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La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud

como “un estado de completo bienestar físico, mental y


social”, lo que supone que este concepto va más allá de la
existencia o no de una u otra enfermedad. En consecuencia,
más que de una vida sana hay que hablar de un estilo de vida
saludable del que forman parte la alimentación, el ejercicio
físico, la prevención de la salud, el trabajo, la relación con el
medio ambiente y la actividad social.

El balance energético de una


persona depende tanto del gasto
calórico como de la ingesta de
alimento. El gasto calórico está
compuesto por: metabolismo
basal, termogénesis, NEAT y
ejercicio. De todos ellos, son las
necesidades fisiológicas o
metabolismo basal, las más
importantes.

Las calorias necesarias en


general, para adultos, un rango de
1.800 a 2.100 kilocalorías para
mujeres y de 2.000 a 2.400 Kcal
para hombres, podría ser la media,
teniendo en cuenta que las
mujeres tienen, en general, de
manera normal menos músculo
que ellos, y que a más edad
también debemos ajustar a la baja
el gasto energético.

La evaluación ergonómica tiene


por objeto detectar el nivel de
presencia, en los puestos
evaluados, de factores de riesgo
para la aparición, en los
trabajadores que los ocupan, de
problemas de salud de tipo
disergonómico. Existen diversos
estudios que relacionan estos
problemas de salud de origen
laboral con la presencia, en un
determinado nivel, de dichos
factores de riesgo.

Todos estos factores son


potencialmente modificables a
través de actividades para
mejorar la salud. Por ello
empezar a cuidarse, incluyendo
en la rutina hábitos y estilos
saludables, debe ser el objetivo
principal de la persona

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