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AUSTRIAS Y AMÉRICA.
Comercio de Europa con América
En el siglo XVI el poderío español en América iba desde el Río Bravo en el norte
hasta tierra del fuego. Luego de “descubrir” el mundo Nuevo, en la Europa peninsular
se empieza a plantear una inminente colonización para poder extraer de mayor y mejor
manera las riquezas de nuestro continente. Los productos de las Indias modificaron la
cultura alimenticia y las costumbres de la población peninsular mientras que el oro y
plata extraída en América produjo desbarajustes en las finanzas europeas6.
La relación comercial entre América y España se le puede denominar como pacto
colonial, en donde “las posesiones americanas debían suministrar materias primas,
metales preciosos y productos exóticos a la metrópoli a cambio de recibir de ésta las
manufacturas precisas” (Gutiérrez, 2006, p. 110). A partir de la regla mencionada el
beneficio peninsular era muy elevado.
Reyes y Vázquez (1979) dividen en tres etapas el comercio planteado por España
y las Indias. El primero transcurre entre 1492 y 1561 en donde se puede ubicar como
punto de inicio la llegada de Colón al continente y al final con la instalación de la
transportación comercial de “flotas y galeones”. Luego, los autores afirman que se
puede periodizar la etapa transcurrida entre 1561 – 1713 en donde tiene como comienzo
las “flotas y galeones” culminando con el aparecimiento de los Borbones por un lado y
3
S/A, pp. 93 – 97.
4
S/A, p. 99.
5
S/A, p. 99.
6
Gutiérrez, 2006, p. 109
la firma del Tratado de Utrecht. Mientras que el último período nace con los Borbones y
acaba con la crisis de la emancipación en 18107.
Analizaremos la primera parte. En 1503 se considera
como puerto único Sevilla y allí se instala la Casa de
Contratación ese mismo año que dictaba los requisitos
necesarios para partir a comerciar al continente americano 8.
Fue el centro peninsular más importante. A partir de una nueva
utilización de barcos más amplios (los galeones) fue necesario
cambiar la sede, es por ello que se mudaron a Cádiz debido a
la dificultad del tamaño para subir por el río Guadalquivir.
Bajo el reinado del Austria Carlos I (o V) se empezaron a
habilitar otros puertos como en Galicia, Asturias y Santander
pero siempre con la premisa de que debían registrar todo aquel
que iba a navegar en Sevilla, dejando constancia de su tonelaje para poder obtener la
aprobación y pagar los impuestos aduaneros, luego “podían dirigirse a las Indias,
siguiendo estrictamente la ruta que los técnicos de la Casa de Contratación fijaren, bajo
pena de multa y confiscación del cargamento, en caso de comprobarse el apartamiento
deliberado” (Reyes y Vázquez, 1979, p. 210). Es evidente que a la Corona le era más
cómoda la recaudación de impuestos en un solo lugar. A partir de esto, los mercaderes
de Sevilla pudieron imponer sus negocios y además apropiarse de beneficios como por
ejemplo el permiso de cargas en las Islas Canarias (escala hacia las Indias) y en Cádiz.
Existió una rivalidad sevillana y gaditana, venciendo la última pues “en el siglo XVIII,
cuando el aumento del tonelaje de los buques y la sedimentación en el lecho del río
dificultaron la navegación del Guadalquivir” (Reyes y Vázquez, 1979, p. 210).
Al principio el comercio con América era sin restricciones. Pese a la prohibición
de que lo hagan extranjeros, se tenía la consideración que nueve de las partes del tráfico
eran de personas no nacionales, “de modo que las Indias son para ellos y el título para
Vuestra Majestad” (Reyes y Vázquez, 1979, p. 210). La participación extranjera en el
comercio con el continente americano también estaba justificado por otras cosas: el
primer motivo es que varios foráneos cooperaron con la lucha del cristianismo y el
Islam, instalándose en la Península Hispánica. Luego se debe tener en cuenta los
matrimonios reales y la actividad mercantil. En este último punto Sevilla fue muy
importante porque contó con la instalación, a partir del siglo XV, de genoveses,
franceses, flamencos y florentinos que no solamente trajeron consigo factorías e
inversiones sino que también aportaron nuevas técnicas y modelos comerciales
crediticias9. La casa de Contratación autorizaba el embarque de “técnicos extranjeros o
individuos que llevasen casados quince a veinte años en España, poseyeran bienes
raíces y estuvieses aposentados en ella permanentemente” (Reyes y Vázquez, 1979, p.
