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Videoconferencia de Inés Dussel

La formación docente hoy: entre


atender la emergencia y pensar
nuevos horizontes
Como parte de las propuestas formativas que llevamos adelante para los y las docentes
de la Provincia, y a partir de la necesidad de reflexionar sobre los tiempos que vivimos entre
toda la comunidad educativa, en la tarde de ayer compartimos una videoconferencia con la
pedagoga argentina Inés Dussel.
En el encuentro, Dussel analizó el rol docente en tiempos de pandemia, cómo enseñar
en tiempos de no presencialidad, qué nuevas experiencias de formación produce esta coyuntura
y cómo convertirla en una oportunidad de aprender sobre el trabajo docente.
A continuación, compartimos algunas ideas desarrolladas en la charla:
La escuela. Vale la pena preguntarnos qué es la escuela. La escuela no es el edificio,
sino un tipo de vínculo con el conocimiento. Pero el edificio tiene que estar; necesitamos un
espacio tiempo distinto al de casa, que tenga un umbral de entrada y salida. Tenemos muchas
ganas y muchos miedos de salir. Se está viendo cómo muchos chicos no quieren salir de sus
casas porque están llenos de miedo. Hay que trabajar esto también a escala pedagógica. Es una
experiencia intelectual, afectiva y política salir de casa. Valoriza la necesidad y la fortaleza del
encuentro con otros. No obstante, la escuela no muere con la pandemia.
Formación docente. La escuela es el espacio que se piensa en el más allá del mañana.
Hay que insistir en la formación docente para que la humanidad no sea tan frágil. Pensemos en
los desafíos y en atender la urgencia sin dejar los horizontes futuros.
Las clases durante la pandemia. Hay mucho debate sobre si las clases de hoy son
digitales, de educación a distancia o lisa y llanamente clases “con lo que tenemos a mano”. Hay
que ser conscientes de que para tener una clase virtual hay que empezar a prepararla mucho
antes. Diseñar buenas plataformas, pensar los recursos que van a acompañar a los estudiantes,
escribir las clases, filmar las clases, diseñar actividades y recién ahí uno empieza con las clases.
Son meses de trabajo previo. Luego se empiezan a dar las clases y ahí hay que acompañar a los
estudiantes para llegar al final. Entonces, en el proceso actual estamos más cerca de la
educación a distancia. La mayoría de las veces pasa más por una cierta continuidad de lo que
hacíamos en la escuela presencial a un contexto socio técnico diferente. Lo abrupto nos llevó a
que tengamos que improvisar. No hay nada de malo en eso, hicimos lo mejor que pudimos.
La continuidad pedagógica. Tiene que intentar sostener a la escuela por otros medios.
Es para pensar un encuentro con otro. Estos no son tiempos perdidos, la capacitación docente
nunca termina ya que se aprende de la práctica y en sociedad. En el mirar, en el encuentro con
otros. Estamos viviendo un ensamble entre lo que tenemos. No hay una pedagogía en sí, sino
preguntarnos y atender la dignidad del que aprende. Más autonomía intelectual y afectiva. Que
tenga mayor decisión. Que aprenda a lidiar con la dificultad.
La escuela: el espacio de lo difícil pero importante. Esta idea es un criterio
pedagógico para abordar en la emergencia de la pandemia. Tenemos que pensar qué es lo
importante hoy, aquí y ahora. Hay que estar muy atento a que la emergencia no genere vacíos en
la enseñanza. Que lo digital y las redes sociales sean un objeto de estudio y conocimiento. Que
sean un medio de comunicación y circulación de lo social y lo político. Aunque las actividades
se consideren mínimas son un montón para los estudiantes. Necesitamos sostener la escuela por
otros medios y pensando que los medios son desiguales. Lo que sí depende de nosotros es el
querer enseñar y no acrecentar la desigualdad. Tenemos que sostenernos entre todos, con
colegas, con los otros, cuidarnos entre todos.
Justicia curricular en la pandemia. Tenemos que tener muy presente el concepto de
justicia curricular. Que no sea tan desigual el trabajo. Que haya guiones curriculares con temas
que indefectiblemente debemos desarrollar en la pandemia, contenidos que tienen que estar. En
este sentido confío en el trabajo que realiza el sistema educativo. Cómo garantizar la justicia
curricular es una demanda que no hay que olvidar nunca. Es conmovedor el compromiso de
muchos docentes para sostener la clase en las condiciones que sea. Pasado el shock inicial
empezamos a ver cómo poner orden, en el sentido pedagógico de justicia curricular, para que
esta situación no profundice desigualdades. Por supuesto que es muy distinto quien tiene
herramientas para trabajar y un espacio en su casa del que no lo tiene. El desafío de los y las
docentes es estar a la altura de las ganas y de su compromiso por sobreponerse a las situaciones
difíciles. O sea, ¿Cómo te enseño con lo que tenés? Observar junto a los pares cuáles son los
mejores modos de manejarse en este tiempo. Es mucho trabajo, pero creo que tenemos que
hacerlo.
Virtualización de los aprendizajes y acceso a la conectividad. Las tecnologías no
determinan lo que aprendemos, pero lo condicionan, por lo que debemos crear nuevos espacios
