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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación

Universidad de las Ciencias de la Salud

“Hugo Chávez Frías”

PNF-Odontología

Diversidad Parasitaria

Dra. Eglis Pérez Participante:

Jesmer Jimenez

San Fernando, 2 de sept. De 2020


Análisis
Un parásito es un organismo que vive sobre un organismo huésped o en su interior y se
alimenta a expensas del huésped. Hay tres clases importantes de parásitos que pueden
provocar enfermedades en los seres humanos: protozoos, helmintos y ectoparásitos.

Los protozoos son organismos unicelulares microscópicos que pueden ser de vida libre o de
naturaleza parasitaria. Son capaces de multiplicarse en los seres humanos, lo cual
contribuye a su supervivencia y también permite que se desarrollen infecciones graves a
partir de tan solo un organismo. La transmisión de protozoos que viven en el intestino
humano a otro ser humano generalmente ocurre por la vía fecal-oral (por ejemplo,
alimentos o agua contaminados o contacto de persona a persona). Los protozoos que viven
en la sangre o tejidos humanos se transmiten a otros seres humanos mediante un artrópodo
vector (por ejemplo, por la picadura de un mosquito o jején). Los protozoos infecciosos
para los seres humanos pueden clasificarse en cuatro grupos según su modo de
movimiento:

 Sarcodinos, o amebas, por ejemplo, Entamoeba

 Mastigóforos, o flagelados, por ejemplo, Giardia, Leishmania

 Cilióforos, o ciliados, por ejemplo, Balantidium

 Esporozoos, organismos cuya etapa adulta no es móvil, por ejemplo, Plasmodium,


Cryptosporidium.

Helmintos son organismos grandes multicelulares que por lo general se observan a simple
vista cuando son adultos. Al igual que los protozoos, los helmintos pueden ser de vida libre
o de naturaleza parasitaria. En su forma adulta, los helmintos no pueden multiplicarse en
los seres humanos. Hay tres grupos importantes de helmintos (helminto deriva de la palabra
griega para “gusano”) que son parásitos humanos:

 Gusanos planos (platelmintos): incluyen los trematodos (duelas) y cestodos (tenias).

 Gusanos de cabeza espinosa (acantocéfalos): las formas adultas de estos gusanos


residen en el tracto gastrointestinal. Se cree que los acantocéfalos son una forma
intermedia entre los cestodos y los nematodos.

 Gusanos cilíndricos (nematodos): las formas adultas de estos gusanos pueden residir
en el tracto gastrointestinal, la sangre, el sistema linfático o tejidos subcutáneos. Por
su parte, los estados inmaduros (larvas) pueden provocar enfermedades por
infección de diversos tejidos corporales. Algunos consideran que los helmintos
también incluyen los gusanos segmentados (anélidos); los únicos importantes desde
el punto de vista médico son las sanguijuelas. Cabe señalar que esos organismos no
se suelen considerar parásitos.

Aunque el término ectoparásitos puede incluir en un sentido amplio a los artrópodos


hematófagos, como los mosquitos (porque dependen de la sangre de un huésped humano
para alimentarse y sobrevivir), este término suele tener un sentido más restringido que se
refiere a organismos como garrapatas, pulgas, piojos y ácaros, que se adhieren a la piel o
escarban en ella y permanecen allí durante períodos relativamente largos (p. ej., entre
semanas y meses). Los artrópodos son de por sí causantes importantes de enfermedades
pero son aun más importantes como vectores, o transmisores, de muchos patógenos
diferentes que, a su vez, producen una enorme morbilidad y mortalidad por las
enfermedades que provocan.

Las infecciones parasitarias provocan una enorme carga de enfermedades tanto en los
trópicos como en los subtrópicos y también en climas más templados. De todas las
enfermedades parasitarias, la malaria es la que produce más muertes en el mundo. La
malaria mata a aproximadamente 660 000 personas por año, la mayoría de ellas niños
pequeños en el África subsahariana.

