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1 SAMUEL
Los filisteos estaban robando las eras de Keila, y el Señor le mandó a David que fuera y
los hiriera. Los filisteos le estaban robando el grano a los israelitas para tratar de lograr
que se rindieran debido al hambre. Ahora, David actúa para proteger a esta gente, el
pueblo de Dios, y sin embargo durante todo este tiempo continúa siendo fugitivo de Saúl.
David ahora tiene con él seiscientos hombres y con buen éxito liberta al pueblo de Keila de
los filisteos y el Señor le manda entonces a que salga de ese lugar, lo cual él obedece. Saúl
Como usted ve, amigo oyente, Saúl continúa su campaña de odio y persecución contra
David. Y decide ir hasta Keila para darle muerte. Pero Dios libra a David y él se escapa de
Keila, lo cual hace que Saúl desista de su viaje hacia Keila. Y continuamos leyendo los
versículos 14 al 16:
Fíjese usted cuán fiel y verdadero amigo es Jonatán para con David. Ahora le dice
algunas cosas para animarle. Prosigamos con los versículos 17 y 18:
Esencialmente, Jonatán le dice a David que Saúl sabe lo que pasará y que se está
oponiendo. Es claro que Saúl va contra la voluntad de Dios. Está en rebelión contra Dios.
Jonatán, sin embargo está dispuesto a hacer la voluntad de Dios. Las acciones de Jonatán
revelan que es un gran hombre. Su actitud nos recuerda la de Juan el Bautista, quien dijo
en cuanto al Señor Jesucristo, allá en el evangelio según San Juan, capítulo 3, versículo 30:
“Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.” Y leemos en los versículos finales, los
versículos 19 hasta el 29 de este capítulo 23 del primer libro de Samuel:
Este capítulo concluye con los detalles en cuanto a la persecución de David por parte de
Saúl. Y veremos que también será el tema en el capítulo que sigue. Llegamos, pues, ahora
al capítulo 24. En este capítulo David corta la punta del manto de Saúl en una cueva en
En-gadi, pero le salva la vida. Muestra su inocencia con este acto. Saúl reconoce su falta y
recibe un juramento de David, que su descendencia no será exterminada. Ahora, David
salva la vida de Saúl en En-gadi porque él respeta su oficio y no al hombre, como veremos
en el versículo 6. En este capítulo continuamos viendo a David como fugitivo de Saúl. Saúl
le persigue continuamente. Creemos que este período de pruebas en la vida de David, lo
cambió de un pastorcito inocente, en un hombre robusto, el cual llegó a ser un verdadero
hombre de Dios y reinó así sobre su pueblo. Leamos, pues, los primeros dos versículos de
este capítulo 24 del primer libro de Samuel:
David había ido a un lugar escabroso para esconderse. Saúl seguía buscándole con un
ejército de tres mil hombres. David solo tenía seiscientos hombres. El ejército de Saúl
grandemente excedía en número al ejército de David, pero David compensó esto mediante
el uso de la estrategia. También, conocía muy bien la región y sus hombres eran robustos
de veras. Continuemos leyendo el versículo 3:
Saúl entró en la misma cueva donde David estaba escondido, y allí se durmió. Los
hombres de Saúl se quedaron de guardia, claro, pero estaban fuera de la cueva y no
En seguida David lamentó su acción porque le causó pena. Imagínese usted lo que debe
haber pasado cuando Saúl se despertó. Se debe haber parado y debió haber descubierto
que llevaba una minifalda. Y en aquel entonces, amigo oyente, los reyes no acostumbraban
llevar minifaldas. Y el versículo 6 dice:
Lo que David está diciendo a sus hombres respeta el oficio del rey, y no necesariamente
al hombre. David respetaba el oficio del rey, aunque no al hombre.
Ahora, creemos que es interesante notar que aunque David es perseguido por Saúl, no
alza la mano contra Saúl. ¿Por qué? Porque reconoce que Saúl es ungido de Dios. David
va a dejar que Dios arregle las cosas con el rey. ¡Cuán bueno sería amigo oyente, si
nosotros estuviésemos dispuestos a dejar las cosas en las manos de Dios, y permitir que el
actúe en cuanto a nuestros enemigos. Pero, por lo general queremos actuar nosotros
mismos, aun cuando sabemos que Dios puede hacerlo de una manera mucho mejor. El
apóstol Pablo en su carta a los Romanos, capítulo 12, versículo 19, nos dice: “No os
venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está:
Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.” Cuando tratamos de obtener justicia con
nuestras propias manos, ya no andamos por la fe. Ya no estamos confiando en Dios. Lo
que en verdad estamos diciendo es: “Señor, no podemos confiar en que Tú vayas a actuar
en cuanto a este asunto, de la manera en que nosotros queremos que sea tratado; de modo
que vamos a resolverlo nosotros mismos.” David, sin embargo, dejará que Dios actúe en
cuanto a Saúl. David se siente mal por haber cortado la punta del manto de Saúl. Su
conciencia le perturba porque ha convertido al rey en un objeto de burla. Y observe usted
lo que hace aquí en el versículo 7 de este capítulo 24 del primer libro de Samuel:
Muchos de los hombres de David tenían en poco a Saúl, y le habrían dado muerte en un
momento; pero David no les permitió hacerlo. Y el versículo 8 dice:
Fíjese usted una vez más que, aunque David no respeta a Saúl en sí, sí respeta su
posición. Avancemos con los versículos 9 y 10:
David demostró a Saúl cuando le cortó la punta de su manto, que su propósito no era
matarle. A Saúl le habían dicho equivocadamente, que David lo buscaba para matarlo;
pero esa no era la verdad. Creemos que a David le entendieron mal, y que más aún fue
difamado; y que tanto sus aparentes amigos como sus enemigos, dieron falso testimonio en
cuanto a él. Por tanto, David deja muy en claro, que no buscaba matar a Saúl. Y continúa
hablando en los versículos 11 al 15 y le dice a Saúl:
Ahora, David quisiera que Saúl dejara de perseguirle, claro está. Pero, en realidad lo
que sucede es que Saúl se vuelve ahora más antagónico que nunca. Creemos que en este
tiempo, Saúl en verdad es poseído de demonios, porque este espíritu malo había venido
sobre él. Leamos los versículos 16 hasta el 19 de ese capítulo 24 del primer libro de
Samuel:
¡Esta es una confesión asombrosa que sale de la boca de Saúl! Saúl reconoce que lo que
Después de terminar de hablar con David, Saúl regresó a casa; pero David y sus
hombres volvieron a su refugio. David todavía no se fía de Saúl. David se aleja aún más al
desierto para esconderse, porque sabe que vendrá el día cuando Saúl le acosará
nuevamente.
