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Introducción
“En ciertos casos la dignidad real sobrevivió si bien reducida a un puro nombre o
transformada y sometida a la autoridad aristocrática. En Atenas, uno de los arcontes, cuyas
funciones eran más religiosas que políticas, se denominaba “arconte rey” (también en la
Roma republicana sobrevive un resto de la institución monárquica en un cargo religioso, el
“rex sacrificulus”). En Esparta, donde el poder político está sólidamente depositado en
manos de la magistratura de los éforos, hay dos reyes con funciones de comandantes
militares, aunque en realidad están sometidos estrechamente a los éforos incluso durante las
campañas bélicas”. (p. 37)
Siguiendo con esta introducción de los autores al tema, es en este contexto donde nace
el germen de la democracia, ya que si bien los miembros de estas magistraturas o éforos
compartían una posición social y económica similar excluyente, las decisiones de gobierno
eran sometidas a debate y consenso. Los autores señalan también cómo se inicia un inédito
experimento social: los inicios de la forma de gobierno republicana y una primitiva idea del
ciudadano, con sus derechos y obligaciones, ideas nacidas en un principio por una cuestión
de supervivencia política:
“No es fácil explicar por qué esta evolución se cumplió por primera vez en Grecia y
no en otro lugar (por ejemplo, en Fenicia). Se sabe que en su determinación participó
prominentemente una clase plutocrática constituida merced al tráfico marítimo y para la
cual la forma preponderante de riqueza consistía en bienes muebles (naves, mercaderías,
esclavos) y no agrarios como sucedía con la aristocracia tradicional. [...] Naturalmente,
nada impedía a los aristócratas más progresistas ejercer el comercio, con lo que no sólo
hubieran participado en nuevas formas de riqueza sino también en una nueva mentalidad. La
clase plutocrática, independientemente del origen de cada individuo, comprobó en varias
ocasiones la utilidad de apoyarse en las clases más modestas para combatir el monopolio
político de la nobleza agraria tradicional; resultado de ello fue que poco a poco se
3
reconocieron derechos políticos a todos los ciudadanos libres, sin distinción de origen o
riqueza”1.
Desde un punto de vista personal, este contexto sociopolítico democrático que surgió
luego de varios ensayos (reinados, tiranías, aristocracia), fue lo que permitió el nacimiento de
una nueva actividad intelectual. El proceso que se produjo en la polis, donde una forma de
discurso más "primitiva" -el mito- es reemplazada por una manera de usar la racionalidad, el
logos o palabra argumentada, lo que se denominó filosofía. Quien propusiese algo como
verdadero, debía dar fundamentos de su afirmación y respuesta a los contraargumentos de
quienes escuchasen. Esto convirtió al nuevo saber en un conocimiento crítico, expuesto al
examen y la discusión. Es en definitiva Grecia donde se puede ver con gran claridad este
verdadero proceso de transición, donde la escritura se impone como medio de transmisión
cultural por excelencia. Los pueblos helénicos adoptan hacia el siglo VIII a. C. una escritura
alfabética de origen fenicio, que los griegos perfeccionan agregando signos para las vocales
faltantes, de acuerdo con el texto de García Gual (1989) 5. El autor español explica que la
"alfabetización" de los griegos se cristaliza finalmente hacia el siglo V a. C., cuando el mito
no es ya meramente transmitido por el cantor, sino que también entra en juego la inspiración e
imaginación del poeta, cuya obra toma al mito como punto de partida para crear una obra que
en palabras del mismo García Gual, tiene una competencia admitida con la versión
De acuerdo con Cavallo y Chartier (1997), de la mano de esta cada vez más
sofisticada oralidad (discurso hablado/exposición oral de un escrito) se desarrolla una
escritura que fija el discurso, es decir, que la escritura estaba al servicio de la cultural oral en
el sentido de conservación a través del texto. Es en el s. V cuando finalmente se marca la línea
entre el libro sólo destinado a la fijación y el libro destinado a la lectura. En este primer
período, existían diversas clases de lectura según las diversas competencias y funciones. En
general, la práctica de la lectura se daba más como ocasión de la vida social más que lectura
individual:
mismo tiempo, hay más lectores y más lecturas privadas e individuales. Se pasó de la lectura
como forma asociativa a la lectura como repliegue sobre sí mismo (relación estrecha entre
libro y lector): “De la lectura como momento de vida asociativa propia de la polis se había
pasado a la lectura como repliegue sobre sí mismo, como búsqueda interior, reflejo de las
demás actitudes culturales y corrientes de pensamiento de la civilización helenística”8.
