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Revista Española de Neuropsicología 8, 3-4: 81-103 (2006) Copyright© 2006 de REN

ISSN: 1139-9872

Eficacia de la rehabilitación neuropsicológica de inicio tardío en la


recuperación funcional de pacientes con daño cerebral
traumático.

Fernando Machuca Murga1, José León-Carrión2 & Juan Manuel


Barroso y Martín2
1
Centro de Rehabilitación de Daño Cerebral (C.RE.CER).
2
Laboratorio de Neuropsicología Humana. Universidad de Sevilla.

Resumen: El auge de los programas de rehabilitación para el daño cerebral


traumático, ha dado lugar a una importante demanda de este tipo de
tratamientos por parte de los familiares de los afectados en busca de una
mayor independencia y calidad de vida para estos pacientes, pero por
diversos motivos, es frecuente todavía encontrar reticencias por parte de los
profesionales que tienen en sus manos la posibilidad de facilitar el acceso a
estos programas, dando lugar a que o bien muchos pacientes no puedan
beneficiarse de los mismos o en el mejor de los casos, que lleguen a los
tratamientos en fases tardías. En el presente trabajo, realizado con pacientes
con traumatismo craneoencefálico grave que recibieron rehabilitación
integral, intensiva y multidisciplinar en los programas holísticos
C.RE.CER., se plantea la hipótesis de que con tratamientos especializados,
es posible la recuperación funcional para pacientes con daño cerebral grave,
incluso cuando los tratamientos neuropsicológicos se inician transcurridos
más de dos años desde la lesión cerebral. Los resultados son concluyentes
en cuanto al aumento de la funcionalidad y disminución de la discapacidad
obtenidos con el tratamiento. Palabras clave: rehabilitación
neuropsicológica tardia, traumatismo craneoencefálico, daño cerebral.

The efficacy of late neuropsychological rehabilitation on the functional


recovery of patients with traumatic brain injury.

Abstract: The rise of rehabilitation programs for traumatic brain injury


(TBI) has led to an increase in demand by family members of those affected
by TBI, who seek greater independence and a better quality of life for these
patients. However, for various reasons, one can still encounter reticence on
the part of the professionals who have the means to facilitate access to these
programs. As a result, many patients do not benefit from this treatment, or
in the best of cases, obtain late post-trauma treatment. The present study
was carried out on patients with severe TBI who underwent intensive,
integral and multidisciplinary rehabilitation as part of the holistic programs
of C.RE.CER. Our hypothesis is that with specialized treatment, functional
recovery is possible for patients with severe TBI, even when the
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MACHUCA MURGA, LEÓN-CARRIÓN & BARROSO Y MARTÍN

neuropsychological treatment is initiated more than two years after the brain
lesion. The results are conclusive with regard to the increase in
functionality and the decrease in disability obtained through treatment.Key
words: late neuropsychological rehabilitation, traumatic brain injury, brain
damage.

La rehabilitación de funciones cerebrales es un campo relativamente


nuevo, ya que hasta los años 50 aproximadamente existía la idea entre los
clínicos de que la falta de capacidad de la neurona para dividirse, regenerarse
o establecer nuevas conexiones impedía cualquier tipo de intervención para
posibilitar la recuperación funcional de los pacientes con lesiones cerebrales
adquiridas. Como consecuencia de este planteamiento, la actitud terapéutica
que se tomaba en la mayoría de los casos de daño cerebral para hacer frente a
las alteraciones neuropsicológicas, era la de limitarse a esperar que la
recuperación espontánea de las funciones dañadas mejorase en algo la
calidad de vida del paciente, o en el peor de los casos, se procedía al
abordaje psiquiátrico de estos pacientes con las complicaciones añadidas que
estos tratamientos suponían (farmacoadicción, efectos indeseables de los
tratamientos, sobremedicación, disminución de capacidades cognitivas, etc.),
debido a los pocos estudios de farmacología clínica en estos pacientes.
Hoy día, el panorama va cambiando sustancialmente y los expertos en el
campo de las neurociencias aplicadas son ahora más optimistas sobre la
capacidad de reorganización cerebral y la recuperación de las funciones
perdidas (Kolb, 1996; Robertson & Murre, 1999). Asimismo, los avances
realizados en las neurociencias cognitivas y fundamentalmente en los
últimos años sobre los aspectos emocionales, han permitido mejorar la
comprensión de los procesos cognitivos y la naturaleza de los déficits
neuropsicológicos, en los que el desarrollo de la disciplina de la
Neuropsicología ha jugado un papel fundamental. Esta evolución en cuanto a
las expectativas en la recuperación del daño cerebral ha dado pie al
desarrollo de diferentes tipos de programas de intervención para pacientes
con daño cerebral adquirido (en especial en los casos de daño cerebral
traumático) que en distinta medida han venido a demostrar su eficacia sobre
la recuperación del daño cerebral. (Ho & Bennett, 1995; Malec & Basford,
1996; Christensen, 1998, Semlyen, Summers & Barnes, 1998; Rice-Oxley &
Turner-–Stokes, 1999; León-Carrión, Machuca, et al., 1999, León-
Carrión,.Von Wild, Zitnay, 2006)
Dentro de estos programas de rehabilitación del daño cerebral, cada vez
los clínicos le otorgan mayor importancia a las respuestas emocionales que
surgen como resultado del daño cerebral, así como a las emociones que éstas
generan en el paciente y en la familia, y a la influencia que tienen sobre las
propias capacidades cognitivas. Por lo tanto, el manejar exitosamente los
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REHABILITACIÓN NEUROPSICOLÓGICA Y LA RECUPERACIÓN FUNCIONAL

