Para que las nubes no le desconozcan, permitiéndole andar
Entre ellas, fue vestido de Pájaro. Para que pudiera volar, en giros elegantes y atrevidos le dieron forma de caballito del diablo. para que supiéramos que trabaja y es inteligente, le colocaron un abdomen una máquina y en la cabeza una hélice que zumba como abeja sin panal. Manchado de azul y desgranando la rubia mazorca del día va el aeroplano, sujeto a la mano del piloto y a la voluntad de las cataratas del viento, dibujando el paisaje –magueyes, torres de iglesia, indios cargados como hormigas— en su cuaderno de notas cuadriculado.