Había un currículum, lo que hoy se llamaría un plan de estudios, pero como muy
simplificado con respecto a tiempos anteriores. La Educación tenía un carácter enciclopédico,
con poca preponderancia de, por ejemplo, las matemáticas y la geometría y una astronomía
con mucho de fantástico e imaginario. Abbagnano y Visalberghi (1969) encuentran
paradójico que se diera este tipo de Educación “sistematizada” en una época en la cual se
dieron avances en estas y otras ciencias, dignos de admiración, pero es evidente que el avance
científico no implicaba divulgación del conocimiento. Por ejemplo en el S III A. C. Aristarco
de Sarnos formula una hipótesis heliocéntrica que inspirará a Copérnico 1800 años más tarde,
pero de ello sólo tuvo noticias un pequeño grupo de especialistas. Otro punto a destacar era
que la Educación era impartida por maestros especializados. La Educación Superior que se
daba en instituciones diversas como el “colegio de efebos” o el Museo de Alejandría, pero la
línea general de la misma era retórica-literaria. Los rétores o sofistas tomaban la guía de la
Educación de los jóvenes egresados del colegio de efebos. Sobre esta etapa amplían
Abbagnano y Visalberghi:
8 Ídem. Pág. 29.
7
“Mención aparte merecen las escuelas filosóficas, las instituciones de alta cultura
como el Museo de Alejandría, y las escuelas de medicina. En ellas más que en otras partes
sobrevivía una característica privativa de la educación superior de la Grecia clásica o sea,
la convivencia cotidiana”9.
“En general, se puede conjeturar por varios indicios que la mentalidad romana —
más respetuosa que la griega de los derechos de la infancia— era menos severa en la
disciplina y más directa en la vigilancia de la formación moral, que no se dejaba al
“pedagogo” esclavo sino que era objeto de la solicitud de los padres. Por lo demás, el
“pedagogo” romano a cuyos servicios recurrían las familias más ricas, goza de mucha más
consideración que en Grecia y es a menudo un liberto culto y estimado. Esta actitud se
sintetiza en la célebre máxima del poeta Juvenal: “Maxima debetur puero reverentia”10.
Cavallo y Chartier (1997) coinciden con Abagnano y Visalberghi en que los romanos
tomaron gran parte de la cultura griego-helénica. Roma toma de Grecia la estructura del
volumen literario y los hábitos de lectura. Se leen sobre todo libros griegos y de hecho existen
muchas bibliotecas griegas privadas tomadas como botines de guerra:
“En un primer lugar, la lectura de libros se evidencia como práctica exclusiva de las
clases altas, y totalmente privada. En los siglos II y I a.c., los libros griegos pasaron a
añadirse a los botines de guerra: en 168 los trajo de Macedonia Emilio Paolo, en 86, Sila de
Atenas, y en 71/70 Lúculo del Ponto Euxino. Esos libros -exhibidos en las mansiones de
quienes los conquistaron- pasaron a constituir bibliotecas privadas de lectura, en torno a las
cuales se hallaba la restringida sociedad culta: Polibio evoca los años de su amistad con
Durante la época imperial, Cavallo y Chartier señalan que se produjo una mayor
circulación de la cultura escrita. Hay una creciente demanda de libros. Surgieron bibliotecas
públicas además de privadas. El soporte de los contenidos escrito tiene un avance con la
aparición del Códice (libro con páginas)12. Los libros y la lectura se convirtieron para los
romanos en símbolo de bienestar y riqueza. Los autores dicen que de hecho, existían Tratados
destinados a encaminar al lector en la elección de libros y en cómo formar colecciones.