210).
Atraídos por las presentidas riquezas que el comercio con Hispanoamérica podía
dispararles, multitud de comerciales de toda España se instalaron en Sevilla, uniéndose al
gran número de compatriotas y foráneos dedicados a los mismos menesteres que desde
hacía tiempo residían en ella. Un concepto corporativista de su actividad les inspiró la
creación de una asociación que denominaron Cargadores de Indias, especie de agrupación
gremial acaparadora de los negocios con América y que al estar integrada por un reducido
número de miembros acentuó los efectos del monopolio sevillano (Gutiérrez, 2006, p. 112)
7
Reyes y Vázquez, 1979, p. 209
8
Ver Anexo.
9
Reyes y Vázquez, 1979, p. 210.
Al principio los navíos viajaban solos pero para evitar la emboscada de piratas
viajaban en conjunto (en conserva). En 1521 se intenta proteger a los navíos viajando
con ellos una guardia que será conocida como Armada de Averías, es por ello que los
barcos navegaban en convoy pero escoltados. A mediados del siglo XVI se origina un
sistema de navegación cada vez más organizado, con tiempo específico de tardanza y
tonelaje de mercancía estipulado. El sistema de navíos constó de dos viajes anuales (en
enero y agosto) en donde se separaban en el puerto de Veracruz en la Nueva España y el
otro en Portobelo o Cartagena de Indias en la denominada Tierra Firme. De Sevilla a
Méjico el viaje constaba aproximadamente (ida y vuelta) un año. Para partir a Europa,
todos los barcos se reunían en La Habana. Se le denominó a este sistema de flotas y
galeones “porque el uso hizo que se llamara flota los barcos que iban a Méjico y
galeones a los de Tierra Firme” (Reyes y Vázquez, 1979, p. 211).
En 1523 se pierde un tesoro azteca por lo tanto la Corona española busca
métodos para proteger las embarcaciones. Luego de los ataques piratas en el océano,
estas rutas se convirtieron muy peligrosas, principalmente en las zonas de Canarias,
Azores y Cabo de San Vidente. Es por ello que tres años más adelante los buques
mercantes usaban la estrategia de viajar agrupados. En 1543 ya se aplica un sistema de
convoyes pero que fue esporádico, unos años después se formaliza el método10.
Hubo cambios en el tiempo a causa de la retracción y la expansión comercial.
Entre los motivos más pertinentes podemos remarcar las batallas bélicas con otros
estados europeos, crisis agrícola, algunas dificultades climáticas en el recorrido del
Océano Atlántico, la piratería o la tardanza del cargamento de oro y plata11.
Felipe II en 1573 cierra algunas ciudades habilitadas para la instalación de
ciudades portuarias. A mediados del siglo XVI, como la corona vio que no podía
ejercitar de forma efectiva el comercio con América se centró solamente en algunas
materias primeras fundamentales para monopolizar su comercio, como por ejemplo la
sal, naipes, papel sellado, tabaco, pólvora y esclavos negros12.
La instalación de otros países en suelo americano en el siglo XVII fue muy
notoria. Sin embargo sus intenciones nunca fueron el quitarle el suelo por completo a
los españoles porque “les resultaba más rentable que la Corona española mantuviera (a
un gran costo) todo el entramado de su imperio americano mientras ellos participaban
de sus riquezas” (Gutiérrez, 2006, p. 116), principalmente utilizando el método del
contrabando. Para que se vea la fuerza de la piratería un siglo más adelante, podemos
remarcar el robo del pirata netherlandés Piet Heyn quien 1628 expropió un gran motín
de oro y plata que tenía destino la corona española. Este acto comenzó a cuestionar de
quién era verdaderamente el suelo americano ya que la riqueza pasaba por puertos del
país de los tulipanes. Más adelante Inglaterra se implanta en Jamaica, utilizándola como
isla para el comercio y el contrabando. Observamos por lo tanto, mediante estos dos
casos, como España va perdiendo poderío en suelo americano principalmente en el
Caribe. En 1670 era innegable que cuatro o cinco potencias se encontraban en la zona
caribeña, algo que a la larga va produciendo un espacio geopolítico caribeño con islas
muy codiciadas13.
