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EL DIÁLOGO
TEOLOGÍA-CIENCIAS HOY
. .
Colección “Ensayos”
Bibliografía citada 89
Índice de nombres 95
Primera parte:
Perspectiva histórica y oportunidad actual
NOTA:
Esa primera parte constituye el número 39 de esta misma colección de
CUADERNOS «INSTITUT DE TEOLOGIA FONAMENTAL».
Pero la presente segunda parte puede leerse directamente sin dificultad,
pues es perfectamente autónoma. Lo único que se puede echar de menos en la
lectura son los orígenes de su inspiración. Se inspira claramente en el diálogo
teología-ciencias organizado conjuntamente por el “Observatorio Vaticano” y
el “Centro de Teología y Ciencias de la Naturaleza” (CTNS) de Berkeley.
Lo testifican las abundantes referencias que hacemos al editor principal de
los cinco volúmenes publicados de 1993 a 2001 como fruto de ese diálogo
(véase “RUSSELL et al.”, en las notas al pie y en la Bibliografía final).
Los capítulos 5-7, de carácter predominantemente científico, divulgan lo
que denominaremos la “cosmo-bio-evolución” , y las reflexiones actuales sobre
la acción de Dios en el mundo, sugeridas por las diversas concepciones
científicas (y por profundas concepciones teológicas de K. Rahner y J.
Moltmann).
Los capítulos 8-10, estrictamente teológicos, tratan temas actuales también
relacionados con ese diálogo. He querido presentarlos en un esquema trinitario:
sobre la kénosis amorosa del Creador, sobre el Logos como diseño cósmico, y
sobre el Espíritu restaurador en orden a la nueva creación.
Capítulo 5
EL MODELO COSMOLÓGICO ESTÁNDAR
Y SU BASE EMPÍRICA
5.0 Introducción
Hablamos de “modelos” cosmológicos, y entre ellos del modelo estándar,
o “Friedmann-Lemaître-Robertson-Walker hot big-bang model”.1 Tal nombre
recuerda los trabajos del ruso Friedmann y el sacerdote belga Lemaître sobre las
soluciones de la ecuación de la relatividad general de Enstein, así como los de
H.P. Robertson y A.G. Walker sobre las simplificaciones del espacio-tiempo,
impuestas por el “Principio Cosmológico” de homogeneidad e isotropía del
universo. Por otra parte, el adjetivo “hot” expresa claramente que, a las altas
temperaturas iniciales del universo, ha de dominar la “física de altas energías”
nuclear y subnuclear.
El término “modelo” indica, que la actual cosmología no posee la solidez
de otras ciencias empírico-formales,2 en las que un cuadro teórico rigurosamente
definido queda contrastado por multitud de hechos experimentales, repetibles en
el laboratorio. Se trata más bien aquí de una extrapolación de ciencia, que
utiliza hasta tres cuadros teóricos distintos –no siempre bien armonizables ni
aplicables al universo– y que apenas cuenta con tres “hechos cósmicos” para
contrastarla. Entrecomillamos esos hechos, porque exigen una gran dosis de
teoría y de hipótesis, para poder ser interpretados como cósmicos. Pero el tema
cosmológico es suficientemente interesante para que nos acercarnos a él, lo mejor
que podamos. Y, por otra parte, el encaje sorprendente que ofrecen esos tres
“hechos cósmicos” nos hace ver en ellos, por primera vez en la historia, una
verdadera contrastación empírica.
Nos conformaremos aquí con hacer una elemental presentación histórica
de esos cuadros teóricos y de esa contrastación empírica del modelo estándar
(§5.1 y §5.2), para proponer después esquemáticamente algunas efemérides de la
evolución cósmica que predice (§5.3), y hacer algunas reflexiones filosóficas que
tal modelo cosmológico nos sugiere, especialmente en relación con el llamado
“Principio Antrópico” (§5.4).
1
El término inglés “Big Bang”, inventado por Fred Hoyle como un insulto al adversario de su
modelo de la “Continuous Creation”, pronto fue aceptado sin ninguna connotación despectiva.
Lo traducimos por “big-bang”; el Vocabulario Científico propone llamarlo “Gran Explosión”.
Bibliografía divulgativa: WEINBERG 1977, actualizado por PADMANABHAN 1998 o ALLDAY 1998,
o los más asequibles ELLIS 1993 y BARROW 1997; en castellano, Mundo Científico 2001.
2
Sobre el “criterio de demarcación” científica según Popper o Kuhn, véanse §3.1 y §3.2.
6 El diálogo teología-ciencias hoy: II
S = k log W
8p hn 3
r(n) =
c3 exp(hn / kT) - 1
E = m c2
1 8pG
Rmn - gmn R = Tm n , m,n = 0, 1, 2, 3.
2 c4
Quarks u, d s, c b, t
15
Para estimar distancias galácticas se requiere hacer ciertas hipótesis teóricas, como las del
periodo de pulsación de las estrellas cefeidas.
16
La radiación acompañaría la heliosíntesis a los tres minutos del big-bang, pero se desacoplaría
de la materia atómica centenares de millones de años más tarde.
5. El modelo cosmológico estándar 13
Descripción teórico-conjetural17
t ≤ tPl ≈ 10–43 s
T ≥ 1032 ºK
Para antes del tiempo de Planck,18 no tenemos formalismo físico.
El espacio-tiempo de la relatividad general no tiene sentido; sólo cabe
imaginar fluctuación cuántica, y unificación de fuerzas supersimétrica.
Comienza era dominada por la radiación, expansión lenta (Rµt1/2).
t = 10–35 s
T ≈ 1028 ºK
Tamaño 6 cm, densidad 1075 g/cm3 (la del núcleo es 1015 g/cm3).
“Sopa”: quarks-antiquarks, leptones-antileptones, bosones GUT.
Exceso enigmático de partículas sobre antipartículas (1 por millardo).
La gravedad desacoplada. Comienza “inflación” (de 10–35 a 10–32 s).
t = 10–13 s
T ≈ 1016 ºK
Tamaño menor que nuestra órbita terrestre, densidad de 1027 g/cm3.
Unificación electrodébil: Interacción fuerte desacoplada.
t = 10–6 s
T ≈ 1013 ºK
Formación de nucleones-antinucleones (por combinación de quarks)
tan abundantes como leptones-antileptones y fotones, pues la energía
permitía procesos de equilibrio “químico”y termodinámico del tipo:
e+ + e– ´ p + p
2g ´ p+p
Al disminuir energía, esos procesos sólo son posibles hacia la izquierda:
Aparición de nucleones libres en proporción reducida (exceso 10–9),
por aniquilación de antinucleones = Concluye la era hadrónica.
17
La mayor parte de los datos siguientes están tomados del “Álbum de fotos” de la conferencia
audiovisual de divulgación El “Big Bang”, preparada por el Dr. Josep Antoni Grífols,
catedrático en el Departamento de Física Teórica de la UAB. Le agradezco vivamente una copia
del CD-R que contiene toda una colección de tales conferencias.
18
El “tiempo de Planck” se define como la raíz cuadrada, de la constante gravitacional de
Newton puesta en unidades de tiempo al cuadrado, o sea:
t = 10–2 s
T ≈ 1011 ºK
Desacoplo de los neutrinos: permanecen con interacción muy débil.
Densidad: 4 · 109 g/cm3
t =1s
T ≈ 1010 ºK
Aparición de electrones libres en proporción reducida (exceso 10–9),
por aniquilación de los positrones: e + + e - Æ 2g .
Este exceso ha de ser idéntico al de los protones, para que el universo
sea eléctricamente neutro.
La “sopa cósmica”, de densidad 4 · 105 g/cm3, está ahora formada por
protones, neutrones, electrones y fotones.
t = 3 min
T ≈ 109 ºK
Formación de núcleos = Nucleosíntesis primordial: de D, He3, He4,
Li, por fusión de H, sin que los destruya la radiación.
Obtención de un 25% de He, en unos 13 min.
t = 3 · 105 años
T ≈ 104 ºK
Formación de átomos = “Recombinación” del hidrógeno atómico.
Universo eléctricamente neutro, “transparente”, de unos 107 años luz.
Era dominada por la materia (densidad de materia > de radiación),
en la que se acelera el ritmo de expansión (de Rµt1/2pasa a Rµt2/3).
Desacoplo de la radiación de fondo.
t = 109 años
T ≈ 102 ºC
Formación de protogalaxias, a partir de fluctuaciones de densidad.
Nubes de gas hidrógeno se condensan en estrellas (2.5 a 5 · 109 años),
que producen por fusión nuclear los elementos de la vida C, N, O, …,
y se forman sistemas planetarios como el nuestro (8 · 109 años).
16 El diálogo teología-ciencias hoy: II
22
Barrow & Tipler 1986, pp. 16-18 y 21-23.
23
Corrijo pequeñas erratas de la fórmula original, que omite el exponente del término c2 en el
segundo denominador, y escribe el último término ª 101 0 años. La corrección es coherente con
otra expresión de la misma fórmula, dada por el autor en la p. 246. Aquí indica la idea del
cálculo: Basta dividir la energía que posee la estrella al formarse, en forma de combustible de
fusión nuclear (básicamente hidrógeno fusionable en helio), por la energía producida mediante
esa fusión que logra salir anualmente de la superficie de la estrella en forma de radiación
(“luminosidad absoluta”). La vida media no depende de otros factores como el tamaño de la
estrella, y vale aproximadamente 1.5 · 108 años. El autor escribe de esa manera la expresión,
porque el primero de sus términos es el inverso de la constante gravitacional sin dimensiones
(que vale 1.1 · 103 9), y el segundo el inverso de la masa del protón en las “unidades naturales”
(en las que se toma h ≡ h/2p = c = 1; su expresión vale 1.4 · 10– 3 1 años).
5. El modelo cosmológico estándar 19
h2
t* ª = 149.000.000 años,
G c m N3
Bibliografía citada
ALLDAY, JONATHAN 1998: Quarks, Leptons, and the Big Bang, Institute of Physics Publishing,
Bristol/Philadelphia.
BALASHOV, Y.V. 1991: “Resource Letter Ap-1: The Anthropic Principle”, American Journal of
Physics 54, 1069-1076.
B ARROW, JOHN D. & F. J. TIPLER 1986: The Anthropic Cosmological Principle, Clarendon
Press, Oxford.
BARROW, JOHN D. 1997: The Origin of the Universe, Phœnix, Orion Books, London.
DONCEL, MANUEL G. 1995: “Cosmos, leyes, tiempo y Dios”, Saber Leer (enero 1995), 10-11.
––––!2000: “La frontera científica de la filosofía”. En: Ildefonso Murillo (ed.), Fronteras de
la Filosofía de cara al siglo XXI, Diálogo Filosófico, Madrid 2000, pp. 125-155.
––––!2002: “La revolución cuántica: nueva visión en física y en filosofía”. En: Carmen Mataix
y Andrés Rivadulla (eds), Física Cuántica y Realidad, Facultad de Filosofía, Universidad
Complutense, Madrid, pp.17-42.
E LLIS , GEORGE 1993: Before The Beginning: Cosmology Explained, Boyars/Bowerdean,
London, New York.
GRIBBIN, J. & M.J. REES 1991: Cosmic Coincidences, Black Swan, London.
HAWKING, STEPHEN W. 1988, Historia del tiempo, Editorial Crítica, Barcelona.
Mundo Científico 2001: Extra: El nacimiento del cosmos.
PADMANABHAN, T. 1998: After The First Three Minutes: The Story of our Universe, Cambridge
University Press.
