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ESCRITORA MEXICANA SIGLO XXI

Nadie Villafuerte
Marli Camargo-
12/06/2015

Contenido

1- Resumen Biobibliográfico de Nadia Villafuerte……………………………


2- Resúmenes de las Reseñas Criticas a la obra literaria de Nadia Villafuerte
1- “ De lo canalla y la alteridad ” por Alejandro de la
Garza…………………………………………………………………… ...
2- “ Masculinidades homosexuales ” en la narrativa de Eduardo
Antonio Parra, Joaquín Hurtado y Nadia Villafuerte”………………….........
3- “ Más allá de la sordidez ” por Eduardo Huchín Sosa ...................................
4- “ De madres, hijos y otras cuestiones afectivas: comentarios critico
analíticos a las temáticas recurrentes en las narradoras mexicanas nacidas
a partir de 1970 ”………………………………………………………
3-Anexos de Reseñas Criticas a la obra literaria de Nadia Villafuerte…………
4- Bibliografía ……………………………………………………………......

1
1- Biobibliografía de Nadia Villafuerte

Nadia Villafuerte, escritora mexicana, nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas  en 1978,


estudió periodismo y música. Ha sido becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas
y del Programa Jóvenes Creadores del FONCA.

Nadia tomó talleres con autores como Luis Humberto Crosthwaite, Verónica Murguía y
Bernardo Ruiz. Es también autora de los libros de cuentos: Preludio(2002),  Barcos en
Houston (2005), Presidente, por favor( 2006), ¿Te gusta el látex? ( 2008)  y la novela,
Por el lado salvaje (2011). Ella ha colaborado en diversas revistas universitarias como la
de la UNAM y la Revista de la Universidad de México, escribiendo artículos como
“Llegar en ferry” ( 2012) y “Casas”(2012 ).

Entre los ejes temáticos considerados en la propuesta canónica, la autora  podría ser
incluida en la literatura social, por su voz narrativa que ha sabido refrescar el tema de la
frontera, la corrupción, la violencia. Por ejemplo, sus narrativas son marcadas por
personajes femeninos, transgresoras bajo el yugo masculino patriarcal y  dentro del
contexto hostil al que pertenecen. Una vez que retoma la preocupación por lo social;
consecuentemente parece retomar los temas existenciales con profundidad y aborda las
cuestiones del suicidio, soledad y personajes que parecen estar buscando un encuentro
con ellos mismos.

Es importante mencionar que Nadia Villafuerte se ancla en escritores como Juan Rulfo,
R. Carver, Roberto Bolaño, Juan Gerardo Aguilar, Ed. Wood Junior , Estrella del Valle y
Munro.

Cabe destacar que también estuvo en la lista de la iniciativa Mexico20, proyecto que
valora a las nuevas voces de la literatura Mexicana y fue impulsada por el Conaculta, el
British Council y el Hay Festival. Su obra fue publicada en inglés por Pushkin Press y fue
presentada en las actividades de México como país Invitado de Honor  de la Feria del
libro de Londres, en abril de 2015. 

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2 - Resúmenes de las Reseñas Criticas

1 - Resumen:
Alejandro de la Garza -“De no canalla y la alteridad”– Octubre 2011-Nexo

Según Garza, Nadia Villafuerte desarrolla una estratégica narrativa que está centrada en
temas duros y ella profundiza en ellos de manera original.

En la novela “Por el lado salvaje”, por ejemplo, él cita que las emociones y el contexto
de la migración Centroamérica está presente en la trama compleja y agitada como una
‘road novel’.
Garza describe los personajes del cuento como tipos que serán siempre memorables por
sus actitudes de desencanto, desesperación, infelicidad, humillación, huida y degradación.
La vida de los personajes es marcada por la brutalidad y violencia en la sociedad en que
viven, sea por la pobreza o sea por su escaldado sufrimiento.
En relación al lenguaje, Garza desprende elogios, insinuando que la escritora por medio
de la prosa, respira, palpita, agita con vida propia cada párrafo; y revela como el lector es
atraído por su tono aforístico y sentencioso, lleno de metáforas y con una fuerza
narrativa identificada y expresada con seguridad; revelando así, como la escritora relata
la realidad sin miedo, revelando la violencia, la injusticia, la desesperanza y el crimen. El
título, según Garza, es ligero y su portada equivocada por la banalidad. La novela sigue
todavía con los mismos personajes, temas y paisajes de cuentos anteriores, repitiendo así
protagonistas que son incapaces del amor, ternura, son limitados y tienen faltas. Las
temáticas están relacionados a fronteras, aventuras en los hoteles, cantinas y las
dificultades de migración de los centroamericanos en la frontera norte y ciudades texanas.
Garza reafirma que la escritora enfatiza realidades ásperas y aleccionadoras, capturando
así momentos de oscuridad y la amoralidad de la existencia humana.

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2- Resumen:
Gerardo Bustamante Bermúdez -“Masculinidades homosexuales en la narrativa de
Eduardo Antonio Parra, Joaquín Hurtado y Nadia Villafuerte” -Universidad
Autónoma de la Ciudad de México - Revista - Signos Literarios 12 (julio-diciembre,
2010), 41-65

El estudio de Bermúdez, revela que la masculinidad homosexual ha sido analizada en


poquísimos cuentos mexicanos a finales del siglo XX y principio del XXI y menciona
varios escritores que escribieran cuentos cuyo temas son estos.
Entre los ejemplos citados, están la escritora Nadia Villafuerte, quien aborda la
problemática de los ciudadanos centroamericanos en busca de nuevas perspectivas de
vida y el tema del homosexualismo en espacios como los suburbios, las terminales de
autobuses, hoteles y cabarets; donde la violencia y la prostitución imperan.
Los cuentos de Nadia Villafuerte son angustiantes y los personajes en su mayoría son
infractores, violentos y delincuentes.
El tema del homosexualismo es mencionado en dos cuentos “Roxy” y “ ¿Te gusta el
látex, cielo?”
En ¿Te gusta el látex, cielo?, el personaje homosexual Glenda, heredero de un restaurante
después de la muerte de sus padres, lo transforma en un cabaret llamado Bombay,
localizado entre México y Guatemala. Se enamora de una adolescente de quince años y
la compra en Honduras. La travesti, cuyo nombre anterior era Genaro, no ofrece a la
joven adolescente una vida mejor, al contrario, la lleva a trabajar como prostituta.

Bermúdez apunta el abuso del poder por Glenda y revela que ella aparece como
espectador del proceso de aniquilamiento de Helena, sea como prostituta o drogadicta.
Por esa razón, él defiende o define que la condición de mujer comprada e ilegal no le deja
otras opciones a Helena, para actuar en la mentira y consecuentemente el abuso.

El tema del homosexualismo también revela como el cuerpo de la mujer en el caso de la


joven Helena, es presentado como un objeto de placer y como el homosexual Glenda, se

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enamora de jóvenes y deja de ejercer su sexualidad por temor al rechazo y al asco que
pueda producirles a los otros. Glenda por tanto inhibe sus deseos sexuales.
En el cuento, Glenda, que compra, abusa, diviniza, ama, odia y ejerce poder sobre la
joven, acaba siendo utilizada como chivo expiatorio por la menor, que fue introducida a
prostitución.

Glenda rechaza cualquier categoría masculina de rudeza y por su edad racionaliza


encuentros sexuales aunque sus deseos sexuales están fijados en mujeres prostitutas
jóvenes.

El travesti Glenda en el cuento, se convierte en asesina del político Julio Nazar y termina
por masculinizarse con el fin de tener el perfil de hombre y así responder como macho y
defender la dignidad de la mujer a la que ama y odia, Helena.

En la narración de Nadia, el travesti que ejercía poderes sobre la joven y prostitutas en su


cabaret, pasa a ser hombre y víctima de Helena y del político Antero Hojas.
Al ser expuesta su verdadera realidad biológica, el personaje se siente un sujeto
irracional, vulnerable y sin significado y, se convierte en asesino.

Para concluir, el estudio revela que Nadia Villafuerte crea un personaje que termina sin
significado de presente y futuro; pues pierde el deseo, el amor y el rol sexual.

Toda esa problemática en torno de las identidades sexuales, la construcción de género y


la renovación, son cuestiones que son evidenciadas y permanecerán en la actual realidad
y que la escritora Nadia Villafuerte invita al lector a reflexionar sobre el tema.

3- Resumen :
De madres, hijos y otras cuestiones afectivas: comentarios críticos-analíticos a las temáticas
recurrentes en las narradoras mexicanas nacidas a partir de 1970 .
de Cándida Elizabeth Vivero Marín - Revista de Estudios de Género. La ventana, vol. IV, núm. 35,
enero-junio, 2012, pp. 164-181 Universidad de Guadalajara, México

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La autora busca en su ensayo describir la narrativa mexicana escrita por mujeres jóvenes
nacidas a partir de 1970, revelando los nuevos conceptos de familia, de las relaciones y
cambios en las relaciones familiares e intergenéricas que se establecen en ellas.

Según  Marín, la nueva generación ha dejado de lado temas antes considerados claves en
la literatura escrita por mujeres; es decir, la preocupación por representar situaciones
matrimoniales y la denuncia a  roles de géneros tradicionales impuestos por la sociedad.

Dentro de los temas que ella menciona, se tocan problemas sociales, relaciones
homoafectivas, la interrelación con las culturas y discursos ajenos al contexto mexicano,
la violencia en modo general, etc.

En relación a Nadia Villafuerte, la autora hace mención y a la vez hace una comparación
de varios temas; como por ejemplo: la afectividad, el divorcio, la familia entre las
escritoras del siglo XIX. Concluye que ellas aprecian las temáticas iniciadas por sus
antecesoras, no obstante, la relación con la familia y los miembros que la integran 
presenta algunos cambios, pero la madre sigue siendo el pilar familiar, las abuelas son sus
cómplices y las dotadoras de significación a la vida de las mujeres.

Menciona también que el matrimonio ya no aparece en las narraciones, como por ejemplo
en los cuentos de Nadia Villafuerte, ese lugar fue ocupado por el divorcio o la unión
libre.

Ella constata que todavía hay una dependencia afectiva hacia los compañeros y que la
figura del amante como la del padre, despertarán la consciencia y la emancipación de las
protagonistas. Ellos, los hombres, siguen determinando las acciones y la transformación
de las protagonistas; por lo tanto, el cambio no se produce por medio de las mujeres, sino
una vez más, sólo a través del padre y su ley.