aspectos neuropsicológicos (emocionales, cognitivos y conductuales) del


paciente con daño cerebral traumático, así como contemplar los procesos de
socialización y ocupación de estos pacientes, se convierte en un aspecto
esencial en todo programa de rehabilitación que pretenda ser eficaz. (León-
Carrión, 2006)
Estos programas de rehabilitación que han ido desarrollándose, a pesar de
sus diferencias internas, pueden ser agrupados bajo dos modelos diferentes:
el modelo tradicional y el modelo holístico o biopsicosocial. Se trata de dos
formas claramente diferenciadas de entender el proceso de rehabilitación del
daño cerebral y en cierta medida parece ser un claro reflejo de la evolución
histórica del concepto de rehabilitación, de manera que actualmente existe
un claro consenso (Diller, 1994; Ben-Yishay & Prigatano, 1990; Ben-
Yishay, 1996; León-Carrión, 1998; Barnes, 1999; Sohlberg & Mateer, 2001;
Domínguez-Morales, 2002) del predominio en cuanto a eficacia del modelo
biopsicosocial frente al enfoque tradicional.
Superando el modelo tradicional de tratamiento del daño cerebral
caracterizado por el entendimiento del daño cerebral bajo el paradigma del
modelo médico de enfermedad, se presenta el enfoque holístico o
biopsicosocial como abordaje mucho más amplio en la comprensión de las
consecuencias que el daño cerebral traumático tiene sobre el paciente y su
familia, y por tanto en el abordaje de las mismas. Este modelo surge en la
década de los 80 con el convencimiento de que, aunque inicialmente las
alteraciones físicas son las más evidentes tras el daño cerebral,
posteriormente van a ser las alteraciones neuropsicológicas las que más van a
incapacitar al paciente para su posterior reintegración a la vida diaria, por lo
que el abordaje terapéutico de las mismas será parte fundamental de los
tratamientos.
El elemento más definitorio de este modelo es asumir que las
consecuencias del daño cerebral van más allá de las alteraciones cognitivas;
el daño cerebral severo afecta globalmente al individuo en su totalidad, en
todas sus esferas (cognitiva, conductual, emocional, social, familiar y
ocupacional); por lo que la rehabilitación debe enfocarse de manera global,
atendiendo a las alteraciones presentes de forma integrada, bajo un equipo
multidisciplinar de profesionales especializados en daño cerebral, y
considerando a la familia y al entorno más cercano del paciente como
aspectos sobre los que es necesario intervenir para lograr la mejor
integración del paciente.
La opción por tanto más adecuada para la comprensión de estos déficits,
será un abordaje integral, basado en modelos de práctica biopsicosociales
que estudien la interacción entre los niveles, biológico (lesión), psicológico
(reacción ante los déficit) y social (modificaciones sufridas en sus
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MACHUCA MURGA, LEÓN-CARRIÓN & BARROSO Y MARTÍN

actividades de la vida diaria y la influencia del contexto en la manifestación


clínica de este tipo de déficit).
En el trabajo que aquí se presenta, la Rehabilitación Neuropsicológica, se
constituye como elemento central de los programas de rehabilitación del
daño cerebral, por lo que se describe a continuación a grandes rasgos, los
principios fundamentales del modelo de rehabilitación neuropsicológica,
dentro del Programa Holístico de Rehabilitación Integral, Intensivo y
Multidisciplinar C.RE.CER., por ser pionero en nuestro país (Domínguez-
Morales, 2002) y por ser el que realizaron los pacientes que se presentan en
esta investigación.

La rehabilitación neuropsicológica dentro de los programas holísticos


C.RE.CER.

Los programas de rehabilitación neuropsicológica deben partir de una


evaluación exhaustiva de las capacidades cognitivas y el estado emocional
del paciente. Para poder rehabilitar, se necesita primero conocer las
particularidades del paciente con el que se va a trabajar y de esta forma
poder diseñar un programa de tratamiento individualizado y que parta de las
capacidades que permanecen conservadas o menos afectadas, para a partir de
ellas ir consiguiendo la instauración de nuevas respuestas. En base a las
conclusiones extraídas del proceso de evaluación, se fijan los objetivos
particulares de cada paciente, si bien todos tienen en común, el estar
enfocados a proporcionarles el máximo grado posible de independencia,
ayudarles a integrar en sus vidas el acontecimiento traumático vivido, y
potenciar lo más posible sus capacidades, mediante la rehabilitación
cognitiva, los tratamientos cognitivos-conductuales, la psicoterapia, los
tratamientos de grupo y las terapias ocupacionales, vocacionales y
familiares. El tratamiento se aborda desde una aproximación unitaria,
integradora y multidisciplinar para que la rehabilitación alcance su máxima
potencialidad.
El punto central del tratamiento se basa en la obtención del mayor rescate
neurológico posible para las funciones cognitivas que se han visto afectadas
como consecuencia del TCE sufrido, por lo que la rehabilitación cognitiva
merece especial atención, por la influencia que estos déficits van a tener
sobre el resto de las áreas de rehabilitación. En este terreno se va a tratar de
fomentar en todo momento una rehabilitación lo más continua y ecológica
posible, de manera que cualquier circunstancia pueda ser aprovechada para
estimular y reentrenar al sujeto cognitivamente. En el proceso de
rehabilitación, el neuropsicólogo desempeña un papel fundamental en el
diseño del programa de rehabilitación, procurando dar la coherencia
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REHABILITACIÓN NEUROPSICOLÓGICA Y LA RECUPERACIÓN FUNCIONAL