RUSSELL, ROBERT J., NANCEY MURPHY & C.J. ISHAM (eds.) 1993: Quantum Cosmology and the
Laws of Nature: Scientific Perspectives on Divine Action, Vatican Observatory and
CTNS Berkeley.
W EINBERG, STEVEN 1977: The First Three Minutes: A Modern View of the Origin of the
Universe, Fontana/Collins, Glasgow.
DELSEMME, ARMAND 1994: Our Cosmic Origins: From the Big Bang to the emergence of life
and intelligence, Cambridge University Press.
REES, MARTIN 2000: Just Six Numbers, Basic Books, New York.
Capítulo 6
LA TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN BIOLÓGICA
Y SU EVIDENCIA BIOMOLECULAR
6.0 Introducción
La evolución biológica se ha ido implantando científicamente, a partir de la
obra de Charles Darwin, Sobre el origen de las especies mediante la selección
natural (1859). Comencemos recordando cómo definía Darwin mismo esta
selección natural, en paralelo con nuestra selección artificial:
Dado que se producen más individuos de los que pueden sobrevivir, tiene
que haber en cada caso una lucha por la existencia, ya sea de un individuo con otro
de su misma especie o con individuos de especies distintas, ya sea con las
condiciones físicas de la vida ···. Viendo que indudablemente se han presentado
variaciones útiles al hombre, ¿puede acaso dudarse de que de la misma manera
aparezcan otras que sean útiles a los organismos mismos, en su grande y compleja
batalla por la vida, en el transcurso de las generaciones? Si esto ocurre, ¿podemos
dudar –recordando que nacen muchos más individuos de los que acaso pueden
sobrevivir– que los individuos que tienen ventaja, por ligera que sea, sobre otros
tendrán más probabilidades de sobrevivir y reproducir su especie? Y al contrario,
podemos estar seguros de que toda variación perjudicial, por poco que lo sea, será
rigurosamente eliminada. Esta conservación de las diferencias favorables de los
individuos y la destrucción de las que son perjudiciales es lo que yo he llamado
selección natural.
1
Reproduciremos algunos fragmentos de DONCEL 2000b, que están fuertemente inspirados en el
excelente tercer volumen del diálogo teología-ciencias organizado por el CTNS y el VO, RUSSELL
et al. 1998, especialmente para la presentación científica en el artículo de Francisco Ayala
“The!Evolution of Life: An Overview”, ibídem, pp. 21-57. Como bibliografía complementaria
en castellano recomendamos vivamente AYALA 1994 y 1999.
22 El diálogo teología-ciencias hoy: II
6.12 Genética
Porque el segundo cuadro teórico, que entonces comienza a desarrollarse,
es el de la genética clásica, la que hoy denominamos “genética de poblaciones”.
El monje agustino Gregor J. Mendel (1822-1884), aplicando su riguroso método
científico a los cruces entre variedades de guisantes en el huerto de su monasterio
de Brünn (hoy Brno, en la República Checa), descubría sus leyes sobre los
caracteres dominantes y regresivos, por aquellos mismos años en que Darwin
escribía Sobre el origen de las especies. Las leyes de Mendel ponían de
manifiesto que la herencia biológica se realiza mediante “genes”, o factores
corpusculares que se heredan de cada uno de los progenitores, y que no se
mezclan o combinan entre sí, sino que se separan en el momento de constituirse
los espermatozoides o fecundarse los óvulos.
Pero estas ideas permanecieron desconocidas, para Darwin y para la
mayoría de los científicos, hasta el año 1900 en que fueron redescubiertas
simultáneamente por diversos biólogos del Continente. Los trabajos de estos
geneticistas, especialmente su estudio –aun matemático– de las mutaciones,
crearon al principio una cierta oposición a la concepción evolucionista de Darwin.
Pero pronto condujeron al establecimiento de la “teoría sintética de la
evolución”, que combina armoniosamente la idea de mutación genética
“mendeliana” con la de selección natural “darwiniana” (Theodosius Dobzhansky,
1937). A mitad de siglo esta “teoría moderna de la evolución” estaba
ampliamente difundida entre los biólogos.
6. La teoría de la evolución biológica 23
T = Timina
Enlace doble A = Adenina
(U = Uracilo)
··· La encíclica Humani Generis [Pío XII, 1950] consideraba la doctrina del
“evolucionismo” como una hipótesis seria, digna de una investigación y de una
reflexión profundas, del mismo modo que la hipótesis opuesta. ···
Hoy, casi medio siglo después de la aparición de la encíclica, nuevos
conocimientos llevan a reconocer en la teoría de la evolución más que una hipótesis.
Es en efecto notable que esta teoría se haya impuesto progresivamente a los espíritus
de los investigadores, como consecuencia de una serie de descubrimientos hechos
en diversos campos del saber. La convergencia, en modo alguno buscada o provo-
cada de los resultados de trabajos realizados independientemente unos de otros,
constituye por sí misma un argumento significativo a favor de esta teoría.
10
Ya desde los años sesenta se ha analizado esa proteína para una veintena de especies actuales,
y ese tipo de diferencias permite reconstruir un árbol geneológico que concuerda con el clásico.
Véase ibídem, p. 52, y también p. 35.
11
Ibídem, pp. 37s.
12
Ibídem, pp. 39ss.
28 El diálogo teología-ciencias hoy: II
ERAS GEOLÓGICAS
Millones de años
:
PRECÁMBRICO
4.600 Formación de la Tierra
???!! Síntesis de aminoácidos (descarga eléctrica en atmósfera reductora)
3.800 Bacterias “procariotas” (= sin núcleo celular ni reproducción sexual)
2.500 Cianobacterias con fotosíntesis y producción de oxígeno
1.400 Células “eucariotas” (= con núcleo celular)
700 Organismos pluricelulares: plantas y animales (anélidos, medusas)
PALEOZOICO
600 Grandes grupos de invertebrados
540 Animales con concha (trilobites, nautiloides)
500 Primeros vertebrados
490 Peces primitivos
440 Colonización de la Tierra por plantas e insectos
400 Diversificación de los peces
360 Origen de reptiles, abundancia de anfibios, selvas extensas
250 Radiación de los reptiles, muchos órdenes nuevos de insectos
MESOZOICO
210 Dominio de los dinosaurios
200 Primeros mamíferos
140 Extinción de los dinosaurios
CENOZOICO
65 Muchos órdenes de mamíferos y de plantas con flores
60 Primeros primates
30 Antropoides
6 Separación de los homínidos
5 Australopitécidos
2 Género homo
13
Se trata de una presentación divulgativa, inspirada en AYALA 1994 y 1999, en RUSE 1982, y
aun en el gráfico de cosmo-bio-evolución que acompaña de STEVEN WEINBERG “La vida en el
universo”, publicado en Investigación y Ciencia,diciembre 1994, pp. 6-11.
6. La teoría de la evolución biológica 29
15
Pensemos en los problemas del origen de la vida, y especialmente del origen de esos
lenguajes químicos universales en que se expresa el código genético de todos los organismos. Y
pensemos, por el otro extremo de la evolución, en el itinerario de la hominización. Si, por citar
un ejemplo que parece confirmar la genética molecular, el homo neanderthalensis convivió
largamente con los humanos modernos sin mezclarse genéticamente con ellos, ¿hemos de
suponer que constituye una especie humana distinta? ¿Constituiría un primer intento de
hominización, a la larga fracasado?
16
Notemos, por otra parte, que la la necesidad de explicar la perfección del efecto por la
perfección de la causa, es una convicción inspirada sin duda por la reproducción biológica, que
hoy entendemos por la simple replicación química del código genético, de padres a hijo.
17
Véase DONCEL 2000a, que es una mera recensión de RUSSELL et al. 1998, bajo esta misma
perspectiva tripartita.
18
RUSSELL et al. 1995, p. 140.
6. La teoría de la evolución biológica 31
Digamos que Dios no hizo el mundo, hizo algo mucho más bello, que bajo su
influjo el mundo se hiciese a sí mismo, a través de las leyes y el azar.
19
RUSSELL et al. 1998, p. 155.
20
Ibídem, p. 431.
21
Véase Thomas Tracy, ibídem, pp. 511-530.
32 El diálogo teología-ciencias hoy: II
22
Ibídem, p. 335.
23
Ibídem, p. 459.
24
Ibídem, p. 510.
6. La teoría de la evolución biológica 33
Bibliografía citada
AYALA, FRANCISCO 1994: La naturaleza inacabada, Salvat/Ciencia, Barcelona.
––––!1999: La teoría de la evolución, Temas de hoy, Madrid.
Doncel, MANUEL G. 1964: “Paul Overhage-Karl Rahner, Das Problem der Hominisation”,
Selecciones de Libros 2, 305-325.
––––!2000a: “Darwin, azar, dolor, cultura y Creador”, Saber Leer 131 (enero 2000), pp. 8-9.
––––!2000b: “La frontera científica de la filosofía”. En: Ildefonso Murillo (ed.), Fronteras de
la Filosofía de cara al siglo XXI, Diálogo Filosófico, Madrid, pp. 125-155.
J UAN P ABLO II 1996: “Aux Membres de l’Académie pontifical des Sciences réunis en
Assemblée plénière”, L’Osservatore Romano, 23 de octubre de1996.
RAHNER, KARL 1961: “Die Hominisation als theologische Frage”, en: PAUL OVERHAGE y KARL
R AHNER, Das Problem der Hominisation, Quaestiones Disputatae 12/13, Herder,
Freiburg, 13-90.
–––– 1979: Curso fundamental sobre la fe: Introducción al concepto de cristianismo, Herder,
Barcelona.
RUSSELL, ROBERT J., NANCEY MURPHY & ARTHUR R. PEACOCKE 1995: Chaos and Complexity:
Scientific Perspectives on Divine Action, Vatican Observatory and CTNS Berkeley.
––––, WILLIAM R. STOEGER & FRANCISCO J. AYALA 1998: Evolutionary and molecular Biology:
Scientific Perspectives on Divine Action, Vatican Observatory and CTNS Berkeley.
Capítulo 7
LOS MODELOS DE LA ACCIÓN DE DIOS EN EL MUNDO
7.0 Introducción
Las ideas cristianas de providencia, revelación e historia de salvación exigen
especiales acciones divinas sobre el mundo. El descubrimiento de las leyes
físicas parece limitar esas acciones divinas, que no parece deban estar violando
continuamente las leyes del dinamismo dado al mundo por el mismo Creador.
Por otra parte, no hemos de hacer a Dios causa del mal que vemos en el mundo.
Se comprende que el proyecto de diálogo del CTNS y el VO haya tomado este
tema de la “acción divina” como tema filosófico-teológico común a las diversas
perspectivas científicas.1
Históricamente, las leyes “clásicas” descubiertas en los siglos XVII a XIX
parecían deterministas, y condujeron a un exagerado determinismo mecanicista.
Esa concepción determinista fue destronada por la “mecánica cuántica nueva”
(Heisenberg 1927). Y el estudio del llamado “caos determinista” en los últimos
decenios ha demostrado que el determinismo clásico no era tan determinista
como se pensaba. Por otra parte, según hemos visto en los dos últimos capítulos,
el siglo XX nos ha legado una visión de “cosmo-bio-evolución” progresiva, que
plantea nuevas cuestiones sobre el tipo de acción divina responsable de esa
“creación continua”.
Presentaremos, brevemente, el proceso de la física hacia el determinismo, y
las concepciones cristianas deístas o cuasi-deístas a las que condujo (§7.1).