4- ANEXOS
1- Reseñas Criticas a la obra literaria de Nadia Villafuerte

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1- Del lo canalla y la alteridad de Garza
1 OCTUBRE, 2011

Nadia Villafuerte, 
Por el lado salvaje, 
Ediciones B, 
México, 2011, 402 pp.
Una escasa decena de autoras figura en un recuento somero de la
generación de escritores nacidos en los años setenta. Y aunque con alguna
excepción, casi todas desarrollan estructuras y estrategias narrativas
convencionales y sus temáticas tienden a las historias enigmáticas de
soluciones sorpresivas, de viajes, relatos amorosos o memorias familiares o
de infancia. Nadia Villafuerte escribe desde hace más de una década y ha
obtenido tres becas, lo cual le ha permitido concentrarse en sus temas duros
y ahondar en ellos de manera original en tres libros. Bibiana Camacho dejó
no hace mucho la danza para dedicarse a la escritura; dos becas le han
permitido trabajar y publicar dos libros recientes.

I
Para decirlo de una vez: la primera
novela de Nadia Villafuerte (Tuxtla
Gutiérrez, Chiapas, 1978) es una de
las más descarnadas, feroces y
originales de cuantas han escrito los
autores nacidos en los años

setenta. Por el lado salvaje  narra


una historia de quemante
temperatura emocional ubicada en el
contexto de la migración
centroamericana, una trama compleja

7
siempre en desplazamiento como agitada  road novel. Sus personajes son
memorables por razones canallas: su adicción al desencanto y la infelicidad,
la desesperación de su huida, el ejercicio de la humillación y la degradación
como fortalecimiento de su espíritu inquebrantable. Personajes de un
contundente realismo en la brutalidad de sus vidas violentas, en su
emergencia desde las goteras de la sociedad en pos de revancha por la
pobreza y la marginalidad, y remedio para su escaldado sufrimiento.

La novela seduce por su lenguaje: su prosa respira, palpita, se agita con vida
propia a cada párrafo; atraen su tono aforístico y sentencioso, su evasión del
lugar común, la búsqueda de metáforas propias, la vibrante fuerza narrativa
expresada por todos los personajes, la tensión pulsante de su adjetivación.
Una escritura con una estoica o cínica manera de relatar y aceptar el mundo
como es: violento, injusto, desesperanzado, criminal. Y de hacerlo sin el
consuelo de la moral, la indulgencia o la mala conciencia.

Para también decirlo de una vez: la novela muestra sus costuras sin rubor en
algunos capítulos, aunque lo haga de manera verosímil para el lector, sus
personajes confunden sus varias voces con la del narrador. Tiene además un
título demasiado ligero para su espesor (aunque provenga de Lou Reed) y su
portada es equívoca por banal. Es también un compendio de una obra

generada a partir de los relatos de dos libros anteriores, Barcos en


Houston (2005) y ¿Te gusta el látex, cielo? (2008), con los mismos temas,
el mismo tipo de personajes, los mismos paisajes y situaciones extremas, la
misma voz narrativa repetida a través de todos los protagonistas, seres
incapaces de amor o ternura y sí de vilezas y traiciones.
Por el lado salvaje repite estas temáticas, relatos y algunos de sus
personajes (existencias al límite, el peligroso cruce fronterizo sureño,
historias criminales en hoteles y cantinas de aquella frontera, el viacrucis
migratorio de centroamericanos, aventuras en la frontera norte y en ciudades

8
texanas). Villafuerte conjunta aquí a su elenco y crea algunos nuevos actores
de la misma calaña, recorre otra vez los escenarios y atmósferas opresivas
de sus trayectos físicos y vitales, ahonda en las situaciones límite
características de sus historias y ensambla al fin su primera, dura novela.

Su dolido hiperrealismo es capaz de expresar a la tullida hija de una criada,


la manca joven Lía, carne de albañal y burdel, en la inversa dignidad de su
viaje personal por el oprobio desde su pueblo chiapaneco de Paredón hasta
La Ceiba, en Honduras, donde ejercerá la servidumbre y la prostitución a sus
quince años. Y de ahí a un cabaret-burdel en Tijuana y aún luego hasta Playa
Bagdad, en Tamaulipas, para escapar de la sumisión, la dependencia y el
sometimiento y desembocar en la libertad como el más absoluto desamparo.

Recrea también al fotógrafo de guerra Damiani Bardem, italiano sesentón y


decrépito en su viaje constante de Italia a Cuba y Centroamérica desde los
años ochenta. Degradado por la vida, Bardem vive en fuga del primer mundo
y de su conciencia tras una acusación de abuso infantil y pornografía por
retratar a su hija, una menor, desnuda. También recupera la entereza del
biólogo Genaro en su compulsión por la excitante aventura de travestirse en
Glenda y vencer la infelicidad con la fantasía erótica. Surgen también la
tristeza del hijo obligado a la eutanasia materna, el dolor del veterano marino
paralítico, la vesania del traficante de personas, la desesperanza existencial
de prostitutas, migrantes, marginados y demás pobladores de este álbum de
salvajes, personajes que no saben mentirse, no podrían. Les ha ido bastante
mal en la vida como para engañarse con una imagen positiva de sí mismos o
con la promesa de que las cosas van a mejorar.

Esta prosa rebelde parece provenir de una escritora curtida en realidades


ásperas y aleccionadoras, y por momentos captura el espesor, la oscuridad y
la amoralidad de la existencia humana.

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2 - Reseñas Criticas a la obra literaria de Nadia Villa fuerte
MASCULINIDADES HOMOSEXUALES EN LA NARRATIVA DE EDUARDO ANTONIO
PARRA, JOAQUÍN HURTADO Y NADIA VILLAFUERTE por Gerardo Bustamante
Bermúdez
Universidad Autónoma de la Ciudad México - Signos Literarios 12 (julio-diciembre, 2010), 41-65

Pienso, mi amor, en ti todas las


horas del insomnio tenaz en que me
abraso; quiero tus ojos, busco tu
regazo y escucho tus palabras
seductoras.
PIENSO, MI AMOR,
SALVADOR NOVO Somos
musas, somos rosas, somos bellas
mariposas… Las mujeres son
veneno y los hombres… ¡Ay, qué
Buenos.

Gerardo Bustamante Bermúdez* Universidad Autónoma de la Ciudad México

1 Este epígrafe se lo debo a mi amigo cubano Yordanis Morgan Perdomo, quien me


contó que en su país estos versos son ampliamente conocidos y difundidos por la
comunidad homosexual. Aunque el verso “las mujeres son veneno” se refiere al
rechazo amoroso/sexual que producen las mujeres en los homosexuales y puede
entenderse como una expresió n misó gina, me parece importante recuperar estos
versos repetidos por la comunidad gay cubana pues conforman una marca de
identidad y camaradería, ademá s de que es muestra de ingenio y constituye una
forma de sobrevivencia en un país en donde las prá cticas homoeró ticas no está n
incluidas en el tó pico del hombre nuevo de la Revolució n cubana y las ideas
socialistas que se han sostenido durante má s de cinco décadas. *
gerardbb81@hotmail.com

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PALABRAS CLAVES: NARRATIVA HOMOSEXUAL, GÉ NERO, NORMATIVIDAD,
VIOLENCIA, MASCULINIDADES

Resumen: En este artículo se analiza el tema de las masculinidades homosexuales en


cuatro cuentos mexicanos, tres de ellos publicados a finales del siglo XX y otro a
principios del XXI. Se hace énfasis en la representació n de las distintas formas de ser
hombre homosexual, en el ejercicio de la sexualidad y el deseo, así como en las
relaciones interpersonales que se generan entre los hombres, ya sea en espacios
abiertos o cerrados, con el fin de ejercer la disidencia sexual y colocarse en una
posició n de dominador o dominado sexual. En el texto se habla sobre el tema de la
violencia, el travestismo, el ejercicio del poder y la representació n del homosexual
mexicano en esta narrativa de cambio de siglo.

KEYWORDS: HOMOSEXUAL NARRATIVE, GENDER, NORMATIVITY, VIOLENCE,


MASCULINITIES
Abstract: This article analyses the theme of homosexual masculinity in four Mexican
stories, three of them published at the end of the 20th century and the other at the
beginning of the 21st century. It focuses attention on the representation of the
distinct forms of being a homosexual male, the fulfilment of desire and sexuality, as
well as on the interpersonal relations that are generated between men, be that in
open or closed spaces, with the intention of exercising sexual dissidence and placing
oneself in a position of sexual dominator or dominated. The text speaks to the
themes of violence, transvestism, the exercise of power and the representation of
the Mexican homosexual in narrative at the turn of the century.

En 1985, Luis Mario Schneider afirmó en su clá sico artículo “El tema homosexual
en la nueva narrativa mexicana” que la primera novela de tema homosexual en
México era El diario de José Toledo de Miguel Barbachano Ponce.2 El texto de
Schneider dilucida 1
11
En sentido estricto, la primera novela mexicana de temática homosexual es Los cuarenta y uno. Novela
crítico social de Eduardo A. Castrejón. Se trata de una obra excesivamente homofóbica que toma como

11
varios aspectos importantes sobre la presencia del personaje gay, el tratamiento
temá tico y su apertura en el corpus literario mexicano de las primeras seis décadas
del siglo XX, sin embargo, en la década de 1980 se asienta un acontecimiento trá gico
en el plano de la salud con la aparició n del sida, que no só lo va a centrar la atenció n
en el mundo homosexual sino que tiene repercusiones en la producció n literaria a
través de los personajes, los temas, los conflictos, así como la recepció n del lector y
el mundo editorial y académico. Si en las instituciones y la sociedad de la época se
estigmatizaba y rechazaba duramente a los infectados —incluso a aquellos que
murieron en el lecho familiar o en los hospitales— en la narrativa de temá tica
homosexual se comienza paulatinamente a pugnar con un contradiscurso que
visibiliza lo denostado, sobre todo en añ os recientes.3 Parece ser que la aparició n
del sida significó la oportunidad para que el tema de la homosexualidad apareciera
en la literatura de una manera menos sarcá stica y má s humana. Este tema tabú , que
era censurado por las instituciones de gobierno y cientos de familias en México, se
va abriendo paso antes de la llegada de dicha enfermedad en autores como: Inés
Arredondo, José Ceballos Maldonado, Gonzalo Martré, Alberto Dallal, Agustín
Monsreal, Jorge Ló pez Paez, Eugenio Aguirre, Sergio Ferná ndez, Luis Zapata, José
Joaquín Blanco, José Rafael Calva, Jorge Arturo Ojeda, Raú l Rodríguez Cetina, Ana
Clavel, entre otros autores má s que de norte a sur comenzaron a escribir sobre un
tipo de personaje soslayado durante varias décadas. Anterior a estos autores só lo

pretexto el famoso “baile de los 41” celebrado el 17 de noviembre de 1901 en la calle de La Paz en la
Ciudad de México. Como se sabe, entre los homosexuales, travestidos y hombres aristócratas con atuendo
varonil se encontraba don Ignacio de la Torre, el famoso yerno de Porfirio Díaz que, no obstante, fue
borrado de la lista. Los arrestados fueron exhibidos públicamente por inmorales y fueron enviados a
Yucatán para hacer trabajos forzados. Anterior a esta obra, en la literatura mexicana sólo contamos con
personajes afeminados como Josecito de El fistol del diablo de Manuel Payno, y Pablito y Chucho de la
novela Chucho el Ninfo de José Tomás de Cuéllar. Sobre los personajes afeminados en la literatura
mexicana del siglo XIX, véase: José Ricardo Chaves (“Elaboraciones literarias cultas...” 425-441). 3 Un
testimonio crudo sobre los muertos por la enfermedad del sida se encuentra en la poesía de Abigael
Bohórquez, quien a finales de la década de 1980 elabora un testamento poético sobre los escenarios
clandestinos en los que se encuentran o mueren los estigmatizados. En 1992, Bohórquez obtuvo el Premio
Internacional de Poesía, organizado por CONASIDA, la Organización Panamericana de la Salud y la
Universidad Nacional Autónoma de México, por su libro Poesía, en el que la pandemia y los homosexuales
infectados se convierten en tema exclusivo.