Surgieron nuevos textos, además de los clásicos. Otro hito fundamental que destacan los
autores es que aparte de la casta sacerdotal y gentilicia, surge la figura de la mujer lectora:
Vespasiano fue el primer Emperador que legisló en materia educativa, e instauró una
cátedra de Retórica latina y otra griega. El primer titular de la cátedra latina fue Quintiliano.
Para él, la oratoria era la Educación por excelencia, imbuido del sentido del derecho que era
fundamental para el ciudadano romano. Defendía la Educación pública y se oponía a los
castigos, aunque apoyaba la educación mnemónica. Los emperadores que sucedieron a
Vespasiano siguieron profundizando la intervención del Estado en la educación superior y, si
bien siguieron siendo privadas, la Educación media y la elemental se volvieron en su mayor
parte municipales, y el Estado determinó los requisitos para ser docente y fijó los honorarios.
Además se encargó de establecer fundaciones estatales, las Instituciones Alimentarias de
Trajano, que aseguraban “la manutención de cierto número de niños (más tarde de niñas) de
pocos recursos” 14.
De acuerdo con Abbagnano y Visalberghi (1969) esta es una etapa oscura, donde
sucesivas oleadas bárbaras arrasaron con casi todo rastro de la cultura clásica. Lo que se pudo
salvar permaneció en centros culturales aislados en la periferia de Europa, (Italia, Irlanda,
España,etc.) donde siguieron existiendo escuelas de retórica, gramática y medicina.
Mayormente, estos centros eran monasterios. Una forma de vida religiosa, propia de
la Edad Media, fue el Monacato, Y se llama así porque se desarrolló dentro de los
monasterios. En oriente, el monacato fue fundado por San Basilio el Grande, en el siglo IV, y
en Occidente por San Benito de Nursia, en el siglo VI. Los monjes basilianos, como los
benedictinos, fueron depositarios de la tradición educativa dentro de los claustros. La
educación Monástica. Destinada a futuros monjes la educación monacal consistía en
contenidos como la Lectura y Escritura del latín, los elementos de la cultura grecorromana
que pudieron ser salvados de las invasiones y conservadas en los claustros monacales. La
metodología era la memorística en el caso del trabajo intelectual y prácticos.
Hay que diferenciar, de acuerdo con Cavallo y Chartier (1997), dos etapas en la
educación y por lo tanto en el ejercicio de la lectura: monástica y escolástica. La primera,
como lo indica su nombre, se realizaba en los claustros de los monasterios. Su finalidad podía
ser la meditación, se realizaba en forma “murmurada” o “ruminatio”16. Los libros “códices”
eran realizados artesanalmente por los monjes, creciendo en sofistificación y belleza. Esta es
la etapa de los “manuscritos iluminados” con bellas ilustraciones inspiradas tanto en el arte
religioso carolingio como bizantino, que incluso eran confeccionados con metales preciosos
y pedrería, como el famoso Códice Aureus de Lorsch, realizado entre los años 778 y 820.
Una obra que en total consta de más de 230 páginas, a lo largo de las cuales se relatan los
Cuatro Evangelios más dos cartas de San Jerónimo17.