Divulgaremos luego algunas ideas básicas de la mecánica cuántica y del caos, para
mostrar la moderna imagen de universo abierto a la acción libre, divina y humana
(§7.2).2 Presentaremos diversos modelos de causalidad divina en el mundo que
actualmente se proponen, como los de la causalidad ascendente y descendente
(§7.3). En el contexto de la evolución progresiva, indicaremos la concepción de
K. Rahner sobre la causalidad auto-trascendente, y la de J. Moltmann
sobre el modelo trinitario de la acción divina (§7.4).3
Dada la temática trinitaria de Moltmann, y sobre todo la de los tres
capítulos siguientes, estrictamente teológicos, concluiremos este capítulo con un
breve epílogo sobre los orígenes de nuestra fe cristiana en el Dios trino y
uno (§7.5).
1
Véase el subtítulo común de RUSSELL et al. 1993, 1995, 1998, 1999 y 2001.
2
Los volúmenes de 2001 y 1995 que acabamos de citar están especialmente dedicados a estos
temas de la mecánica cuántica y del caos, respectivamente.
3
Para estas concepciones, véanse respectivamente: RAHNER 1961, condensado en DONCEL 1964,
y MOLTMANN 1985, cap. 4, §§4-5.
34 El diálogo teología-ciencias hoy: II
4
A. EINSTEIN, Autobiografía de 1949, p. 18-20. Para su contexto, marcado por la llamada
“peregrinación filosófica de Einstein” y por las manifestaciones de los tres físicos citados,
véase DONCEL 1981, p. 23.
7. Los modelos de la acción de Dios en el mundo 35
Una inteligencia que en un instante dado conociera todas las fuerzas que actúan
en la naturaleza, y la posición [y velocidad] de todas las cosas de las que consiste el
mundo –suponiendo que dicha inteligencia sea suficientemente vasta para someter a
análisis [todos] esos datos– abarcaría en la misma fórmula los movimientos de los
cuerpos más grandes del universo y los de los átomos más ligeros; nada sería
incierto para ella, y el futuro, como el pasado, estarían presentes a sus ojos.
Tal concepción excluye que Dios intervenga en el mundo, sin violar las
leyes que Él mismo le impuso (y convierte la “libertad humana” en pura ilusión).
Se comprende que tal concepción llevara al “deísmo”, a no admitir más acción
divina que la “creación inicial”. Ésta constituía la única providencia divina
posible: introducir determinadas leyes de la naturaleza y prever sabiamente que,
a través de la cadena de causas segundas se producirán los sucesos cósmicos e
históricos pretendidos. Todo contacto ulterior de Dios con las personas creadas
(revelación, oración…) carece de sentido dentro del deísmo.
Desde tales concepciones deístas o cuasi-deístas, hubieron de reflexionar los
pensadores cristianos del siglo XIX. El caso de Friedrich Schleiermacher
(1768-1834) resulta emblemático. Pastor protestante y profesor de Teología en
Halle y Berlín, publica sus ideas sobre el tema en su obra La fe cristiana (1821).6
Habla allí apropiadamente de creación y conservación, como “creación continua”
(dentro de la cual el concepto de “origen temporal” no tiene especial relevancia).
Pero para él esa creación divina y la causación natural son una misma cosa,
contemplada desde dos perspectivas distintas: la perspectiva horizontal de la
cadena de causas segundas y la vertical de la acción directa de Dios. Así, para él,
“Milagro es simplemente el término religioso de suceso”. Pues somos nosotros
que distinguimos algunos sucesos por su valor subjetivo, porque despiertan en
nosotros el conocimiento de una acción divina que en realidad está en todos ellos.
O bien se distinguen en el propósito divino, por su papel histórico-salvífico, como
los relativos a Jesús y su “conciencia completa y expedita” de Dios.
Esa concepción evita evidentemente todo posible conflicto entre la
experiencia científica determinista y la acción de Dios en el mundo. Pero, como
el deísmo, elimina también toda interacción entre Dios y las personas creadas:
para ellas Dios sólo desea lo que escribió, desde siempre, en la historia cósmica.
Pero hay más, al identificar la acción divina con la cadena de causas segundas
–“acciones libres” humanas incluidas–, Dios resulta ser el responsable de todo
el!mal existente en el mundo: tanto el mal físico (enfermedades, catástrofes…),
como sobre todo el mal moral (pecado). Lógicamente tal concepción lleva
incluso al “ocasionalismo”: Dios resulta ser la única causa de cuanto acontece, y
las llamadas “causas segundas” son en realidad meras “ocasiones”.
5
LAPLACE 1812, p. VI.
6
! Sobre la mentalidad cuasi-deísta de Schleiermacher, véase Thomas F. Tracy en: RUSSELL et al.
1995, pp. 295-301; especialmente p. 298.
36 El diálogo teología-ciencias hoy: II
Cada vez que, por ejemplo, contemplamos en una noche clara una diminuta
estrella, están entrando por nuestra pupila ciertos destellos de ondas luminosas,
cada uno de los cuales se transformará en un“fotón puntual”, al impactar nuestra
retina y fijar aleatoriamente una u otra de sus posiciones próximas más probables.
En la mecánica cuántica rige también el:
d. Principio de indeterminación de Heisenberg: En el mundo cuántico
es imposible medir al mismo tiempo “magnitudes conjugadas” (cuyo producto
tiene la dimensión de acción, como la posición q y el momento p de un electrón),
si no es con ciertas imprecisiones inevitables, cuyo producto ha de superar la
constante de acción de Planck h. Veamos cómo lo formula el propio Heisenberg,
relacionándolo con el más básico principio de cuantificación (escrito como
“relación de conmutación” entre las matrices q y p que representan las
magnitudes posición q y momento p):11
W ERNER HEIENBERG, sobre las relaciones de imprecisión (1927)
[p. 175]
Sea Dq la precisión con la que se conoce el valor q (Dq es por ejemplo el error
medio de q), es decir en nuestro caso la longitud de onda de la luz, y sea Dp la
precisión con la que puede determinarse el valor p, es decir en nuestro caso el
cambio caprichoso de p por efecto Compton; resulta entonces según formulas
elementales del efecto Compton, que Dp y Dq están en la relación
Dp · Dq ≥ h . (1)
Luego mostraremos que esta relación (1) está matemáticamente ligada de modo
directo con la relación de conmutación pq – qp = –ih/2π 1.
[p. 197]
Si se acepta que la interpretación de la mecánica cuántica que hemos intentado dar
aquí es correcta en sus puntos esenciales, séanos permitido entrar brevemente en sus
consecuencias de principio. No hemos supuesto que la teoría cuántica en oposición
a la clásica sea una teoría esencialmente estadística en el sentido de que a partir de
datos exactamente determinados sólo pueden deducirse conclusiones estadísticas…
Pero en la formulación afinada de la ley causal [determinista], “si conocemos con
precisión el presente, podemos calcular el futuro”, resulta falsa no la consecuencia
sino la premisa. No podemos, por principio, conocer el presente en todo detalle.
Por tanto toda percepción es una elección entre una multitud de posibilidades y una
limitación de la posibilidad futura. Puesto que el carácter estadístico de la teoría
cuántica está así íntimamente ligado a la imprecisión de toda percepción, podría
llegarse a sospechar que debajo del mundo estadístico que percibimos se esconde
aún un mundo verdadero, en el que la ley causal [determinista] es válida. Pero tales
especulaciones, lo subrayamos expresamente, nos parecen estériles y sin sentido.
La física debe describir formalmente las relaciones entre las percepciones. Más bien
la verdadera situación puede caracterizarse mucho mejor de este modo: puesto que
todas las experiencias están sometidas a las leyes de la mecánica cuántica, y por
tanto a la ecuación (1), la mecánica cuántica establece definitivamente la invalidez de
la ley causal [determinista].
Nótese cómo el último párrafo considera invalidada “la ley causal [determinista]”
11
HEISENBERG 1927, pp. 175 y 197. Actualizamos su terminología, llamando Dq, Dp, como es
hoy usual, los errores en las mediciones de q, p, que Heisenberg en este artículo llama q1 , p1 .
7. Los modelos de la acción de Dios en el mundo 39
19
Tales acciones pueden ser percibidas como divinas si se dan ciertos presupuestos religiosos,
pero es muy dudoso que puedan serlo sin ellos.
20
Sobre la opinión de Peacocke, véase RUSSELL et al. 1995, pp. 272-274, y 1999, pp. 220-236;
y sobre la de Ellis (en!su lucha contra el reductivismo físico), ibídem 2001, pp. 268-273.
21
La posibilidad de tal revelación es estudiada también por Peacocke y Ellis, en RUSSELL et al.
1999, pp. 240-245, y pp. 469-474 respectivamente. Véase la recensión: DONCEL 2001.
22
Robert Russell trata cómo la causalidad descendente divina sobre el indeterminismo cuántico
ha de respetar la humana, autoconsciente y libre: véase RUSSELL et al. 2001, pp. 317-318.
23
RUSSELL et al. 1993, pp. 445-446, §(1).
42 El diálogo teología-ciencias hoy: II
25
K. Rahner alude a un texto de la “Humani Generis” de 1950 (DENZINGER, 2327), nuevamente
recordado (RUSSELL et al. 1998, p. 6) y comentado (ibídem, p. 16, o COYNE 1998b, p. 159).
26
OVERHAGE & RAHNER 1961, §2.d).4 y §3.b), pp. 74-75 y 78-79 de la traducción castellana.
Condensación en DONCEL 1964, §3, pp. 322-323.
44 El diálogo teología-ciencias hoy: II
Este [modelo] nos permite hablar de “Dios y el mundo” de una triple manera:
Dios Padre crea mediante el Logos/Sabiduría en el poder del Espíritu Santo. Todas
las cosas existen “a partir de” Dios, “mediante” Dios y “en” Dios, y Dios no
sólo transciende el mundo, sino que es también inmanente a él. Mediante el Espíritu
creador divino (ruah), Dios es presente y activo en todas las creaturas (Sb 12,1),
entretejiendo los paradigmas de afinidad dentro de la comunidad de la creación.
«Al!trasfundir su energía a todas las cosas, e inspirar en ellas ser, vida y movimiento,
es en efecto totalmente divino» (Calvino, Institutiones, I, 13, 14). «El Espíritu Santo
es Vida dadora-de-vida, el Motor del universo y la Raíz de todo ser creado»
(Hildegard von Bingen).
Por “Espíritu cósmico” entendemos ese poder y espacio en el que campos de
energía y conglomerados de materia forman ellos mismos, las simetrías de la materia
y los ritmos de la vida, los sistemas abiertos en su complejidad creciente. Según
este modelo podemos decir que Dios actúa sobre el mundo, no tanto mediante
intervenciones o interacciones, cuanto mediante la presencia de Dios en todas las
cosas y su pericoresis con todas ellas. ···
No tanto las fórmulas trinitarias que aparecen aquí y allá en el Nuevo Testamento,
cuanto el testimonio continuo y uniforme de la Cruz, constituye el fundamento
escriturístico de la fe cristiana en el Dios tri-uno. Y la expresión más concisa de la
Trinidad es el hecho divino de la Cruz, en el que el Padre permite que el Hijo se
ofrezca mediante el Espíritu.
31
Citemos una, especialmente lograda, con la que Pablo se despide de la comunidad de Corinto:
«La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con
todos vosotros.»: 2Co 13,13. Pueden verse también: Rm 1,4 y 15,16.30; 1Co 2,10-16,
6,11.14-19 y 12,4-6; 2Co 1,21s; Ga 4,6; Flp 2,1; Ef 1,3-14, 2,18.22 y 4,4-6; Tt 3,5s;
Hb!9,14; 1Pe 1,2 y 3,18; 1Jn 4,2; Ap 1,4s y 22,1.