12
contá bamos con la leyenda construida alrededor de ciertos escritores como Xavier
Villaurrutia, Salvador Novo y Elías Nandino, ademá s del pintor Manuel Rodríguez
Lozano, sin embargo, a excepció n de Novo, los demá s no exhibieron su ser disidente,
al menos no de manera explícita, sino só lo a través de guiñ os y discursos velados;
son los autores que publican a partir de la década de 1960 quienes amplían el
panorama sobre las diversidades genéricas y sexuales como una manera de mostrar,
desde la ficció n, formas heterodoxas de ejercer la sexualidad, por lo que el amor
entre hombres en esta literatura se convierte en un medio para legitimar(se) como
una minoría en construcció n y en la defensa de un discurso de disidencia sexual.
Dice Antonio Marquet, refiriéndose a los escasos estudios que ha merecido la
temá tica homosexual, que la construcció n del canon en la historia literaria mexicana
se construyó en el espacio de lo heterosexual porque

La literatura gay florece apartada del canon de la literatura


mexicana, canon oportunista que descaradamente comete
actos de saqueo cuando acoge en su panteó n a escritores
homosexuales consagrados, haciendo caso omiso de su
sexualidad, haciendo el vacío sobre su sexualidad de la que no
hay que hablar especialmente si ya está n muertos. Una vez que
el mojigato “canon” de heterolandia no tiene que temer
atentados a su moralina, les rinde homenajes posmortem (sin
mencionar claro está la persecució n vitalicia). (“Ofensivas
discursivas…” 109-110)

Efectivamente, en la historia literaria de México el tema de las disidencias sexuales


ha quedado relegado de los estudios y monografías, sobre todo por las implicaciones
políticas que supone el estudio de obras y autores cuya heterodoxia marca la pugna
por la visibilidad de una comunidad a través de un discurso en ocasiones
contestatario y ofensivo para las buenas conciencias. En la medida en que se ignora
o excluye del corpus literario una obra de temá tica homosexual se borra a la obra o
al autor de la geografía literaria lo que imposibilita pensar y discutir la diversidad

13
genérica y sexual como un asunto que no está en pugna con el juicio estético —como
principio universal de la literatura— sino con las ideas homofó bicas que defienden
la normatividad sexual con el silencio o el ninguneo de autores y obras disidentes. Si
en el campo literario mexicano apenas se visualizan, en fechas recientes, estudios
literarios sobre las diversidades sexogenéricas, en las Ciencias Sociales existe una
tradició n relativamente má s consolidada.4 La comunidad homosexual se ha
convertido paulatinamente en un sector que recurre a la escritura de la
representació n desde el yo autoral, o el ellos, en el caso de los estudiosos y
escritores no homosexuales a los que les interesa esta temá tica y que han
comprendido que la homosexualidad es

[…] una actitud, una concepció n tan vá lida y natural como cualquiera,
y que si el homosexual participa en sordideces, en villanías y
persecuciones es porque también participa, comparte una vida social,
total, que maneja y se maneja con esos mismos cá nones. La
homosexualidad má s que un hecho aislado es una forma má s de
integració n humana. (Schneider 86)

La proliferació n de la narrativa homoeró ticas mexicana constituye una apertura


importantísima para la re significació n de las masculinidades en general y de la
disidencia sexual masculina en particular. No ha sido necesario que los escritores
sean homosexuales para escribir sobre el 2 4tema pues, finalmente, las diversidades
sexo genéricas son un asunto de reivindicació n política y cultural que aparecen en
los diversos campos discursivos. A partir de la década de 1960 surgen, dentro de los
estudios de género, los discursos teó ricos sobre las masculinidades como una

2
4 En el campo literario, las contribuciones de Antonio Marquet han sido destacables: ¡Que se quede el
infinito sin estrellas! y El crepúsculo de heterolandia, además de abundantes artículos en revistas
especializadas y suplementos culturales. Sobre el tema lésbico en la literatura, el libro Entre amoras.
Lesbianismo en la narrativa mexicana de María Elena Olivera Córdova se aprecia como un riguroso estudio
—también monografía— sobre un tema menos estudiado que la homosexualidad masculina dentro de los
estudios literarios 5

14
propuesta para dilucidar el ancho panorama sobre las diversas formas de ser
hombre, incluyendo al homosexual, de ahí la importancia de pluralizar la
masculinidad para referirnos a lo denostado por diferente. La literatura mexicana
del siglo XX va perdiendo con el paso de las décadas la visió n sobre una identidad
masculina hegemó nica pues, como afirma Mark Millington, en la actualidad hay una
“creciente incertidumbre acerca del significado contemporá neo de hombría y una
crisis de la autoridad patriarcal con la consecuente aparició n de espacios para un
replanteamiento escéptico de la masculinidad” (16).
Actualmente las identidades emergentes de masculinidad ya no basan sus discursos
sobre una teoría esencialista sexo/genérica sobre los roles sexuales. El concepto de
lo masculino deja de considerar al macho como estereotipo privilegiado.
Paulatinamente, la figura del homosexual se va reivindicando, al menos en ciertos
círculos académicos, psicoló gicos y médicos. El género se inscribe dentro de un
espacio má s abierto y plural que postula la representació n del sujeto dentro de
pará metros má s flexibles a los roles tradicionales. En el caso del homosexual, se le
analiza dentro de las distintas formas de ser hombre, es decir, se le incorpora a un
sistema de referencias y significados má s amplios a la simplista concepció n cultural
en la que se le niega o cuestiona su hombría; ahora, paulatinamente, se le resinifica,
se le nombra en el á mbito de lo político y, de esta manera, se le dan las herramientas
para nombrarse a sí mismo y asimilar los postulados teó ricos.3

33
Dentro de los estudios de género, existe la teoría queer, traducida como “lo raro”; estos estudios tienen
por objeto re contextualizar y re significar, a través de los discursos genérico/sexuales, a lo que aún se
conocen como “minorías sexuales”. La palabra inglesa queer, que originalmente se emplea con un sentido
ofensivo, se utiliza para afirmar a los sujetos y darles la posibilidad de construir y/o pensar discursos sobre
el género. En mi opinión, el término más adecuado para la lengua española es “teoría sobre las diversidades
sexo genéricas”, pues la riqueza del español ofrece otra gama de posibilidades para nombrar, desde lo
positivo, a aquello que se ha vilipendiando desde las instituciones y la cultura. Una de las objeciones que
encuentro al utilizar el término raro es que se tendría que establecer un grado de comparación con la
heterosexualidad. ¿Ser raro en relación a quién? En España se emplea en fechas más o menos recientes el
término “teoría marica”, que vuelve sobre una concepción positiva en el discurso, pero denigrante en el
nombre. Para mayor información sobre los estudios queer consúltese: Judith Butler (Cuerpos que
importan…, y Deshacer el género).

15
Por otra parte, y para los fines de este trabajo, conviene aclarar ciertos conceptos
que se construyen en el terreno de lo heterosexual y patriarcal con el fin de reducir
a los heterodoxos sexuales y genéricos al escarnio e invisibilidad. El primero es el
término masculino que se opone a todas las características y construcciones del
género femenino. Por masculino entiendo una categoría en la que lo simbó lico se
revela a través de la construcció n de un género donde el cuerpo, los patrones de
conducta y las actividades quedan asociadas con el poder, el dominio, la resistencia
y la fuerza física. En el mundo occidental lo masculino se relaciona también con la
legislació n de normas en las que el hombre heterosexual se convierte en
protagonista y poseedor de un principio de autoridad familiar, social e incluso
política. En lo masculino el falo ocupa un lugar preponderante en el ejercicio del
poder sexual: el pene se vincula con la fuerza y lo bioló gico se vuelve cultural, es
decir, lo masculino confiere autoridad-poder al varó n heterosexual para ejercer el
dominio y la violencia.
Por su parte, el término masculinizar significa ingresar al terreno simbó lico y real de
lo masculino a través de una serie de prá cticas cultuales y actos donde otros varones
—el padre, los primos, los amigos— introducen al sujeto bioló gico al espacio de la
dominació n simbó lica y manifiesta, de acuerdo con sus creencias culturales e
incluso a través de ritos iniciá ticos como la primera experiencia sexual de un varó n
en un prostíbulo. Masculinizar supone un proceso de educació n sentimental, en el
sentido del control de emociones y deseos, fuerza física y ejercicio fá lico. En síntesis,
masculinizar consiste en construir socialmente a un cuerpo bioló gico y prepararlo
para la preservació n de un aparato donde el género sea provisto de resistencia,
poder y fuerza.

