las caídas de tela de
forma vertical, con finos bordados y rica pasamanería.

En el siglo XVI el calzón corto era a modo de bombacho, y continuó usándose


el jubón medieval, junto a capas de diverso tipo y adornos como la gorguera, una
tela de encajes fruncidos que cubría el cuello. En el atuendo femenino apareció
el corsé, que ceñía la cintura, sobre una falda en forma de campana
llamada crinolina, hecha de tela y crin de caballo, y reforzada con aros metálicos.

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