32
STEFFEN 1920, p. 152; citado en DABNEY 1997, p. 112.
7. Los modelos de la acción de Dios en el mundo 47
Bibliografía citada
COLL, JOSEP MARIA 1990: Filosofía de la relación interpersonal, PPU, Barcelona.
COYNE SJ, GEORGE V. 1998b: “Evolution and the Human Person: The Pope in Dialogue”, en:
PETERS, TED!1998, cap. 10, pp. 153-161.
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la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona 45 (1981), pp. 197-223.
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S TEFFEN, B. 1920: Das Dogma von Kreuz. Beitrag zu einer ataurozentrischen Theologie,
Bertelsmann, Gütersloh.
Capítulo 8
LA KÉNOSIS DEL CREADOR
8.0 Introducción
Entre las ideas teológicas que destacan en el moderno diálogo teología-
ciencias, comenzamos por tratar esta de la “kénosis” o “auto-repliegue”
amoroso del Creador en favor de las creaturas. Siendo relativamente reciente
en la teología cristiana, nos aporta una nueva imagen de Dios y de su relación
con la creación, a la vez bíblica y existencialmente profunda.1
Partiremos del fundamento bíblico del término “kénosis” en Flp 2,6-11,
tradicionalmente atribuido a la Encarnación de Cristo y veremos cómo, bajo la
inspiración de la idea judía del “tsimtsum”, este concepto se aplica actualmente
en la teología cristiana a la Creación y aun a la vida intra-trinitaria de Dios (§8.2).
Analizaremos luego cuatro elementos que suelen distinguirse en esa kénosis,
relacionándolos con nuestro espacio y tiempo (Dios omnipresente y “temporal”),
y con nuestra libertad humana y la autonomía de los procesos del universo
(Dios!tolerando el pecado y el mal físico) (§8.3). Presentaremos por fin el
carácter interino de esa kénosis, que ha de concluir en el momento escatológico
con el “auto-despliegue” epifánico de Dios en una “nueva creación”, en la que
ya no habrá mal, ni regirán las leyes de nuestra naturaleza (§8.4).
Pero, conscientes de que este nuevo concepto teológico de la kénosis divina
modifica nuestra tradicional concepción filosófica sobre Dios y su relación con
la creación, antepondremos una breve síntesis de esa concepción tradicional, y de
las dificultades que hoy sugiere (§8.1).
1
El tema de la kénosis de Dios es seriamente introducido por Hans Urs von Balthasar en su
Mysterium Paschale, especialmente en su sección “La ‘kénosis’ y la nueva imagen de Dios”,
(BALTHASAR 1969, §1.4; trad. castellana de 1971, pp. 153-163); en ella presenta la tradición
histórica del tema, y bibliografía entonces reciente sobre sus aspectos bíblicos y dogmáticos.
Decisivo para su aceptación en la teología cristiana ha sido el libro de la antigua trilogía de
Jürgen Moltmann, El Dios crucificado; especialmente su capítulo “El ‘Dios crucificado’!”
desarrolla el tema en toda su dureza teológica y metafísica (MOLTMANN 1972, cap. 6; trad.
castellana de 1975, pp. 275-399). Esta obra ocasionó una interesante discusión (WELKER 1979).
En su ulterior pentalogía Moltmann trata ocasionalmente el tema, en relación a los momentos
primordial o escatológico del mundo (MOLTMANN 1980, “La autolimitación de Dios”, trad. cast.
pp. 124-128; 1985, “Creación de la nada”, trad. cast. pp. 100-107; 1989, “El instante original
y el instante escatológico”, trad. cast. pp. 441-443; 1991, “La visión del mundo en Dios”, trad.
cast. pp 231-233; 1995, “La consumación del tiempo”, trad. inglesa pp.!292-295).
En el reciente diálogo teología-ciencias, el tema aflora continuamente, y ha sido tratado
especialmente en relación a la visión evolutiva (PEACOCKE 1993), al problema del mal físico
(POLKINGHORNE 1996) y al carácter moral del universo (MURPHY & ELLIS 1997). Una sugestiva
colección de once trabajos sobre “La creación como kénosis” es POLKINGHORNE (ed.) 2001.
48 El diálogo teología-ciencias hoy: II
Son hoy muchos los teólogos que insisten en que la metáfora básica para
hablar de Dios no puede seguir siendo la del actus purus, sino la propia del Dios
tri-uno, “personas-en-comunión”. Y ven a esas personas en relación real con
nuestro mundo. El teólogo católico australiano Denis Edwards defiende con
firmeza esas ideas al desarrollar temas esenciales de la kénosis del Creador:5
DENIS EDWARDS, “La interacción de la Trinidad con las creaturas” (1995)
Y, puesto que la metáfora básica del Dios trinitario –que estoy defendiendo–
no!es la del actus purus, sino la de personas-en-comunión, esta concepción de Dios
elimina la fuerza del argumento teológico de que el que es acto puro no puede sufrir.
El Dios trinitario es entendido ahora como aquel en que existen auto-posesión y
auto-donación, libertad y vulnerabilidad, de un modo que supera toda comprensión.
Esto sugiere, en contraposición a lo que dice el Aquinate, que se debe entender a
Dios como quien tiene una relación real con el mundo ··· En la metafísica relacional
utilizada aquí, creo que es posible y es esencial afirmar ambas cosas: (1) que la
creación es un acto libre del amor de Dios, y (2) que, a través de ese amor libremente
elegido, Dios entra en una relación real con la creación, lo cual significa que Dios
acepta libremente la limitación y vulnerabilidad de tal relación (Flp. 2,6-11).
5
RUSSELL et al. 1995, pp. 165-166; el título íntegro del párrafo es: «1.5 La interacción de la
Trinidad con las creaturas está caracterizada por la vulnerabilidad y el poder liberador del amor
que respeta la libertad humana y los procesos naturales».
6
Cf. Prima, q. 45, a. 6.
7
Ibídem, pp. 163-164. Edwards estudia esas tradiciones trinitarias, ibídem, pp. 158-163.
8
Edwards refiere aquí a diversos trabajos del “nuevo trinitarismo”, comenzando por el de KARL
RAHNER 1960. En él se introduce la hoy famosa “regla de Rahner”: «La Trinidad económica
[la de la historia salvífica] es la Trinidad inmanente, y recíprocamente» (parte III, p117 de trad.).
50 El diálogo teología-ciencias hoy: II
Así que, inspirados por esa tradición de San Buenaventura, atribuiremos papeles
propios a cada una de las personas divinas, dentro de esa acción creadora común.
Edwards expone a continuación hasta tres razones para apoyar esa atribución:
(1) esos distintivos de las tres personas son precisamente los que intervienen en la
acción creativa, (2) los textos bíblicos subrayan la creación en y mediante Cristo
–Logos/Sabiduría encarnada– y sugieren una implicación propia del Espíritu, y
(3) la íntima conexión teológica entre creación y redención extiende a aquella las
misiones propias del Logos y el Espíritu en la historia de ésta.9
Desde esta perspectiva de vida divina interpersonal interna y aun externa,
que habremos de concebir como rebosante de dinamismo y realización mutua,
nos resulta hoy muy difícil imaginar un Dios “inmutable” e “impasible”.
Evidentemente excluimos toda mutación y pasión impuesta por las creaturas,
la!cual le haría dependiente de ellas. Pero nos parece concebible que Dios
libérrimamente quiera interesarse por, y abrirse a, las realidades, acontecimientos
y decisiones de sus creaturas, aunque resulten vulnerativos de su realidad divina.
Máxime cuando la Biblia y la liturgia nos exhortan a invocar la “compasión” de
un «Dios clemente y compasivo, tardo a la cólera y lleno de amor» (Sal 86,15;
103,8; 145,8). No nos resulta fácil compaginar impasibilidad con “compasión”;
ni inmutabilidad con esa “clemencia”, que exige otra decisión tras la de la justicia,
y lleva a Dios a «disimular los pecados de los hombres para que se conviertan»
(Sb 11,23). Es la historia repetida, en que Dios “se arrepiente” y suprime el
castigo que “había decidido” imponer (Jr 26,3; en particular a los adoradores del
becerro Ex 33,12-17, a los ninivitas Jon 3,10).
Yo creo que, desde esta perspectiva del Dios interpersonal, hemos de
reinterpretar su inmutabilidad como “fidelidad”. Así es como se revela el
«Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad»
(Ex!34,5-6). Fidelidad para consigo mismo, su promesa, su llamada, su gracia.
No se trata de una simple virtud ética, sino de algo que constituye su esencia.
Como Juan parece definir que “Dios es amor” (1Jn 1,5),10 Pablo insiste en que
“Dios es fiel” (“pistós”: 1Co 1,9 y 10,13; 1Ts 5,24; cf. Rm 11,29 y 2Co 1,18).
Y un breve himno paulino nos asegura que Cristo siempre «permanece fiel, pues
no puede negarse a sí mismo» (2Tm 2,13; cf. Hb 2,17 y 3,2). Como pálido
reflejo de esa fidelidad, el Creador nos ha dado las leyes que rigen su creación.11
9
El reciente CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA dedica un apartado a “La creación obra de la
Santísima Trinidad”, que concluye con este: «§292 La acción creadora del Hijo y del Espíritu,
insinuada en el Antiguo Testamento (cf. Sal 33,6; 104,30; Gn 1,2-3), revelada en la Nueva
Alianza, inseparablemente una con la del Padre, es claramente afirmada por la regla de fe de la
Iglesia: “Sólo existe un Dios…: es el Padre, es Dios, es el Creador, es el Autor, es el
Ordenador. Ha hecho todas las cosas por sí mismo, es decir, por su Verbo y por su Sabiduría”
(S. Ireneo, Haer. 2,30,9), “por el Hijo y el Espíritu”, que son como “sus dos manos” (ibídem
4,20,1). La creación es la obra común de la Santísima Trinidad.»
10
El CATECISMO ve esa “fidelidad” incluida en el significado de “Yahvéh”, el nombre de Dios:
«§211 El nombre divino “Yo soy” o “Él es” [= “Yahvéh”] expresa la fidelidad de Dios…»
«§214 Dios, “El que es”, se reveló a Israel como el que es “rico en amor y fidelidad”
(Ex!34,6). Estos dos términos expresan de forma condensada las riquezas del nombre divino.
En todas sus obras Dios muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su amor; pero también
su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su verdad.»
11
El CATECISMO ve también esa fidelidad como garantía de las leyes de la creación (§346).
8. La kénosis del Creador 51
Tales ideas de la tradición judía son hoy patrimonio común entre los
teólogos cristianos. Jürgen Moltmann las presenta ampliamente en su tratado
Dios en la creación, aludiendo repetidamente al anterior texto de Scholem. Pero
Moltmann las presenta allí en su contexto cristiano y trinitario, a partir de la
contraposición entre la acción creadora de Dios “ad extra” (“hacia fuera”) y sus
acciones intratrinitarias (“ad intra”, “hacia dentro”):16
14
SCHOLEM 1954, con traducción castellana de 1996, “Séptima conferencia: Yitshac Luria y su
escuela”, pp. 269-311.
15
SCHOLEM 1956, pp. 115-116, o en la traducción castellana de 1998, pp. 71-72; nos hemos
permitido modificar una frase, según el original.
16
MOLTMANN 1985, pp. 100-102 de la traducción castellana, en la que hacemos algún retoque
(entre otras cosas para acordarla con la traducción citada de Scholem). Ya en su obra anterior
Trinidad y Reino de Dios, había hecho una exposición más breve del tsimtsum, en el contexto de
“La autolimitación de Dios”, MOLTMANN 1980, pp. 124-127 de la traducción castellana.