VIOLENCIA, CUERPO Y EJERCICIO DEL PODER

El escritor mexicano Eduardo Antonio Parra se ha ocupado del tema homosexual en


su cuento “El ú ltimo vacío”, perteneciente al libro Los límites de la noche y en su
novela Nostalgia de la sombra. Tres añ os antes de esta novela, el autor publicó
Tierra de nadie, una colecció n de nueve cuentos ubicados en el norte de México y

16
cuyas temá ticas son la violencia, la prostitució n, el cruce fronterizo, la corrupció n,
las mujeres solas y el abandono del lugar de origen. Parra se encarga de los temas
del poder, la violencia y el travestismo en su cuento “Nomá s no me quiten lo poquito
que traigo”. En éste, un transgénero de dieciocho añ os, referido con el nombre de
Estrella, es violentado y asaltado por dos policías a las afueras de la ciudad de
Monterrey. El relato comienza in medias res; no hay un antecedente biográ fico
sobre el personaje principal, lo má s cercano que se dice de él es que horas antes de
haber sido levantado por los policías, para ser objeto de vejaciones, fue contratado
por un extranjero que só lo se conforma con ver su cuerpo y que le da una
considerable suma de dinero con la cual piensa cambiar de sexo. Lo que al narrador
le interesa es presentar la escena del encuentro entre Estrella y los policías, no su
proceso de identidad sexual ni su genealogía familiar. El autor presenta una historia
en la que la homofobia del poder queda circunscrita a los límites de la violencia y la
marginalidad. Los personajes machos demuestran su violencia a través del cuerpo y
el lenguaje violento, pero dejando siempre en claro que si llegaran a penetrar a
Estrella desempeñ arían el papel de hombres, pues la creencia generalizada —
incluso en las relaciones íntimas entre homosexuales— supone que el penetrador es
el hombre, en tanto que el penetrado, al desempeñ ar el rol pasivo, funge como
mujer, má s aú n cuando se trata de un travesti/transgénero, considerado en este
contexto como un ser depravado que vende su cuerpo. Sobre la dicotomía activo-
pasivo, el investigador Guillermo Nú ñ ez Noriega explica que en las prá cticas
sexuales homoeró ticas se

Impone un cerco de silencios sobre muchas prá cticas homoeró ticas


que revelarían el cará cter fragmentado, incoherente, heterogéneo de
las identidades masculinas, así como sus posibilidades deseantes,
corporales e 49 Masculinidades homosexuales... intersubjetivas. Al
ocultarse el cará cter fragmentado y heterogéneo de la identidad
masculina se pone a salvaguarda un importante ideologema del
patriarcado. La masculinidad es una expresió n de la naturaleza del
cuerpo macho y un elemento que predice o indica el deseo

17
heterosexual y falo céntrico. Esto es, se pone a salvaguarda la
supuesta coherencia de los términos de la trilogía del prestigio: macho
bioló gico-masculinidad heterosexualidad. (290)

En el caso del cuento, se evidencia la defensa heterosexual de los policías, quienes


consideran que las prá cticas sexuales con un transgénero son una forma de afianzar
su masculinidad ya que asocian la prá ctica sexual con el ejercicio del poder y la
violencia. La noche es el momento preciso para llevar a cabo los actos que denigren
la condició n anormal de Estrella y otros individuos que se dedican al comercio
sexual. Los policías amenazan a los travestis de la comarca, los extorsionan y les
quitan sus pertenencias; asocian al travestismo con la prostitució n. Algunos de ellos
funcionan como una especie de padrotes, personajes que ejercen el poder y la
sexualidad con la gente que regentean, ademá s de quitarles parte del dinero que
ganan. Por su posició n de poder, los policías aparecen hipermasculinizados. La
virilidad de éstos se enuncia en el ejercicio de la violencia y en la penetració n pues,
como afirma Pierre Bourdieu, “la virilidad [es] entendida como capacidad
reproductora, sexual y social, pero también como aptitud para el combate y para el
ejercicio de la violencia (en la venganza sobre todo)” (68). En el caso de Estrella, se
le asigna el rol femenino dentro de la dominació n sexual y de género, de tal forma
que la condició n débil y su vulnerabilidad se aprecian como características
inmodificables en ella como sujeto dominado. En una sociedad donde la
construcció n genérica impone la heterosexualidad se construyen estereotipos sobre
la forma de ser hombre o mujer; los términos medios y las diversidades genéricas
disidentes se estipulan en lo social desde la prohibició n, la condena, la burla y la
violencia. En el caso de “Nomá s no me quiten lo poquito que traigo”, el narrador
presenta las formas masculinas dominantes y heterosexuales de los policías: fuertes,
poderosos y violentos —incluso en su lenguaje verbal— contra la forma débil de
Estrella: transgénero que se dedica a la prostitució n y quien tiene como proyecto
cambiar de sexo. Los policías se muestran poderosos en tanto que son dos
individuos mancillando el cuerpo y la dignidad de un disidente genérico que camina
solo por las calles de Monterrey. Penetrarlo de manera violenta es una forma de

18
recriminarle su anormalidad y manifestar desprecio. La homofobia queda
manifiesta a lo largo del texto con los golpes y los insultos:

Luego actú an [sus amantes] como si los amargara la culpa o la


vergü enza. O peor: como si Estrella les provocara asco. Por eso le
gustan los policías. No se andan con remilgos ni remordimientos y
siempre vienen en paquete: de dos en dos o de tres en tres. Y como
acostumbran a coger uno después de otro, só lo basta con apretar
dientes y pá rpados y echar a volar la imaginació n para sentir que
tiene detrá s a un semental de carrera larga. (44)

Si los policías consideran al protagonista como una ninfó mana, el narrador destaca
la mancillació n, el sacrificio y la violencia de la que es víctima. Con la violencia se
pretende “masculinizar a un transgénero”64 que se avergü enza de su condició n
bioló gica: “no quería mostrar ese miembro flá cido que le da tanta vergü enza y que
siempre trata de ocultar con bragas de refuerzo doble” (44). La descripció n que hace
el narrador sobre la desnudez de Estrella nos deja ver a un personaje que se observa
como monstruoso —con los senos siliconados, el rostro con características
masculinas, pero disfrazado de mujer y un pene que renuncia al placer y que por eso
se le debe ocultar.
La mirada sobre el cuerpo resulta destacable en este caso pues se trata de un
artificio desagradable donde coexisten partes bioló gicas masculinas y femeninas. El
placer, por tanto, resulta relativo, sobre todo cuando la violencia y la incomprensió n
de los otros se manifiestan en el acto del despojo de la vestimenta femenina y en el
lenguaje soez hacia un cuerpo desnudo, que se convierte en un urinario humano. En
su afá n por recriminar y castigar al transgénero, los policías utilizan las formas del
46
4Me refiero al hecho de hacerle saber, a través de la violencia, que su condición disidente es rechazada
por estos hombres que representan no sólo una autoridad del Estado, sino una masculina-machista, pues se
erigen como dominantes a través del ejercicio fálico. Tratar de masculinizar a Estrella supone regresarle-
asignarle los conceptos de masculinidad, inherentes a una condición biológica que el personaje ha
modificado, al menos en la apariencia femenina y en la construcción de senos siliconados.

19
femenino y el masculino para dejar en claro su condició n entre sexual, es decir, no lo
reconocen como mujer má s que en el nivel de la fantasía y le niegan su deseo por
travestirse y querer cambiar de sexo.

—Ya se soltó el putito, mi sargento —dice el policía en tono socarró n—.


Como que ya quiere lo que le vamos a dar.
—Soy putita… —murmura Estrella con los ojos cerrados mientras termina de
desabrocharle el cinturó n al sargento.
—¿Qué dijiste? —No soy putito —suspira—. Díganme puta.
—Sí, mi reina, có mo no. Eres la má s grande de todas. (47)

En el cuento, el cuerpo de un individuo en proceso de transgénero a transexual


aparece como un objeto de placer con el cual se puede fantasear. Los policías gozan,
aparentemente, con la idea de estar penetrando a una prostituta, y en su afá n por
demostrar su hombría y cinismo se afirman en un discurso sobre la supremacía del
pene que penetra y rasga el cuerpo de un sujeto cuya virilidad es nula, de acuerdo
con los estereotipos de la masculinidad dominante. Las constantes menciones al
pene erecto y amoratado hablan de excitació n y placer en los policías, en tanto que
en Estrella el pene flá cido se asocia con el dolor físico, la violencia psicoló gica y el
rechazo de su genitalidad masculina. Aunque al final del cuento el protagonista
queda sin ropa y golpeado, el narrador habla de una excitació n (incendio corporal),
que debe leerse bajo un nivel de significació n en el que el personaje queda erotizado
desde lo femenino, e incluso se asume desde la pasividad sexual y la abyecció n pues
“así es como le gustan los hombres: desvergonzados, abusivos, cínicos y calientes,
siempre machos calenturientos” (51). De esta manera, Estrella se asume dentro de
su imaginario como una mujer abusada, violentada y en espera de un macho que la
penetre. La categoría de lo masculino le es contraria a sus deseos y fantasías.

—¿Có mo ves, pareja? —dice el sargento—.


Estos putitos no tienen llenadera.
—Deberíamos encerrarlo por degenerado.

20
—No, mejor lo dejamos aquí. Con eso tiene.
Y nosotros vá monos por unas viejas de a deberá s. Yo invito. Al fin que traigo con
qué. (51)

Los policías hablan de defender un có digo moral en el que la prostitució n masculina


homosexual, travesti o transgénero, aparece condenada. Su presencia actancial y
social queda limitada a la extorsió n y la violencia. Como individuos que representan
a la ley, aparecen como transgresores, acreditados por un cargo, y como individuos
se revelan como seres libidinosos que van en busca de “mujeres de verdad” que
puedan saciar sus deseos. Utilizar el dinero robado para pagar prostitutas es una
forma de reprimir las aspiraciones del personaje por cambiar de sexo. Al respecto
Antonio Marquet anota:

No la reconocen como “mujer” […] Esa negació n abre una serie de


desconocimientos que remiten al fracaso de sus estrategias, de sus deseos de
circular en la sociedad como mujer […] Esa negació n la priva de todo asidero
en la sociedad. Incluso lo que en el imaginario social aparece como la hez de
la sociedad, la policía “heterosexual”, lo margina. (275)

Frente al agravio y el robo, Estrella se muestra vulnerable pues ha renunciado a


ejercer la violencia corporal, por eso no puede responder con la fuerza física:

Por un momento tiene el impulso de levantarse y responder como hombre.


Sería fá cil, ellos nunca lo esperarían. Un cabronazo al rostro del sargento,
directo a esa sonrisa puñ etera, y arrancarle de la mano la linterna para, con
ella, machacarles el crá neo a los dos hasta dejarlos bien fríos entre los
á rboles. (50)

El rechazo del protagonista por demostrar su fuerza física de hombre resulta


importante, en tanto que renuncia a desempeñ ar este rol de la violencia; aunque sea
de manera transitoria, sería una experiencia masculinista dentro del sistema

21
dominante de homologías en donde opera el simbolismo de los có digos
masculino/femenino, por tal razó n, el personaje de este cuento se resiste a la
categoría dominante, pues la condició n bioló gica de un individuo se culturaliza por
medio del cuerpo, y él ha renunciado a la construcció n genérica que por su sexo le
corresponde, segú n la cultura e incluso las leyes. El cuento utiliza un lenguaje crudo
para referir el maltrato, la homofobia, la intolerancia y la violencia hacia un
homosexual. En éste se aprecia que los có digos sociales funcionan a partir de las
oposiciones binarias de masculino y femenino y quedan marcadas por los
representantes de la autoridad que ejercen el poder y que autorizan o reprimen las
disidencias sexuales.