Fue gracias a estos centros que, siguiendo a los autores, los invasores fueron
asimilados, “helenizados” entre fines del S VIII y el IX, con lo que se da un resurgimiento de
la cultura. Surge en este tiempo la figura de Carlomagno, emperador del Imperio Carolingio,
que demostró un gran interés por la cultura y la Educación, ya que al igual que el Imperio
Romano, necesitaba funcionarios altamente capacitados para el funcionamiento del aparato
estatal y para el mantenimiento de un clero con cierto nivel intelectual, para que fundara
escuelas y difundieran la cultura. Ejemplo del gobierno de Carlomagno es la Escuela
Palatina:
“El mayor monumento de este interés de Carlomagno por la cultura fue la creación,
en su corte, de la Schola palatina o Academia Palatina, para encabezar a la cual mandó
llamar de Inglaterra al monje Alcuino (781). La Academia Palatina se convirtió en el centro
de la reconstrucción intelectual de Europa; bajo Carlos el Calvo se llamó a dirigirla al más
grande intelectual y filósofo del tiempo, Juan Escoto Erigena (véase más adelante), por cuya
iniciativa Lotario I estimuló con una serie de decretos la creación de escuelas en Italia y
Francia. Mientras tanto, en Alemania, Rabano Mauro, antiguo discípulo de Alcuino (776-
856), trabajaba fructuosamente en pro de la difusión del estudio, al punto de ser llamado “el
preceptor de Alemania”18.
establece una crítica mayor hacia la enseñanza limitada y estancada de la realidad feudal de la
época.
Los humanistas literatos y pedagogos, que cultivaban con entusiasmo las formas
literarias de la antigüedad. Los humanistas fueron descubriendo poco a poco, un nuevo tipo de
formación humana. Descubrieron en las literatura griega y romana, la belleza formal, pero
también el goce de la vida feliz, natural y sana, el placer de una refinada civilización y la
sabiduría del vivir, alcanzada con la cordura y templanza propias de un término medio, en
contraste con el espíritu medieval. El ideal, es llegar al funcionamiento completo y perfecto
de todas las potencialidades de la naturaleza humana.
Desde el punto de vista pedagógico, los caracteres generales del humanismo son el
intelectualismo y formalismo: el objetivo de toda actividad pedagógica, está basado en el
estudio de las humanidades, lenguas clásicas (latín y griego) y más tarde del hebreo. El ideal
es imitar a los grandes estilistas latinos. Hay una preocupación por alcanzar la pureza del
lenguaje, derivando en un culto excesivo por las formas, en detrimento del contenido. La
ciceromania, es la imitación de los clásicos y en particular, del modelo más perfecto de la
oratoria, cicerón.
mayor poder del dinero y el comercio, quienes vivían de ello pasaron a tener mayor prestigio,
poder social y político.
Ya no interesaba tanto servir a dios en la caridad cristiana. ahora importaba más lograr
la prosperidad. Ahí entra en juego la formación del príncipe o cortesano, pues se tendía a
instruir a una sola clase social, la aristocracia, por eso hay un profundo abismo entre la
instrucción y la vida, entre la escuela y el pueblo. Esta distancia, se salva con la creación de
órdenes religiosas docentes, con la restauración católica y el interés por la instrucción popular
en la reforma protestante.
En general, puede decirse que Lutero20 formó buenos súbditos, Calvino21 buenos
ciudadanos. Esta importante diferencia en el espíritu que animaba a las dos principales ramas
reformadas no debe ocultarnos la sustancial identidad de las consecuencias de la Reforma
protestante por lo que se refiere a las instituciones escolásticas, o sea, que constituyó un
impulso decisivo hacia: 1) la afirmación del principio de la instrucción universal; 2) la
formación de escuelas populares destinadas a las clases pobres, en todo diversas de las
escuelas clásicas de las clases ricas; 3) el control casi total de la instrucción por parte de
autoridades laicas; 4) una creciente fisonomía nacional de la educación en los diversos países.
Se trata, como se ve, de características que serán típicas de las escuelas europeas casi hasta
nuestros días,22.
20Martín Lutero fue un teólogo y fraile católico agustino que comenzó e impulsó la reforma religiosa
en Alemania y en cuyas enseñanzas se inspiraron la Reforma Protestante y la doctrina teológica y
cultural denominada luteranismo.
