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1. EL OFICIO PROFETICO

a) La idea bíblica del profeta


El profeta es uno que expresa o que dice lo que Dios quiere. Profeta es uno que ve las
cosas, es decir, que recibe revelaciones, que está en el servicio de Dios particularmente como
mensajero, y que habla en nombre de Dios.
Los pasajes clásicos, Ex 7: 1 y Deut. 18: 18 indican que hay dos elementos en la función
profética, uno pasivo y el otro activo; uno receptivo y el otro productivo.

Ex 7:1 Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón
será tu profeta.

Dt 18:18 Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras
en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.

El profeta recibe revelaciones divinas en sueños, visiones, o comunicaciones verbales; y


pasa éstas al pueblo, sea oral o visiblemente, en acciones proféticas, Núm. 12: 6; Isa. 6; Jer. 1:
4-10; Ez. 3: 1-4, 17. Lo que constituye al profeta es el llamamiento divino, y la instrucción para
comunicar la revelación divina a otros.

Nm 12:6 Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová,
le apareceré en visión, en sueños hablaré con él.

b) El deber de los profetas


Era el deber de los profetas revelar la voluntad de Dios al pueblo. Esto podía hacerse en
forma de instrucción, admonición y exhortación, promesas gloriosas, o amargas reprensiones.
Fueron los monitores ministeriales del pueblo, los intérpretes de la ley, especialmente en sus
aspectos morales y espirituales. Era su deber protestar en contra del mero formalismo,
acentuar el deber moral, hacer presión sobre la necesidad del servicio espiritual, y promover
los intereses de la verdad y de la justicia.
Los profetas de Israel tipificaron al gran profeta del futuro que había de venir, Deut. 18:
15, compárese Hech. 3: 22-24, y que ya estaba funcionando por medio de ellos en los días del
Antiguo Testamento, 1 Ped. 1: 11.

Dt 18:15 Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios;
a él oiréis;
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Hch 3:22 Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre
vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable;
Hch 3:23 y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo.
Hch 3:24 Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han
anunciado estos días.

1P 1:11 escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en
ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras
ellos.

c) La obra profética de Cristo antes y después de la encarnación


Él estuvo activo como profeta aun en la antigua dispensación, por ejemplo, en las
revelaciones especiales del ángel del Señor, en las enseñanzas de los profetas en quienes
actuó como el Espíritu de revelación (I Ped. 1: 11), y en la iluminación e instrucción de los
creyentes, como el Espíritu que habita sabiduría personificada, enseñando a los hijos de los
hombres.
Y después de la encarnación prosigue su obra profética en sus enseñanzas y milagros, en
la predicación de los apóstoles y de los ministros de la palabra, y también en la iluminación e
instrucción de los creyentes, como el Espíritu que habita en ellos.

d) Prueba bíblica del oficio profético de Cristo


La Escritura testifica, en más de un modo, al oficio profético de Cristo. Se predijo como
profeta en Deut. 18: 15, un pasaje que se aplica a Cristo en Hechos 3: 22, 23. El habla de sí
mismo como de un profeta en Luc. 13: 33. Además, declara traer un mensaje del Padre, Juan
8: 26-28; 12: 49, 50; 14: 10, 24; 15: 15,

Lc 13:33 Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino;
porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén.

Jn 8:26 Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió es verdadero;
y yo, lo que he oído de él, esto hablo al mundo.
Jn 8:27 Pero no entendieron que les hablaba del Padre.
Jn 8:28 Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis
que yo soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo.
Jn 12:49 Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio
mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.
Jn 12:50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el
Padre me lo ha dicho.
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Jn 14:10 ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no
las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.
Jn 14:24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía,
sino del Padre que me envió.
Jn 15:15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he
llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.
Jn 15:17 Esto os mando: Que os améis unos a otros.
Jn 15:20 Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a
mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también
guardarán la vuestra.

Predice cosas futuras Mat. 24: 3-35; Luc. 19: 41-44, y habla con singular autoridad, Mat. 7: 29.

Mt 7:29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.

Sus obras poderosas sirvieron para probar la autenticidad de su mensaje. En vista de todo esto
no es extraño que el pueblo lo reconociera como profeta, Mat. 21: 11, 46; Luc. 7 : 16; 24: 19 ;
Juan 3 : 2 ; 4: 19; 6: 14; 7: 40; 9 : 17.

Mt 21:11 Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.


Mt 21:46 Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía por
profeta.

Lc 7:16 Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha


levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo.
Lc 24:19 Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón
profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;

Jn 3:2 Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como
maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Jn 4:19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
Jn 6:14 Aquellos hombres entonces, viendo la señal que Jesús había hecho, dijeron: Este
verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo.
Jn 7:40 Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían: Verdaderamente éste
es el profeta.
Jn 9:17 Entonces volvieron a decirle al ciego: ¿Qué dices tú del que te abrió los ojos? Y él dijo:
Que es profeta.

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