Lucha libre, sexualidad y subjetividad del poder

Joaquín Hurtado publica en 1997 una colecció n de 21 cuentos breves bajo el título
de Laredo Song. La mayoría de estas composiciones son historias de personajes
homosexuales nocturnos en busca de sexo y diversió n. De este libro destacan los
cuentos “Señ oritas en El tahú r comidas por los sardos para ser má s valientes” y
“Nadita de miedo le tengo a la muerte”. En el primero, dos jó venes homosexuales
regiomontanos visitan las cantinas de la Ciudad de México con el fin de convertirse
en la comida de los soldados mexicanos que acuden a esos lugares. Dentro del
imaginario, los soldados que tienen sexo con homosexuales son considerados como
un trofeo por parte de la comunidad gay, de ahí que nazca en los personajes
protagonistas de este cuento un deseo extremo por conquistar a los sardos: “La
advertencia de varias comadres que nos habían recomendado este sitio era llegar a
eso de las doce pe eme, elegir de entre los má s pedos, llevá rtelos y hacerlos felices
sin que se dieran cuenta” (58). Desde esta mirada, los militares aparecen como
objetos sexuales activos; son sementales rudos, hombres que tienen sexo con otros
hombres (HSH), segú n la categoría de algunos estudios sobre masculinidades. La
narració n de este cuento corre a cargo de un narrador personaje del cual no
sabemos su nombre. El otro homosexual es presentado como Abela —forma
femenina del nombre Abel—. Ambos personajes se encuentran con tres soldados

22
masculinos y de rasgos indígenas llamados Jessy, Erik y Henry, quienes los cortejan
con el fin de tener sexo:

Nos lo propusieron desde el principio. O sea, acababan de ver a sus novias el


día de ayer, y desde que las dejaron instaladas en sus respectivas residencias
(eran sirvientas), andaban parrandeando y só lo les faltaba un buen bujero
para descargar su fiera hombría militarizada y quedar renovaditos para las
chingas que ordenaran los generalotes, en la salvaje jerarquía de la
soldadesca. (60)

Al narrador y a su amigo les excita la idea de tener relaciones sexuales con soldados
inscritos dentro de la categoría de machos, pues “la masculinidad y la hombría son
marcadores privilegiados de distinció n en las sociedades patriarcales […] a partir de
los cuales se confiere a unos, en menoscabo de otras y otros, poderes simbó licos”
(Nú ñ ez 157). Los homosexuales de este cuento se afirman dentro de la categoría de
las locas —homosexuales afeminados que buscan a hombres en apariencia rudos
(machos)—, su identidad genérica se basa en el comportamiento de lo que
generalmente se entiende por feminidad, usan nombres y adjetivos en femenino y
su comportamiento corporal denota una actitud similar al estereotipo de mujer. Que
los soldados tengan una relació n sentimental con mujeres es un aspecto que
estimula a los personajes, pues ellos ocuparían el lugar de receptores sexuales y de
amantes de ocasió n, es decir, se persigue el placer sexual del cuerpo en detrimento
de las relaciones homoafectivas. La cantina “El tahú r” se transforma en un lugar de
encuentro de distintos tipos de masculinidades disidentes, generalmente de origen
humilde. Los soldados son considerados por la voz narrativa dentro de la categoría
de masculinidad hegemó nica, y por tanto, se les juzga como superiores en tanto que
ejercen el poder a través de la penetració n. Si los homosexuales del texto de Hurtado
carecen de la simbología que hace a un varó n tener los rasgos típicos de la hombría,
entonces buscan en los soldados el elemento simbó lico del que carecen, lo rechazan
en ellos, pero lo buscan en los demá s. En el cuento se evidencia que los rasgos
prototípicos de hombría en los soldados, ademá s de incluir sus actividades

23
masculinas dominantes en la milicia, incluyen la dominació n sexual con hombres
que no se asumen como rudos, sino como femeninos. El uso de alcohol resulta
importante en tanto que el estado de ebriedad hace que los soldados sean
complacientes, sus cuerpos quedan sometidos al control de los homosexuales y a la
mirada de los demá s parroquianos. El alcohol, como símbolo de masculinidad —al
menos en el contexto mexicano— desmasculiniza a los soldados de este cuento
porque los hace vulnerables. El narrador describe el estado casi inconsciente de uno
de los militares, momento en el que abordan los cinco personajes un taxi con el fin
de llegar a un hotel de paso. La voz narrativa centra su atenció n en los cuerpos
alcoholizados. Con un lenguaje escatoló gico, se describe minuciosamente el periplo
hacia un hotel disponible. Las formas de erotizació n entre hombres no son reveladas
porque pertenecen al á mbito de lo privado y el narrador no está dispuesto a
contarlo.
[Subimos] hasta el quinto piso, sin elevador, entre olores a humedad y
sudor a ratas. Camas rechinadoras, excusado descompuesto y
rebosante de mierda, sin agua caliente, y lechos erizados de resortes
como para suicidarse contrayendo el tétanos. Lo demá s, no es por
dá rselos a desear, estuvo exquisito, inolvidable. Tiene que ver con los
sarditos que nos devoraron vivas. Todo fue chingó n pero es privado, y
a nadie de ustedes le importa. Bye. (62)

En este texto, el estatus de los militares no los hace superiores a los homosexuales;
no ejercen violencia, su estado de ebriedad les anula la posibilidad de convertirse en
los hombres machos y violentos en el lenguaje y en el trato; no hay una concepció n
homofó bica sobre los personajes a los que penetran, só lo se muestra que las
relaciones sexuales les resultan placenteras y que el ejercicio sexual en la intimidad
deconstruye los esquemas culturales de dominador-dominado, pasivoactivo como
características inmodificables de género. Por su parte, el texto “Nadita de miedo le
tengo a la muerte” muestra un tipo de masculinidad distinta a la de los soldados del
cuento comentado líneas arriba. En este caso se trata de un par de policías —
Romualdo y Celestino— quienes tienen encuentros homoeró ticos en la casa de “la

24
Carla”, un homosexual de clase media que recibe a sus amigos referidos con los
nombres de Pamela, Rufina, Magda y al narrador, de quien no conocemos su nombre
de pila. En este cuento también se usan los pronombres masculino y femenino de
manera alternada. En el cuento, la casa de Carla es un espacio cerrado muy
interesante porque los personajes asumidos como homosexuales se visten de
luchadores y usan má scaras, aunque conservan accesorios de la ropa de mujer, lo
cual da lugar al erotismo, a la fantasía, al acto sexual y a la performatividad del
género. Se trata de cuerpos masculinos que se travisten e inventan una forma de
vestir donde la rudeza del luchador convive con la delicadeza de los atuendos
femeninos, los deseos de los homosexuales y los de los policías. El uso de má scaras,
ademá s de proporcionar el elemento misterioso, significa ocultar una identidad
tradicional masculina y, aunque no hay una renuncia total a los significados de
rudeza, el tipo de masculinidad que se construye en este cuento se basa en una
relació n de sujetos que actú an desde la clandestinidad y que comparten una historia
de reconocimiento y aceptació n relativa en cuanto a su vinculació n con otros sujetos
semejantes. Segú n la mirada del narrador, los policías que visitan la casa son el
5
estereotipo del chacal que representa poder y orden social. 7 Es imposible que
estos hombres renuncien a su rol de dominadores y penetradores:

É l [Carla] sabe que un poli, como dijo una vez el mayate Zamarró n, es
material dispuesto a la hora de echar palo. Pero ella no los quiere
exclusivamente para agasajar, sino para desafiar sus colmillos y
meterse en los campos de la muerte. Jugar con fuego. Porque
5
7 - En el Diccionario de mejicanismos, de Francisco Javier Santamaría, la palabra chacal no tiene una
connotación sexual en ninguna de sus acepciones. Chacal o chacalín: “Del azt. Chacalín, camarón grande.
Cierto crustáceo, propio de los lagos del valle de Méjico, llamado también langostín o acocil” (342). En el
ambiente gay mexicano, la palabra chacal se utiliza para nombrar a los hombres machos —de aspecto
masculino —que son deseados por los homosexuales. También se emplea para referir a los hombres con
estas mismas características, pero que tienen encuentros sexuales con afeminados, que ejercen el poder en
la intimidad, pero que no se comprometen en lo afectivo —al menos no de manera evidente—. La
definición de chacal —de acuerdo con las asociaciones que ofrece el diccionario— queda asociada con el
pene del hombre, cuyo valor particularmente está en el papel sexual activo.

25
cualquier cosa puede hacer con un chacal, menos voltearlo. El macho
nunca se permite debilidad alguna… a la fuerza. (63)

La idea inicial que los homosexuales del cuento tienen sobre los policías es la de
hombres poderosos, incluso en el aspecto fá lico los homosexuales celebran con
gritos la protuberancia del pene de Romualdo. Los policías no pueden ceder al
modelo rígido sobre su masculinidad, son dadores de placer pero, no obstante,
actú an desde la clandestinidad y, cuando descubren en las calles a los afeminados
cometiendo un acto inmoral, se los llevan a las crujías.

De esta manera, se observa que el homoerotismo se puede llevar a cabo desde la


clandestinidad, pero exhibir el cuerpo travestido o en erotizació n pú blica es motivo
de sanció n penal y, en ese sentido, el tema de lo pú blico y lo privado tiene
relevancia, sobre todo porque las prá cticas sexuales en la casa de Carla incluyen el
ejercicio del poder simbó lico, representado por los policías. Es en la casa donde se
practican sin reserva los actos sexuales o los comportamientos calificados como
aberrantes que en lo pú blico se sancionan. En “Nadita de miedo le tengo a la muerte”
los homosexuales se erotizan viendo las relaciones sexuales que los policías tienen
con los pasivos, e incluso pueden aceptar la idea de esperar su turno. La lucha libre
es el elemento lú dico que se asocia con la resistencia sexual; el cuerpo es presentado
dentro de la dialéctica del placer y el juego de resistencia. Así, en la madrugada, y
después de que los policías han sido activos en la relació n, se invierten los roles:
ahora la mirada narrativa los considera sus rivales, pues pretenden desempeñ ar el
rol pasivo.
Avanza la madrugada. Celestino ya trae los chicheros de Magda
Veneranda en su pecho. No alcanza a amanecer cuando los chacales
empiezan solitos a voltearse. En el fondo todos son má s lobas que uno.
Nunca está de má s contar las veces que Romualdo y Celestino dicen
“ah, chingá , chingá ” mientras se colocan las pelucas y ven có mo les
cambian de color las uñ as postizas. (70)

26
En este texto, los policías figuran como hombres dadores de placer que se
involucran en un juego sexual luchístico, sin embargo, hay una incomprensió n por
parte del narrador pues se trata de hombres que dentro de sus fantasías y deseos
desempeñ an un rol intersexual que no se corresponde con la construcció n
masculina y el poder que ejercen como servidores pú blicos o chacales. Al final, los
policías no quedan afirmados como varones —es decir, machos—, sino como
estigmatizados y clasificados como femeninos por ejercer la sexualidad
activa/pasiva e incluso la rivalidad con los hombres pasivos.