Las enfermedades tropicales desatendidas (ETD), que sufrieron la falta de atención por


parte de la comunidad de salud pública, incluyen enfermedades parasitarias como filariasis
linfática, oncocercosis y dracunculosis. Las ETD afectan a más de mil millones de personas
(un sexto de la población mundial), mayormente en áreas rurales de países con bajos
ingresos. Estas enfermedades se cobran un precio muy alto en las poblaciones endémicas,
que incluye no poder ir a la escuela o al trabajo, retraso del crecimiento en niños, deterioro
de habilidades cognitivas y del desarrollo en niños pequeños y la grave carga económica
que implica para países enteros. No obstante, las infecciones parasitarias también afectan a
personas que viven en países desarrollados, incluidos los Estados Unidos. En las
infecciones por protozoos de localización intracelular, como Leishmania, se ha aclarado
que el tipo de respuesta inmune es dependiente de la activación selectiva de líneas celulares
de los linfocitos T-CD4, las cuales secretan ciertas citoquinas.

El hombre es huésped apropiado para ciertos parásitos y presenta resistencia natural para
otros, lo mismo que sucede con parásitos propios de animales: éstos son incapaces de
adaptarse cuando no existen los requerimientos nutritivos adecuados, la facilidad de
desarrollo o la posibilidad de penetración e invasión. Cuando los parásitos logran penetrar
en el organismo humano, se desarrollan mecanismos de defensa tal como lo hace contra
bacterias, hongos o virus. Es mucho lo que se desconoce acerca de estos mecanismos,
especialmente contra los helmintos, metazoarios con estructuras de gran tamaño y mayor
complejidad antigénica que los microorganismos inferiores. El concepto de inmunidad
activa más antiguo es la premonición, la cual se refiere a que un agente infeccioso, que
existe dentro de un huésped, produce en él un estado de resistencia que lo protege de
nuevas infecciones por el mismo agente. Esta inmunidad relativa se ha encontrado en
ciertos protozoos como el paludismo. Los parásitos son inmunogénicos pero la calidad de la
respuesta del huésped contra el parásito depende de los mecanismos que este último logre
desarrollar para evadir la acción del huésped. La presencia de anticuerpos circulantes contra
determinados componentes antigénicos de los parásitos, es una muestra de la respuesta
humoral. La producción de estos anticuerpos depende de la historia natural de la infección
y especialmente del grado de invasión a los tejidos. Se han detectado varios tipos de
anticuerpos como precipitinas, aglutininas, anticuerpos fijadores del complemento,
opsoninas, lisinas, etc.; sin embargo, es difícil relacionarlos con un verdadero papel
protector. Igual sucede con la hipergammaglobu-linemia tan marcada que aparece en ciertas
infecciones sistémicas, como la leishmaniosis visceral. En cambio en otros casos, como en
la toxoplasmosis, se encuentran anticuerpos capaces de destruir los parásitos. La respuesta
de tipo celular se manifiesta por hipersensibilidad tardía. Las células linfoides
sensibilizadas se encuentran presentes en este tipo de reacción, aun-que no hay evidencia de
su ataque directo a los parásitos. Se cree que el mecanismo de la inmunidad celular se deba
a la producción de linfocinas, que antagonizan el parásito o activan otras células accesorias,
como son los macrófagos, que acuden al sitio de la lesión. En las infecciones por protozoos
intracelulares aparecen macrófagos con parásitos en su interior y posteriormente se forman
granulomas. Algunas larvas o huevos de helmintos, cuando se localizan en los tejidos,
originan también granulomas.