necesaria a los diferentes niveles de intervención con el paciente, de modo


que puedan aprovecharse al máximo las sesiones de trabajo.
Las áreas que con más frecuencia se van a trabajar desde el punto de vista
cognitivo van a ser la orientación témporo-espacial, la atención, la memoria,
las funciones ejecutivas, el cálculo, las habilidades visuoconstructivas, la
lectoescritura y el lenguaje, realizando para ello sesiones diarias de
rehabilitación cognitiva individual y de grupo.
Los tratamientos también incluyen sesiones de psicoterapia individual en
las que se abordan los conflictos personales que surgen a raíz del accidente y
que según León-Carrión (1998), normalmente van a estar relacionados con
el cambio en la autoimagen, la disminución de la autoestima, la pérdida de
independencia, la frustración de proyectos, pérdida de amistades, etc. La
frecuente presencia de anosognosia e incapacidad de introspección en
pacientes con lesiones frontales, los problemas de memoria y por supuesto
los trastornos del lenguaje tanto a nivel comprensivo como expresivo van a
determinar el modo en que la psicoterapia se realice. Junto a las sesiones de
psicoterapia individual, se realizan sesiones de grupo en las que se abordan
temas de interés para los pacientes, como aspectos relacionados con la
incidencia del accidente en sus vidas, problemas a los que tienen que
enfrentarse, etc. Asimismo se realiza terapia familiar para conseguir que las
labores de rehabilitación puedan tener una continuidad cuando el paciente
regresa a su casa, así como facilitar el proceso de adaptación de la familia a
la nueva situación de vida a la que deberán hacer frente.
En las fases finales de los tratamientos neuropsicológicos se abordan de
forma más intensiva la mejora de las habilidades sociales, la orientación
vocacional, y la vuelta a la comunidad con el objetivo de que el paciente
pueda desarrollarse en su entorno con la mayor y mejor cantidad de recursos
personales posible. Es la fase de socialización y ocupación, y en la que las
capacidades adquiridas con la rehabilitación deben ir poniéndose en práctica
con el fin de alcanzar la mayor independencia posible.

Eficacia de los programas de rehabilitación del daño cerebral

Tradicionalmente ha existido un evidente pesimismo acerca de la


rehabilitación cognitiva, pero los avances realizados en el campo de la
neurorrehabilitación en las dos últimas décadas han logrado superar este
tradicional pesimismo, y actualmente la eficacia de la rehabilitación
neuropsicológica aplicada al daño cerebral traumático es un hecho aceptado
por la comunidad científica fundamentalmente cuando se trata de programas
integrales, intensivos y multidisciplinares (Glinz & Ruckert, 1988; Ho &
Bennett, 1995; Malec & Basford, 1996; Jorgensen, 1997; Christensen, 1998,
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MACHUCA MURGA, LEÓN-CARRIÓN & BARROSO Y MARTÍN

Semlyen, Summers & Barnes, 1998; Rice-Oxley & Turner-–Stokes, 1.999;


León-Carrión, Machuca, et al., 1999; Cicerone, Dahlberg, Kalmar, et al.,
2000; Mateer, 2003; Goranson, et al., 2003, León-Carrión,Von Wild,
Zitnay, 2006).
Partiendo de la evidencia científicamente aceptada (Malec & Basford
1996) de que la rehabilitación neuropsicológica, como parte fundamental de
los programas de rehabilitación del daño cerebral, favorece el progreso
funcional, el nivel de independencia, el estatus laboral, el autocuidado, y la
calidad de vida de los pacientes con daño cerebral, se plantean diferentes
debates sobre cuándo es el momento más adecuado para iniciar la
rehabilitación neuropsicológica.
Aunque el debate existe, predominan claramente los postulados a favor
de una rehabilitación de un inicio precoz (Cope & Hall, 1982; Kemper &
Von Wild, 1999; Mazaux, De Seze, Joseph & Barat, 2001; Sherer, Sander,
Nick, High, Malec & Rosenthal, 2002), si bien no parece haberse logrado
establecer un acuerdo en cuanto al momento a partir del cual, si no se
realizan tratamientos especializados, aunque la recuperación funcional siga
siendo posible, decae la relación costo-beneficio de la rehabilitación
neuropsicológica, proponiéndose períodos que van desde los 9 meses a partir
de la lesión (Machuca, León-Carrión, Domínguez-Morales & Barroso y
Martín, 2003) hasta los 2 años (Wood, et al. 1999).
Siguiendo las directrices del NHI Consenso (la Declaración de Consenso
sobre la Rehabilitación de las Personas con Lesiones Cerebrales Traumáticas
establecida por los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos) y
como recoge la mayoría de la bibliografía sobre la rehabilitación
neuropsicológica en el daño cerebral traumático y especialmente en los casos
graves, ésta debe comenzar lo antes posible, pero desgraciadamente esta
recomendación científicamente aceptada no se corresponde con la situación
clínica que viven los pacientes con daño cerebral, al menos en nuestro país.
Es más, en muchos casos la información que hoy día se sigue transmitiendo,
es que muchas de las alteraciones desaparecerán con el tiempo, a pesar de
que con frecuencia esto se comenta una vez que ya no es esperable la
recuperación espontánea y que los únicos cambios significativos que puedan
todavía producirse, sean los obtenidos mediante tratamientos especializados,
(Cope, Cole, Hall & Barkan, 1991; Malec & Basford, 1996; Ashley &
Persel, 1999; León-Carrión & Machuca, 2001).
Observamos que, en la mayoría de los casos, se sigue manteniendo, a
pesar de las evidencias, el pesimismo comentado anteriormente sobre las
posibilidades de la rehabilitación neuropsicológica y en otros, el
desconocimiento lleva a pensar que lo que no se trate hoy, se puede tratar
mañana con la misma relación coste-beneficio.
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REHABILITACIÓN NEUROPSICOLÓGICA Y LA RECUPERACIÓN FUNCIONAL