10
Gutiérrez, 2006, pp. 114 – 115.
11
Gutiérrez, 2006, p. 115.
12
Gutiérrez, 2006, p. 111.
13
Gutiérrez, 2006, pp. 116 – 117.
… en cada provincia del Imperio, la administración había llegado a estar en manos de un
pequeño aparto de poder colonial, compuesto por la élite criolla – letrados, grandes
propietarios y eclesiásticos -, unos pocos funcionarios de la Península con muchos años de
servicio y los grandes mercaderes dedicados a la importación. Prevalecía la venta de cargos
en todos los niveles de la administración (Gelman, 2002, p. 252).
Los burócratas carecían de un poder vertical de sumisión sino que todos estaban
vinculados con el monarca. Esto partía mediante una forma de ser del poder, pues el
monarca contaba con un poder divino pero era limitado porque tenía que tener consenso
y negociaciones con sus subordinados como también protegerlos por igual. Había una
lealtad sobre las ordenanzas del Rey, pero “en este sentido, la famosa fórmula ‘se acata
pero no se cumple’ empleada (…) por los funcionarios para salvar la lealtad al Rey y no
aplicar real orden, era algo consagrado por las ideas imperantes y aun por la misma
legislación de Indias” (Gelman, 2002, p. 254). Es por ello, en este caso, que la
corrupción se podía ver “como uno de los medios privilegiados del sistema para
permitir esta búsqueda entre los intereses a veces contradictorios, salvado a la vez la
autoridad del monarca” (Gelman, 2002, p. 254).
Analizaremos ahora las élites locales. Fueron sectores que concentraban grandes
cantidades de poder y riqueza. La riqueza, en este caso, era una condición sine qua non
(sin la cual no) pero aumentaba una vez en el poder mediante la diversificación
económica-comercial que brindaba el poder. El acceso a la administración podía ser
14
Gelman, 2002, pp. 252 – 253.
mediante la compra del cargo o lazos matrimoniales para generar lugares estratégicos
comerciales y mercantiles15.
Se puede concluir que esta relación élite-Estado no cuestionaba la dominación
de la colonia porque el interés de la metrópoli coincidía con el de la élite. Se ayudaban
mutuamente, la Corona no tenía un aparto disciplinar que se mantuviera en las colonias
y las élites necesitaban la venia de la Corona y la ayuda del poder religioso real16.
En síntesis, las reformas tenían que aparecer ya que la corrupción era
generalizada y había un poder excesivo de las élites locales en el aparato administrativo.
En lo que refiere al contrabando, la Corona estaba perdiendo grandes sumas fiscales
económicas porque evadía impuestos. Se debe agregar además que empezaron a
cuestionar a la venta de cargos, asimilándolos como el origen de todos los excesos.
Estas reformas fueron alentadas por un con conjunto de personas, sin embargo otros
discreparon. Las élites locales que eran criollas o no consideraban que tenían el derecho
de ocupar esos cargos y además alegaban que “la corrupción se podía combatir mejor
colocando en los cargos a criollos ricos (…) desinteresados en usufructuar los mismos
en provecho personal, que a peninsulares podres” (Gelman, 2002, p. 257).
15
Gelman, 2002, p. 255.
16
Gelman, 2002, p. 255.
17
Gutiérrez, 2006, pp. 117 – 118.
18
Gutiérrez, 2006, p. 119.
Gutiérrez (2006) también remarca que la reforma no se puedo llevar a cabo sin
las personas, es decir tuvo un gran factor humano. El Rey Carlos III en el apogeo de la
dinastía borbónica remarcaba que tanto su reinado como las empresas comerciales
tuvieron éxito pero “no es la obra de un solo hombre. Destacadas personalidades,
políticos de amplia visión, eficaces burócratas, contribuyen de manera poco común a
formular una nueva política y a ponerla en vigor, viendo en ocasiones serias
resistencias” (Gutiérrez, 2006, p. 119)
El continente americano estaba pasando por un momento de debilidad y
descontrol y además había élites locales y corrupción. En el período de la dinastía
borbónica se envía como virrey de Nueva España a José de Gálvez entre 1765 y 1771,
considerándose como uno de los baluartes para la aplicación de las reformas borbónicas
en América19.
