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Las transformaciones del siglo XVIII van a determinar el surgimiento de unas nuevas
formaciones sociales que guardan poco o ningún parecido con las que les preceden.
Además de un nuevo orden, se va a conformar un nuevo sector social surgido de la
relación de contratación salarial que va a ser la “clase obrera”, la que a su vez va a
tener, incluso, una ubicación geográfica particular en un también nuevo escenario,
el de la ciudad industrial. El crecimiento de las ciudades va a marcar un camino que
ya no se detendrá en el desplazamiento de las poblaciones rurales a los ámbitos
urbanos. Al cabo de dos siglos, el mundo se habrá convertido en “ciudad”.
Si bien algunas disciplinas de las ciencias sociales se inician con antelación al siglo
XIX, como la economía política o la ciencia política, lo cierto es que las bases
epistemológicas para el desarrollo autónomo de las disciplinas sociales se darán en
el siglo XIX, en concordancia con el desarrollo de las sociedades industriales.
El materialismo histórico
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“…en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias
e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase
determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de
producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social.
El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual
en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social
es lo que determina su conciencia”. Karl Marx, Prólogo a la Contribución a la crítica de la economía
política (1859)
su transformación en otro. Así, supone Marx, que las contradicciones internas –
expresadas fundamentalmente en la lucha de clases- del sistema, terminarán por
reemplazar el modo de producción capitalista por el socialista donde desaparecería
la clase explotadora y la sociedad podría realizarse en su conjunto.
Clases sociales
Para evitar la contradicción que podría surgir del hipotético caso de que si se
trabajara más lentamente, esto aumentaría el valor de las mercaderías, no se utiliza
la noción individual del trabajo sino la social, es decir la que corresponde a las
condiciones medias de productividad en determinada sociedad y época. En el
Dada esta idea sobre el origen del valor, se deduce que al provenir todo valor del
trabajo, en la relación de producción, el productor directo, en este caso el obrero
asalariado (proletario), es quien en última instancia sería el único generador de
valor, sin embargo a la hora de la retribución solo puede quedarse con el salario. El
capital tiene la capacidad de apropiarse de otra parte el valor que es de donde
proviene la ganancia. En las relaciones de producción capitalistas, el sistema de
propiedad privada de los medios de producción, es el que habilita al capital a
apropiarse de esa otra parte del valor, que se define como “plusvalía”3, o “la parte
del trabajo no remunerada”.
Lucha de clases
Detrás de los conceptos de capital y trabajo, hay actores sociales, que en términos
de Marx han de entenderse no como individuales sino como colectivos. Las clases
sociales, o por lo menos las clases sociales fundamentales que le dan entidad a un
modo de producción determinado, en este caso el modo de producción capitalista.
La burguesía, propietaria del capital y la clase trabajadora, dueña de la fuerza de
trabajo. Dadas las condiciones de trabajo de este sector, es que Marx acuñará para
ella el término “proletariado”, en alusión a que los trabajadores de la revolución
industrial, sobre lo único que podían tomar decisiones, era sobre su propia prole. La
ubicación de una persona en determinada clase es independiente de su voluntad y
deriva de las relaciones sociales de producción en un momento histórico
determinado.