Filosofía y Psicoanálisis
Escritos sobre el múltiple interés que abarcan estas dos disciplinas.
jueves, 30 de septiembre de 2010
En psicoanálisis, por otra parte, tampoco los mitos han sido ajenos a la
disciplina. Desde sus comienzos, Freud echó mano de muchos elementos que
se encontraban fuera del campo comúnmente visitado por los médicos y
psiquiatras para obtener conocimiento acerca del ser humano, quiero decir,
Freud siempre consultó a los artistas (poetas, dramaturgos, escultores,
pintores) para que le enseñaran sobre la verdadera naturaleza del hombre.
Por su parte, incluso no tiene inconveniente en colocar como parte central de
su teoría a un mito inspirado en una tragedia –precisamente– griega, me
refiero al Complejo de Edipo.
La virtud de las alas consiste en llevar lo que es pesado hacia las regiones
superiores, donde habita la raza de los dioses, siendo ellas participantes de lo
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que es divino más que todas las cosas corporales […] Los carros de los dioses,
mantenidos siempre en equilibrio por sus corceles dóciles al freno, suben sin
esfuerzo; los otros caminan con dificultad, porque el corcel malo pesa sobre
el carro inclinado y le arrastra hacia la tierra, si no ha sido sujetado por su
cochero. Entonces es cuando el alma sufre una prueba y sostiene una terrible
lucha.
En otras palabras, en el alma del ser humano, existen dos tendencias, por un
lado aquella que se dirige hacia el bien, las regiones superiores y la
contemplación, mientras que por otro lado está la fuerza que se rebela, se
inclina hacia las cuestiones terrenales y denigrantes. A estas dos fuerzas se
les opone el cochero, que será quien intente librar la batalla de las fuerzas
opuestas y dirigir hacia lo que considera mejor, es la parte racional del alma.
Más adelante Platón nos dice que las almas que sólo han logrado entrever a
las esencias o ideas en su ascenso y que caen debido a la fuerza de la lucha
entre los corceles, se encarnarán en un cuerpo de hombre, y deberán aquí
recordar (reminiscencia platónica [aquí también podríamos elaborar un símil
entre la reminiscencia platónica y la propuesta por Freud como explicación
primera de la histeria]) lo contemplado previamente para que tengan la
posibilidad de ascender de nuevo hacia la bóveda suprema (topus uranus) en
el que se halla la verdad del ser.
Más de dos milenios después, Sigmund Freud nos propondrá una manera
innovadora de comprender la psique del hombre. En un primer momento, su
doctrina se basó particularmente en la idea que sostenía la existencia de un
sistema psíquico compuesto por el inconsciente y lo preconsciente-
consciente. Pero después, en particular en la segunda mitad de la década de
1910, reformuló su teoría y terminó por proponer además al Ello, el Yo y el
Superyó.
Freud, incluso va más allá, interesado en dar cuenta de una forma más
detallada de dónde proviene esta motivación del caballo de dirigirse hacia
determinada acción, propone las pulsiones, visión temprana y fundamental
en la obra freudiana. La pulsión es aquella fuerza (empuje) que se presenta
como relación fundamental entre el objeto y la satisfacción, con la mediación
del cuerpo mismo como entidad biológica. Las pulsiones, debido a sus
propias características, son aún más indeterminadas e incluso podríamos
decir, indefinibles, que las instancias psíquicas, debido a esto el mismo Freud
acepta:
La doctrina de las pulsiones es nuestra mitología, por así decir. Las pulsiones
son seres míticos, grandiosos en su indeterminación. En nuestro trabajo no
podemos prescindir ni un instante de ellas, y sin embargo nunca estamos
seguros de verlas con claridad. Ustedes conocen el modo en que el
pensamiento popular se maneja con las pulsiones. Supone tantas, y de tan
variadas clases, como necesita: una pulsión de reconocimiento por los
demás, de imitación, de juego, de sociabilidad, y muchas otras de este tipo.
Podría decirse que las toma, espera a que realicen su particular trabajo, y las
vuelve a dejar. Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933
[1932]) 32ª conferencia.