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La historia cuenta que existió una mujer indígena que se enamoró de un caballero
español, con quien comenzó a vivir un romance intenso y apasionado. Fruto de
esta pasión nacieron tres niños a los cuales, gracias a sus cuidados, jamás les
faltó nada. Pero un día la joven le pidió al caballero, para dar mayor seguridad a
sus pequeños, que formalizaran la relación. Pero él, por temor a ser degradado
socialmente, lo evitó y terminó abandonándola. Luego, se casó con una dama
española de la alta sociedad. Cuando la joven se enteró, dolida y desesperada,
asesinó a sus tres hijos ahogándolos en un río. Luego se suicidó.
Desde ese día, se escucha el lamento lleno de dolor de la joven en el río donde
esto ocurrió. Cuando se fundó el Distrito federal, comenzó a regir un toque de
queda a las once de la noche y nadie podía salir ya que, según varios testimonios
de la época, se escuchaba un lamento cerca de la plaza de la Patria y, al buscar el
origen de esos lamentos, veían una mujer vestida enteramente de blanco, delgada
y que se esfumaba en la Presa Calles.
Existe también otra versión, Más antigua que la anterior pero mucho menos
conocida. Se la conoce como la leyenda de "las lloronas":
Antes de la llegada de los españoles a México, la gente que habitaba la zona del
lago de Texcoco, además de temer al dios Yoalli Ehécatl, podía escuchar en las
noches los lamentos de una mujer que estaría por siempre vagando y lamentando
la muerte de su hijo y la pérdida de su propia vida.