En la misma línea, nos encontramos habitualmente que cuándo el


paciente, por diversos motivos no ha podido recibir tratamiento
especializado, y transcurrido un tiempo comienza a presentar alteraciones
que limitan su vida diaria e intenta realizar un programa de rehabilitación
especializado, se encuentra con opiniones que justifican que más allá de un
año después del traumatismo craneoencefálico (TCE), la rehabilitación ya
no es posible o esta será no significativa. En nuestra opinión, esto sólo es así
cuando la evolución del paciente queda a expensas de la recuperación
espontánea y no realiza tratamiento; entonces, como afirman León-Carrión
& Machuca (2001) en su trabajo, tras analizar la evolución de 28 pacientes
con TCE severo no sometidos a tratamiento y que fueron evaluados
neuropsicológicamente a los 8 meses del TCE y nuevamente un año después,
si los pacientes no realizan tratamiento, las secuelas cognitivas quedan
establecidas desde los 8 meses del TCE y no se observa ninguna mejoría un
año después. Pero cuando realizan tratamiento especializado, aunque este
comience de forma tardía, si éste es de calidad y se realiza con la suficiente
intensidad puede obtenerse una recuperación significativa (Jorgensen,
1997a; Barnes, 1999; Seniow, Polanowska, Mandat y Laudanski, 2003;
Machuca, León-Carrión, Domínguez-Morales & Barroso y Martín, 2003).

Por todo lo anterior nos proponemos como objetivo de esta investigación:

Demostrar la eficacia de la rehabilitación neuropsicológica tardía en la


recuperación funcional de los pacientes con traumatismo
craneoencefálico grave,

planteando para ello la siguiente hipótesis de trabajo:


La recuperación funcional de pacientes con traumatismo
craneoencefálico grave es posible incluso cuando la rehabilitación se
inicia en fases tardías (hasta 2 años después del TCE).

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MACHUCA MURGA, LEÓN-CARRIÓN & BARROSO Y MARTÍN

Método

Participantes

Para la obtención de los sujetos que componen la muestra de esta


investigación se revisaron los historiales de los pacientes que habían recibido
tratamiento en el Centro de Rehabilitación de Daño Cerebral (C.RE.CER.)
de Sevilla y se seleccionaron a aquellos que cumplían los siguientes criterios
de inclusión:

1. Presentar diagnóstico de traumatismo craneoencefálico grave. (gcs<8)


2. Haber recibido tratamiento en un programa c.re.cer. Integral, intensivo y
multidisciplinar. (ver León-Carrión, 1997; Domínguez-Morales, 2002)
3. La duración mínima del tratamiento debía ser de 4 meses.
4. Presentar trastornos neuropsicológicos al ingreso.
5. Iniciar el programa de rehabilitación neuropsicológica a partir de los 9
meses posteriores a haber sufrido el TCE.

Con estos criterios de inclusión se obtuvo una muestra de 29 pacientes


cuyas características clínicas y demográficas se presentan de forma resumida
en las siguientes líneas. De los 29 sujetos, el 86,2% eran hombres y la edad
media de la muestra en el momento de sufrir el TCE era de 24,48 años (SD
±8,02). Cerca de un 80% presentaban lesiones físicas añadidas a las
neuropsicológicas y casi un 60% presentaban alteraciones del lenguaje. En
cuanto a la localización de las lesiones principales, la mayoría se situaban a
nivel frontal o bien eran consideradas como lesiones axonales difusas. Por
termino medio los sujetos habían superado los 9 años de escolarización (SD
±3,35) al sufrir el TCE. La duración media de los tratamientos fue de 11,10
meses (SD ±6,23) y el tiempo medio transcurrido desde el TCE hasta el
inicio de los tratamientos fue superior a los dos años (26,72 meses) (SD ±20,
02).

