Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Los hongos del orden Eurotiales se encuentran entre los más distribuidos en la
naturaleza y de mayor incidencia en la vida humana. A este orden pertenecen
géneros como Penicillium y Aspergillus, de gran interés en la industria alimentaria al
intervenir en los procesos de maduración de quesos y productos cárnicos y en la
producción de aditivos alimentarios (Thom, 1906; Grazia et al., 1986).
Las especies pertenecientes a ambos géneros producen toda una serie de
metabolitos con propiedades terapéuticas, como los antibióticos penicilina y
cefalosporinas. Además, muchos de estos mismos hongos son capaces de sintetizar
toxinas, como la toxina PR, la patulina, la citrinina y la ocratoxina A, causantes de un
gran número de muertes en animales de granja, cáncer e infecciones respiratorias en
el hombre, así como grandes pérdidas en cosechas (Fleming, 1929; Pitt y Hocking,
1997).
Hasta hace poco tiempo el orden de los Eurotiales se incluía dentro del Filo
Deuteromycota, pero este Filo está siendo eliminado de la taxonomía de hongos,
gracias a análisis moleculares que han permitido clasificar a sus géneros en alguno
de los taxones de hongos con reproducción sexual. La clasificación actual de
Penicillium es la siguiente:
Reino Fungi.
Subreino Eumycotera.
Filo Ascomycota.
Subfilo Euascomycotina.
Clase Plectomicetes.
Orden Eurotiales.
Familia Trichocomace.
1
aparecen ambos tipos de reproducción, la forma de reproducción sexual recibe el
nombre de forma perfecta o teleomorfo. Los miembros del orden Eurotiales en los
cuales se ha logrado identificar ambas formas de reproducción se incluyen dentro de
la familia Trichocomace. Las formas perfectas de los miembros de dicha familia se
engloban dentro de los géneros Eupenicillium y Talaramyces, mientras que sus
formas asexuales forman parte del género Penicillium (Ramírez, 1982; Margullis y
Schwatetz 1987; Hawksworth et al., 1995; Pitt, 1995).
Figura 1: Estructura de
reproducción asexual en forma de cepillo típica del género Penicillium
2
P. roqueforti es un hongo saprófito muy extendido en la naturaleza, que se
puede encontrar tanto en el suelo, como en plantas y residuos orgánicos en
putrefacción. Constituye el principal microorganismo presente en los quesos azules
consumidos por el hombre desde el siglo V a.c. Aunque su mayor uso industrial es en
la producción de queso, cultivos de P. roqueforti se emplean también en la
producción de compuestos con actividad antibiótica, condimentos, fragancias,
polisacáridos, proteasas, etc. A pesar de ser un hongo empleado desde la antigüedad
en la alimentación humana, existen evidencias claras de su capacidad para producir,
bajo determinadas condiciones de cultivo, ciertos metabolitos secundarios
perjudiciales, concretamente alcaloides y otra serie de micotoxinas.
A principios del siglo XX, Thom y otra serie de autores comenzaron a estudiar las
especies del género Penicillium. En 1906 Thom describe por primera vez en el libro
“Fungi in chesee ripening” las especies P. roqueforti y P. camembertii relacionadas
con la producción de queso. Raper y Thom publican en 1949 “Manual Penicillia”,
donde se describen y clasifican las especies pertenecientes al género Penicillium.
3
Ambos autores junto con Alexopoulos y Minds (1979) describieron también los
medios de cultivo necesarios para su aislamiento.
La primera descripción de P. roqueforti como especie, a partir de las
características morfológicas de sus conidióforos y conidias fue la adoptada por
Samson et al. en 1977.
Tradicionalmente, por tanto, P. roqueforti ha sido identificado en función de sus
características morfológicas, así como por la morfología de las colonias que forma al
crecer en determinados medios de cultivo. Los taxones género y especie, quedan
bien definidos en base a características referidas al micelio, órganos de fructificación
y al tamaño, número y forma de sus conidias, entre otras.
Aunque sus colonias no presentan siempre idénticas propiedades y en un mismo
cultivo pueden aparecer varias morfologías, estas se conservan en los subcultivos
mantenidos en el mismo medio de cultivo. El micelio aparece en gran parte
sumergido y la parte aérea está constituida por conidióforos que parten
directamente del sustrato. Los órganos de fructificación, que tienen forma de
tenacillas, se hallan todos a un mismo nivel dando lugar al aspecto aterciopelado
típico de muchas colonias. Los conidióforos son verrugosos y las conidias verde
azuladas.