Homosexualidad, travestismo, poder y crimen

La narrativa de Nadia Villafuerte despunta con una visió n muy clara en temas como
las problemá ticas de los centroamericanos en su periplo por cruzar la frontera sur
de México, atravesar el país con el fin de llegar a Estados Unidos y lograr tener una
vida mejor a la que tenían en sus países. Los suburbios, la frontera sur mexicana, las
terminales de autobuses, la violencia y la prostitució n son algunos de los espacios y
temas presentes en la narrativa de esta escritora. Después de dos libros en su haber:
Preludio y Barcos en Houston, Villafuerte publica en 2008 el libro ¿Te gusta el lá tex,
cielo?, bajo el sello del Fondo Editorial Tierra Adentro. Se trata de una colecció n de
diez cuentos donde la autora incorpora historias de personajes mexicanos y
centroamericanos que en su mayoría cruzan la frontera sur de Estados Unidos y
dejan sus países, costumbres, familia y lenguaje para aculturarse a otras formas de
vida. Por la narrativa de esta autora desfilan personajes transgresores donde la
prostitució n, la pobreza, la violencia, el exilio y el destierro configuran el conflicto de
historias perturbadoras. La autora se ocupa del tema homosexual en dos cuentos de
este libro: “Roxy” y “¿Te gusta el lá tex, cielo?”, éste ú ltimo es el má s prolijo pues
tiene una extensió n de 50 pá ginas y la diégesis se distribuye en 18 partes. A través
del recurso de la digresió n “¿Te gusta el lá tex, cielo?” relata la historia de Glenda, un
travesti/homosexual adulto y dueñ o del cabaret Bombay ubicado en la línea
fronteriza entre México y Guatemala. Glenda, quien en su pasado llevó el nombre de
Genaro, se obsesiona con Helena, una joven de quince añ os, a quien compra en

27
Honduras y la lleva a trabajar como prostituta al Bombay. A lo largo de este relato se
aprecian dos líneas temá ticas que se complementan: por una parte, las argucias y
rivalidades entre Antero Rojas y Julio Nazar, dos políticos corruptos que rivalizan
por el poder de la frontera; ambos son asiduos visitantes de los bares fronterizos y
contratan a jó venes centroamericanas para tener relaciones sexuales, por otra parte,
el cuento relata la historia de Glenda y el amor que siente por Helena así como la
manera en la que él se convierte en víctima de la joven cuando ésta, en complicidad
con Antero Rojas, le hace creer que Julio Nazar la golpeó , de esta manera, el travesti
asesina al político y es enviado a prisió n. La historia presentada tiene una
temporalidad de dos añ os. En el cuento, Helena rechaza inicialmente la prostitució n,
ve el ejercicio de la sexualidad forzada como un sacrificio. Su condició n miserable es
lo que la hace enrolarse en las filas de la prostitució n en la frontera, pues, como dice
el narrador “geografía es destino”. Con un lenguaje crudo, el narrador habla sobre la
iniciació n sexual de la joven en manos de un soldado violento:
Ella sintió su olor rancio, el sudor de sus manos cuando las puso en su
muslo descubierto. Quiso levantarse, gritar, no pudo. —No digas no,
tan chiquita y tan putita, bien que eres una putita, no me digas que no
sabes —dijo el hombre mientras los dedos levantaban el borde de la
falda y se metían. (101)

El ejercicio de poder en este cuento aparece en varios niveles: Glenda compra a


Helena, el soldado la viola y los políticos se valen de ella para tener relaciones
sexuales y utilizarla como medio para cometer un crimen. Las posibilidades de
liberació n para la joven son nulas, está subordinada a los demá s, al menos hasta que
aprende que la corrupció n puede ser ú til para no sucumbir. Su condició n de mujer
comprada e ilegal no le deja otras opciones para actuar má s que la mentira y el
abuso. La vida en el cabaret Bombay le enseñ a las argucias del medio, por lo que
tiene que aprender a ser cruel para sobrevivir: “ser puta había consistido má s en
hacerse tramposa que desnudarse” (107). El cuerpo de Helena es presentado como
un objeto que da placer a los otros. En ella no hay deseo sino sacrificio, y tampoco
salvació n, por eso es capaz de utilizar a Glenda como chivo expiatorio en una especie

28
de ajuste de cuentas con la crueldad, pues, al comprarla, el travesti tampoco le
ofrece otra opció n como destino má s que la prostitució n; aunque la ama de una
forma casi divinizada, no la aparta de un medio que le es hostil. El personaje de
Glenda resulta interesante, en tanto que el ejercicio de la sexualidad queda
prá cticamente anulado por su temor al rechazo y al asco que pueda producir en los
demá s. Se trata de un travesti/ homosexual avejentado que ha perdido vigencia en
el medio desde hace varios añ os. 68 De este personaje no sabemos suficientes datos
biográ ficos sobre su infancia y juventud, só lo se menciona que al morir sus padres
heredó un restaurante que convirtió en cabaret, que tuvo su primera experiencia
sexual con su primo y que después se enamoró de un delincuente. Desde el presente,
Glenda figura como la madrota quien ha inhibido sus deseos sexuales y que só lo
Helena llega a remozarlos.
Sobre la construcció n genérica de este personaje, se nota que se trata de un
travesti/homosexual que rechaza la categoría masculinista de la rudeza, su
vestimenta es exageradamente femenina y su edad lo lleva a racionalizar la
imposibilidad de los encuentros sexuales:
Sus enormes pestañ as postizas, su sonrisa grotesca, flotaban en el
marco del espejo. El deseo para él/ella, a veces, carecía de nombre. El
deseo para Glenda era una piel joven, la de su díler, la de Helena
rotunda a sus diecisiete añ os. El deseo era el deseo por ocupar, sitiar
cualquier cuerpo, sin pensarlo, sin confirmar nada, desear a un
hombre o a una mujer empezaba a darle lo mismo. (107)

La construcció n del yo en Glenda se edifica a partir de una apariencia femenina en el


vestido, pero sus deseos sexuales en la actualidad está n fijados en las mujeres
jó venes. En la quinta parte del cuento, un diá logo entre Helena y Glenda muestra
que este ú ltimo personaje tiene relaciones sexuales con otra prostituta joven a la
que regentea, pero no es capaz de solicitarle a Helena un servicio sexual porque la
ha divinizado, al mismo tiempo que la odia. Son los parroquianos del cabaret los que
pueden abusar de la hondureñ a, tratarla como objeto sexual y violentarla. Glenda
aparece como espectador del proceso de aniquilamiento de la joven, de la manera en

29
la que pasa de la prostitució n a la adicció n; el placer lo obtiene viendo las constantes
escenas grotescas que protagoniza su amada/odiada:

Glenda pareció recobrar el interés por la hondureñ a, quien, por lo


demá s, en poco tiempo se pudrió como manzana. Le gustaba
emborracharla porque Helena se subía a cantar. Le gustaba verla
vomitar en el patio. Observar có mo se movía en las piernas de algú n
milico para después perderse en la oscuridad de los pasillos. (123)

La historia que urde Helena para que Glenda se convierta en asesino de Julio Nazar
es presentada por el narrador omnisciente como el final de dos vidas azarosas y en
conflicto que se encuentran para destruirse. Con el fin de preparar la escena del
crimen, el travesti debe despojarse de su atuendo femenino y masculinizarse con el
fin de tener los requerimientos de la hombría dignos de cualquier asesino. Ademá s,
en la siguiente cita se observa que el aspecto masculino de Glenda le va mejor que su
atuendo travesti, que en realidad lo visualiza como grotesco:

[Helena] se puso un pantaló n de mezclilla, sudadera, tenis. Glenda en


cambio eligió vaqueros, una camisa que le quedaba grande y botas de
punta. Sin el grueso de maquillaje de siempre, y la peluca de mata
casta- ñ a y larga, era un hombre que no delataba sus cuarenta y tantos
añ os, y mostraba má s bien un cará cter impreciso; como los hombres
atractivos que, preocupados por su apariencia, a la primera de cambio
necesitan demostrar su hombría. (122)

Glenda responde como el macho que defiende la dignidad de la mujer a la que


ama/odia. De ser un hombre poderoso, en tanto que puede comprar mujeres para
que trabajen en su cabaret, pasa a ser víctima de Helena y de Antero Rojas. Ninguno
de los dos personajes tienen libertad: Glenda no puede tener una relació n afectiva
con Helena porque se siente viejo, y ésta es una centroamericana en lucha por la
supervivencia, pero no la consigue porque se ha entregado como víctima sacrificada

30
a los sucios juegos de intereses de la política mexicana. La construcció n de género
de Glenda destaca por su imbricació n intergenérica. Sin duda es un personaje
complejo en cuanto a la performactividad de su género: homosexual/travesti, activo,
dominador, sin embargo, los roles se invierten sobre todo cuando es dominado por
Helena, quien llega a considerarlo de manera equivocada una mezcla bioló gica de
hombre y mujer al no comprender que la construcció n del género en este caso es
má s amplia que los binarismos culturales de lo masculino y femenino como
supuestas categorías ú nicas:

Elena en la regadera comenzó a tocar a Glen. —¿Có mo le dicen a esos


animales que son hombre y mujer? Pero Glen no respondió . Sus
preguntas estú pidas, su cuerpo rotundo, fueron suficientes para
abandonar la exaltació n. Con Helena permanecía en un estado de
ansiedad constante, parecía su amante, su hermana, s madre, su
padre, y quizá fuera só lo eso: una manera de llenar alguna ausencia.
(129)
El cuerpo desnudo en la regadera revela una realidad bioló gica y una conciencia
sobre la problematicidad del género y el rol sexual en Glenda; se visualiza también
un planteamiento confuso para el personaje debido al sentimiento amoroso hacia
Helena. Glenda termina como un sujeto irracional, pierde la voluntad, el cabaret y se
convierte en asesino. Su presente pierde significado, pues el deseo, el amor y el rol
sexual se advierten como pérdidas al final del relato. Con este texto, Nadia
Villafuerte crea a un personaje perturbador que escapa a cualquier categoría
esencialista. La construcció n de género en Glenda/Genaro/Glen ha sido una
experiencia del deseo y una mezcla de roles sexo genéricos como una posició n
defendible que só lo se pierde cuando el amor vulnera al personaje. A manera de
conclusió n, los textos aquí analizados configuran un planteamiento sobre las
disidencias sexuales masculinas que cuestionan las discutibles construcciones
sociales sobre los cuerpos sexuados. La violencia, el poder y la dominació n, en el
texto de Eduardo Antonio Parra, se trazan de manera extrema por la imposibilidad
de un transgénero que ve vulnerado su deseo de hacerse transexual. En el caso de