8. La kénosis del Creador 53
Moltmann continúa ahí con interesantes reflexiones sobre “la nada” como no ser
de la creatura, de la creación y aun del Creador, y sobre la raíz de ese
anonadamiento de Dios, que encuentra en el “amor creador” de Dios y
relaciona con el himno a los filipenses. 17
En el diálogo con los científicos, Moltmann introdujo con una gran
concisión estas ideas en el contexto de los “modelos de la relación Dios-mundo”
(§7.4). A propósito de la Creación y de la Encarnación alude a la auto-limitación
del “tsimtsum”, para explicar que «el Dios eterno y omnipresente se auto-limita
de forma que Dios pueda inhabitar la creación temporal y finita, e impulsarla
desde dentro sin destruirla,··· hacia su eternalización y divinización».18
17
!Sobre los diferentes niveles de kénosis del Creador, véase, CRONIN 1992. Sobre la teología del
Dios vulnerable, véase PLACHER 1994.
18
RUSSELL et al. 1995, pp.206s, §1.5.
54 El diálogo teología-ciencias hoy: II
Pero, por supuesto, Lucas también subraya que, habiendo sido cocreado con el
mundo, «el tiempo depende de Dios, y no Dios del tiempo».24
En su artículo “La Trinidad en y más allá del tiempo”, Ted Peters, teólogo
luterano del CTNS, busca las raíces teológicas de esta temporalidad. Hace ver
que “la eterna Trinidad inmanente incluye ya relacionalidad y dinamismo”. Pero
subraya que es en su manifestación histórica, en la llamada “Trinidad salvífico-
económica” –es decir, en la encarnación del Logos en Jesucristo, y en la efusión
del Espíritu sobre la humanidad y sobre el mundo– donde hemos de buscar la
19
Como indicamos en el §2.1, esto contradice el concepto newtoniano de “espacio absoluto”
que Clarke supone necesario para que Dios pueda ser omnipresente. Ver allí el tema (C2), en la
p. 36, y en su nota 22 (desde el tercero al quinto asaltos).
20
En el próximo capítulo, §9.4, veremos el significado profundo de este respeto.
21
Así Gustave Martelet S.J., comunicación privada.
22
RUSSELL et al. 1993, p.185.
23
Ibídem, p. 236.
24
Ibídem, pp. 236s.
8. La kénosis del Creador 55
25
Ibídem, pp. 263-264. Este argumento encarnatorio de la temporalidad divina es discutible:
No es Dios mismo sino su humanidad que es “un ser físico entre otros”, y hemos de mantener
el “inconfuse” calcedoniano , no sólo el “indivise” (Josep Vives S.J., comentario privado).
26
RUSSELL et al. 1995, p. 254. Digamos, por presentarlo en concreto, que Dios necesita del
“fiat” de María, como respuesta de la humanidad a su plan salvador.
27
RUSSELL et al. 1995, p. 165. HANS U RS VON BALTHASAR subraya el auto-vaciamiento como
propio del Dios trinitario (el Padre cede espacio óntico al Hijo, en su relación amorosa con Él).
Pero evidentemente, ese vaciamiento no tiene el carácter “vulnerativo” (“hiriente”) que tiene la
relación con las creaturas en su indigencia (limitación física y moral).
56 El diálogo teología-ciencias hoy: II
Otro elemento de la kénosis se relaciona con el respeto divino para con los
procesos autónomos de nuestro universo infrapersonal. John Polkinghorne,
poniendo en paralelo las voluntades libres, y los procesos autónomos, ha
expresado con fuerza esa auto-limitación de Dios, al otorgar autonomía al
conjunto del universo, para que éste pueda “realizarse él mismo”:28
JOHN POLKINGHORNE, “Acción divina” (1993)
Es una gran intuición de la teología el que, en el acto de la creación, se otorga
libertad [“freedom”] a la totalidad del cosmos para ser y para realizarse él mismo.
He tomado eso como base para una defensa del proceso-libre [“free-process”] en
relación al mal físico, en paralelo con la defensa de la voluntad-libre [“free-will”] en
relación al mal moral. Dios no quiere ni el acto de un criminal ni la incidencia de un
cáncer, pero permite que ambos ocurran en un mundo al que Dios ha dotado de la
capacidad de ser él mismo.
Este elemento de la kénosis consiste, pues, en permitir el mal físico por respeto al
orden mundano, a las leyes que Él mismo le dio –diseñadas por su Logos, y
necesarias para el desarrollo personal, responsable (§9.3 y §9.4, condición A)–.
Como ya indiqué en la cuestión filosófica sobre la evolución darwiniana
y el dolor (§6.4), su respuesta más radical ha de ser teológica. Ella nos obliga a
profesar que Dios sufre con el dolor de la creación. John Haught, teólogo de
Georgetown (Washington), desarrolla esta idea en su amplio contexto:29
JOHN F. HAUGHT, “El regalo de Darwin a la teología” (1998)
La angustia moderna de la muerte de Dios, la enorme escala de sufrimiento y
dolor en nuestro siglo y la destrucción tan difundida de los bio-sistemas de la tierra
··· han forzado a la teología a poner ante nuestros ojos, con una intensidad sin
precedentes, la imagen de Dios como amor “que se auto-vacía”, o kenótico. ··· Las
explicaciones científicas recientes sobre la naturaleza de la evolución nos animan
ahora a enfocar aún más nítidamente esa imagen de Dios. Es en ese sentido que la
evolución puede resultar no tanto un peligro cuanto un regalo a la teología.
En el centro mismo de la fe cristiana se asienta una confianza de que, en la pasión
y crucifixión de Jesús somos obsequiados con el misterio de un Dios vulnerable,
que derrama su mismidad divina sobre el mundo, en un acto de completo abandono.
Esta imagen ha llevado incluso a algunos teólogos a hablar provocativamente de la
“impotencia” de Dios. ··· Edward Schillebeeckx, en cambio, ha propuesto que no
hablemos de debilidad o impotencia divinas, sino más bien de la “indefensión” o
“vulnerabilidad” de Dios. ··· [Pues Dios] se muestra como poder de amor ···
¿En qué contribuye esta imagen del Dios humilde a nuestro conocimiento de la
evolución? ··· Los caminos de la naturaleza cobran una importancia característica
nueva, cuando los miramos a la luz de la indefensión de Dios. ··· Una teología de la
evolución ha de considerar como central la idea de un Dios que se auto-vacía, y que
se opone al tipo dominante de poder, proyectado con frecuencia por la religión sobre
lo divino. El mismo auto-repliegue amoroso de Dios que en la presentación de
Moltmann hace posible la creación inicial (creatio originalis) permite también la
creación continuada (creatio continua) del mundo a través de la evolución.
28
RUSSELL et al. 1993, pp.445-446, §5(1). Como puede verse en el texto, Polkinghorne habla de
voluntades libres y procesos “libres”. Yo creo más didáctico conservar el sentido auténtico,
personal, de “libertad”, y hablar de procesos “autónomos”.
29
RUSSELL et al. 1998, pp. 396-398.
8. La kénosis del Creador 57
30
Del griego “éschatos”, que significa “definitivo, final”.
31
En esta frase bíblica podemos ver la definición del correcto “pan-en-teísmo” escatológico
(presencia epifánica de Dios en todos los aspectos de todas las creaturas). Éste no debe de
confundirse con el “pan-teísmo” (todas las cosas son Dios, no hay transcendencia de Dios
sobre las creaturas), por más que algunos textos de la liturgia oriental de la Pascua hablen de
“divinización” de las creaturas. Ver también Col 3,11, donde la frase se aplica a Cristo.
32
J. MOLTMANN, Der kommende Got, 1995, p. 323; trad. inglesa: The Coming of God, 1996,
p. 294, §3. Este “auto-despliegue” está ya indicado en MOLTMANN 1989, cap. 7, §3.2; pero en
su traducción castellana, El camino de Jesucristo, pp. 441-443, no es fácil verlo.
58 El diálogo teología-ciencias hoy: II
Ese paso escatológico del mundo viejo al nuevo es llamado por Pablo
creación nueva (2Co 5,17; cf. Ga 6,15). Supone una ruptura (“creación”), pero
permanece una profunda relación con la creación antigua, relación sobre todo de
carácter vital, personal e interpersonal.
A mi me gusta subrayar que en esa creación nueva tampoco hemos de
buscar nuestras leyes de la naturaleza. Porque ellas son también interinas,
diseñadas para la constitución y conservación de este mundo. Y del mismo modo
que no podían estar vigentes “antes” del momento primordial o, en lenguaje
científico, “antes” del big-bang –cuando no existían ni espacio, ni tiempo,
ni!materia-energía, ni nada–, tampoco lo podrán estar “después” del momento
33
Denis Edwards, sin usar esta misma terminología e inspirándose directamente en Karl Rahner,
intenta describir, analógicamente mediante experiencias humanas concretas, ese “tiempo” de la
“vida eterna”, que subsume nuestro tiempo actual en su realidad final y definitiva. Y concluye:
«Para Rahner, eternidad no es un modo de tiempo infinitamente largo, sino el modo de la
libertad espiritual que ha sido ejercida en el tiempo, y se ha hecho definitiva en la muerte.»
EDWARDS 1991, pp. 91s.
34
Ausencia del sol y la luna que marquen el día y la noche, y presencia solamente de la claridad
de Dios que reina “por siempre jamás” (Ap 22,5); siendo Él “Alfa y Omega, principio y fin”
(Ap 21,6 y 22,13).
35
A este tema del cielo nuevo y la tierra nueva volveremos en el §10.3, p. 84. Allí presentaremos
los precedentes que tiene en el tercer Isaías que aquí se citan en cursiva. Y, en el contexto de la
acción restauradora del Espíritu Santo, estudiaremos también allí el carácter interpersonal y el
carácter cósmico de esa creación nueva .
8. La kénosis del Creador 59
··· Hemos de dirigirnos sólo a Dios como base de nuestra esperanza final, de
forma que el destino nuestro y de nuestro universo espera un acto transformador de
la redención divina. En el pensamiento cristiano, esto se expresa en términos de una
creación nueva (2Co 5,17), un cielo nuevo y una tierra nueva (Ap 21,1-4).
La!resurrección de Cristo dentro de la historia es entendida entonces como la
anticipación de este gran suceso que se sitúa más allá de la historia, como la semilla
a partir de la cual la consumación escatológica florecerá eventualmente para todos
(1Co 15,20-28). ···
··· La nueva creación no es una segunda tentativa hecha por Dios de lo que ya
había intentado en la creación. Es un tipo de acción totalmente distinta, y la
diferencia puede resumirse diciendo que, la primera creación fue ex nihilo [a partir
de la nada], mientras que la creación nueva será ex vétere [a partir de la (creación)
antigua]. En otras palabras, la creación antigua es la acción divina de traer a la
existencia un universo libre de existir “por sí mismo”, en el espacio ontológico que
le proporciona el acto kenótico de Dios que consiste en permitir la existencia de algo
totalmente distinto de sí; la creación nueva es la redención divina de la antigua. ···
Como dice Gabriel Daly, ··· “La creación nueva es lo que el Espíritu de Dios hace
con la creación primera”.
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Capítulo 9
EL LOGOS COMO DISEÑO
9.0 Introducción
Este segundo tema teológico versará sobre “el Logos” (“la Palabra”,
dicho en griego; en latín “el Verbo”), la segunda persona divina de la Trinidad.