Material

Para valorar la eficacia de la rehabilitación en cuanto la medición de la


funcionalidad y discapacidad, se seleccionaron 2 de las escalas de
evaluación funcional que mejor consideramos que valoraban los progresos
obtenidos con la rehabilitación:

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REHABILITACIÓN NEUROPSICOLÓGICA Y LA RECUPERACIÓN FUNCIONAL

La Functional Independence Measure + Functional Assessment Measure


(FIM+FAM)
La Disability Rating Scale (DRS)

La selección de estas escalas se basó en el análisis de las ventajas e


inconvenientes presentados por las principales escalas de valoración de los
resultados del tratamiento. Para ello se valoraron en cada una de las escalas,
los siguientes aspectos:

1. Diseño original y/o amplia utilización en pacientes con daño


cerebral traumático moderado-severo.
2. Brevedad y facilidad de administración.
3. Facilidad de interpretación desde cualquier disciplina del equipo
rehabilitador.
4. Demostración de buenas propiedades psicométricas (validez,
fiabilidad y sensibilidad a los cambios durante el tratamiento).
5. Multidimensionalidad con posibilidad de puntuación global.
6. Valoración de déficits físicos, cognitivos, emocionales y
psicosociales.
7. Adecuación al ámbito sociocultural de nuestro medio.
8. Adecuación para la fase post-aguda de la rehabilitación.
9. Enfoque neuropsicológico.
10. Capacidad para valorar los 4 indicadores de eficacia de la
rehabilitación.
11. Presencia en publicaciones internacionales previas.

Procedimiento

Una vez seleccionadas las escalas de entre los distintos posibles


instrumentos de valoración de los resultados del tratamiento, se procede a
puntuar a cada uno de los sujetos al inicio del tratamiento y al alta del
mismo.
En el período comprendido entre ambas valoraciones, todos los sujetos
reciben tratamiento rehabilitador bajo el Programa de Rehabilitación del
Daño Cerebral C.RE.CER. Integral, Intensivo y Multidisciplinar, cuyas
características han quedado detalladas anteriormente.
Al finalizar los tratamientos y una vez recogidas todas las puntuaciones
se procedió a su análisis estadístico empleando el programa estadístico SPSS
11.5. para Windows según la metodología que se describe a continuación.

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MACHUCA MURGA, LEÓN-CARRIÓN & BARROSO Y MARTÍN

Resultados

Pruebas de normalidad
Al tratarse de una muestra con n<30, para comprobar si los datos se
ajustaban a una distribución normal se aplicó la prueba de Shapiro-Wilk a
cada una de las variables cuantitativas analizadas en el presente estudio. Los
datos de la mayoría de las variables de Funcionalidad y Discapacidad no se
ajustan a la distribución normal, por lo que no se asume la normalidad de los
datos y se emplearán en los posteriores análisis comparativos pruebas no
paramétricas.
Mediante estas pruebas se compararon la funcionalidad y discapacidad al
ingreso y al alta del programa de rehabilitación. Estas comparaciones se
realizarán para cada una de las áreas de funcionamiento y discapacidad
recogidas en la FIM+FAM y en la DRS respectivamente, si bien en este
trabajo únicamente nos centraremos en las variables de contenido
neuropsicológico.
A continuación se presentan, los resultados obtenidos al comparar los
índices de funcionalidad y discapacidad al ingreso en el tratamiento con
estos mismos índices al alta del tratamiento.

Análisis comparativos ingreso-alta

Para la realización de estas comparaciones se empleó la prueba T de


Wilcoxon para muestras relacionadas para las variables de funcionalidad y
discapacidad.

Índices de la FIM-FAM

Se presentan para cada una de las áreas de funcionamiento valoradas por


la escala FIM+FAM, una tabla con los datos medios obtenidos por la
muestra al ingreso y al alta del tratamiento, el estadístico de contraste y un
gráfico para facilitar su compresión.

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REHABILITACIÓN NEUROPSICOLÓGICA Y LA RECUPERACIÓN FUNCIONAL

Funcionalidad al Funcionalidad
N Ingreso al Alta Z Sig.
Media Desv. Tip. Media Desv. Tip.
AUTOCUIDADO 29 52.46% 35.77 66.74% 33.84 -4.201 .000
CONTROL DE
29 74.42% 39.14 84.77% 31.73 -2.201 .028
ESFINTERES
COMUNICACIÓN 29 64.36% 31.46 74.82% 26.49 -4.019 .000

F. COGNITIVAS 29 40.80% 31.99 63.90% 31.89 -4.466 .000

A. PSICOSOCIAL 29 30.60% 30.78 55.02% 29.38 -4.544 .000

Tabla 1. Funcionalidad al ingreso y al alta en la FIM-FAM

Gráfico 1. Funcionalidad al ingreso y al alta en la FIM-FAM

Analizando el estado funcional de los pacientes al ingreso y al alta


observamos unos óptimos niveles de recuperación. A modo de conclusión
general encontramos que a pesar del inicio tardío de la rehabilitación, los
pacientes con TCE grave mejoran su funcionalidad con rehabilitación
especializada.

Índices de la DRS

Siguiendo el mismo procedimiento que se ha llevado a cabo con la


FIM+FAM, se presentan para cada una de las áreas de discapacidad
valoradas por la escala DRS, una tabla con los datos medios obtenidos por la
muestra, el estadístico de contraste y un gráfico para facilitar su
91
MACHUCA MURGA, LEÓN-CARRIÓN & BARROSO Y MARTÍN

comprensión. En el gráfico de los ítems de la DRS debe tenerse en cuenta


que, al contrario que en los de la FIM+FAM, la mejoría alcanzada por los
pacientes, gráficamente se representa por una disminución de la altura de las
barras, al representar una disminución de la discapacidad en cada área.