Imagen a
Imagen b
Figura 2.
4
Imagen a: Colonias de P. roqueforti creciendo en medio MEA.
1.3.2. Micotoxinas.
6
micotoxina en el queso azul, hecho que confirma la degradación o modificación que
sufre la toxina PR durante su proceso de maduración.
En este sentido cabe señalar que en Estados Unidos la FDA (Food and Drug
Administration) incluye a P. roqueforti dentro de los microorganismos
pertenecientes al llamado grupo GRAS: (Generally Recognized as Safe), grupo
formado por todos aquellos organismos y sustancias cuyo uso no implica ningún tipo
de riesgo para la salud humana.
(1)
LD50: Dosis letal 50% o dosis semiletal. Dosis de una sustancia que resulta mortal para la
mitad de la población de animales en la cual la toxicidad de dicha sustancia se está probando.
Generalmente, se expresa en mg de sustancia tóxica por kg de peso del animal. Este dato va
acompañado, normalmente, del nombre de la especie animal utilizada en el experimento.
7
El ácido micofenólico es un ácido orgánico utilizado en la industria farmacéutica
debido a sus propiedades antibacterianas e inmunomoduladoras. Dentro del grupo
de P. roqueforti se ha comprobado que tanto P. roqueforti como P. carneum
producen este compuesto. (Nielsen et al., 2006). Así mismo se ha detectado la
presencia de ácido micofenólico de forma natural en ciertas variedades de queso
azul y en forrajes enmohecidos (Lafont et al., 1979; Schneweis et al., 2000).
La leyenda que rodea a este queso está protagonizada por un pastor que olvidó
un bocadillo compuesto de pan y queso de oveja crudo en una cueva de la citada
región. Meses más tarde, el mismo pastor se percató, al encontrarlo de nuevo, que
el trozo de queso había sido colonizado por un hongo de aspecto verde-azulado. El
queso crudo inicial se había convertido en el actual queso Roquefort.
El queso Roquefort es sólo una variedad, tal vez la más conocida, de quesos en
cuya elaboración interviene el hongo P. roqueforti. Estos quesos reciben el nombre
genérico de quesos vetados azules. Según el Real Decreto 1113/2006, por el que se
aprueban las normas de calidad para quesos y quesos fundidos, se entiende por
queso madurado con mohos: “aquel en el que la maduración se produce,
principalmente, como consecuencia del desarrollo característico de mohos en su
interior, en la superficie o en ambas partes”. Dicha denominación podrá sustituirse
8
por la de «queso azul» o «queso de pasta azul», cuando corresponda”, es decir,
cuando el moho utilizado para su elaboración sea P. roqueforti.
Una definición un poco más precisa de este tipo de quesos es la que aparece en
el Reglamento Técnico MERCOSUR de Identidad y Calidad del Queso Azul: “Se
entiende por Queso Azul el producto que se obtiene por coagulación de la leche por
medio del cuajo y/u otras enzimas coagulantes apropiadas, complementado o no por
la acción de bacterias lácticas específicas, y mediante un proceso de elaboración que
utiliza hongos específicos (P. roqueforti), complementados o no por la acción de
hongos y/o levaduras subsidiarias responsables de otorgarle al producto
características distintivas durante el proceso de elaboración y maduración”.
Aparte del queso Roquefort, entre los quesos azules más conocidos se
encuentran: el queso Gorgonzola (italiano), el queso Stilton (inglés) el queso Danablu
(danés) y los quesos españoles: Cabrales (asturiano), Bejes-Tresviso (cántabro) y
Valdeón (leonés).
9
La materia prima más importante empleada en la elaboración de cualquier tipo
de queso es la leche. La leche se define como la secreción magra, fresca y limpia que
se obtiene del ordeño de determinadas hembras de mamíferos (vaca, oveja y cabra,
principalmente). En el caso concreto del queso azul, la leche empleada debe de
tener un contenido mínimo de materia grasa del 4%.
La pasteurización constituye el principal tratamiento al que es sometida la leche
durante esta primera etapa y puede llevarse a cabo de dos formas distintas:
pasteurización lenta (la leche se calienta a 65 ºC durante 30 minutos y luego se
enfría hasta 35-36 ºC), o pasteurización rápida (calentamiento a 72 ºC, 15 minutos y
enfriamiento a 20 ºC).