31
los cuentos de Joaquín Hurtado, los homosexuales regiomontanos parecen afirmar
su identidad en la experiencia sexual y el deseo que despierta en ellos una categoría
masculina asociada con el rol social/ sexual de la dominació n, la fuerza y el poder,
sin que esto cause perjuicios en su dignidad humana. Por su parte, la construcció n
disidente en el cuento de Nadia Villafuerte invita a una discusió n sobre las
identidades sexuales y de género en construcció n y renovació n permanente. Entre
finales del siglo XX y principios del XXI, las condiciones reales de los homosexuales
en la narrativa mexicana continú an, en varios sentidos, siendo una representació n
donde los homosexuales son objeto de vejaciones, violencia corporal y violaciones.
El problema de las desigualdades sexogenéricas está centrado en la cultural social y
legislativa, a pesar de que los estudios de género han planteado la subversió n de los
tradicionales roles de género ha cia horizontes má s plurales Gerardo Bustamante
Bermú dez 6 4 e incluyentes. En la actualidad, se habla de una heterogeneidad de
identidades emergentes que, a través de la escritura, pretenden incidir en la
divulgació n de un pensamiento en el que se admitan las diferencias y se re
signifiquen las formas de ser masculino y femenino como la posibilidad de
pensarnos diferentes.
6

6
8 La narrativa de temática homosexual, al menos en Latinoamérica, generalmente se ocupa de personajes
jóvenes. En ocasiones se hace énfasis en relaciones homoeróticas de hombres mayores con jóvenes o casi
niños, pero pocas veces aparecen hombres homosexuales avejentados. En este sentido, el personaje de
Nadia Villafuerte guarda ciertas resonancias con “La Manuela” de El lugar sin límites, del escritor chileno
José Donoso, y del personaje de “La Loca del Frente” de Tengo miedo torero, del también escritor chileno
Pedro Lemebel. En México el tema homosexual de vejez sólo ha sido tratado en la novela El atardecer de
los viejos faunos de Bosco Alvarado.

BIBLIOGRAFÍA

Alvarado, Bosco. El atardecer de los viejos faunos. México: Senectas, 1990.


Barbachano Ponce, Miguel. El diario de José Toledo. México: Era, 1964.
Bourdieu, Pierre. La dominació n masculina. Argumentos. Barcelona: Anagrama,
2010.
Butler, Judith. Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del
sexo. Buenos Aires: Paidó s, 2002.

32
que luce. Nadia Villafuerte presenta una madurísima colecció n de relatos que
levantan la mano por la vida en la literatura. Sus relatos dicen, y porque dicen con
fuerza, inquietan. Me apoyo en ¿Te gusta el látex, cielo?, un libro que está destinado a
durar má s allá de los gritos de otros, los protagó nicos del presente, para lanzar esta,
que es mi apuesta de crítico: Nadia Villafuerte está llamada a ser una figura mayor
de la literatura en el siglo XXI.

Butler, Judith. Deshacer el género. Barcelona: Paidó s, 2004. Castrejó n,


Eduardo A. (seud.). Los cuarenta y uno. Novela crítico social. México: Universidad
Nacional Autó noma de México, 2010.
Chaves, José Ricardo. “Elaboraciones literarias cultas y populares sobre lo
‘homosexual’ en el cambio del siglo XIX al XX.” Acta poética 26 (primavera-otoñ o,
2006): 425-441.
Cuéllar, José Tomá s de. Chucho el Ninfo. México: Porrú a, 1975.
Donoso, José. El lugar sin límites. Barcelona: Bruguera, 1965.
Hurtado, Joaquín. Laredo Song. México: Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de
Nuevo Leó n, 1997. Lemebel, Pedro. Tengo miedo torero. Barcelona: Anagrama,
2001.
Marquet, Antonio. ¡Que se quede el infinito sin estrellas! México: Universidad
Autó noma Metropolitana-Azcapotzalco, 2001.
Marquet, Antonio. “Ofensivas discursivas en la narrativa gay (para sobrevivir en
heterolandia).” Literatura Mexicana 16, no. 2 (2005): 89-115.
Marquet, Antonio. El crepú sculo de heterolandia. Mester de jotería. Ensayos sobre
cultura de las exuberantes tierras de la Nació n Queer. Biblioteca de Ciencias Sociales
y Humanidades. México: Universidad Autó noma Metropolitana-Azcapotzalco, 2006.

(http://tesiuami.uam.mx/revistasuam/signosliterarios/include/getdoc.php?
id=283&article=159&mode=pdf)

33
5- Reseñas criticas a la obra literaria de Nadia Villafuerte

Vivero Marín, Cándida Elizabeth DE MADRES, HIJOS Y OTRAS CUESTIONES AFECTIVAS:


COMENTARIOS CRÍTICO-ANALÍTICOS A LAS TEMÁTICAS RECURRENTES EN LAS
NARRADORAS MEXICANAS NACIDAS A PARTIR DE 1970 Revista de Estudios de Género. La
ventana, vol. IV, núm. 35, enero-junio, 2012, pp. 164-181 Universidad de Guadalajara Guadalajara,
México
Disponible en:
http://www.redalyc.org/pdf/884/88424573007.pdf

3 - Reseñas Criticas a la obra literaria de Nadia Villa fuerte

“Más allá de la sordidez” por Eduardo Huchín Sosa

Septiembre 2011 | Tags: Novela, libros, Nadia Villafuerte, Huchin

 
Nadia Villafuerte

Por el lado salvaje

México, Ediciones B, 2011, 402 pp.

34
5 - Bibliografías

Beltrán, Félix, Geney. Historias de perras vulnerables. México. La Jornada Semanal.


No: 734. La Jornada: marzo 29, 2009.

Bermúdez, Gerardo Bustamante. “Masculinidades homosexuales en la narrativa de


Eduardo Antonio Parra, Joaquín Hurtado y Nadia Villafuerte”.- México-D.F- 2011

Garza, Alejandre – De lo canalla y la austeridad - Revista Nexos, 2011.

 
De principio, admitamos que pocas fó rmulas resultan ahora tan atractivas como los
fracasos o las epifanías de un puñ ado de supervivientes. Los mutilados, los sicarios,
las mujeres que viven al borde y todos aquellos que representan alguna forma de
estridencia, legitiman la complejidad del mundo y nunca dejan de corroborarle al
lector la suerte de estar, má s o menos, a salvo. A primera vista, gracias a su título y a
la oferta de su contraportada, pareciera que Por el lado salvaje es un retrato de ese
tipo de marginalidad, pero se trata de una apreciació n erró nea. El debut novelístico
de Nadia Villafuerte (Tuxtla Gutiérrez, 1978) evita los regodeos en la abyecció n,
aunque toda ella recorra el volumen, aunque no falten transgresiones,
mezquindades, sometimientos consentidos. A pesar de su predilecció n por los
escenarios hostiles del mundo, por los detalles corporales o las declaraciones
alarmantes, la autora no se detiene en esos hechos, sino abunda en los infiernos
interiores, en aquello que los personajes tienen que decir sobre los hechos. El
resultado no es otro que literatura de primera línea.
Los ingredientes son numerosos y podrían alentar la idea de que nos encontramos
ante una cronista de la degradació n: una adolescente manca que para huir de
Chiapas inicia un periplo que la lleva a Honduras y de ahí a un burdel de Tijuana, el
bió logo travesti que la saca del país, un fotó grafo italiano tras las imá genes de la
guerra en Centroamérica, un reportero que intenta descifrar a un terrorista
islá mico, un exconvicto y su novia en un auto a doscientos kiló metros por hora. Má s
que la sordidez, los personajes que Nadia Villafuerte pone en escena tienen en
comú n su condició n de pró fugos. Y sus tramas contienen altas dosis de azar, porque

35
Jiménez, Marco A. “Paradojas de la abyecció n”, en Miasmas de la cultura. É tica y
estética en los má rgenes de la modernidad, México, CIDHEM/Juan Pablos Editor,
2015.
Mier, Raymundo -“La abyecció n: la devastació n exorbitante”, en Miasmas de la
cultura. É tica y estética de la modernidad, México, CIDHEM/ Juan Pablos Editor-
2015

uno de sus mó viles narrativos es saber qué hace alguien que se ha topado, en un
momento decisivo de su vida, con el azar.
Villafuerte sorteó , me parece que con talento, las tentaciones de la descripció n
cruda, el costumbrismo, los clichés fronterizos y la escritura falsamente estilizada.
Por fortuna, no es la ú nica autora que lo está haciendo (pienso en sus compañ eras
de generació n Gabriela Torres Olivares e Iris García). La chiapaneca apuesta por
eludir los tó picos a través de la introspecció n psicoló gica y la reflexió n sobre la
confiabilidad de los retratos, sobre el valor de lo narrable. Detrá s de sus seres
extremos, sus escenarios deprimentes, la violencia y el sexo, advierto en esta novela
una discusió n sobre la validez de las representaciones. ¿Puede la fotografía –y la
escritura– capturar el horror de ciertas realidades o solo será un mero registro que
nos consuele de “no haber estado ahí”? ¿Qué nos está permitido observar y qué no:
la niñ ez desnuda, la enfermedad, el dolor de los demá s? ¿Es la narrativa también una
intrusió n en la intimidad ajena, en busca de algo másque dé significado a nuestro
voyeurismo?
No es casual, por dicho motivo, que varios de los personajes de este libro sean
periodistas, gente dedicada a dejar constancia visual y escrita de los sucesos. Las
fotografías, ha afirmado Susan Sontag, “confieren importancia a los acontecimientos
y los vuelven memorables”. El grupo de reporteros que intenta capturar la
realidad de la revolució n sandinista pero acaba viéndola como espectá culo o la caja
de viejas fotografías de guerra que solo tendrá valor para una universidad
estadounidense ponen el tema en el centro de Por el lado salvaje. Aquellas
evidencias de la atrocidad terminan sirviendo para explicar la historia, pero también

36
Pimentel, Luz Aurora (2010), El espacio en la ficció n, México, Siglo XXI/UNAM-
2010
____________ El relato en perspectiva, México, Siglo XXI/ UNAM- 2012
Sontag, Susan - Sobre la fotografía, Barcelona, Edhasa. 1996

Sosa, Eduardo Huchín -“Má s allá de la sordidez”. Letras Libres, 2011

Villafuerte, Nadia -¿ Te gusta el látex, cielo?- México: Fondo Editorial Tierra


Adentro, 2008.

para sustituirla, como indica uno de los personajes.