Discapacidad Discapacidad
Z Sig.
al Ingreso al Alta
N
Media Desv. Media Desv.
Tip. Tip.
NIVEL DE
29 6.60% 11.43 2.58% 7.74 -2.588 .010
RESPUESTA

AUTOCUIDADO 29 21.65% 31.61 13.21% -2.521 .012


28.46
NIVEL DE
29 59.31% 35.84 41.72% -3.748 .000
FUNCIONAMIENTO 34.64

EMPLEO 29 84.48% 26.69 66.09% 36.31 -3.342 .001

Tabla 2. Discapacidad al ingreso y alta en la DRS

Gráfico 2. Discapacidad al ingreso y al alta en la DRS

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REHABILITACIÓN NEUROPSICOLÓGICA Y LA RECUPERACIÓN FUNCIONAL

El peso de los anteriores ítems de Nivel de Respuesta y Autocuidado, que


en los pacientes sometidos a rehabilitación durante la fase postaguda es poco
significativo, hace que aparentemente la discapacidad al ingreso de los
pacientes con TCE grave no sea muy elevada, pero esto no es cierto como ha
podido comprobarse desde el enfoque de la funcionalidad medido a través de
la FIM+FAM, sino más bien un problema de adecuación del instrumento de
medida. A pesar de esta limitación puede comprobarse como los pacientes
disminuyen significativamente su discapacidad al recibir el alta del
tratamiento en todas las áreas evaluadas por la Escala de Valoración de la
Discapacidad.

Porcentajes de ganancia funcional y de disminución de la discapacidad

En un reciente trabajo, León-Carrión (2.005) desarrolló una serie de


índices para la Escala de Evaluación Funcional FIM+FAM que permiten
cuantificar en términos de porcentajes, la funcionalidad de los pacientes en
cualquier momento del proceso de rehabilitación. Estos índices han sido
empleados en esta investigación para facilitar la comprensión de los datos,
de forma que, sin necesidad de conocer directamente la escala original,
pueda tenerse en todo momento una referencia clara de los valores y los
datos que se manejan al hablar de funcionalidad, independencia y resultados
del tratamiento.
A través del Porcentaje de Ganancia (PG) vemos en qué porcentaje ha
logrado el paciente mejorar su funcionalidad en un área determinada de la
escala de FIM-FAM después del tratamiento, o en cualquier momento del
mismo. Las áreas valoradas fueron: autocuidado (PGAC), control de
esfínteres (PGCESF), comunicación (PGCOM), ajuste psicosociál (PGAPS)
y funciones cognitivas (PGFC).
Mediante un proceso similar y con la misma finalidad, se obtuvo el índice
para el Porcentaje de Disminución de la Discapacidad para la Escala de
Valoración de la Discapacidad, que nos indica en qué porcentaje ha
disminuido el paciente su discapacidad en un área determinada de dicha
escala después del tratamiento. Las áreas valoradas mediante esta escala
fueron: Nivel de respuesta (PDDNR), autocuidado (PDDAC), nivel de
funcionamiento (PDDNF) y capacidad de empleo (PDDEMPL)

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MACHUCA MURGA, LEÓN-CARRIÓN & BARROSO Y MARTÍN

Porcentajes de ganancia funcional

PGAC 44.26%
PGFCESF 45.02%
PGCOM 32.81%
PGAPS 39.90%
PGFC 48.77%
Tabla 3. Porcentajes de ganancia funcional

Gráfico 3. Porcentajes de ganancia funcional

Porcentajes de disminución de la discapacidad

PDDNR 65.90%
PDDAC 53.45%
PDDNF 38.52%
PDDEMPL 27.61%
Tabla 4. Porcentajes de disminución de la discapacidad

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REHABILITACIÓN NEUROPSICOLÓGICA Y LA RECUPERACIÓN FUNCIONAL

Gráfico 4. Porcentaje de disminución de la discapacidad al alta

Discusión

De los resultados obtenidos en la investigación, dos son los análisis


principales que pueden realizarse, por un lado nos centraremos en conocer
que déficits son los que originan la mayor discapacidad en los pacientes que
inician la rehabilitación neuropsicológica de forma tardía, de manera que
podamos conocer indirectamente como es la evolución a la largo plazo que
presentan estos déficits cuando no son tratados. El segundo de los análisis
nos llevaría a conocer en que medida la rehabilitación neuropsicológica es
eficaz cuando el inicio de ésta se retrasa hasta los dos años posteriores al
daño cerebral.
Respecto al primero de los análisis, comprobamos que cuando la
rehabilitación se inicia de forma tardía, hasta que ésta no se inicia, las áreas
menos funcionales en los pacientes con TCE grave se localizan, por orden de
afectación en el Ajuste Psicosocial, y las Funciones Cognitivas. Resultados
similares a los nuestros los obtienen Kozlowski, Pollez, Thevenon,
Dhellemmes & Rousseaux (2002) quienes tras estudiar en fases tardías (3
años después del TCE) a pacientes con TCE grave, encuentran que en estas
etapas los déficits motores eran leves en la mayoría de los casos, mientras
que los intelectuales suponían limitaciones más acusadas y los problemas
psicosociales (conductuales y emocionales) eran los que limitaban de forma
más severa la independencia de los pacientes.
Las alteraciones en el Ajuste Psicosocial, no sólo por el hecho de ser las
que presenten unos valores más deficitarios al ingreso, sino por la
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MACHUCA MURGA, LEÓN-CARRIÓN & BARROSO Y MARTÍN