Los cristianos solemos denominarla “el Hijo”, y profesamos que se encarnó
como Jesús de Nazaret, el “Cristo” (“Ungido” dicho en griego; en hebreo
“Mesías”). Introducido por Moltmann dentro de su “modelo trinitario” de la
acción divina (§7.4) como “Palabra/Sabiduría”, aparece continuamente en el
actual diálogo teología-ciencias. Le presentamos “como Diseño”, pretendiendo
evocar con ello una visión moderna, tanto de la ciencia cosmológica como de la
teología cristológica.
Comenzaremos por presentar el Logos divino como pre-existente y
encarnado, tal como lo presenta el prólogo del cuarto evangelio; y para indagar
su significado, compararemos éste con ciertos textos de Qumram que subrayan
su carácter de “diseño/designio” de la creación (§9.1).1 Como base bíblica de
interpretación del Logos, presentaremos “la Sabiduría” divina personificada;
y para contactar con la realidad de Jesús, perfectamente humana, presentaremos
la idea paulina del “Adán definitivo”, que realiza plenamente el diseño divino
(§9.2). Expondremos especialmente la realización de este diseño a nivel cósmico,
partiendo de textos paulinos, pasando por las visiones de Teilhard y las
reflexiones de Rahner, hasta proponer algunas sugerencias del diálogo actual
(§9.3).2
Presentaremos, por fin, las ideas centrales de lo que George Ellis llama el
“Principio Antrópico Cristiano”, que revitaliza en lenguaje científico moderno
(según capítulos 5 y 6) el tema teológico clásico del amor de Dios al hombre,
como raíz última de su diseño creador (§9.4).
1
La primera sección retoma una comunicación mía reciente, publicada en inglés (DONCEL 2002).
En el original no aparece un problema asociado a la vaguedad del término inglés “design”,
central en el tema. Procedente del latin (“de-signare”, que ha dado la corruptela italiana
“disegnare”), el término inglés (en su dualidad escritura-pronunciación) unifica dos acepciones
que en español expresamos “diseño/designio”, o en francés “dessin/dessein” respectivamente.
El primer término expresa un proyecto mental y aun su plasmación gráfica, mientras que el
segundo atiende a la decisión voluntaria de realizar tal proyecto o propósito. Desde el título,
daremos preferencia en este capítulo al primero de los términos, por parecernos más radical.
2
Como representantes del diálogo actual acudiremos al teólogo Denis Edwards, gran admirador
de Teilhard y conocedor de K. Rahner (EDWARDS 1991, 1995 y 1999), y al biólogo y teólogo
Arthur Peacocke en su obra básica (PEACOCKE 1993)
62 El diálogo teología-ciencias hoy: II
3
Nos referimos al evangelio de Juan (que nos transmite, hacia finales del siglo primero, la fe de
“la comunidad de Juan”, situada quizás en Éfeso o en Alejandría), y también a la primera de las
cartas atribuidas a Juan (1 Jn 1,1-2, donde “el Logos” se presenta en relación con “el Padre”)
y al Apocalipsis (Ap 19,13, nombre del jinete que representa a Cristo).
4
Utilizamos la división primitiva entre los versos 3 y 4. Véase, por ejemplo, POTTERIE 1955.
Para destacar el himno primitivo, suprimimos los textos sobre Juan Bautista, versos 6-9 y 15, y
también los versos 13 y 18, que parecen añadidos al himno.
9. El Logos como diseño 63
Resulta sorprendente esta sustitución de “el Logos” por “el Diseño de Dios”.
El término hebreo que traducimos aquí por “diseño” (“Machascháb”)
aparece en 36 versos de textos de Qumram, y en 52 del Antiguo Testamento.
En la traducción griega de la Biblia llamada “de los Setenta”, aparece traducido
por quince palabras griegas distintas, pero sobre todo por la palabra “logismós”
(o “dialogismós”), que suele significar “pensamiento”. Esa palabra hebrea tiene
muchas veces un significado claro de “diseño”, incluyendo el “diseño técnico”.
En esa traducción griega presenta una conexión estrecha con el término griego
“bulé” (“designio”), y una menos estrecha con los términos “lógos” y “sophía”
(“sabiduría”).6 Textos en que significa “diseño, plan” son: Sal 33,11, Sal 40,6,
Sal 92,6, Is 55,8s, Jr 29,11 (dos veces), Jr 51,29, y Mi 4,12.
En 1958, el teólogo australiano T. Evan Pollard despertó el interés de ese
paralelismo Logos/diseño. De hecho, estaba preocupado con otro problema
exegético, el significado del verbo “se hizo” (en griego “egéneto”) en Jn 1,3 que,
para él, no es cosmológico-creativo (“venir a la existencia”), sino simplemente
providente-histórico (“llegar a pasar”, “ocurrir”).7
En 1964, el profesor de Lyon-Fourvière Paul Lamarche S.J., escribió un
buen artículo sobre este tema. En él matiza lo del significado “no cosmológico”
del verbo “egéneto”, probando que en general éste incluye ambas acciones, la
creativa y la providente, especialmente en relación con el plan salvífico de Dios.
Y sobre todo, a través del paralelismo con “Machaschab”, encuentra en el
término “Logos” un significado más originario que la “palabra de Dios” con
5
1 QS 11,11
6
El significado del diseño técnico puede ser arquitectónico (Ex 31,4 y 35,32), textil (Ex 35,35) o
mecánico (2Cro 26.15). “Machaschab” es traducido por “bulé” en: Jb 5,12, Is 55,7 y 55,8
(dos veces), y Jr 49,20. Pero, aun cuando es traducido por “logismós”, la mayor parte de las
veces está en paralelo con la palabra hebrea “Etsah”, que es traducida sistemáticamente por
“bulé”: Sal 33,10.11, Pr 15,22, 19,21 y 20,18, Jr 18,18, 49,20.30 y 50,45, y Mi 4,12. Un!par de
veces aparece en paralelo con el término hebreo “Dabar”, “palabra” (en griego “lógos” o
“réma”): Jr 6,19 y Ez 38,10. Sólo una vez es traducido por “sophía”, con un significado
técnico: Ex 35,33.
7
POLLARD 1958, pp. 151s.
64 El diálogo teología-ciencias hoy: II
que se revela o incluso con que crea: su “Palabra interior” o “Diseño salvífico”,
que concebimos como “anterior” a la creación. Este significado de “Logos”
está incluido en el término hebreo “Palabra” de Dios (hebreo, “Dabar”), y
está!íntimamente relacionado con la “Sabiduría” de Dios (hebreo “Chocmah”,
griego “sophía”). Corresponde con precisión al término paulino “Mysterion”,
«el Misterio escondido desde siglos y generaciones, y manifestado ahora…»
en!Jesucristo (Col 1,26).8 Pero leamos sus propias palabras: 9
PAUL LAMARCHE, “El Prólogo de Juan: el Logos” (1964)
Como concluye, pues, Lamarche, «la Palabra de Dios, antes de ser revelación del
misterio, era efectivamente Palabra interna, Misterio escondido, diseño de Dios.»
Y el reciente especialista John Ashton confirma esa posición de Lamarche.10
8
Este “mysterion” está allí relacionado con “el logos de Dios”, y con el papel de Jesucristo en
la creación (Col 1,15-17, véase en §9.3). Y en otro pasaje paulino (Ef 1,9) está relacionado con
“el benévolo designio [de Dios Padre] que en él [en Jesucristo] se propuso de antemano”.
9
LAMARCHE 1964, p. 527.
10
ASHTON 1986, en su artículo “La transformación de la Sabiduría: Un estudio del prólogo del
Evangelio de Juan”, especialmente en pp.!22-23 de la reedición en ASHTON 1994.
9. El Logos como diseño 65
17
En tres de esas bendiciones se menciona explícitamente el “designio-diseño” de su voluntad:
en B y D como “eudokía”, en E como “bulé” .
68 El diálogo teología-ciencias hoy: II
25
RAHNER 1970, pp. 238s. La obra filosófica de Teilhard se publicó tras su muerte (1955).
Karl Rahner conoció El Fenómeno humano en la conferencia inaugural del curso 1960-61,
pronunciada por el profesor de filosofía Dr. Pohl. Y presentó RAHNER 1962 como ponencia a un
congreso de teólogos y científicos de la Paulusgesellschaft (Chiemsee 1962).
26
EDWARDS 1991, p. 75; los caps. 5, 7 y 8 están vivamente inspirados en ideas rahnerianas.
9. El Logos como diseño 71
Veamos cómo Peacocke en su gran texto Teología para una era científica
presenta a Jesucristo como la figura central del proceso evolutivo, en quien
convergen la revelación divina y el sentido último de la creación en todos sus
niveles, humanos y cósmicos:27
ARTHUR PEACOCKE, “El sentido divino del ser humano creado” (1993)
27
PEACOCKE 1993, p. 313s. En realidad, toda la parte III de la obra, sobre “El ser y el devenir
humanos”, desarrolla el tema de la revelación de Dios en Cristo.
72 El diálogo teología-ciencias hoy: II
Ellis elabora incluso estas ideas en relación con las afirmaciones centrales
del prólogo del evangelio de Juan, que interpreta, inspirado por William Temple.
Así, comenta, por ejemplo:30
«1En el principio existía el Logos», es decir, a la raíz del universo estaba el
Principio racional que da sentido a cada cosa (relacionado con el punto A).
«3-4Cuanto se hizo en Él, era vida», es decir, la creación debía tener, como
producto, la vida (¡aquí lee Ellis su principio antrópico!, llamémosle P).
«5y la luz brilla en las tinieblas», lo que se relaciona con la revelación y el
problema de la libertad y el mal moral (puntos E, B, B’).
Yo añadiría una sexta condición sobrenatural, que Ellis no trata, quizás por
no pensar en la creación nueva, escatológica. Pero la creo capital para la segunda
mitad del prólogo (en relación a la “gracia” y “la gracia y la verdad”):
F posibilidad de “filiación divina” (“tecnagénesis”, v. 12) que debe distinguirse
del simple dar vida natural, y supone un complemento escatológico del CAP.
Inspirado por esos textos, y por la equivalencia Logos/Diseño, me atrevería
entonces a hacer la siguiente “lectura ellisiana” de los versos centrales del
Prólogo de Juan que transcribíamos al comienzo del capítulo:
Lectura ellisiana del Prólogo de Juan
1
A la raíz de todo estaba el Diseño. (A)31
3
Todas las cosas fueron hechas según Él. (C)32
4
Lo que se pretendía hacer con este Diseño era vida,
pues la vida se requería para la revelación a seres humanos. (P, D’, E)33
5
La revelación iluminaba entre sombras,
y las sombras no la captaban. (D’, D)34
11
Vino a los suyos y los suyos la rechazaron. (E, B’)35
12
Mas a cuantos la aceptaron
les dio pleno poder de hacerse hijos de Dios. (B, F)36
14
Y el Diseño se hizo carne... y hemos visto su gloria. (E)37
30
Esta alusión al prólogo de Juan sólo está, como acabamos de decir, en RUSSELL et al. 1993,
pp. 401-404, donde cita TEMPLE 1961, pp. 3-16.
31
Más que de origen cronológico, se trata de principio metafísico-teológico. Diseño sería la
legalidad cósmica, que proporciona la estabilidad requerida para acciones responsables (punto A
de Ellis). Pero el Logos es divino, aunque Ellis lo omita. Por eso lo dejo en mayúscula.
32
Él da consistencia a todo, realidad autónoma universal, para buenos y malos (punto C).