21 Juan Calvino (Noyon, 10 de julio de 1509-Cantón de Ginebra, 27 de mayo de 1564), considerado
uno de los gestores intelectuales de la reforma protestante.
22 Abbagnano, N. y Visalberghi, A (1969): “Historia de la Pedagogía”, Ed. Fondo de Cultura
Económica.
14
volgare23- que Aldo Manucio había comenzado a publicar durante la década anterior. Estos
libros, impresos en caracteres itálicos que hacían posible la inclusión de textos enteros en
pocos cientos de páginas de pequeño formato, llenaron de entusiasmo a los clientes de Aldo y
llevaron a la competencia, establecida en Lyon y en otras ciudades, a rendirle “el homenaje
definitivo del plagio”. Contenían textos con prólogos y a veces algunas ilustraciones, pero
carecían de notas. Y evidentemente, Maquiavelo los utilizaba de la manera más simple, tal
como utilizamos hoy los libros-menos clásicos pero igualmente prácticos- que nos llevamos a
la playa en verano: como media de evasión de todo tipo de problemas. Servían de estímulo no
para el pensamiento sino para la imaginación, como un entretenimiento que permitiese al
lector despreocuparse por entero24.
Pero, como reflexión personal, ni las ideas los intelectuales más seculares como
Maquiavelo ni los teólogos revolucionarios como Lutero, ni tampoco la doctrina de la Iglesia
tradicional, podrían haberse difundido sin un adelanto tecnológico que masificó
paulatinamente el acceso a la cultura: Johannes Gutenberg (también escrito en ocasiones
Gutemberg; Maguncia, Sacro Imperio Romano Germánico; c. 14001-ibidem, 3 de febrero de
1468) fue un orfebre alemán, inventor de la prensa de imprenta con tipos móviles moderna
(hacia 1440). Su trabajo más reconocido es la Biblia de 42 líneas (se refiere al número de
líneas impresas en cada página), que se considera el primer libro impreso con tipografía
móvil.
De acuerdo con Abbagnano y Visalberghi (1969) la historia del siglo XIX está toda
empapada de anhelos o intentos de liberación y unificación nacionales, aliados por lo común
con el liberalismo político y conscientemente integrados en visiones de paz y fraternidad
universal. Ya en algunos escritores de principios del siglo XIX se percibe el germen de las
degeneraciones imperialistas y racistas que dieron al vocablo “nacionalismo” el significado
negativo que a la postre asumió; pero se trata de perversiones que niegan la esencia misma del
ideal nacional.
Desde un punto de vista personal, la escuela pasó a ser un agente estatal, parte
fundamental del proceso de integración de una heterogénea población (como la Argentina de
mediados del siglo XIX y principios del XX) y encargado en gran parte de la formación
identitaria nacional, el maestro no es solo educador, también censista, agente sanitario-
vacunador, etc. Junto a estas tareas, el maestro era el portador del capital cultural básico
necesario para llevar adelante al Estado-Nación de reciente aparición: en la Escuela se
aprendía -aún se aprende- a respetar los símbolos patrios y honrar a “próceres”, figuras
16
históricas ejemplares que contribuyeron a crear dicho Estado nacional, parte de una historia
nacional que se hacía propia, un “pasado en común” para todos los ciudadanos. Por otra parte,
la educación en la mayoría de estos países necesitaba formar obreros calificados para la fuerza
de trabajo.