En una novela donde las imá genes resultan esenciales tampoco es fortuito que
aparezcan tantos narradores dando su versió n de los sucesos. Cada uno aportando
un supuesto autorretrato cuyo mayor mérito es mostrar con la misma claridad –
pero igual reserva– a sus intrusos. Todos los personajes siendo “photobombers” de
otros personajes, arruinando instantá neas ajenas, pero al mismo tiempo
otorgá ndoles sentido.
Dos aspectos a destacar. Por un lado, los “Cinco retratos para una exposició n (Las
postales de Bonnie)”, esa serie de relatos cortos dentro de la novela, muestran a
Nadia Villafuerte en pleno dominio narrativo: con historias donde en apariencia
nada sucede, pero todo está derrumbá ndose en cá mara lenta. Es la estrategia que
mejor ha sabido desarrollar, como lo corroboran también los cuentos de ¿Te gusta el
látex, cielo? (2008): una suerte de tensió n creciente que nunca explota de modo
ensordecedor, porque lo peor ya está aconteciendo, así en voz baja. Una pareja de
migrantes en un buque carguero, una pedicurista en Shanghá i y sus conversaciones
con un hombre repentino, la estudiante africana sometida por un rico portugués
(protagonistas ambos de una escena tan hermosa como repulsiva). Todos ellos no
son solo individuos en lugares equivocados, sino imá genes que, dado el sitio que
ocupa el observador como intruso, no conceden má s verdad que la conjetura.
Por otro lado, la presencia de un poetastro que se hace llamar Spiderman confiere a
la novela uno de sus personajes má s interesantes a la vez que un estremecedor
testimonio, no exento de humor, de la relació n entre una madre enferma de cá ncer y
el hijo responsable de cuidarla. Es a través de este escritor aficionado a hacer pintas

37
Villafuerte, Nadia- Por el lado salvaje, Ediciones B, México, 2011.

Villafuerte, Nadia - Preludio. México: Omega Ediciones, 2002.

Villafuerte, Nadia -Barcos en Houston. México: Consejo Estatal para la Cultura y las
Artes-Chiapas, 2005.

en las paredes donde Nadia Villafuerte logra una voz originalísima, que nunca
abandona el lirismo, pero tampoco su precisió n al momento de describir los
malestares del cuerpo, las decepciones familiares y las contradicciones internas de
aquellas palabras que ya imaginá bamos en desuso, como “amor” o “candidez”.
Ademá s, Spiderman resume en una de sus frases el que quizá sea el plan narrativo
de la autora: “Lo importante no es el final, tampoco el principio, ni siquiera lo
ocurrido en el itinerario, sino que los personajes de una historia se salgan del
trayecto.”
Acudiendo de nuevo a Sontag, “la mirada y el acopio de los fragmentos de la mirada
nunca pueden completarse”. Por el lado salvaje está construida con esa convicció n
fotográ fica, en su forma puntillosa de secuenciar las versiones de una historia, pero
también en el cuestionamiento de si la narració n o la fotografía pueden superar el
mero empeñ o de la representació n. Finalmente, toca a la adolescente manca de esta
trama descubrir dicha verdad: verlo todo es no comprender nada.

4- Reseñas Criticas a la obra literaria de Nadia Villa fuerte

HISTORIAS DE PERRAS VULNERABLES


POR GENEY BELTRÁN FÉLIX

¿Te gusta el látex, cielo?,


Nadia Villafuerte,

38
Villafuerte, Nadia - (2012) "Llegar en ferry" Revista de la Universidad de México.
Nueva época. Mayo 2013, No. 111
http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/articulo.php?
publicacion=16&art=394&sec=Creaci%C3%B3n > [ 2015-06-02].

Villafuerte, Nadia - (2012) "Casas" Revista de la Universidad de México. Nueva


época. Enero 2014, No. 119

Recursos Bibliográficos

http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/articulo.php?
publicacion=86&art=2486&sec=Art%C3%ADculos > [2015-06-02].
Hay vértigo ante la certidumbre: atestiguar el surgimiento de un libro en que vemos
el fuste de un clá sico significa corroborar que el proceso de renovació n se da en
forma caprichosa. Las luces inicialmente apuntan en la direcció n del escá ndalo y la
estridencia. Ahí saldrá lo nuevo, se piensa, como si a base de promesas y bravatas
algunos habrá n de arrogarse el ímpetu que mute las reglas. No sucede así en
literatura. É sta no vive a base de manifiestos ni ó rdenes dogmá ticas de quienes
exigen una posibilidad perecedera y buscan, fascistas, poner la literatura al servicio
de la época –Marinetti pertenece al museo de las curiosidades–, sino de textos que, a
partir del combate intuitivo del lenguaje, trazan una diversa relació n con el hecho
mismo de la escritura, combinando una serie de impulsos –el pasado, la lectura, la
utopía– hasta que, sin má s alarde, ponen a la época al servicio final de la literatura.
La travesía de un fotó grafo perdido en una aldea pesquera serviría de glosa al decir
narrativo de Nadia Villafuerte (1978): “Pero siempre has ido contra corriente y
está s o decidiste venir a… un pueblucho ignorado que, pese a todos sus matices,
genera vida donde se pose la mirada. Vas… al lugar donde bien podría originarse de
nuevo el mundo.” En ¿Te gusta el látex, cielo? todo, en efecto, es mirada. La voz que
narra en este libro de relatos parece hallarse bajo la incertidumbre o el miedo, y
busca registrar esas esquinas de la realidad en que se agazapan los peligros en
forma de telarañ as de apariencia inofensiva. Es una mirada que, como la de ese
fotó grafo, se interna en los má rgenes, en lo ignorado, y descubre la vida, con sus
sordideces y epifanías, como un milagro paulatino. Estos lugares –Chiapas,
Centroamérica, Estados Unidos– existen en virtud de sus personajes.

39
Vivero Marín, Cándida Elizabeth. "DE MADRES, HIJOS Y OTRAS CUESTIONES
AFECTIVAS: COMENTARIOS CRÍTICO-ANALÍTICOS A LAS TEMÁ TICAS
RECURRENTES EN LAS NARRADORAS MEXICANAS NACIDAS A PARTIR DE
1970". Revista de Estudios de Género. La ventana 35 (2012): 164-181.

Webs

http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=88424573007

Hay varias mujeres, jó venes crueles que, como las de Elena Garro, no son víctimas
resignadas, sino verdugos perseverantes de sí mismas, aunque, a diferencia de las
mujeres de Garro, hay en las de Villafuerte una malicia irredenta, una mezquindad
que viene de quien no tiene ninguna esperanza de liberació n ni empatía; son, para
decirlo con economía descriptiva, unas perras vulnerables.
Es la frontera, la del sur con sus historias de mojados y prostitutas, de corrupció n y
pobreza, y también la distante frontera del norte, un paraíso de plá stico que no logra
acallar las pulsaciones que llaman del abismo, como el odio o la bú squeda del
fracaso. Hay otras fronteras má s: la del sexo –los travestidos son frecuentes y su
mayor ejemplo, “Roxi”, es un relato, para decirlo con poquedad, perfecto–, las
fronteras numerosas de la vida conyugal (parejas en la sorda orilla del quiebre,
familias que se detestan sin siquiera gozarlo), entre la dependencia y la abyecció n,
entre el deseo físico y la mentira, y sobre todo la frontera de la mirada fotográ fica:
como se mira se narra: cada palabra es un clic meticuloso y puntual, que estalla en
imá genes de fuerza disolvente.
“La vida es dura, y cualquier cosa, con un poco de imaginació n, puede atentar contra
uno mismo”, se lee en “La piscina.” ¿Qué es cualquier cosa ? Es el mundo físico,
presente aquí, ominoso. Los sentidos viven alertas. “El fulano está a punto de
soltarse, lo puedo sentir, sí, puedo sentir có mo segrega saliva, có mo enciende su
dulce furia, có mo levanta la bragueta.” Estas ú ltimas líneas vienen de “Roxi”, un
relato –¿puedo insistir?– perfecto: el desdoblamiento de un travesti visto desde
adentro, sin amarillismo, má s bien agó nicamente, como en quien se rechaza a sí
mismo y se embelesa en ese mismo rechazarse suyo. Ahí está la voz que mira y que,

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https://www.hayfestival.com/mexico20/en-index.aspx?
skinid=28&localesetting=en-GB

http://www.tierraadentro.conaculta.gob.mx/autoentrevista-nadia-villafuerte/

en un estado de expectació n má xima, percibe la realidad no só lo en lo que es, sino


en lo que está por ser, en lo que será , merced a la colaboració n de la bajeza propia.
En pocas frases conviven la sordidez y el lirismo: no se reduce el mundo a un solo
paradigma ni explicació n anterior. El extrañ amiento imaginístico es orgá nico, está
en la sustancia del narrar: “La pregunta se convirtió en un gancho sin ropa en el
tendedero de su mente.” Y es que, como se lee en otro relato, “lo real ocurre bajo la
superficie”.
Pronto lo descubrimos: leer a Nadia Villafuerte es una experiencia incó moda.
Provoca una desazó n que se cruza con el aquilate de un decir puntilloso y preciso.
En sus relatos parece que no pasa nada, y mientras, bajo la superficie, se hallan el
germen o el fruto de dramas angustiantes: algo que va a pasar, algo que ya pasó .
Pero sobre el estilo, en el fraseo, se fundamenta una violencia sorda, una crispació n
que estalla por sobre la coraza aforística. La excepció n es la nouvelle “¿Te gusta el
lá tex, cielo?”, que a manera de caleidoscopio, en su mayor extensió n y velocidad,
corrobora las dotes mú ltiples de una voz que al exponer la carne contradictoria de
sus personajes define una idea de la escritura: el lenguaje vuelto exploració n de la
vida, es decir, posibilitado para el ejercicio de un permanente impulso: explorar los
hechos, sugerir una lectura de las personas, sus deseos y miedos. Hay, claro, un
desencanto definitivo ante no só lo la realidad, sino nuestra condició n: parecería que
se es capaz de las peores cosas, sin saberlo, sin culparse, o só lo culpá ndose un poco:
tal es el caso de Key, la hondureñ a de “Cajita feliz”, que no sabe si ha estado a punto
de matar a su hija.

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Regreso al principio. Esta voz se detiene en los má rgenes ignorados, descubre ahí la
vida como si el mundo, por encima de la sordidez, estuviera a punto de destruirse y
comenzar de nuevo. La autora da fe de una expresió n intuitiva que, tocada por la
gracia, presenta una nueva sensibilidad literaria, sustentada en la interiorizació n de
una ahogada violencia en el estilo. Esto es nuevo porque, asumiendo implícitamente
la tradició n –está n aquí los genes de Rulfo, Carver, Bolañ o y Munro–, tiene origen en
una apropiació n germinal de la realidad, en una mirada que, merced a sus recursos
fabuladores, instaura imá genes y personajes necesarios, como son necesarios los
libros que nos educan en lo que debe ser la letra artística: un fin que dice, no un fin

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