33
“Pretender hacer” es parecido a “diseñar”, pero se acerca más al “gígnomai”. Ellis piensa
sólo en la vida (“zoé”) de seres libres, capaces de amor, y lee en esta línea el mismísimo
enunciado de su principio antrópico, a través de cosmogénesis, biogénesis y antropogénesis
(punto P). Sobre el término luz (“phos”) proyecta su idea de revelación, que viene a ser doble:
un conocimiento natural de Dios, posible a pesar de su naturaleza escondida (punto D’), y una
explícita revelación a nuestro interior, posible sin violar las leyes (punto E). Esta interpretación
resuelve un enigma: que Juan hable aquí de “vida” antes que de “luz” (ASHTON 1994, p. 23).
34
El conocimiento natural de Dios es entre sombras (punto D’), y puede ocurrir que no se
alcance (“u katélaben”, como también “uk égno” de v.10; punto D).
35
La revelación explícita de Dios que viene a nuestro interior (punto E) puede ser libre y
pecaminosamente rechazada (“u parélabon”; punto B’).
36
Mas cuantos responden libre y amorosamente (punto B), reciben la filiación divina. Este es el
ulterior proceso de “tecnagénesis” (mi punto F).
37
Manifestación radiante de la revelación explícita (punto E).
74 El diálogo teología-ciencias hoy: II
Tiene, pues, ante sí la Iglesia al mundo, esto es, la entera familia humana con el
conjunto universal de las realidades entre las que éste vive; el mundo, teatro de la
historia del género humano, marcado con sus afanes, fracasos y victorias; el mundo
que los cristianos creen fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado
bajo la servidumbre del pecado, pero liberado por Cristo, crucificado y resucitado,
roto el poder del demonio, para que el mundo se transforme según el propósito
divino y llegue a su consumación.
38
CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral “Gaudium et spes”, n. 2: «Mundum… quem
christifideles credunt ex amore Creatoris conditum et conservatum».
39
Según los documentos internos del Concilio, este texto (introducido en la “versión b” de
finales de junio de 1965 y modificado en la “versión c” de principios de noviembre) quiso ser
aún modificado cuando: «Un Padre [conciliar] pide que se añada la expresión “ex nihilo
conditus”.» Pero la comisión redactora, al presentar la versión que será definitivamente
aprobada a finales de noviembre, respondió: «Esto no parece necesario.»
9. El Logos como diseño 75
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Capítulo 10
EL ESPÍRITU RESTAURADOR
10.0 Introducción
El diseño divino sobre nuestro mundo y nuestra historia es sólo destruido
por el pecado y el mal, productos de la libertad humana y la autonomía mundana.
Su redención fue obtenida por Jesucristo, realización perfecta del Diseño divino,
mediante el proceso kenótico de su encarnación, su muerte y su exaltación. Pero
esta redención ha de realizarse también en nosotros y aun en todo el universo,
por la acción vivificadora, a la vez trascendente e inmanente, del Espíritu santo.
Ella restaura los destrozos históricamente acaecidos en el diseño divino,
y!los restaura a los niveles personal, interpersonal y aun cósmico, en orden a
preparar la consumación escatológica de nuestra historia.
Veamos cómo es el Espíritu santo, el nuevo abogado prometido por Jesús,
quien nos restaura del pecado, dándonos una y otra vez la vida sobrenatural
(§10.2). Y veamos cómo es Él quien va preparando la restauración escatológica
de la creación, a nivel personal y al de la “koinonía” o comunión interpersonal
(§10.3). Esa restauración es en realidad la gestación, tras la que “dará a luz” la
nueva creación, en el momento escatológico de la gloriosa manifestación divina
(§10.4).
Pero presentemos antes al Espíritu santo en sus características más propias,
en su realidad intratrinitaria como la unidad del ser divino y como el ser
mismo del amor, y en su relación con la creación como el soporte de la
auto-trascendencia de la materia hacia la vida, el espíritu y la vida sobrenatural
(§10.1).1
1
Estas características intratrinitarias del Espíritu santo están inspiradas en el libro ya clásico
Dios como misterio del mundo (JÜNGEL 1976) y en el llamado “nuevo trinitarismo”, que parte
de la llamada “Regla de RAHNER” 1960 (véase, por ejemplo, LACUGNA 1991).
El carácter restaurador del Espíritu, retoma ideas de una comunicación reciente mía
(DONCEL 2002). La función del Espíritu en la evolución biológica está inspirada en El Dios de la
Evolución (EDWARDS 1999), que prolonga las reflexiones de Karl Rahner, inspiradas por la
concepción teilhardiana.
La acción inmanente y kenótica del Espíritu está inspirada en Dios en la creación
(MOLTMANN 1985) y también en la Encíclica Dominum et vivificantem (JUAN PABLO II, 1986). La
concepción cósmica del momento escatológico como cesación de la kénosis está inspirada por
La venida de Dios (MOLTMANN 1995).
La función del Espíritu en la resurrección de Jesús y en la resurrección de los muertos
está bien estudiada en tesis recientes (MÜLLER 1980 y DABNEY 1997). La representación
femenina y maternal del Espíritu se basa en El Espíritu de la vida (MOLTMANN 1991) y en La
madre divina (GELPI 1998).
76 El diálogo teología-ciencias hoy: II
2
Afirmación tradicional, que entra en consonancia con el concepto de persona de la psicología
actual, basado sobre las relaciones interpersonales, más que sobre su propia integridad.
3
Esta tradición es recogida también en: S. AGUSTÍN, Tratado sobre la Trinidad, XV, 3, 5
(pp.!666s de la edición de la BAC); véase también, ibídem, VIII, 10, 14 (p. 436).
4
“Intimior intima mea” en: S. AGUSTÍN, Confesiones, III, 6, 11. Véase en este mismo contexto
JUAN PABLO II, 1986, n. 54.
5
Ibídem, n. 34.
6
Ibídem, n. 41. Sobre la kénosis del Espíritu, véase la tesis doctoral dirigida por Moltmann,
DABNEY 1997.
10. El Espíritu restaurador 77
La muerte de Jesucristo, que obliga a distinguir entre Dios [que entrega] y Dios
[que es entregado], sólo se comprenderá cuando se experimente –en virtud de
la!resurrección de Jesucristo– que los modos-de-ser divinos del Padre y del Hijo
(que en la muerte de Jesús se apartan uno de otro en una distinguibilidad mayor de
todo lo que se puede pensar) se vuelven a referir mutuamente, uno a otro como
distintos entre sí, en el Espíritu santo. El Espíritu santo es, junto a Padre e Hijo, una
tercera relación divina, a saber: la relación entre las relaciones del Padre y el Hijo;
por tanto, la relación de las relaciones, y en esa medida una relación eternamente
nueva de Dios a Dios.
Esa relación eternamente nueva de Dios a Dios se llama cristológicamente
resurrección de entre los muertos y ontológicamente es el ser mismo del amor.
Dios, en la unidad del Padre que entrega y el Hijo entregado, es el acontecimiento
de la donación o entrega que en la relación de amante y amado es el amor mismo.
El Espíritu procedente del Padre y el Hijo es quien, garantizando la distinguibilidad,
constituye la unidad del ser divino como el acontecimiento que es el amor mismo.
Nos encontramos ante la diferencia más fundamental entre Dios y el hombre.
Porque ciertamente existe el amor entre los seres humanos. Pero éstos ··· nunca son
el amor mismo. Es imposible que un hombre sea el amor. Sólo el Espíritu de Dios,
en cuanto relación de relaciones, constituye el ser del amor como acontecimiento.
DENIS EDWARDS, “El Espíritu vivificador como poder ··· evolutivo” (1999)
Karl Rahner ha discutido esta idea [de la actividad creativa de Dios a través de la
auto-transcendencia dinámica], especialmente en su Cristología evolutiva. Ve a los
seres humanos como la auto-transcendencia de la materia hacia la auto-conciencia
ante Dios. Ve a Jesús como aquél en quien la auto-transcendencia del universo
hacia Dios alcanza su estadio final e irrevocable. Él es ambas cosas: la auto-
transcendencia del universo hacia Dios y la absoluta auto-comunicación de Dios a la
creación. Veo el pensamiento de Rahner rico y estimulante, y creo que puede ser
desarrollado añadiendo la idea de que el proceso de auto-transcendencia puede
verse como la obra del Espíritu santo, en y mediante el cual el Dios tri-uno es
inmanente a todas las cosas. Basilio, haciendo eco de las Escrituras, describe al
Espíritu como el Dador-de-vida y el que perfecciona. En un marco evolutivo, yo
sugeriría que es el Espíritu dador-de-vida y perfeccionador el que constituye el poder
que permite a las creaturas transcenderse a sí mismas. Es el Dador-de-vida el que
permite el movimiento de despliegue del universo primitivo desde el big-bang, el
comienzo de los procesos nucleares en las estrellas, la formación de nuestro sistema
planetario, la emergencia de vida sobre la tierra, y la evolución de los seres humanos
auto-conscientes. Es este mismo Espíritu el que hace posible la vida y ministerio de
Jesús de Nazaret dentro de nuestra historia evolutiva y cultural, como el ser humano
radicalmente lleno-de-Espíritu.
Con esta última frase pone Edwards la acción creadora del Espíritu en la misma
línea de su acción salvadora en Cristo, tal como suele desarrollarse hoy en el
cuadro de una “cristología pneumática”. En ella se pondera la acción del
Espíritu en Cristo, desde su concepción y su bautismo, sus misiones universales y
su “Abbá”, hasta su resurrección y exaltación (Lc 1,35; 3,22; 4,1.14.18; 10,21;
Hch 1,2; Rm 1,4).11
Pero el Espíritu santo ha de realizar, como veremos, una acción especial,
restauradora en el mundo, en relación al pecado humano. Pecado que la Biblia
presenta desde los orígenes (Gn 3-4) con sus repercusiones cósmicas (Gn 3,17 y
5,29; cf. Rm 8,20-22).12
10
EDWARDS 1999, p. 90. Recuérdese §9.3, p. 70.
11
“Cristo” significa “ungido”. Porque “Dios ungió a Jesús con el Espíritu santo”
(Hch!10,38). El “Abbá” de Cristo, especialmente el de la oración en Getsemaní, ha de ser
pronunciado –como el nuestro, según veremos– en la fuerza del Espíritu (Ga 4,6; Rm 8,15).
Esta acción pneumática en Cristo podemos haberla desatendido los cristianos occidentales por
insistir en el “Filioque” (en que el Espíritu procede del Padre “y del Hijo”). Pero habríamos
de ver al Espíritu como enviado por el Padre a Cristo y, después de la resurrección, por Cristo a
nosotros (Jn 7,39; 16,7; ver §10.2). Sobre esta Cristología pneumática, véase: HERON 1983,
CONGAR 1984 y MOLTMANN 1991. Véase también JUAN PABLO II, 1986, especialmente nn. 15-21.
12
Sobre esta acción del Espíritu en relación al pecado y al sufrimiento humanos, véase también
JUAN PABLO II, 1986, n.!39, último párrafo.
10. El Espíritu restaurador 79
ya no hay judío ni gentil, esclavo ni libre, hombre ni mujer, ya que todos vosotros
sois de Jesucristo.» (Ga 4,27-28)
En el bautismo somos “santificados en el Espíritu santo” (en griego,
“to!Pneúma hágion”; véase Rm 15,16). Nuestra salvación se obtiene mediante
esta “santificación del Espíritu”(2Te 2,13; 1Pe 1,2). Y, al ser pecadores, ella
exige una tarea de restauración, simbolizada también por el rito del bautismo:
hemos de ser “lavados” y “justificados” para ser “santificados” (1Co 6,9.11).
Y!somos justificados «no en base a las buenas obras que hubiéramos hecho, sino
···por el baño de regeneración y renovación15 del Espíritu santo, que Dios
derramó copiosamente sobre nosotros por medio de nuestro salvador Jesucristo»
(Tt 3,5-6).