repercusión que en si misma tienen de cara a la funcionalidad e


independencia de los pacientes, suponen una de las principales demandas de
cara a la rehabilitación del daño cerebral, ya que afectan, y en muchas
ocasiones incluso impiden, la convivencia en ambientes familiares,
requiriendo del ingreso del paciente en ámbitos hospitalarios que no siempre
son los más adecuados de cara a su rehabilitación. Morton & Wehman
(1995) en un trabajo de revisión de las publicaciones existentes sobre las
alteraciones psicosociales y emocionales en el daño cerebral traumático,
concluyen al igual que nuestros resultados, que a pesar de la posibilidad de
que la recuperación espontánea haga su efecto durante las primeras etapas,
los problemas psicosociales continuarán como un problema persistente a
largo plazo en la mayoría de los pacientes con TCE graves. Nuestros datos
recogen esta grave incidencia de las alteraciones de tipo psicosocial,
mostrando que normalmente, estas alteraciones no van a desaparecer si no
son tratadas.
La funcionalidad cognitiva presentada por los pacientes con TCE grave
antes de iniciar la rehabilitación postaguda limita significativamente la
independencia de los pacientes. Los problemas atencionales, de memoria y
de funciones ejecutivas principalmente, les hacen dependientes de terceras
personas para la mayoría de las actividades de la vida diaria. Estos datos
observados en nuestros resultados son apoyados por investigaciones
anteriores como las realizadas por Van Zomeren & Brouwer (1994), quienes
tras revisar los principales trabajos sobre los deficits atencionales en el TCE,
concluyen que entre el 60 y el 80% de los casos de TCEs moderados y
graves presentan como principales secuelas a largo plazo, déficits
atencionales. Para autores como Levin (1989), aunque los déficits residuales
de memoria normalmente desaparecen a los tres meses del accidente en el
caso del daño cerebral moderado, cuando se trata del daño cerebral severo, el
deterioro en los procesos de aprendizaje y memoria persiste en una cuarta
parte de los sujetos, llegando generalmente a convertirse en una secuela
incapacitante. León-Carrión (1998) afirma que la mayoría de los pacientes
con daño cerebral traumático sufrirán problemas de memoria durante el año
posterior al traumatismo y un tercio continuará experimentando estos déficits
más allá del primer año. Mangeot, Armstrong, Colvin, Yeates & Taylor
(2002) tras estudiar 5 años después de sufrir el TCE a un grupo de niños,
encuentran déficits en las funciones ejecutivas relacionados con la
integración psicosocial, la funcionalidad y la independencia.
Otros autores que han encontrado resultados coherentes con los obtenidos en
nuestra investigación fueron Kersel, Marsh, Havill & Sleigh (2001) y Millis,
Rosentahl, Novack, Sherer, et al. (2001)

96
REHABILITACIÓN NEUROPSICOLÓGICA Y LA RECUPERACIÓN FUNCIONAL

En cuanto a los déficits del lenguaje y la comunicación, nuestros datos


son apoyados por otras investigaciones anteriores como las de Menon,
Ravichandran & Tan (1993) que afirman que aunque muchos pacientes
muestran una tendencia a mejorar sus déficits del lenguaje tras el TCE, los
pacientes con TCE grave suele continuar manifestando déficit permanentes a
lo largo del tiempo, especialmente los pacientes con afasia expresiva o
global. Tabaddor, Mattis & Zazula (1984), afirman que la mayoría de la
recuperación en las funciones lingüísticas ocurre durante los 6 primeros
meses posteriores al TCE, y que si no son tratadas, continuarán presentando
déficits.
Los déficits anteriores van a generar una baja funcionalidad, no sólo en
tareas puramente cognitivas o motóricas, sino en muchas actividades de la
vida diaria, incluso en las más básicas como el Autocuidado (aseo,
vestimenta, alimentación, etc.).
En la Escala de Valoración de la Discapacidad, el ítem de Nivel de
Funcionamiento valora la capacidad del paciente para desenvolverse de
forma autónoma en su vida diaria, así como la necesidad de ser supervisado
por terceras personas en determinados ambientes. Al analizar los resultados
mostrados por los sujetos de nuestra investigación encontramos datos
coherentes con la mayoría de las publicaciones al respecto, en cuanto a la
alta discapacidad presentada por estos pacientes para vivir de forma
independiente (Vogenthaler, Smith & Goldfader, 1989; Kaplan &Corrigan,
1994; McColl, Davies, Carlson, Johnston, Harrick, Mines & Shue, 1999), y
este nivel de dependencia no disminuye significativamente con el paso del
tiempo cuando no se realiza rehabilitación especializada. Finalmente por lo
que respecta al grado de funcionalidad/discapacidad con el que los pacientes
que inician rehabilitación de forma tardía, llegan al tratamiento, encontramos
que el área en el que se recoge la mayor discapacidad de estos pacientes es a
nivel ocupacional (incluyendo aquí también los aspectos académicos).
Nuestros datos al igual que la mayoría de las investigaciones recogen que los
pacientes con TCE grave muestran una importante discapacidad para volver
a desempeñar una actividad laboral o académica. Greenspan, Wrigley,
Kresnow, Branche-Dorsey & Fine (1996); Kreutzer, Marwitz, Walter,
Sander, Sherer, Bogner, Fraser & Bushnik (2003)
En cuanto a la discusión de los resultados obtenidos de la hipótesis
principal de este trabajo, nuestros datos confirman que, cuando la
rehabilitación es especializada, integral, intensiva y multidisciplinar,
aunque el inicio de ésta se retrase hasta los 2 años, los pacientes mejoran
significativamente su funcionalidad y disminuyen la discapacidad en todas
las áreas neuropsicológicas implicadas en las actividades de la vida diaria.