Una gran variedad de protozoarios intestinales con capacidad para producir enfermedades
en el ser humano y la mayoría de ellos llega a su localización definitiva intestinal
transitando por la cavidad bucal. Solamente dos de éstos, Trichomonas tenax y Entamoeba
gingivalis, habitan en la boca de algunos individuos y se han adaptado a la ecología de esta
cavidad. Sin embargo, su presencia se ha asociado en ocasiones, con diversas patologías
periodontales. En el caso de E. gingivalis puede asociarse con varias patologías bucales
incluyendo caries dental, periodontopatías, pulpitis, gangrenas y estomatitis ulcero-
necrótica. Por otro lado, existen evidencias que asocian a T. tenax con procesos patológicos
incluso fuera de la cavidad bucal, como es la trichomoniasis pulmonar. Entamoeba
gingivalis fue descubierta por Gros en 1849, siendo por tanto la primera amiba parásita de
humanos en ser reconocida; sin embargo, fue Prowazek en 1904 quien realizó la primera
descripción detallada de este microorganismo. Pertenece al Reino Protista, Subreino
Protozoa, Subphylum Sarcodina, Clase Rhizopoda, Orden Amoebida, Familia
Endamoebidae. Sólo se ha encontrado en la forma vegetativa. El trofozoíto mide de 10 a
20µm de longitud. Posee vacuolas alimentarias en las cuales se ven fagocitados leucocitos
y células epiteliales, bacterias y de manera excepcional glóbulos rojos. El núcleo es casi
esférico y mide de 2 a 4µm de diámetro, provisto de una membrana revestida por gránulos
de cromatina y un cariosoma central regular con fibrillas que se extienden hasta la
membrana nuclear. Emite seudópodos múltiples, algunos largos y lobulados, otros cortos y
romos. Trichomonas tenax fue descubierto en 1773 por Otto Friedlich Müller con el
nombre de Cercaría tenax. En 1902, Prowazwek lo identifica en cavidad bucal y lo
denomina Trichomonas hominis. Posteriormente, Goodey en 1917, lo nombra Trichomonas
buccalis. Varios años después, luego de muchas discusiones entre los autores, el Comité
Internacional de Nomenclatura lo denomina Trichomonas tenax. Pertenece al Reino
Protista, Subreino Protozoa, Phylum Sarcomastigophora, Subphylum Mastigophora, Clase
Zoomastogophorea, Orden Trichomonadida, Familia Trichomonadidae. Es un flagelado
piriforme al cual se le conoce sólo la fase de trofozoíto y mide de 4 a 16 µm de longitud.
Presenta cuatro flagelos anteriores libres y un quinto flagelo que bordea la membrana
ondulante y termina en la parte posterior del protozoario. Posee 5 blefaroplastos de donde
se originan los flagelos, un axostilo, un núcleo ovoide vesicular, un citostomo localizado
cerca del polo anterior en el lado opuesto a la membrana ondulante y un citoplasma
finamente granuloso.

Ambos protozoarios cumplen un ciclo de vida similar en la cavidad bucal, viven en el


cálculo dentario, en el surco gingival en torno a los dientes, particularmente si existe
supuración; pero también se desarrollan en bocas aparentemente higiénicas de sujetos sin
lesión periodontal, en prótesis dentales y ocasionalmente en las amígdalas. Se transmiten de
persona a persona por las gotitas de Flügge, besos, uso común de vasos y demás utensilios
contaminados.

Los trofozoítos de E. gingivalis pueden fagocitar eritrocitos y leucocitos lo cual indica que
pueden afectar la ecología bucal y contribuir a la lesión gingival, pues podrían transportar
activamente bacterias a la superficie celular o dentro de las vacuolas, cooperando con el
progreso de la enfermedad periodontal. También elaboran una proteína proteolítica similar
a una cisteinasa que aumenta la patogénesis de la periodontitis. Por su parte T. tenax,
aunque es considerado un flagelado comensal a juicio de algunos autores, requiere de una
revisión de su patogenicidad, ya que hay evidencias de que sintetiza una fosfatasa ácida y
una proteína de superficie semejante a la fibronectina que interviene en los mecanismos de
adhesión y fagocitosis. Además se ha demostrado una importante actividad colagenolítica,
la cual es mediada por la presencia de las cisteinasas, las cuales son responsables de
hidrolizar distintos tipos de colágeno presentes en los tejidos periodontales. En T.
tenax también se ha demostrado actividad lítica sobre los glóbulos rojos de humanos,
caballos, conejos y ovejas. Esto se debe a que este protozoario sintetiza dos tipos distintos
de hemolisinas.

El método más común empleado en el diagnóstico de ambos protozoarios es el estudio de


una muestra bucal fresca en solución salina para observar el movimiento característico de
ambos parásitos.

En Venezuela, son pocos los trabajos que se han realizado sobre protozoarios bucales y en
el estado Bolívar no existe, hasta los momentos, ninguna investigación al respecto.
Además, la mayoría de los estudios realizados a nivel mundial han incluido personas
adultas con alguna periodontopatía previa u otras enfermedades de base. Debido a ello, se
realizó un estudio en escolares matriculados en la Unidad Educativa Estadal Bolivariana
Blanca Sosa de Vargas de Ciudad Bolívar, estado Bolívar, para determinar la prevalencia
de E. gingivalis y T. tenax en la biopelícula dental y relacionar su presencia con caries
dentales.

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