Pero, dada nuestra debilidad, esa acción restauradora del Espíritu, ha de
repetirse una y otra vez. San Pablo insiste en que es el Espíritu santo, y no las
obras de la Ley, quien libera nuestro espíritu de “la carne” (“he sárks”),
es!decir, de “los bajos instintos”, no exclusivamente los sexuales. Vale la pena
transcribir ampliamente su texto a los Gálatas sobre las obras contrapuestas de
“la!carne” y el Espíritu (véase también Rm 8,4-9.13):
El Espíritu nos libera de “la carne” (Ga 5,16-6,1)
5,16
Por mi parte os digo: Caminad según el Espíritu, y no cederéis a las apetencias
de “la carne”. 1 7Pues “la carne” tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu
contrarias a “la carne”, como que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis
lo que quisiérais. 1 8Pero si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
19
Ahora bien, las obras de “la carne” son conocidas: fornicación, impureza,
libertinaje, 2 0idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones,
disensiones, 2 1envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os
prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino
de Dios.
22
En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad,
bondad, fidelidad, 2 3mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 2 4Pues
los que son de Jesucristo, han crucificado “la carne”, con sus pasiones y sus
apetencias.
25
Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu. 2 6No
busquemos la gloria vana provocándonos los unos a los otro y envidiándonos
mutuamente.
6, 1
Si uno es sorprendido en alguna falta, vosotros, los poseedores del Espíritu,
restauradle con espíritu de suavidad, estando cada uno sobre aviso, pues también tú
puedes ser tentado.
Una alusión muy explícita al papel restaurador del Espíritu se refleja en esa última
delicada advertencia de Pablo a los “poseedores del Espíritu”.16
El Espíritu realiza también a nivel social su acción restauradora del pecado,
como cuando exhorta a cada una de las siete Iglesias de Asia: “El que tenga
oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias” (Ap 2,7.11.17.29; 3,6.13.22).
15
Esos dos términos técnicos (“palin-genesías”, “ana-kainóseos”) expresan bien el papel
“restaurador” del Espíritu.
16
A los poseedores del Espíritu (“pneumatikoí”) les aconseja: “restauradle” (“katartízete”),
es decir, “enderezadle de nuevo”.
82 El diálogo teología-ciencias hoy: II
17
No queremos disimular el carácter analógico de los conceptos ‘persona’, ‘personal’,
‘interpersonal’ aplicados a seres meramente humanos o también al Ser divino. Pero sólo
mediante ese tipo de analogía podemos decir algo de Dios, y esta analogía concreta se basa
bíblicamente en que «a imagen suya creó Dios el ser humano··· hombre y mujer los creó»
(Gn!1,27).
18
El término técnico para “sellar” con lacre es en griego “sphragízo”, y para “garantía” es
“arrabôna”, que se traduce a veces por “arras” o “prenda”. Ambos aparecen en los versos
citados en el texto, y además, el primero en Ef 4,30 y el segundo en 2Co 5,5.
19
El término “anticipo” es en griego “aparché”, que se traduce a veces por “primicias”.
20
En griego, “oikéo en”, “enoikéo en”, de “oikía”, casa. Templo es “naós”.
21
Los términos técnicos son: “syndésmos tês eirénes”, y “koinonía”.
10. El Espíritu restaurador 83
(Ga 4,6-7)
6
La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones
el!Espíritu de su Hijo que clama ¡Abbá, Padre! 7 De modo que ya no eres esclavo,
sino hijo; y si hijo, también heredero por voluntad de Dios.
(Rm 8,14-17)
14
En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
15
Pues no recibisteis un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien,
recibisteis un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!
16
El!Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para testificar que somos hijos de Dios.
17
Y, si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que
sufrimos con Él, para ser también con Él glorificados.
Dios uno y trino, que en sí mismo “existe” como realidad transcendente de don
interpersonal al comunicarse por el Espíritu santo como don al hombre,
transforma el mundo humano desde dentro, desde el interior de los corazones y de
las conciencias. ···
Los cristianos, como testigos de la auténtica dignidad del hombre, por su
obediencia al Espíritu santo, contribuyen a la múltiple “renovación de la faz de la
tierra”, colaborando con sus hermanos a realizar y valorar todo lo que el progreso
actual de la civilización, de la cultura, de la ciencia, de la técnica y de los demás
sectores del pensamiento y de la actividad humana tiene de bueno, noble y bello.
26
JUAN PABLO II 1986, nn. 59 y 60.
10. El Espíritu restaurador 85
(Hch 2,32s): 3 2A este Jesús, Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos
testigos. 3 3Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu santo
prometido, y ha derramado lo que vosotros veis y oís.
(Rm 1,4): ··· Jesucristo Señor nuestro, constituido Hijo de Dios con poder,
según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos, ···
(1Tm 3,16): Él [Cristo] ha sido manifestado en “la carne”, justificado en el
Espíritu, visto de los Ángeles, proclamado a los gentiles, creído en el mundo,
levantado a la gloria.
(1Pe 3,18): Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por
los pecados, el justo por los injustos, muerto en la carne, vivificado en el Espíritu.
Descubren, por fin, cómo este papel del Espíritu pasa de la resurrección de
Cristo a la resurrección de los muertos. En las cartas de Pablo aparecen hasta
cuatro menciones claras de este papel del Espíritu:30
Resurrección de los muertos en el Espíritu
(Rm 8,11): Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos
habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos dará
también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros.
(1Co 6,14): Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros
mediante su Poder.
(1Co 15,12.42-44): 1 2Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre
los muertos ¿cómo andan diciendo algunos de entre vosotros que no hay
resurrección de muertos? ··· 4 2Así también en la resurrección de los muertos:
se!siembra corrupción, resucita incorrupción, 4 3se siembra vileza, resucita gloria;
se!siembra debilidad, resucita fortaleza; 4 4se siembra un cuerpo natural, resucita un
cuerpo espiritual [sôma pneumatikón].
(Flp 3,10s): y conocerle a él [Cristo], el Poder de su resurrección y la comunión
en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, 1 1tratando de llegar
a la resurrección de entre los muertos.
27
Véase DABNEY 1997, edición de la tesis presentada en Tübingen en 1989 bajo la dirección de
Moltmann, y MOLTMANN 1991. Véanse también la tesis de MÜLLER 1980, presentada en Kiel, y
la de GILLMANN 1980, presentada en Lovaina y resumida en GILLMANN 1982.
28
DABNEY 1997, p. 237, y pássim.
29
Este término “Poder”, que reaparecerá más abajo en 1Co 6,14 y Flp 3,10, es en griego
femenino: “he dynamis”, “la Fuerza”.
30
Ibídem, p. 218. Véanse también: 1Ts 4,13s y 2Co 4,14 (donde no se menciona el Espíritu).
86 El diálogo teología-ciencias hoy: II
31
MÜLLER 1980, pp. 222s, en parte citado por DABNEY 1997, también en pp. 222s.
32
En griego, “Pneuma zoo-poioûn”, literalmente, “hacedor de vida”. Así en: Rm 8,11; 1Co
15,45; 2Co 3,6; Jn 6,63. Véase MÜLLER 1980, pp. 132-136.
33
Aportación que supera en mucho un proceso mecánico, programado en el genoma del cigoto.
Véase: “Componentes genético y materno del embrión humano”, en ABEL 2001, pp. 147s.
10. El Espíritu restaurador 87
Así que la creación entera, violentamente sometida por el pecado humano, espera
con dolores de parto la liberación gloriosa del Espíritu, al que corresponde un
papel escatológico cósmico, prolongación del que realiza sobre nuestros cuerpos.
Creo que esta tarea cósmica escatológica del Espíritu habrá de restaurar el
diseño cósmico primordial trazado por el Logos/Sabiduría.37 El Espíritu
vivificante habrá de absorber cuanto es dolor y vaciedad –quizás grandes
fragmentos de nuestra evolución cósmica y biológica–. Y habrá de recuperar y
glorificar cuanto sea vida verdadera y amor interpersonal, los únicos valores
34
MOLTMANN 1991, pp. 174-178.
35
Tal es el caso de un fresco en la bóveda del crucero de la pequeña iglesia de Urschalling
(cerca de Prien, puerto occidental del lago Chiemsee, en Babiera), pintado el siglo XIV, pero
descubierto el siglo XX.
36
GELPI 1998, cap. IX.
37
Dentro de la teología feminista y en diálogo con las ciencias, se ha propuesto como imagen
del Creador –hoy más apropiada que la de “Dios diseñador relojero”– la metáfora maternal de
“Dios dando a luz”. Así lo propone Anne Clifford en RUSSELL et al. 1998, pp. 299-302. Pero
las referencias bíblicas en que se basa (que incluyen Rm 8,22-23), se aplican mejor, como hemos
indicado, a la acción restauradora del Espíritu, en orden a la creación nueva.
88 El diálogo teología-ciencias hoy: II
Creo que el modelo que debería atraernos es el del amor mutuo, en el que el
influjo del amado no suprime autonomía, sino que la fomenta. Sugeriría que este
modelo ha de aplicarse no sólo a la gracia divina que trabaja en las personas
humanas, sino también al trabajo del Espíritu santo sobre todas las creaturas. ···
Todo esto sugiere que la voluntad trinitaria de salvación, revelada en la muerte y
resurrección de Jesús, acabará en un universo abierto, (para nosotros) impredictible.
Este amor es infinitamente creativo y poderoso, pero con el tipo de poder revelado
en la muerte y resurrección de Jesús. Mi imagen es la de una danza del universo,
una danza dirigida por las Personas trinitarias con improvisaciones siempre nuevas,
las cuales acarician a cada creatura y abrazan a su conjunto, respetan la libertad y la
estructura de todo cuanto existe, y lo abren hacia lo que es radicalmente nuevo.
38
La metáfora del nuevo “parto” permite excluir de la nueva creación contenidos de la antigua,
que se consideren “andamiaje” o “efectos secundarios”, como integrantes de las secundinas.
39
TEILHARD 1955, Oevres 1, trad. cast. El fenómeno humano, Epílogo: “El fenómeno cristiano”,
pp. 353-361.
40
Véase ELLIS 1993 y 1994, y también MURPHY & ELLIS 1996.
41
Véase, por ejemplo, DYSON 1993.
42
RUSSELL et al. 1995, p. 175.
10. El Espíritu restaurador 89
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Bibliografía citada 93
Evangelio de Mateo Mt
Evangelio de Marcos Mc
Evangelio de Lucas Lc
Evangelio de Juan Jn
Hechos de los Apóstoles Hch
Epístola a Romanos Rm
Epístolas a Corintios 1Co, 2Co
Epístola a Gálatas Ga
Epístola a Efesios Ef
Epístola a Filipenses Flp
Epístola a Colosenses Col
Epístolas a Tesalonicenses 1Ts, 2Ts
Epístolas a Timoteo 1Tm, 2Tm
Epístola a Tito Tt
Epístola a Filemón Flm
Epístola a Hebreos Hb
Epístola de Santiago St
Epístolas de Pedro 1Pe, 2Pe
Epístolas de Juan 1Jn, 2Jn, 3Jn
Epístola de Judas Judas
Apocalipsis Ap
Génesis Gn
Éxodo Ex
Crónicas 1Cro, 2Cro
Job Jb
Salmos Sal
Proverbios Pr
Sabiduría Sb
Sirácida (Eclesiástico) Si
Isaías Is
Jeremías Jr
Baruc Ba
Ezequiel Ez
Jonás Jon
Miqueas Mi
ÍNDICE DE NOMBRES
80
Índice de nombres 97
81