97
MACHUCA MURGA, LEÓN-CARRIÓN & BARROSO Y MARTÍN

Entre otras investigaciones que apoyan los resultados de nuestro trabajo


se encuentran las de Cope, Cole, Hall & Barkan (1.991) quienes tras estudiar
a 173 pacientes con daño cerebral al ingreso en el programa de
rehabilitación, así como en seguimientos a los 6, 12 y 24 meses posteriores
al alta, encontraron cambios significativos en los porcentajes de
independencia de los pacientes que fueron sometidos a tratamientos
integrales, intensivos y multidisciplinares en las variables de tipo de
residencia que precisaban, nivel de actividad o capacidad productiva y
número de horas en las que precisaban atención o supervisión por parte de
otra persona, concluyendo que estas mejorías no podían ser consideradas
únicamente como el efecto de la recuperación espontánea.
El análisis detallado de los patrones de recuperación al alta, muestra que a
pesar de la importante recuperación obtenida con los tratamientos, el Ajuste
Psicosocial es el área que presenta la funcionalidad más deficitaria al alta, lo
que puede interpretarse como que las alteraciones psicosociales (depresión,
frustración, irritabilidad, control de impulsos, integración social, etc.) son las
más resistentes a la rehabilitación. Dikmen, Machamer & Temkin (1.993)
estudiaron a un grupo de 30 pacientes adultos con daño cerebral durante un
periodo de 2 años, encontrando que las alteraciones psicosociales tenían un
gran impacto a largo plazo en estos pacientes, y aunque en años posteriores
obtenían una mejoría tanto a nivel motor como en el funcionamiento
psicosocial, en este último ámbito la recuperación fue significativamente
menor, y por tanto la incidencia de estos déficits adquiría su mayor
relevancia en estas etapas posteriores. Hammond, Hart, Bushnik, Corrigan
& Passer (2.004) también encuentran, al comparar los patrones de
recuperación en pacientes con TCE a través de la FIM+FAM, que el área en
la que se obtiene un menor nivel de recuperación tras la rehabilitación es en
el funcionamiento psicosocial.
La Capacidad de Empleo es lógicamente el área más sensible a las
alteraciones y déficits presentes en los pacientes, de manera que la mayor
discapacidad se recoge en esta área y a pesar de ello, la importante
recuperación que se alcanza a nivel cognitivo con la rehabilitación, permite
obtener una significativa disminución de la discapacidad. Malec & Basford
(1.996) en un trabajo de revisión sobre la rehabilitación del daño cerebral en
la fase postaguda, concluyen que la mayoría de las investigaciones al
respecto, documentan beneficios para la mayoría de los pacientes que
reciben rehabilitación, obteniendo niveles de independencia y capacidad
laboral superior al 50% y llegando a alcanzar valores del 60 al 80% para los
que reciben rehabilitación integral e intensiva.
Finalmente comprobamos que el área que obtiene una menor
recuperación cuando el inicio de la rehabilitación se retrasa, es el de la
98
REHABILITACIÓN NEUROPSICOLÓGICA Y LA RECUPERACIÓN FUNCIONAL

Comunicación y en segundo lugar el del Ajuste Psicosocial. Este patrón de


recuperación de funciones en la rehabilitación tardía del TCE es consistente
con los datos aportados por otras investigaciones (Dumas, Haley, Ludlow &
Rabin, 2.002). Esta dificultad para lograr una significativa recuperación de
las alteraciones psicosociales comparadas con otras áreas deficitarias, es la
que lleva a Morton & Wehman (1.995) a afirmar que la mayoría de los
investigadores coinciden en señalar que los problemas psicosociales
asociados al TCE son probablemente el principal reto al que hacer frente en
la rehabilitación del daño cerebral en la actualidad.

Conclusiones

1. La rehabilitación neuropsicológica en pacientes con TCE grave es eficaz


desde el punto de vista funcional incluso cuando esta se inicia de forma
tardía (2 años después del TCE).
2. El programa C.RE.CER. Integral, Intensivo y Multidisciplinar es eficaz
para aumentar la funcionalidad y disminuir la discapacidad en pacientes con
TCE grave.
3. Es fundamental incluir tratamientos neuropsicológicos especializados en
los programas multidisciplinares de rehabilitación del daño cerebral.
4. La dependencia de los pacientes con TCE grave no desaparece con el paso
del tiempo cuando no se realiza rehabilitación especializada.
5. Cuando se retrasa el inicio de la rehabilitación más allá de los 9 primeros
meses, el área en la que se obtiene una peor recuperación es en el Lenguaje y
la Comunicación.
6. Las áreas más deficitarias al ingreso cuando se retrasa el inicio de la
rehabilitación hasta los 2 años son el Ajuste Psicosocial y las Funciones
Cognitivas.
7. Las Funciones Cognitivas muestran una importante capacidad de
recuperación incluso cuando se inicia la rehabilitación de forma tardía.
8. Los pacientes con TCE grave muestran una importante discapacidad para
volver a desempeñar una actividad laboral o académica que no va a
recuperarse significativamente si no se realiza rehabilitación especializada.

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