Pero, entre los diversos Estados más o menos industrializados, no tardan en surgir
formas de competencia que restauran las protecciones aduaneras, desencadenan “guerras de
aranceles” y acaban en una política de imperialismo enderezada a conquistar por todos los
medios la exclusividad de los mercados.
siglo anterior se suman, por medio de la lectura popular y económica de revistas ilustradas y
novelas seriadas, públicos de lectores que el autor denomina "públicos desconocidos". El
sector femenino se amplía hasta abarcar clases sociales más bajas que pueden leer pero no
escribir. Surge una industria editorial para niños y jóvenes lectores que se fortalece con la
expansión de la educación primaria. Aparece una gran cantidad de escritores de literatura
infantil que luego se convirtieron en clásicos, como aquéllos que han llegado hasta nuestro
días. La clase obrera forma otro grupo lector muy amplio que empujado por la revolución
industrial se vio en la necesidad de autocapacitarse. Al mismo tiempo se consideró que el
fomento al hábito de la lectura aliviaría las tensiones sociales. Todo ello fomentó la creación
de bibliotecas públicas cuyas colecciones eran seleccionadas, a juicio de los bibliotecarios,
con literatura formativa; sin embargo, la dieta bibliográfica que ofrecían estas bibliotecas no
coincidía con los gustos de los lectores, quienes buscaban literatura de entretenimiento. No
obstante, algunos grupos de lectores proletarios fueron autodidactas; estaban convencidos que
la lectura era una forma de progresar. En cuanto a la lectura durante el presente siglo veinte,
el autor identifica un fenómeno que se extiende incluso a los países desarrollados: el retroceso
en las capacidades lectoras a causa de un analfabetismo por desuso, aunado a las poblaciones
analfabetas que subsisten pese a las campañas permanentes para erradicar este problema. El
caso de Japón es distinto, la actividad lectora es muy abundante porque entre los valores
favorecidos se encuentra el deber de estar informado, y éste es inducido por las autoridades.
Otra característica de nuestro siglo se refiere a la oferta editorial, que se hace muy extensa en
calidad y cantidad, pese a que en los últimos años se observa una reestructuración por
consorcios en la que las editoriales más débiles tienden a desaparecer. Esta tendencia surge,
en parte, por la crisis que produce la desculturización y que afecta a la producción del libro,
pues las ofertas de culturización se han diversificado ya no con la lectura, como
tradicionalmente se lograba sino con los medios audiovisuales, los nuevos transmisores de la
cultura. Esta situación ha propiciado que el mercado librero lleve las cosas al extremo y trate
al libro como cualquier mercancía de consumo, y está generando la pérdida de orientación en
cuanto a la selección. Incluso la escuela ha perdido fuerza y capacidad para mantener el
"canon" tradicional de la lectura, por lo que el lector queda expuesto a un oferta que busca
más el lucro. Así, la lectura consumista distingue a estas últimas décadas y gana cada vez más
adeptos que buscan leer para pasar el tiempo más que para cultivarse. Incluso en las
bibliotecas públicas ha empezado a colarse esta tendencia en los acervos ante la presión de
sus usuarios, y estas instituciones que preservaban el canon de la selección han tenido que
18
ceder. Lo anterior origina que sólo una élite experimentada tenga la capacidad de distinguir y
seleccionar de entre la inmensa producción editorial25.
Allá por el año 2000, el escritor Stephen King 26 tuvo una idea innovadora, que aunque
distó de ser un éxito comercial, fue el puntapié inicial para una nueva forma de difundir y
consumir bienes culturales literarios: el libro electrónico o ebook. King decidió publicar su
novela de terror Riding the Bullet (Montando la Bala, 2000) solamente en formato digital
para descargar. En aquel momento los dispositivos que permitían leer textos electrónicos no
tenían la variedad de hoy en día (smartphones, tablets, kindle, PC, laptops, etc.). Pero como
en muchos otros ámbitos de lo humano, la irrupción de Internet a mediados de los 90 y del
ecommerce a fines de la misma y principios del 2000, hacían de la digitalización del mercado
editorial y la producción escrita en general un hecho inevitable.