Antes de las reformas podemos tener en cuenta demás la expulsión de los
jesuitas en 1767. A lo que refiere ya dentro de las reformas podemos remarcar la nueva
creación de virreinatos, en donde antes en 1739 aparecía Nueva Granada, de ahora en
más, en 1776 se instaura el Virreinato de la Plata. Se concretaron además nuevas
capitanías y nuevas audiencias como también la instalación de intendencias a manos de
personas con grandes salarios para evitar la corrupción produciendo todo esto un
aumento del personal burocrático. Por lo tanto se deja de lado los corregimientos
corregidores y los alcaldes vinculados a la corrupción. Se regula el servicio de correo
para hacer una fluida comunicación con la metrópoli. Entre los objetivos fundamentales
de las reformas borbónicas se encuentran la creación de un aparato estatal más fuerte y
poner en manos de europeos (peninsulares) lo referido a lo administrativo. Se
consideraba que utilizar personas de las élites locales en los puestos de injerencia
producía corrupción y es por ello que optaron por la utilización de “hombres nuevos”
que iban con las líneas ideológicas del reformador. En general eral de carrera. A la hora
de sustituir funcionarios por otros también se tenía el objetivo dejar de lado la venta de
cargos20.
La intensidad de las reformas no fue en todos lados de la misma manera ni
tampoco fueron en simultáneo. Es evidente que tocaban algunos intereses y de élites
locales preferentemente lo que produciría levantamientos nacionales. Sin embargo,
debido a estos cambios de personales burocráticos algunos autores lo definen como la
“reconquista” de América21.
Con las reformas borbónicas, la Corona deja de ser paternalista y de origen de
divino sino que ahora se basa en la búsqueda de resultados tanto materiales como
económicos. Se puede describir como una Corona “terrenal”. Todos estos objetivos
materiales que pretendía se podían hacer solamente mediante la transformación de la
estructura estala, una institución centralizada, jerarquizada y funcionarios22.
Estos cambios produjeron decididamente resistencias principalmente de las
élites locales. La Corona lo que hizo fue anular el cargo de corregidor y la prohibición
de repartos, además de nombrar a intendentes. No existía más la venta de cargo y ahora
estos puestos eran tomados por personas peninsulares. Sin embargo la corrupción no se
erradica ni la influencia de las élites, entre otras cosas por el poco salario que percibía el
funcionario, cayendo inevitablemente en las relaciones de las élites locales. Es por ello
que la ecuación criollos corruptos y peninsulares honrados no funciono ya que las élites
locales siguieron teniendo su peso ya que mediante “el matrimonio, los lazos
19
Gelman, 2002, pp. 257 – 258.
20
Gelman, 2002, p. 258.
21
Gelman, 2002, p. 259.
22
Gelman, 2002, p. 259.
económicos, etc., las élites van a conseguir en muchos casos mantener una fuerte
influencia del Estado y, en algunos casos, aún superior al período pre-borbónico”
(Gelman, 2002, p. 260).
Los problemas estructurales y la resistencia producen que se vaya desvaneciendo
las reformas borbónicas. En las grandes capitales de los virreinatos pre-borbónicos
(México y Perú) surgieron grandes rebeliones ante las reformas porque las veían como
“una amenaza potencial y real, ya que cercenan sus jurisdicciones políticas y ponen en
tela de juicio sus monopolios, entre otras consecuencias” (Gelman, 2002, p. 262). Sin
embargo las zonas marginales, como las define Gelman (2002), como por ejemplo
Buenos Aires, Cuba y Chile tuvieron sus beneficios mediante la aplicación de las
reformas borbónicas.
Bibliografía
Gelman, J. La lucha por el control del Estado: Administración y élites coloniales en
Hispanoamérica en Tendeter, E. (dir.). (2002). Historia General de América
Latina. Trotta. Madrid.
Gutiérrez, A. (2006). De Austrias a Borbones: la evolución del tráfico comercial con
Indias y el cambio de dinastía.
Reyes, W. y Vázquez, A. (1979). Crónica general del Uruguay. Vol. 1. Montevideo.
Banda Oriental
S/A. (s/f). La España del Siglo XVII: Felipe III, Felipe IV y Carlos II.
ANEXO
Casa de contratación