Y así concluimos nuestro estudio de este capítulo 24 del primer libro de Samuel.
Llegamos ahora al capítulo 25. En este capítulo, Samuel muere. David manda a buscar a
Nabal. Provocado por la perversidad de Nabal, David quiere matarlo. Abigail mediante su
sabiduría, pacifica a David. Nabal muere. Y Mical, es dada a Palti. En este capítulo 25,
Samuel muere en sus años de jubilación. David se encuentra con Nabal y Abigail. David se
enoja con Nabal debido a su perversidad, y es impedido del hecho imprudente de matar a
Nabal y a sus siervos, por la presencia y la diplomacia de Abigail, la bella esposa de Nabal.
Nabal muere después de pasar una noche de embriaguez, y David se casa con Abigail. Ella
ejerció una buena influencia sobre la vida de David. Comencemos, pues, leyendo el
versículo 1 de este capítulo 25 del primer libro de Samuel:
Probablemente debemos elogiar a Samuel, pero la Escritura es muy breve con respecto
a su muerte. Simplemente dice que “. . . se juntó todo Israel, y lo lloraron.” Samuel había
Samuel fue también un móvil para el bien, y fue alguien que disuadió a Saúl,
previniendo que su amargura y odio descendieran sobre David. David en verdad seguía
alejándose más y más de Saúl porque sabía que a la hora de la muerte de Samuel, Saúl
haría todos los esfuerzos posibles para matarlo. Samuel, pues, sirvió de parachoques entre
David y Saúl. Cuando Samuel murió, David huyó una gran distancia al desierto. Huyó
más lejos de Saúl que lo que Elías jamás huyera de Jezabel. Continuemos, pues, con los
versículos 2 y 3 de este capítulo 25 del primer libro de Samuel:
Creo que fue Emerson quien dijo: “Ser grande, es ser mal comprendido.” Y esto
ciertamente se aplica aquí en cuanto a David. El fue grande, pero fue mal comprendido.
El mundo de hoy en día, tampoco conoce a David, y por tanto le juzga mal. Cuando el
nombre de David se menciona, en seguida uno se acuerda de sus pecados de asesinato y
adulterio. Hay quienes se preguntan: ¿Cómo es posible que David cometa tales pecados, y
la Escritura todavía diga que David era un varón conforme al corazón de Dios?” Bueno,
ya tendremos oportunidad de contestar esa pregunta. Pero en lugar de dudar la elección
de Dios, debemos investigar el carácter de David. Veremos que son solo los insignificantes
los que critican a David. El es uno de los hombres sobresalientes en las Escrituras.
Conocerlo, es amarlo. No conocemos a ningún hombre que manifieste tal nobleza de
Y, amigo oyente, esto nos revela que Dios no mira las apariencias. Dios conocía el
corazón de David. Fue ungido rey por Samuel, y luego, mató al gigante Goliat. También
era músico. Se le llama, “el dulce cantor de Israel,” y escribió las descripciones más bellas
que jamás se hayan escrito o cantado en lenguaje alguno. Si usted tiene alguna duda en
cuanto a eso, ¿conoce usted algo que sea más bello que el Salmo 23, por ejemplo? Más
adelante David se casó con la princesa Mical hija de Saúl. Fue también amado por
Jonatán, hijo de Saúl. Ningún hombre jamás ha tenido amigo como el que David tuvo en
Jonatán. Sin embargo, ahora vemos que David se ha convertido en un hombre forajido,
que vivía en refugios en las montañas con una banda de hombres. Más adelante veremos,
que por fin llegó a ser rey de Judá, y más tarde, el rey de todo Israel. Veremos también
que su propio hijo encabezó una rebelión contra él, y una vez más, fue obligado a huir.
Finalmente, David pudo vivir hasta cuando vio ungido como rey a su hijo Salomón. Y
aquí, amigo oyente, vamos a detenernos por hoy, porque nuestro tiempo ya ha tocado a su
fin.