Un libro electrónico no es otra cosa que la versión digital de un libro de papel, de tal
forma que puede visualizarse en cualquier dispositivo digital: ordenadores, teléfonos móviles,
lectores de libros electrónicos, Ipad, …
Libro de papel: o sea, el libro de toda la vida, se denomina pbook (pbook = paper book
o libro de papel). Ebook o Libro digital: se denomina ebook (ebook = electronic book o libro
electrónico) El término ebook también se usa para denominar al lector de libros digitales,
aunque este debería ser un ereader o lector de libros digital.
Realmente los libros electrónicos existen desde que los libros se editan con
ordenadores pero no se publicaban en este formato. Esto se generaliza al final de la década de
los 70 y principio de los 80.
Los libros eran escritos y entregados en formato digital, según el procesador de textos
utilizado: Wordperfect, MS Word, Ami Pro, …
El principal problema era leer dichos libros en los monitores de esa época, cuya
resolución y calidad no eran suficientes como para leer documentos cómodamente y sin que la
vista sufriese por ello.
Con la llegada del nuevo siglo, y ante las molestias de leer durante muchos minutos de
forma continua o incluso horas en pantalla, se desarrollaron tecnologías que trataban de
conseguir que leer libros electrónicos fuese tan cómodo como los libros de papel. Así en el
año 2002 se presentó la primera pantalla que utiliza Tinta electrónica.
2006-2007 Sony (Sony Reader), Amazon (Kindle) y Papyre (en España) lanzan al
mercado sus ereaders con tinta electrónica
2010. Apple lanza el primer tablet táctil de distribución masiva con la posibilidad de
leer cómodamente en su pantalla27.
Conclusión:
guerra, rituales, preceptos, normas, leyes, valores, tradiciones, mitos, ideas, filosofía,
ciencia… La Educación, tal y como se observa, concibe y vive hoy en día, no es un hecho
que apareció sin más, mero producto de la sociedad contemporánea: como todo hecho
humano no es un fenómeno aislado, sino que es la consecuencia de varios contextos sociales,
culturales e históricos que se fueron desarrollando y que se relacionan a través del tiempo.
Sin duda, la palabra escrita fue la que primero codificó el “ADN” de este auténtico
superorganismo que es la sociedad humana. Puede decirse que antes existió la tradición oral o
las expresiones gráficas que perviven hasta hoy en lugares como las cuevas de Altamira en
España o Colo Michi Có, en la Patagonia Argentina. Pero estas expresiones carecen del
alcance, de la difusión y la precisión en la transmisión de la palabra escrita, en especial desde
aquel verdadero hito histórico de nivel mundial que fue la creación de la imprenta de tipos
móviles por Johannes Gutenberg en el siglo XV, que convirtió al libro en un bien cultural
popular, no ya circunscrito a las élites gobernantes y religiosas.
También puede argüirse que desde finales del siglo XIX-principios del XX, los
medios audiovisuales (fotografía-cine-TV-vídeo-radio-registros sonoros de distinto tipo y
más recientemente Internet) han presentado una competencia enorme a la palabra escrita en
términos de forma de expresión y transmisión cultural-educación masiva. Sin embargo, la
escritura y la lectura siguen siendo el principal vehículo de las ideas, sentimientos y formas
de ver el mundo. Si no, basta con visitar redes sociales, foros de Internet... Esto genera una
polémica sobre el destino y evolución de la palabra escrita, entre quienes opinan que como
forma de expresión se encuentra en su ocaso y quienes creen que la misma se ha integrado y
evolucionado junto a las nuevas tecnologías. Desde un punto de vista personal, en esta época
marcada por la proliferación de imágenes y textos, todo aquello que se puede denominar
“lectura”, sigue predominando en las vidas cotidianas. A pesar del protagonismo de los
medios electrónicos, las prácticas de lectura y escritura están lejos de desaparecer, muy por el
contrario, integran estos nuevos medios transformándose y redefiniéndose constantemente.