El objetivo fundamental de este proceso térmico es la disminución significativa
de la leche de aquellos microorganismos patógenos que podrían causar en el
consumidor enfermedades tales como brucelosis, tuberculosis, salmonelosis, etc...
Otras de las razones por las que se pasteuriza la leche son: la disminución de
bacterias alterantes, la inactivación de enzimas, la mejora en la actividad de los
cultivos lácteos iniciadores, la obtención de un queso más uniforme, el cumplimiento
de los requisitos descritos en los reglamentos de salud pública y la mejora y
mantenimiento de la calidad del producto.
Actualmente en España no existe ninguna ley que prohíba la fabricación de
queso a partir de leche cruda, no pasteurizada. Lo mismo ocurre, por ejemplo, en
Francia donde se sigue empleando la leche cruda de oveja para la elaboración del
queso Roquefort.
Sin embargo, muchas agencias de todo el mundo advierten de los riesgos del
consumo de quesos hechos con leche no pasteurizada. La Administración de Drogas
y Alimentos estadounidense (FDA) sostiene que los quesos de leche cruda pueden
causar enfermedades infecciosas. En ese país, concretamente, existe una ley de 1944
que obliga a todos los quesos de leche cruda, incluidos los importados desde 1951, a
tener un curado mínimo de dos meses.
Otros países no europeos también han optado por restringir legalmente el
consumo de estos quesos. Es el caso de Australia, uno de los más estrictos en ello,
aunque recientemente ha abierto excepciones con los quesos suizos y también con
el queso Roquefort. Sin embargo, la pasteurización de la leche no es totalmente
eficaz a la hora de evitar estos problemas, ya que no implica su esterilización, como
puede verse en los datos de intoxicaciones por consumo de queso en Europa en los
que la mayoría de casos apuntan al consumo de quesos pasteurizados.
10
II. Adición de cultivos iniciadores.
11
clorofila o el dióxido de titanio, compuestos que reaccionan con el caroteno de la
grasa láctea, son recomendables cuando lo que se busca es disminuir la dureza de la
masa.
III. Coagulación.
12
a 45 º C lo destruyen. La temperatura ideal para la coagulación de la leche oscila
entre los 28 y los 37 ºC. En el caso concreto del queso azul, la temperatura
seleccionada para la coagulación es de 32 ºC y la dosis de cuajo a utilizar será
aquella con la cual se consiga cuajar la leche en un tiempo no superior a los 90
minutos. Tanto la acidez, como el tiempo y la temperatura de coagulación, son
factores de gran influencia en la textura final del queso.
13
de 0,4 a 0,6%, y se agita en torno a 2 minutos. Con ello se consigue eliminar gran
parte del suero que continuaba coexistiendo en el tanque junto con la cuajada.
14
desarrollo en su corteza de microorganismos no deseados, hongos y levaduras,
principalmente.
Por último, un día después de la salazón, los quesos azules son perforados
(aproximadamente siguiendo una media de 150 hoyos por cada lado). Lo ideal es
realizar las perforaciones con el queso frío, evitándose así que estos agujeros se
vuelvan a cerrar. La formación de hoyos hará posible la presencia de oxígeno dentro
del queso, y con ello el desarrollo en su interior de P. roqueforti, hongo responsable
de su maduración.
VI. Maduración.
15
Sólidos totales 54-56%
Humedad 44-46%
Grasa 28-30%
pH 5,7-5,9
16
• Es responsable de la desacidificación de la pasta del queso, mediante la
utilización del ácido láctico.
• Secreta enzimas proteolíticas y lipolíticas cuya acción, junto con la de las
bacterias lácticas, determina la textura, el sabor y el aroma final del queso.
17
Las dos lipasas fúngicas hidrolizan los triglicéridos dando lugar a diglicéridos,
monoglicéridos y ácidos grasos libres.
En los quesos azules la lipólisis llevada a cabo por este hongo origina más del
95% de los ácidos grasos libres. Paradójicamente, el exceso de estos ácidos grasos
libres, en especial los de cadena media corta, inhibe la fermentación láctica. Gracias
a la acción de la enzima beta-cetoacil-descarboxilasa fúngica, los ácidos grasos libres
en exceso se transforman en metilcetonas de cadena media, las cuales rápidamente
sufren un proceso de reducción enzimática dando lugar a sus correspondientes
alcoholes secundarios.
Las metilcetonas y los alcoholes son compuestos muy volátiles y los principales
responsables del fuerte aroma y del sabor cercano al picante característico del queso
azul.
18