de aprendizajes. Me contaban, por ejemplo, de docentes que toman lista en las plataformas. Lo
que habría que conversar primero es que no hace falta, porque si uno se conecta está presente
con su nombre. Por otra parte, también hay que reconocer que las condiciones de asistencia en
estos días son muy distintas, y no sé si es exigible la presencia a nivel virtual cuando no todos
pueden acceder. Ahí tenemos muchas preguntas. Creo que es una función nuestra, de los
formadores, tratar de ver qué pasa con los que no pueden conectarse. Buscar cómo hacer para
que no se vayan, para que no se pierdan en este contexto. Hace falta acceso real, educarnos y
enseñar a mayores accesos. Las tecnologías nos acompañan hace tiempo y el entorno socio
técnico también nos va formando. Somos productos de los avances tecnológicos.
La escuela en el futuro. La escuela, en un mundo futuro, la imagino más híbrida. Con
más virtualidad que antes, pero también seguramente aprenderemos a usar mucho mejor esos
espacios de encuentro que son irreemplazables.
La virtualización es un contenido ligado a la emergencia que nos permite pensar la
escuela del mañana. Hay que poner a discutir los interrogantes y formarse como docentes en
espacios sociotecnicos diferentes. Es un momento para entrarle a las clases virtuales. Hay que
buscar la mejor clase virtual y jugar con varios soportes. Pongamos esto en el centro de los
institutos de formación docente ya que serán los docentes de acá a 30 años.
La evaluación. Pensemos la evaluación como el “con qué se quedaron” y no tanto en
la calificación. Hagámonos preguntas más genuinas sobre el “por qué salió bien o no tal cosa”.
Cómo nos damos cuenta que generamos los lazos. Desarrollemos escucha sutil, a eso podemos
dedicarnos estos meses. No pensemos en el “en qué se equivocaron” sino en el “con qué se
quedaron”. Si registramos y documentamos eso que se está dando, vamos a entender más qué
podemos o no hacer. Ahí vamos a mejorar los modos de hacer atajos y repensarlos. Si hacemos
esto, vamos a ganar tiempo y los docentes después de esto van a estar mejor plantados para
detectar situaciones.
¿Cuáles serían los buenos criterios de observación? Un criterio importante es el de la
escucha. Ubicarnos en un lugar del aprendizaje de la voluntad docente, alejado de la idea de
controlar todo. Qué se quiso hacer, qué se logró, qué condiciones influyeron. Hay que pensar
mucho la observación desde la reflexión etnográfica y la confianza.
Aprender autónomamente. Lo más claro es que siempre seguimos aprendiendo. Estos
no son tiempos perdidos. La capacitación docente nunca termina, ya que se aprende de la
práctica y en sociedad. En el mirar, en el encuentro con otros. La formación es parte de procesos
más amplios, de aprender y pensar el mundo desde la transmisión de la cultura. La autonomía es
encarar la propia voz.
La lectura y la oralidad. Dada la situación que estamos atravesando, no tenemos el
contexto del libro. Por las fotocopias podíamos acceder a los libros, pero a partir de una
fragmentación de su materialidad. Lo mismo pasa con el PDF, que habilita la circulación, pero
es más rígido. Esto pone en relieve el acceso real a la materialidad. Hay que repensar el PDF y
reconfigurarlo para que pueda soportar nuestras anotaciones y para que podamos volver a ellas
cuando lo deseamos. Precisamos estudiar en soportes que permitan prácticas más ricas, más
enriquecedoras, como por ejemplo ese subrayado, esa nota al costado, esa glosa propia que da
forma a una opinión sobre lo que leemos.
Leer no es acertar el sentido sino encontrarlo. Este último se educa, se incita y se
incentiva. La frontera entre leer y escribir es muy amplia. La conversación en el aula es una
condición muy buena para repensar las prácticas lectoras.
El regreso a las aulas presenciales. El regreso va a ser muy distinto en cada uno de los
niveles educativos. Un primer punto a trabajar con las y los estudiantes es como están, cómo
pasaron este tiempo. Un segundo punto es qué aprendieron. También indagar qué extrañaron y
qué no. Qué les gustaría que cambie de la escuela. Esta vivencia seguramente va a dejar heridas
de varios tipos. Tendremos que estar atentos a esto. Para nosotros también será la instancia de
compartir cómo lo vivimos, qué pudimos aprender de este tiempo. Tenemos que planificar
cómo trabajar lo que quede del año. Seguramente haya que apurarse o reducir los programas. Y
hay que trabajar el cuidado mutuo. Estas son charlas a nivel de las políticas públicas, pero
también de las instituciones.
El acto de amor pedagógico. La mirada hacia la infancia debe ser amorosa, en el
sentido de un encuentro afectivo, de responsabilidad ética y política sobre lo que los otros
aprenden, sobre lo que los otros hacen. Partir del lugar donde están, ver cómo podemos trabajar
con ellos, ayudarlos a alzarse sobre el mundo. Salgamos de la pedagogía piadosa, compasiva.
Superemos ese determinismo sociológico según el cual las infancias vulneradas no pueden
aprender. Hay que siempre confiar en que el otro puede alzarse sobre sus hombros, entonces hay
que acompañarlos más, no como un acto de exigencia, si no como un acto de amor pedagógico.

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