La expresión máxima de esta redefinición es lo que se denomina hipertexto, un texto que
tiene como soporte no ya el papel, sino diferentes medios electrónicos (PC, lectores de
ebooks, smartphones, tablets, sitios de Internet, etc.) y puede tomarse no ya como una pieza
de información “aislada” por el soporte en sí. Al contrario, el hipertexto es más que una
secuencia lineal y coherente de palabras que forman oraciones, es una verdadera red de
referencias cruzadas, que permite ir obteniendo información adicional relacionada con el
22
texto en sí. Por ejemplo, la aplicación Aldiko, que se obtiene fácilmente en la Play Store para
dispositivos Android, permite leer distintos formatos de texto electrónico (pdf, epub, .doc,
etc.), seleccionar palabras u oraciones y traducirlas si están en otro idioma (trabajando en
conjunto con Google Translate, que incluso reproduce la pronunciación correcta de la palabra
por audio) o dar una definición del DRAE, o buscar información adicional en Internet, todo
esto sin tener que cerrar el documento que se lee ni tener que trasladarse físicamente a otra
fuente de información. El hipertexto como idea existe desde la segunda mitad del siglo
pasado, pero actualmente la materialización de esta noción es el texto electrónico, y su
presencia múltiple. Fuera de este concepto de hipertexto en sentido estricto, se puede
considerar que la red electrónica permite, además de encarnar ajustadamente la
hipertextualidad, canalizar la necesidad de leer y escribir de una forma más plena y abierta a
las distintas posibilidades de expresión. Por otro lado, el hipertexto electrónico comprende y
acaso amplifica, la utopía del texto absolutamente abierto, vinculado con otros hasta el
infinito. El hipertexto informático es una novedad en cuanto a la extensión de su uso, en
cuanto a posibilidad de ruptura de la hegemonía del material impreso, y porque presenta hasta
el momento la capacidad real de transformar los modos y hábitos de escritura.
Lo que aparece como desafío hacia el futuro es hasta dónde se puede llegar a partir
del uso y la instauración en distintos planos de la vida de este texto-red a través del cual
muchos se mueven a diario desde una computadora. Hasta dónde es posible llegar en la
escritura, en la comunicación, en la educación, y de qué nuevos marcos teóricos habrá que
proveerse.
Al respecto escribió Umberto Eco un interesante artículo hace ya más de una década:
“De qué sirve el profesor?”28; en él, el escritor reflexiona sobre el papel del educador en
esta era donde es posible acceder en segundos a un caudal de información sobre cualquier
tema, que unos años atrás habría llevado una laboriosa tarea de búsqueda, lectura de múltiples
textos y fuentes, donde la educación sistematizada jugaba un papel primordial. Justamente, el
artículo de Eco inicia con la pregunta que hace un alumno a su profesor: “si yo puedo buscar
información de cualquier tema en Internet, usted, ¿para qué está?”. Y esta es la cuestión que
desarrolla el autor en su texto: Internet tiene un infinito cúmulo de datos, pero ¿cuál
conocimiento es legítimo?¿qué datos son fidedignos y no la mera especulación de quien los
28 cf. Eco, Umberto (2007). ¿De qué sirve el profesor? Diario La Nación online. 27 de mayo de 2007.
Recuperado de https://www.lanacion.com.ar/opinion/de-que-sirve-el-profesor-nid910427.
23
escribió, o peor, tergiversaciones maliciosas? Ahí es donde se necesita al educador, más que
nunca...
En conclusión, más allá de pronósticos que hablan de “extinción”, puede decirse que
luego de más de 6000 años de historia registrada, la escritura fue, es y seguramente seguirá
siendo el medio principal de educar y educarse, plasmar ideas, conocimiento, leyes,
percepciones de la sociedad y la historia, sentimientos… El espectro es tan amplio como las
características que hacen único a cada ser humano.
24
Bibliografía
GARCÍA GUAL, Carlos (1989). "La Mitología. Interpretaciones del Pensamiento Mítico". 2
edición. Montesinos. Barcelona.