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Nombre y apellido: Carlos Perozo

CI: 30.771.335

Sección: 221 – A1

Carrera: Administración de empresa

Turno: Diurno

Celular: 0424-230-5221

Correo: Carlos.perozo.d@gmail.com

Participación de la sociedad civil en el entorno político, social,


cultural y económico
La situación actual de Venezuela en cualquiera que sea el sector que se pretenda
describir o analizar pasa por no obviar, de inicio, particularidades relacionadas a
un contexto marcado por condiciones de inestabilidad económica y política,
además del fenómeno de la emigración en los últimos años.

El escenario venezolano de 2020-2021 es sumamente complejo y cambiante. Se


caracteriza por una gran incertidumbre, en el marco de la cual la crisis
multidimensional de carácter económico, político, social y humanitario ha venido
agravándose desde la llegada de Maduro al poder en 2013. A ello se suma la
aplicación de sanciones económicas por parte de EEUU. Para enfrentar tal crisis,
el gobierno ha desplegado desde fines de 2019 un nuevo discurso y ha
implementado prácticas económicas que algunos economistas identifican como un
«giro neoliberal». Su rasgo más significativo, pero no el único, es la acentuación
de la dolarización, que venía dándose en la práctica, aunque en menor escala y de
manera informal.

 Esa situación ha venido dejando secuelas sociales en el tiempo tales como la


pérdida del poder adquisitivo del trabajador, y por ende, la pérdida de la calidad de
vida; quiebra de pequeñas y medianas empresas, estímulo a la pobreza colectiva
y la salida masiva de venezolanos al exterior buscando alternativas donde el
salario les alcance para una mejor calidad de vida, y finalmente, ha afectado las
relaciones comerciales y familiares de muchos venezolanos. Desde una
perspectiva estrictamente economista, el problema de la hiperinflación y recesión
en Venezuela pudiera explicarse como consecuencia de factores coyunturales y
estructurales propias de esa economía.

En el ámbito de la cultura, esta situación tiene expresiones concretas en la


disminución de la inversión nacional en las políticas culturales y las industrias
modestamente más avanzadas en el sector (como la de la música y el teatro), en
tanto que prioridades como las políticas de alimentación y de disminución de la
pobreza han marcado parte de la atención gubernamental y de la sociedad; todo lo
cual configura una escasa sostenibilidad y sustentabilidad de la cultura como
motor de desarrollo. No separado de esto se produce recientemente una
acelerada dinámica migratoria que ha desarraigado a más de tres millones de
personas de sus actividades de vida y trabajo en el país, colocando a un
contingente de talentos venezolanos, entre ellos artistas, cultores y productores,
en diferentes países (especialmente de Latinoamérica), que allí se reinventan con
acierto o no en sus identidades y trayectorias.   

Podemos concluir que ésta situación actual existe debido a un estado de derecho
permisivo en el que no puede aplicarse la ley con todo su rigor, ya que esta se ha
desvinculado de la realidad social que debe normar, trayendo como consecuencia,
la impunidad de los informales, quienes habitan en una zona gris entre la legalidad
y la ilegalidad; por lo tanto, se llega a la conclusiones y soluciones ineficaces que
no atacan, el problema de fondo.

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