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Lo imaginario, lo simbólico y lo real

-Carlos Lizarraga Aguilar.

Una de las aportaciones lacanianas que sin lugar a dudas revolucionó la teoría y la
clínica del psicoanálisis, es la de los tres registros. Aportación que tuvo lugar desde lo que
Lacan mismo propondría como sus “antecedentes”, refiriéndose a una etapa anterior a lo
que él consideraría su entrada formal como teórico del psicoanálisis sería después, con el
llamado “discurso de Roma”.

No obstante, desde el “estadio del espejo” comienza a abordar el primero de sus


registros (en orden cronológico, no necesariamente de importancia), tomando como base
los descubrimientos de Wallon, comienza este “retorno a Freud”, pero con una
diferenciación importante respecto del pensamiento del maestro vienés, ya que tomará
elementos de la obra de la inglesa Melanie Klein (la posición esquizo-paranoide y la
depresiva), lo que daría un vuelco importantísimo para el futuro de las elaboraciones del
francés, al pasar de un entendimiento evolutivo del inconsciente, a uno más bien estructural
en la formación del sujeto.

El registro imaginario toma sus primeros avances desde la noción de imago y de


imagen, el retorno a la concepción del “yo narcisista” freudiano, y agrega las posiciones
kleinianas anteriormente citadas, a lo que agregaría, elementos provenientes de la etología,
del estudio de los instintos animales, el otro de la embriología humana.

Son importantes además ara Lacan la influencia del surrealismo y de la tendencia


europea (que llega a Lacan por la vía de la escuela de Warburg) en la que se interpretan las
imágenes como símbolos, lo que, como no podía ser de otra manera, dio paso a las
elaboraciones del orden simbólico. Esta puntualización no es mencionada de forma azarosa,
o como simple anécdota, sino para destacar que, la forma en que el orden en que lo
imaginario llevó a Lacan a la elaboración teórica de lo simbólico, es totalmente congruente
con la idea del nudo borromeo, y la estrecha relación entre cada uno de sus componentes.

Por otro lado, están las influencias que nutren el orden simbólico más conocidas en
Lacan (incluso mencionadas durante las clases) son: la lingüística sassuriana, Levy Strauss
con su idea de la “eficacia simbólica”, así como las leyes estructurales del parentesco
mencionadas por el mismo autor, tanto como la teoría de las formas simbólicas de Cassier,
lo que da lugar a la lógica simbólica (matemática).

Avanzando en el tiempo, Lacan va a llegar a elaborar un concepto que revolucionará


la teorización del orden simbólico y lo llevará un paso adelante hacia la firme apuesta del
caso por caso en psicoanálisis: lalengua. Concepto que pondrá el acento en la diferencia, ya
que, cada inconsciente de cada sujeto, uno por uno, tiene una estructura de lalengua
intraducible al de otro. Y tendrá consecuencias aún mayores en la idea tan popular de que
“el inconsciente está estructurado como un lenguaje”, y ahora se afirmaría que el
inconsciente “es como un lenguaje”.

Por su parte, la concepción de lo real tampoco escapó a los cambios durante el


tiempo de la enseñanza de Lacan, como es notable al observar la primera idea sobre el
término, cuando era definido como aquello que “siempre vuelve al mismo lugar”, y
posteriormente da un vuelco y es definido entonces como “lo imposible”; ambas
definiciones son incluyentes, una no anula a la otra.

“Lo imposible” poco, o nada, tendría que ver con la impotencia del sujeto. Se trata
más bien de una imposibilidad en el lenguaje, lo que para Lacan sería más puntualmente la
pérdida de la naturalidad en los sexos, que vendría a echar abajo la idea del andrógino y la
complementariedad soñada por diferentes culturas, y que es palpable en sus producciones
culturales. Basta con escuchar el mito mencionado, o la historia de la torre de babel en la
bíblia, solo por mencionar algunos.

Un ejemplo recurrente para intentar comprender la noción de “real”, es el del


ombligo del sueño, propuesto por Freud. Donde la asociación podría tornarse infinita, lo
que implica que siempre hay algo que escapa a la palabra, y tal vez sea aventurado decir lo
siguiente, pero en este orden podría entrar incluso lo traumático.

Cabría aclarar que, cuando se habla de pulsiones, de manifestaciones del


inconsciente, los componentes metapsicológicos freudianos, o cualquier situación que tenga
que ver con el acontecer, y el malestar del humano, se piensa en los tres registros, no hay
uno que tenga supremacía sobre el otro. Por eso la importancia de enlazar a los tres
registros en un nudo borromeo en el que, si un elemento se separa o se modifica, todos los
demás componentes se desenlazan.

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