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Toda persona, en algún momento de su vida ha tenido que jugar un rol de liderazgo.
Hacerlo no es algo sencillo, y creo que nunca lo será, por más experiencia que al respecto
pueda tenerse. Es una tarea delicada que exige compromiso, responsabilidad,
esfuerzo, entre otras cualidades más, las cuales se forjan en la vida cotidiana. Ser jefe no
necesariamente es sinónimo de ser líder, aunque ser lo primero exige ser lo segundo. Se
puede estar en un lugar de autoridad, pero no por ello se da en automático la capacidad
del liderazgo. No hay que pensar que “mandonear” es lo mismo que liderar, y esto lo
percibimos con claridad en la propia experiencia de vida, pues cuando tenemos un jefe
que se dedica a dar órdenes desde las nubes de su realidad es muy diferente a cuando
tenemos un superior que no sólo ordena, sino que constantemente está dando lo mejor de
su persona, siendo un modelo ejemplar.
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